En su columna Piedra de Toque “El Perú no necesita museos”, Mario Vargas Llosa hace un aporte extraordinario a la discusión sobre el Museo de la Memoria. http://www.elcomercio.com.pe/impresa/notas/peru-no-necesita-museos/20090308/256015
El artículo marca un hito por quién lo escribe, por el momento en que lo hace y por la solidez y contundencia de lo que dice.
Para empezar, Vargas Llosa destroza el argumento de Flórez Aráoz y Simon sobre las otras prioridades a atender:
“El ministro ha explicado que en un país donde faltan tantas escuelas y hospitales y donde tantos peruanos pasan hambre, un museo no puede ser una prioridad. Según esta filosofía, los países solo deberían invertir recursos en defensa de su patrimonio arqueológico, monumental y artístico una vez que hubieran asegurado la prosperidad y el bienestar para toda su población. Si semejante pragmatismo hubiera prevalecido en el pasado, no existirían el Prado, el Louvre, la National Gallery ni el Hermitage y Machu Picchu hubiera debido ser rematado en subasta pública para comprar lápices, abecedarios y zapatos”.
Vargas Llosa ubica el Museo en la discusión más amplia sobre la CVR. En su artículo explica y defiende el proceso que da origen a la CVR y luego a la muestra “Yuyanapaq”, que será la base de ese museo:
“Al terminar la dictadura de Alberto Fujimori (a punto de ser condenado en estos días por los crímenes contra los derechos humanos perpetrados durante su régimen), el gobierno democrático nombró una Comisión de la Verdad y la Reconciliación para investigar la magnitud de esta tragedia social. Presidida por un respetado intelectual y filósofo, el doctor Salomón Lerner, ex rector de la Pontificia Universidad Católica del Perú, la comisión elaboró un documentado estudio de esos años sangrientos y un cuidadoso análisis de las causas, consecuencias y el saldo en vidas humanas, destrucción de bienes públicos y privados, torturas, secuestros, desaparición de personas y de aldeas de la violencia de esos años. Un vasto sector de opinión pública reconoció el valioso trabajo de la comisión, pero, como era de esperar, sus conclusiones fueron criticadas y rechazadas por círculos militares y por las pandillas sobrevivientes del fujimorismo que, de este modo, se curaban en salud de su complicidad con un régimen autoritario que, además de cleptómano y corrompido hasta los tuétanos, detenta un pavoroso prontuario de asesinatos, torturas y desapariciones perpetrados con el pretexto de la lucha antisubversiva”.
“La comisión organizó, con los materiales de su investigación, una de las más conmovedoras exposiciones que se hayan visto jamás en el Perú y que todavía se puede visitar, aunque en formato algo reducido, en el Museo de la Nación, en Lima. Llamada “Yuyanapaq” (Para recordar), muestra, en fotos, películas, cuadros sinópticos y testimonios diversos la ferocidad demencial con que los terroristas de Sendero Luminoso y del MRTA (Movimiento Revolucionario Túpac Amaru), y, también, comandos de las Fuerzas Especiales y grupos de aniquilamiento —como el tristemente célebre grupo Colina— sembraron el horror segando decenas de millares de vidas humanas inocentes y la impotencia y desesperación de los sectores más humildes y desamparados del país ante ese vendaval que se abatió sobre ellos desencadenado por el fanatismo ideológico y el desprecio generalizado de la moral y de la ley”.
Muy importante, Vargas Llosa no cae en la trampa de decir, bueno Museo sí, pero lo que hay ahora es la verdad de algunos (los de la CVR) y falta la de los otros. Vargas Llosa hace, en cambio, una cerrada defensa de la validez y amplitud de miras de las conclusiones del informe. Y, para ello, hace algo que estoy seguro han obviado la inmensa mayoría de los que las critican, a saber, leer el informe antes de opinar:
“…el ministro ha refrendado las críticas que ya se habían hecho en el pasado a la Comisión de la Verdad y la Reconciliación y a “Yuyanapaq”: falta de imparcialidad, mantener una abusiva equidistancia entre los terroristas y las fuerzas del orden”.
