Cada 4 ó 5 años celebramos “fiestas democráticas” en la que los electores decidimos qué autoridades locales o nacionales nos gobernarán por un periodo.
Los ciudadanos nos hemos acostumbrado a que nuestra participación se limite a elegir a alguien luego de una corta pero intensa campaña electoral en la que los candidatos hacen gala de los fondos de que disponen o de su creatividad.
Por su parte la mayoría de partidos políticos consideran que sólo somos votos que sumados les permitirán acceder al poder y ejercerlo como mejor les parezca. Ni siquiera contemplan la posibilidad que queramos conocer, analizar y evaluar la calidad de los candidatos o el contenido de sus propuestas. Piensan en nosotros como “corderos” que seguiremos a la mayoría y votaremos por los más “guapos”, los que “mejor hablan”, los que “prometen más” o los que regalan “mejor propaganda”.
Esta ha sido hasta hoy la lógica de las elecciones y los roles que cumplíamos unos y otros.
Parece que una nueva corriente está alterando el statu quo y los ciudadanos empiezan a ser conscientes que pueden hacer algo para que los representantes y partidos que elijan se dediquen a servirlos y solucionar sus problemas. Pero ¿cómo es posible que esto suceda en otras latitudes y nosotros no hayamos sido capaces de avanzar en esa dirección?, ¿es que estamos condenados a elegir entre el “cáncer y el sida” como alguna vez se dijo?
A riesgo de simplificar la explicación de un fenómeno tremendamente complejo diré que dos factores han resultado decisivos para que se produzca: de un lado un mayor interés de los ciudadanos por participar en la vida pública y, de otro lado, la presión de los medios de comunicación social sobre los partidos políticos y sus candidatos para que presenten propuestas concretas para solucionar problemas concretos.
En menos de un año tenemos dos oportunidades –no una sino dos- de subirnos a este nuevo carro de la modernidad y el buen gobierno. Las elecciones locales de octubre 2010 y las presidenciales de abril 2011.
Los peruanos consideramos que los tres principales problemas del país son crisis económica-pobreza 28%, delincuencia-inseguridad 23% y desempleo 21%. En el caso específico de Lima los principales problemas percibidos son delincuencia-inseguridad 28%, crisis económica-pobreza 22% y desempleo 17% (Datum, Estudio de Opinión Pública a Nivel Nacional, abril 2010). Estas cifras, con ligeras diferencias, son las mismas que diversas encuestadoras han publicado el último año y por lo tanto estos problemas, al lado de signos preocupantes de corrupción, son los temas sobre los que se deben centrar las campañas electorales y los ciudadanos tenemos la obligación de exigir a quienes pretenden representarnos que nos presenten sus propuestas.
Ha llegado el momento que el protagonismo lo asuma quien en realidad debe ser el centro de todo afán de quienes pretenden gobernarnos: el ciudadano y sus problemas.
El proceso más cercano es para elegir presidentes regionales y alcaldes provinciales y distritales. Estamos hablando de una elección vecinal muy cercana al ciudadano. En ella debemos exigir que los candidatos se dejen de declaraciones grandilocuentes, pomposas y generales y nos digan que van a hacer con los problemas que vivimos día a día.
En el caso de la inseguridad ciudadana tengamos en cuenta algunos aspectos básicos que debemos exigir a los candidatos para evitar que nos vendan “gato por liebre”:
ü La coordinación y la responsabilidad de las acciones locales que se ejecuten para solucionar los problemas de inseguridad están a cargo de los Presidentes Regionales y los Alcaldes. Por mucho que nos digan que “eso es asunto de la policía”, la ley del sistema nacional de seguridad ciudadana les asigna esa misión.
ü El delito, sobre todo la pequeña criminalidad que es la que nos afecta directamente, no va a desaparecer. Podemos llegar a controlarlo pero ni siquiera las sociedades más avanzadas han logrado erradicarlo completamente. El que nos diga que va a terminar con la delincuencia nos miente.
ü No existen “soluciones mágicas” para la inseguridad. Es un problema con muchas causas y por lo tanto tiene múltiples soluciones. Sólo con una visión integral del tema y la ejecución de acciones de corto, medio y largo plazo lograremos controlarlo.
ü Esta probado que las políticas de “mano dura” no han logrado solucionar el problema, por el contrario allí donde se aplicaron lo agravaron elevándose los índices de violencia y criminalidad.
ü A los vecinos no nos importa tanto el gran narcotráfico sino el micro comercio que se produce en la esquina de nuestras casas y pone en riesgo a nuestros hijos cuando regresan del colegio o la universidad. Nos importa que nos roben nuestros celulares, carteras, accesorios de vehículos o viviendas. Las soluciones que nos propongan deben ser para esos problemas y no para otros.
Si todos exigimos que se nos hable de lo que en realidad nos importa y afecta, y no de lo que los candidatos quieran hablar; si todos reclamamos que los que quieran nuestro voto nos propongan soluciones que nos parezcan realistas y aplicables y no mentiras descaradas; si valoramos a los candidatos no porque pertenezcan a tal o cual partido o porque sean más o menos agradables sino por la calidad de sus propuestas y el equipo que lo acompaña; habremos dado un paso adelante en mejorar el futuro de nuestras localidades, nos haremos respetar como electores y luego podremos vigilar que los elegidos cumplan sus ofrecimientos y si no lo hacen utilizar los mecanismos que la ley nos otorga para removerlos de sus cargos.
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