Mientras la crisis económica se acerca peligrosamente a las costas del único país del mundo que se decía “blindado”, en la política han primado también las malas noticias:
1.- Preocupantes nombramientos en el Poder Judicial. Que un Vocal Supremo piense que los “vladivideos” no pueden usarse como prueba y que el dinero de las cuentas de Montesinos no es necesariamente de origen delictivo; que haya dicho, además, que el proceso contra el prófugo Calmell del Solar fue una cacería de brujas y el de los Wolfenson una vendetta, son ya razones suficientes de preocupación. Pero que ese mismo vocal sea elegido por sus colegas como presidente de la Corte Suprema es extremadamente revelador del nuevo clima que se vive en el país. (Tampoco el nombramiento del cuestionado vocal Vega en la Corte Superior de Lima es para celebrar. Vega ha asegurado que su conocida amistad con Alan García no va a influir en su independencia. Todo el país le cree).
2.- El Tribunal Constitucional en decadencia. Esta semana se frustró la elección del nuevo presidente. Las maniobras del interino - Mesía del APRA- por hacerse elegir pese a sus promesas en contrario, colmaron la paciencia de tres magistrados que boicotearon la sesión. Se conoció, además, de diversos incidentes y enfrentamientos personales entre magistrados en los últimos meses; no precisamente muy alturados, ni de alto contenido jurídico. Por decir lo menos, el Tribunal Constitucional no tiene -ni a nivel profesional, ni personal- el mismo nivel que logró en años previos.
3.- Nada pasó con Raffo. El fujimorista se burló de sus colegas y se reunió en secreto con el investigado quedando inhabilitado política y éticamente para continuar, pero sigue orondo en la Comisión Investigadora, como si nada hubiera pasado. Aurelio Pastor, del sector ligado a Del Castillo en el APRA quiso presionar su salida en el Pleno. Pero “ordenes de arriba” –como mostró gráficamente La República– lo impidieron. Los apristas se echaron para atrás (“la agenda estaba muy cargada”) y Raffo sigue allí. ¿Órdenes de arriba? ¿De quién? ¿Para qué?
4.- Donayre se salió con la suya. La presión chilena obligó a mantenerlo hasta el final. Tuvo más tribuna y le sacó el jugo. Politizó los cuarteles. Ninguneó al ministro de Defensa (“yo sólo respondo al presidente”). Todo un desastre. Pero no olvidemos que Donayre seguía en el cargo pese a que sobraban razones para haberlo relevado. Estaba su comportamiento cantinflesco y vulgar que lo volvieron el favorito de los programas cómicos. Estaba el fuerte cuestionamiento de 16 ex Comandantes Generales del Ejército. Mucho más grave, estaba acusado por Contraloría e investigado por la fiscalía por mal uso de la gasolina. Una vez más, la autoridad civil demostró ser incapaz de un verdadero liderazgo y control democrático sobre los institutos armados.
Cada una de estas cuatro historias tiene sus propias particularidades y explicaciones Pero hay por lo menos tres elementos que las unen:
1.- Ratifican que la cultura y forma de actuar del fujimorismo sigue profundamente enraizada en nuestra vida pública. Más específicamente, que sus operadores políticos siguen maniobrando y consiguiendo importantes objetivos.
2.- El intento de copamiento aprista de instituciones claves que debieran ser autónomas e independientes continúa.
3.- Los sectores que se oponen a los puntos 1 y 2 están debilitados, dispersos y hasta desmoralizados. El fortalecimiento de la democracia no es verdaderamente una prioridad ni en la izquierda ni en la derecha realmente existentes. Los medios de comunicación que se preocupan de estos problemas son cada vez menos y más tibios.
¿Hubo alguna buena noticia?
Sí. Yehude Simon reaccionó -más vale tarde que nunca- a los cuestionamientos y retiró el proyecto de ley del gobierno para disolver asociaciones, fundaciones y hasta empresas por una serie de causales difusas y cuestionables. Con buenas razones, la norma propuesta había sido comparada a ley de seguridad interior de la época de Odría.
Les agradezco que escriban en este espacio. Si no fuera por ustedes no estaría bien informada, ya que no tengo dinero destinado a suscribirme a un diario (creo que el único confiable es La República, por ahora) o revista (Caretas). Los programas televisivos son solo eco del gobierno.
ResponderEliminarEs terrible el momento que vivimos, donde cada día se trasgrede la Constitución y la democracia en nuestro país.
Lo más triste es que la gran mayoría de peruanos tiene los ojos cerrados a esta dantesca realidad.
Necesitamos más espacios como este, tribunas libres donde podamos compartir no solo opiniones sino también ideas que sirvan para salir de este enorme agujero en el que nos hallamos.
La sociedad civil (universidades, institutos, empresas, familias enteras) debe unirse contra el proceder de los poderes del Estado y protestar pacíficamente en las calles de todo el país, así demostraríamos que el pueblo peruano no está conforme con el manejo del país y nuestra voz traspasaría fronteras. Debemos intentarlo. ¡Hagámoslo!
Sigo con mucho interés sus opiniones y análisis de coyuntura. Pero, por favor, no dejen de cuidar las formas editoriales: ¡contraten un corrector para revisar los artículos antes de "postearlos"! Ya sabemos que con la premura por publicar, siempre se nos escapan fallos...
ResponderEliminarAtentamente,
Enrique
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