En abril de 1993 Henry Pease denunció en el Congreso el secuestro y desaparición de 9 estudiantes y un profesor de La Cantuta. Poco después, el 5 de mayo, el general de división Rodolfo Robles Espinoza corroboró la acusación y abundó en detalles sobre ese crimen.
Robles desenmascaró también a los autores materiales, un escuadrón de la muerte del Ejército que se hacía llamar Grupo Colina, y los autores intelectuales, Vladimiro Montesinos, Nicolás Hermoza y Alberto Fujimori.
La fujimorista Martha Chávez se hizo famosa entonces por sostener, con todo desparpajo, que los diez cantuteños se habían “autosecuestrado” para integrarse a una columna de Sendero Luminoso. Ella, Gilberto Siura y otros sinvergüenzas negaban el crimen con todo descaro, a pesar de las evidencias presentadas por el general Robles y las informaciones que iban apareciendo en la prensa.
Luego de algunos meses, los periodistas Ricardo Uceda y Edmundo Cruz encontraron los restos de los asesinados en un descampado.
No obstante, Chávez, Siura y muchos otros siguieron defendiendo a los asesinos, aduciendo que los muertos eran terroristas y que su ejecución extrajudicial se justificaba por eso. De hecho, en junio de 1995, el corrupto congreso fujimorista de la época amnistió ilegalmente a los asesinos y los puso en libertad. Hasta que en el 2001, restaurada la democracia, Santiago Martin Rivas y sus cómplices fueron detenidos nuevamente y encarcelados, como corresponde.
Hoy la sentencia a Alberto Fujimori por ese delito y otros, ha sido ratificada y es firme.
Pero los defensores de ese escuadrón de la muerte no descansan. Cada cierto tiempo aparecen en medios como “Correo” o “La Razón” artículos intentando demostrar que los muertos de La Cantuta eran terroristas –una manera de justificar los crímenes-, o atacando a sus familiares que durante años lucharon contra viento y marea para encontrar justicia.
Con los policías asesinados en Bagua por los nativos el 5 de junio de 2009 ocurre algo similar. Los homicidas tienen defensores que intentan de mil maneras encubrir sus crímenes.
Ahora que se han hecho públicas las fotos del mayor Felipe Bazán vivo, golpeado y arrastrado por sus captores, inventan las explicaciones más inverosímiles.
Dicen que las fotos son trucadas, cuando no hay ningún indicio que sea así. Por el contrario, el hecho que varios de los nativos que aparecen ahí hayan sido identificados y uno capturado, demuestra la veracidad de las imágenes.
Todo indica que la confesión de uno de los captores es cierta, el mayor Bazán fue asesinado y su cadáver echado al río.
Pero, lo más importante, los defensores de los nativos asesinos, pretenden silenciar el hecho que los 14 policías ultimados ese día en la Estación Nº 6 estaban desarmados y fueron torturados y muertos sin que mediara enfrentamiento alguno. Los mataron a sangre fría.
¡¡¡Catorce policías muertos a cuchilladas y lanzadas!!!
Imaginemos que 14 nativos hubieran sido capturados por la policía y estando prisioneros hubieran sido torturados y asesinados. Los que hoy defienden a los nativos criminales, no cejarían un minuto en denunciar el hecho en el mundo entero y reclamar la sanción más severa posible para los culpables. Y tendrían razón.
Pero como los muertos son policías y los homicidas nativos, callan en todos los idiomas. Peor aún, hacen lo posible porque el crimen se olvide y los culpables escapen.
En el caso del mayor Bazán, intentan lo indecible por apañar a sus asesinos. Peor aún, es probable que otros policías capturados con Bazán hayan sufrido la misma suerte. Porque ese día fueron muertos 14 policías en la Estación Nº 6 y otros diez en la Curva del Diablo.
¿En qué se diferencian los defensores del grupo Colina y los de los nativos asesinos? En nada, salvo la ideología. Unos apoyan la defensa del orden a cualquier precio, violando los derechos humanos. Los otros preconizan la destrucción del orden de cualquier manera posible, violando los derechos humanos.
Pero ambos están dispuestos a justificar los crímenes más aberrantes en función de sus intereses políticos.
Ambos son enemigos de la justicia, la convivencia pacífica y la democracia.
Robles desenmascaró también a los autores materiales, un escuadrón de la muerte del Ejército que se hacía llamar Grupo Colina, y los autores intelectuales, Vladimiro Montesinos, Nicolás Hermoza y Alberto Fujimori.
La fujimorista Martha Chávez se hizo famosa entonces por sostener, con todo desparpajo, que los diez cantuteños se habían “autosecuestrado” para integrarse a una columna de Sendero Luminoso. Ella, Gilberto Siura y otros sinvergüenzas negaban el crimen con todo descaro, a pesar de las evidencias presentadas por el general Robles y las informaciones que iban apareciendo en la prensa.
Luego de algunos meses, los periodistas Ricardo Uceda y Edmundo Cruz encontraron los restos de los asesinados en un descampado.
No obstante, Chávez, Siura y muchos otros siguieron defendiendo a los asesinos, aduciendo que los muertos eran terroristas y que su ejecución extrajudicial se justificaba por eso. De hecho, en junio de 1995, el corrupto congreso fujimorista de la época amnistió ilegalmente a los asesinos y los puso en libertad. Hasta que en el 2001, restaurada la democracia, Santiago Martin Rivas y sus cómplices fueron detenidos nuevamente y encarcelados, como corresponde.
Hoy la sentencia a Alberto Fujimori por ese delito y otros, ha sido ratificada y es firme.
