La primera reacción fue casi unánime de alivio: un profugo de la justicia y parte de lo más nauseabundo del régimen fujimorista ya no podrá tomar Panamericana. Además, un personaje tan cuestionado y cuestionable, como Genaro Delgado Parker se iba de la TV una vez más y ojalá que para siempre. Se sumó el hecho que se puso a un gerente conocedor del medio televisivo, aparentemente independiente y se nombró un comité consultivo razonable.
Sin embargo, poco a poco se ha ido descubriendo que lo que se ha hecho es un escándalo, una grosera intervención del Estado en un canal privado para controlar -y no sólo sus cuentas para cobrarse deudas impagas, sino también su línea editorial.
Es tan obvio que García negoció con Genaro antes de su salida. Es tan evidente que Delgado Parker consiguió muchas cosas y, a la vez, es tan claro que García puso condiciones, entre ellas “me sacan a Pablo O’Brien y todo el equipo de Panorama”. ¿Quién es Pablo O’ brien? Para los faltos de memoria, O’Brien fue parte del equipo de investigación que consiguió en El Comercio los petroaudios y que fue despedido por el Decano. Ahora la revancha de Alan García continúa y lo saca de Panorama.
Los métodos son alarmantes y se empiezan a parecer a los de la década pasada y a las nauseabundas maniobras chavistas contra los medios en Venezuela.
La reacción nacional crece y es plural. Buen síntoma. Ojalá que se convierta en fuerza para imponer una salida limpia. Habría que “inventarla”. Un requisito: ni Genaro, ni Schutz ni el gobierno controlando Panamericana. Test para nuestra democracia.
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