“Esas críticas son de una injusticia flagrante. Nadie criticó al terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA más que yo. Fui candidato aquellos años y dediqué buena parte de mi campaña a denunciar sus crímenes y su locura fanática y a defender la necesidad de combatirlos con la máxima energía, pero dentro de la ley, porque si un gobierno democrático empieza a utilizar los métodos de los terroristas para derrotar al terrorismo, como hizo Fujimori, aquellos de algún modo ganan la guerra aunque parezca que la pierdan. Por eso, hubo dos atentados fallidos contra mi vida, uno en Pucallpa y otro en Lima. Por otra parte, creo haber criticado con la misma constancia las contemporizaciones, cobardías y medias tintas de los intelectuales de izquierda frente al terrorismo. Por todo ello creo poder decir, con total objetividad, sin ser acusado de simpatías extremistas, después de haber pasado muchas horas leyendo los trabajos de la comisión, que hay en ellos un esfuerzo sostenido para desenterrar la verdad histórica entre el dédalo de documentos, testimonios, informes, declaraciones y manipulaciones contradictorios que debió cotejar. Sin duda que en esos nueve abultados volúmenes se han deslizados errores. Pero ni en sus considerandos ni en sus conclusiones hay la menor intención de parcialidad, sino, por el contrario, un afán honesto y casi obsesivo por mostrar con la mayor exactitud lo ocurrido, señalando de manera inequívoca que la primera y mayor responsabilidad de esa monstruosa carnicería la tuvieron los fanáticos senderistas y emerretistas convencidos de que asesinando a mansalva a todos sus opositores traerían al Perú el paraíso socialista”.
Las líneas precedentes cobran incluso mayor importancia dado que el Premier Yehude Simon ha propuesto:
“que las Fuerzas Armadas emitan informe propio sobre su participación en la guerra contra el terrorismo”.
Más todavía:
“El informe de la Comisión de la Verdad no es el documento perfecto, pero creo que hay faltas. El Comando Conjunto de las Fuerzas Armadas puede hacer su versión, desde el punto de vista militar, sobre los hechos, para escucharlos. Este documento no significa que vamos a renegar de la Comisión de la Verdad (sino) que sea parte de una gran reconciliación”.
http://www.larepublica.pe/politica/07/03/2009/simon-propone-informe-sobre-la-violencia-politica-de-las-ff-aa
http://www.larepublica.pe/politica/07/03/2009/simon-propone-informe-sobre-la-violencia-politica-de-las-ff-aa
¿Qué decir? Quizás sólo que Yehude Simon, en su esfuerzo por mimetizarse con García continúa desvaneciéndose como político y como persona. Está, más bien, en camino de disputarle al inefable congresista Edgard Núñez su rol como vocero del militarismo en el Perú.
En fin, como que ya no sorprende…
Pero volvamos al artículo de Vargas Llosa que concluye ratificando la necesidad de un Museo de la Memoria y –muy oportuno- su importancia como vacuna contra políticos obtusos:
“Los museos son tan necesarios para los países como las escuelas y los hospitales. Ellos educan tanto y a veces más que las aulas y sobre todo de una manera más sutil, privada y permanente que como lo hacen los maestros. Ellos también curan, no los cuerpos, pero sí las mentes, de la tiniebla que es la ignorancia, el prejuicio, la superstición y todas las taras que incomunican a los seres humanos entre sí y los enconan y empujan a matarse. Los museos reemplazan la visión pequeñita, provinciana, mezquina, unilateral, de campanario, de la vida y las cosas por una visión ancha, generosa, plural. Afinan la sensibilidad, estimulan la imaginación, refinan los sentimientos y despiertan en las personas un espíritu crítico y autocrítico. El progreso no significa solo muchos colegios, hospitales y carreteras. También, y acaso, sobre todo, esa sabiduría que nos hace capaces de diferenciar lo feo de lo bello, lo inteligente de lo estúpido, lo bueno de lo malo y lo tolerable de lo intolerable, que llamamos la cultura. En los países donde hay muchos museos la clase política suele ser bastante más presentable que en los nuestros y en ellos no es tan frecuente que quienes gobiernan digan o hagan tonterías”.