Pero los defensores de ese escuadrón de la muerte no descansan. Cada cierto tiempo aparecen en medios como “Correo” o “La Razón” artículos intentando demostrar que los muertos de La Cantuta eran terroristas –una manera de justificar los crímenes-, o atacando a sus familiares que durante años lucharon contra viento y marea para encontrar justicia.
Con los policías asesinados en Bagua por los nativos el 5 de junio de 2009 ocurre algo similar. Los homicidas tienen defensores que intentan de mil maneras encubrir sus crímenes.
Ahora que se han hecho públicas las fotos del mayor Felipe Bazán vivo, golpeado y arrastrado por sus captores, inventan las explicaciones más inverosímiles.
Dicen que las fotos son trucadas, cuando no hay ningún indicio que sea así. Por el contrario, el hecho que varios de los nativos que aparecen ahí hayan sido identificados y uno capturado, demuestra la veracidad de las imágenes.
Todo indica que la confesión de uno de los captores es cierta, el mayor Bazán fue asesinado y su cadáver echado al río.
Pero, lo más importante, los defensores de los nativos asesinos, pretenden silenciar el hecho que los 14 policías ultimados ese día en la Estación Nº 6 estaban desarmados y fueron torturados y muertos sin que mediara enfrentamiento alguno. Los mataron a sangre fría.
¡¡¡Catorce policías muertos a cuchilladas y lanzadas!!!
Imaginemos que 14 nativos hubieran sido capturados por la policía y estando prisioneros hubieran sido torturados y asesinados. Los que hoy defienden a los nativos criminales, no cejarían un minuto en denunciar el hecho en el mundo entero y reclamar la sanción más severa posible para los culpables. Y tendrían razón.
Pero como los muertos son policías y los homicidas nativos, callan en todos los idiomas. Peor aún, hacen lo posible porque el crimen se olvide y los culpables escapen.
En el caso del mayor Bazán, intentan lo indecible por apañar a sus asesinos. Peor aún, es probable que otros policías capturados con Bazán hayan sufrido la misma suerte. Porque ese día fueron muertos 14 policías en la Estación Nº 6 y otros diez en la Curva del Diablo.
¿En qué se diferencian los defensores del grupo Colina y los de los nativos asesinos? En nada, salvo la ideología. Unos apoyan la defensa del orden a cualquier precio, violando los derechos humanos. Los otros preconizan la destrucción del orden de cualquier manera posible, violando los derechos humanos.
Pero ambos están dispuestos a justificar los crímenes más aberrantes en función de sus intereses políticos.
Ambos son enemigos de la justicia, la convivencia pacífica y la democracia.
Señor Rosppigliosi:
ResponderEliminar1. Respeto su punto de vista pero no se olvide usted que esos policías en la Estación 6 eran rehenes, y el gobierno lo sabía perfectamente antes de iniciar el ataque. Después de ocho meses en cautiverio no les importó ni siquiera el saber que estaban en peligro de muerte apenas se iniciaran las operaciones.
2. Pero usted sabe perfectamente que lo mismo sucedió en El Frontón. Entre los muchos muertos de aquella vez estuvieron policías y miembros de seguridad del penal capturados. Las órdenes de García, al igual que en Bagua, obviaron el hecho que la incursión implicaba la muerte de los mismos.
3. Entonces, señor Rospigliosi, si usted tiene un mínimo conocimiento legal, o tal vez un poco de sentido común, se dará cuenta de quiénes condenaron a muerte a esos 14 policías. ¿O acaso pensaron que, cuando se enteraran del ataque, los nativos los iban a dejar libres? ¿Usted daría la orden de ataque bajo ese supuesto?
4. Claro, la pita se rompe por el lado más débil y qué fácil echarle la culpa a los captores de cualquier cosa que les pase a los rehenes. Pero ¿quién les devuelve a esas 14 familias las vidas de sus seres queridos, echadas a la muerte solo para decir "los captores son unos criminales"? Si usted hubiese tenido un hijo entre ellos ¿habría dado la orden, señor Rospigliosi? Me encantaría saber su respuesta.
Muchas gracias.
Lo he dicho innumerables veces, desde el principio, y lo repito, Cabanillas y los jefes policiales son responsables de negligencia criminal. Nunca debieron permitir que el Cmte. Montenegro y los 30 policías permanecieran en rehenes. Y jamás debieron intentar el desalojo con ellos prisioneros.
ResponderEliminarPero eso no exculpa ni justifica a los nativos asesinos que torturaron y mataron a 14 policías desarmados sin que mediara enfrentamiento alguno. Son criminales y deben ser juzgados y sentenciados con la máxima severidad.
Lo mismo para los asesinos del mayor Bazán y otros policías que fueron capturados con él.
Fernando Rospigliosi
Quien ya ha leido otras tiras de Rospigliosi sabe que es uno de los mas arduos defensores de la policia y quien ya ha manifestado en esta misma pagina que existe responsabilidad (penal inclusive) de la ex Ministra Cabanillas (que de la cartera del Interior debe saber lo que Cipriani sabe sobre derechos humanos, absolutamente nada). El punto aqui es que quien asesino debe sen sancionado penalmente sin importar si fue un nativo, un sacerdote o un premio Nobel. Eso tampoca cuestiona nuestra posicion a favor de los derechos nativos y la proteccion del ambiente, ni en lo mas minimo tampoco estar en contra de la politica neoliberal de alan y de acusar sin pelos en la lengua a los jerarcas del Ministerio de Defensa que enviaron a la muerte a estos policias.
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