El excelente artículo de Liuba Kogan primero me hace sonreír, y luego pensar que habla de las “mujeres que se atrevieron”…y estas son las que, osaremos decir, tienen “un falo internalizado” que les ha permitido entrar a la política y creo que allí radica la diferencia entre los géneros, la mayoría de las mujeres prefieren no hacer política en el espacio público (aun prefieren hacerlo en el espacio privado), ni tampoco forman parte, aun ,de la 3ra mujer descrita por Lipovetsky . Prueba de ello es la gran cantidad de patología que encontramos día a día en la consulta psicológica: los trastornos psicosomáticos, depresiones, crisis de pánico, angustias, temores por doquier.
Se extrañaría Kogan de verificar nuestros consultorios.
Es interesante pensar que se está transitando del modelo de complementariedad al de las similitudes y no creo que esto sea aun cierto, ni mucho menos. El poder económico y político sigue estando en manos masculinas de manera evidentemente mayoritaria. Si esto es así, las “fintas” del sastre y los discursos y la entrada en el terreno de la política con aretes puestos son aun precarias e insuficientes. Además, todo esto no significa, para nada que las mujeres más exteriores y políticas no estén en conflictos internos con ellas mismas, por el contrario.
Para terminar otro elemento que está presente en la clasificación de Liuba Kogan es la belleza, la que sigue siendo un valor único en nuestra cultura, qué duda cabe, esto no sería nada malo per se, pero siendo un valor tan apreciado y determinante entra en juego en todas las relaciones humanas, entonces, quedarían aun algunos años por caminar para postular que las similitudes entre los géneros son ya cosa del pasado, es más bien un wishful thinking, como se dice en ingles. Es decir, un buen deseo pero no todavía una realidad tangible en nuestro colectivo humano. Para mi gran pena debo confesar.
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