Algún día cuando estas cosas ya no las decidan Alan García, Yehude Simon o Antero Flórez Aráoz y tengamos un Museo de la Memoria, habría que incluir en sus primeras salas las discusiones que se dieron en torno a su creación. Entre otros, este artículo de Mario Vargas Llosa debiera colocarse en un panel muy grande y con letra de molde, para que no se olviden los argumentos que se dieron desde el poder para oponerse y a quiénes se la jugaron por su existencia.
Señor Basombrío:
ResponderEliminarNada que agregar. Solo lamentar el triste papel de personas como Flórez Aráoz y Yehude Simon quienes, llevados por sus secretas ambiciones de llegar al poder, han caído como mansas palomas ante un titiritero de marca mayor como lo es García, quien, no cabe duda, les debe haber prometido el oro y el moro para apoyarlos en sus campañas políticas y ellos, ingenuos hasta la desesperación, lo han creído.
Ambos han fracasado políticamente.
Muchas gracias.
La violencia vivida durante las décadas de los ochenta y noventa, han dejado profundas huellas en los que desgraciadamente estuvieron en medio de ella, el Perú rural y provinciano fue abandonado a esa suerte, muerte y recuerdos espantosos de la violencia vivida en esos años acompañan hasta hoy a muchas de estas personas.
ResponderEliminarLa historia la escriben los vencedores, pero en este caso nadie venció, todos perdimos, vidas humanas, perdimos libertad, tranquilidad y sobre todo nuestra dignidad.
La historia tarde o temprano se encarga a juzgar y sacar experiencias de lo pasado para no volver a cometer los mismos errores, para ello se vale del legado que vamos dejando en el transcurso del tiempo, la violencia de aquellos años tiene muchos vestigios para ello, testimonios, fotografías, videos y más. Pero lamentablemente en muchos casos su conservación y difusión dependen de las desiciones de algunos burócratas y reaccionarios como los que conforman el actual gobierno, negarse a recibir una donación alemana de dos millones de dólares para construir un “Museo de la Memoria”, que alojaría a la muestra fotográfica “Yuyanapaq, para recordar”, solo por que esta exposición reúne material desarrollado por fotoreporteros de diversos medios de prensa entre los años 1980-2000 y un trabajo realizado en estudio, los cuales buscan recordar a las víctimas de los años de la violencia interna, argumentando que ello pueda afectar la imagen del ejército (buenos y malos existen en todos los aspectos de la vida), es algo abominable y anticultural, aparte de ello de lo que se trata es olvidar toda esa época, borrón y cuenta nueva, para que el olvido se mantenga y la historia dentro de un tiempo se repita.
La lección no se aprende, donde estaban esos ministros y personajes cuando el Perú andino se desangraba, quizás bebiendo whisky o veraneando en Cancún y ahora se vienen a oponer a este museo, ojalá que algún Gobierno Regional acepte este donativo, sería algo muy valioso.
http://blog.portalcontableperu.com/2009/02/28/un-gobierno-sin-memoria-y-sin-historia/
ResponderEliminarPienso que los peruanos son gente estigmatizante, primero condenan al terrorismo y despues lo defienden colocandolos como victimas del abuso de las fuerzas armadas y quien defiende a las fuerzas armadas.. que por si acaso yo he perdido amigos y un familiar....
ResponderEliminarEl museo de la CVR es un monumento a la estupidez, no cabe duda que algunos politicos moralistas y ongs quieran lucrar del dolor..
Como dijo el filosofo e intelectual Marco Aurelio Denegri "Es menester que el peruano deje de ser imbecil"....