La lamentable presentación de Yehude Simon el jueves en el Congreso, muestra que este gobierno no solamente no sabe que hacer en el VRAE, sino que no le interesa en absoluto.
Desde el principio, las medidas adoptadas han sido reacciones a sucesos provocados por el narcotráfico y los terroristas. En diciembre de 2006, el Ministerio de Defensa se hizo cargo del problema luego de una emboscada de Sendero contra la policía antidrogas, operación financiada por el narcotráfico.
El nuevo plan presentado por Simon es consecuencia del rotundo fracaso de los militares que han sido, en la práctica, los que han estado a cargo del asunto. La emboscada del Jueves Santo, en la que murieron 15 miembros del Ejército, propició que el gobierno admitiera indirectamente el descalabro del la anterior estrategia y la reemplazara con… nada.
El listado de buenas intenciones presentado por Simon, que todo el mundo sabe no se va a cumplir, revela que no existe ninguna preocupación real del gobierno para asumir el problema en serio.
La cuestión del VRAE no es un asunto de pobreza y no se va a resolver con más profesores o nuevas carreteras. Eso, y muchas cosas más, se necesitan, sin duda, en el VRAE y en casi todo el país. El punto más importante es que el VRAE es una zona liberada del narcotráfico. Esa es la esencia del problema.
El VRAE es hoy en día la mayor zona productora de Pasta Básica de Cocaína del país y está completamente dominada por el narcotráfico. Las autoridades locales están compradas por los narcotraficantes o están amedrentadas por ellos.
La Policía Antidrogas (Direndro) realiza rutinarios operativos en los que destruye pozas de maceración, decomisa algo de drogas e insumos químicos y detiene a narcotraficantes, por lo general de segundo o tercer orden, Nada más.
Lo primero que se requeriría es una acción enérgica y decidida del Estado para combatir el narcotráfico en la zona. Eso no solo implica más policías, comisarías y bases, sino sobre todo una decidida lucha contra la corrupción y controles especiales a los efectivos desplazados a esa región.
Pero eso no se está haciendo ni se piensa hacer. La ministra Mercedes Cabanillas vive a años luz del VRAE, no le interesa en lo más mínimo el tema -lo hizo ostensible el jueves en el Congreso- y no va a mover un dedo para mejorar las cosas. Es más, probablemente las va a empeorar, como lo muestra el hecho que haya nombrado jefe del VRAE al general Ítalo Perochena, que viene del Frente Huallaga, donde además de criticársele por hechos de corrupción, se le reprochó por obstaculizar las operaciones antidrogas de la Dirandro en ciertas zonas.
Cabanillas solo está interesada en ganar puntos en las encuestas en vistas a la campaña del 2011. Eso si lo sabe hacer. Así es que se ocupa de tareas encomiables por cierto, como denunciar a un padre violador, pero no atiende en absoluto temas como narcotráfico, terrorismo, orden público o seguridad ciudadana, cuestiones complejas que pueden acarrearle inconvenientes a su popularidad.
Así las cosas, el VRAE seguirá a cargo de militares incompetentes que han usado sus derrotas para conseguir más dinero. El narcotráfico seguirá prosperando. Y Yehude ha demostrado que no sólo no tiene idea alguna de que hacer en el VRAE, sino que carece de vergüenza.
Después del desplante que le hicieron los apristas al dejarlo solo, en lugar de irse con un mínimo de dignidad, ha preferido permanecer a la espera de la inevitable patada que lo arrojará fuera en el momento en que Alan García considere que ya lo exprimió completamente y no puede extraerle una gota más de beneficio.
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