A propósito del actual proceso electoral, se ha editorializado en un conocido medio que “el Perú es más que la administración de la economía y el bienestar de las empresas, por más vitales que sean para su desarrollo y que un país es también historia, dignidad, cultura, identidad y sobre todo futuro”.
Cualquiera puede suscribir la segunda parte de esa frase; la primera, en cambio, se yerra al pasar por alto una realidad innegable y es que la economía es un factor de primer orden en la construcción de una nación. A más movimiento económico, mayor integración y compenetración entre los miembros de una comunidad.
En ese aspecto, lo que ha estado pasando en estos últimos años es realmente notable. Somos testigos del surgimiento de una nueva clase media de origen popular no sólo en Lima, sino también en varias otras ciudades del país y cuyos miembros comparten valores similares tales como el dinamismo y las ganas de superación. Este fenómeno, si bien tiene sus raíces en las grandes migraciones de hace 40 años, se ha potenciado enormemente gracias al crecimiento económico. Científicos sociales como Rolando Arellano lo describen muy bien.
Por otro lado, se desarrollan y consolidan nuevos polos económicos en diversas regiones como Arequipa, que, incluso, crecen más que Lima, sentándose así las bases de una efectiva descentralización. En esa línea, es, por ejemplo, una excelente noticia y de gran valor simbólico, el paulatino desarrollo del transporte aéreo entre varias de nuestras ciudades que nunca habían estado conectadas entre sí, y entre éstas y localidades de los países vecinos. Es decir, se elimina el paso obligatorio por Lima para los habitantes de las diversas regiones. Es una aberración centralista y anti moderna que se desmorona.
En otras palabras, ya hay en el Perú una gran transformación en marcha y un avance hacia nuestra maduración como nación, gracias al crecimiento de la economía y que, además, también tiene una gran incidencia, a mediano y largo plazo, en términos de consolidación democrática y de estabilidad política. Falta mucho camino por recorrer, sin duda, como nos lo recuerda el actual proceso electoral, pero lo alcanzado hasta ahora es extremadamente valioso y no podemos tirarlo por la borda, frenando, de un modo u otro, el impulso de las inversiones que lo ha hecho posible. No es el momento de apagar los motores del país; ni siquiera de hacerlos cascabelear. Por el contrario, todas las rectificaciones y ajustes necesarios tienen que ser hechos con el tren de la economía a toda marcha.
En resumen, menospreciar la importancia del factor económico en la construcción de la nación, es incurrir en ligereza y en falta de visión.
Por último, hay que reiterar lo que varias voces ya han solicitado: no descalifiquemos ni estigmaticemos a las personas por la decisión que van a tomar a la hora de votar, en uno u otro sentido. Para muchos, esa decisión estará cargada de incertidumbre y será inevitablemente incómoda y difícil. La tolerancia se impone más que nunca.
Seria necesario tambien analizar, hablar, comentar, debatir, motivar a tratar el tema moral? Si nos centramos en lo "económico" ésto muchas veces genera corrupción, autoritarismo, ansias de poder y solo podremos equilibrarlo con una moral bien puesta en cada peruano.
ResponderEliminarMaría del Carmen,diste en el clavo:También se TIENE que hablar,analizar,comentar,debatir el tema moral.No centrarnos en lo económico,EL PERÚ NO ES UN EMPRESA;es mucho más que éso!!
ResponderEliminarSeñor Belaunde:
ResponderEliminar1. Economicismo se llama al pensamiento, a la tendencia a medirlo todo en base a la economía. Ésta es una actitud muy común a un tipo específico de ser humano, el comerciante, para quien todo empieza y termina por la economía. De esto se habló mucho cuando las tesis de Marx campeaban en el mundo para las cuales el hombre era un "homo economicus".
2. Sin embargo el ser humano dista de ser ese individuo que vive para "generar riqueza" como decía Smith. Es mucho más complejo, pero la actual Sociedad de Mercado tiene sus principios y leyes y esa visión filosófica la maximiza y entroniza como el origen de toda verdad. Ni siquiera el autor de "La riqueza de las naciones" dijo tamaño absurdo. Él mismo plantea que esto debe tener siempre un límite y él era muy religioso (y todos sabemos que el único dios que tienen los ricos es su bolsillo y es a lo único que respetan).
3. Lo cierto es que hoy el Capitalismo es un marxismo sin Marx y pretende entender esto bajo criterios maximalistas. Ello por supuesto dista mucho de ser cierto y solo trae sinsabores que producen las actuales crisis que tienen más que ver con la ética, los principios y las creencias que con los bolsillos.
4. Un ejemplo lo es la situación actual de EEUU donde no es el sistema el que ha fallado sino la decidida voluntad de los financieros de sacarle la vuelta a la ley. Porque nada más veraz que el hecho que cuando uno trastoca y viola las normas los beneficios se hacen notables, pero conllevan caos y descalabros que después el propio Estado tiene que corregir... ¡premiando a los estafadores con la entrega de los recursos del Estado!
4. El caso del Perú no es muy distinto del de Estados Unidos. Aquí todos sabemos que la riqueza se genera a través de los contratos con el Estado (no existe la tal competencia entre pares) como lo decía muy bien Hernando de Soto y su tesis mercantilista. La riqueza de las clases altas solo ha provenido de las licitaciones ganadas a dedo y no como indica la ley.
5. Pero por otro lado es falso que el ascenso de los migrantes a la gran economía se deba al "sistema" impuesto por Fujimori. Ello no proviene de los bancos, las ONG o el Estado sino del modelo de desarrollo andino que se basa en normas provenientes de un sistema ancestral de generar riqueza. Solo cuando las grandes empresas han visto que ésta ya existía es que han ido corriendo a poner sus agencias y malls para recoger un dinero que jamás generaron.
6. De modo que es mentira que el actual modelo sea el responsable del desarrollo del capital emergente. Lo único verdadero es que el actual modelo ha creado un "Eisha" para los beneficiados pero ha dejado al país en lo mismo que estaba. Se trata como bien se dice de una "prosperidad falaz" (Basadre) la cual terminará el día que los precios de los commodities bajen, como pasó con el guano, el caucho y la harina de pescado.
7. Finalmente, tan patente es que el Perú real no ha cambiado que basta solo con leer los Facebook y los Twitter de los hijos de los dueños del país para ver que piensan igual o peor que sus padres, con lo que está asegurado el racismo, el desprecio y el despotismo futuro. El sistema, entonces, da dinero fácil, rentista, pero polariza la sociedad entre "la gente normal" (sic) y "los cholos de mierda" (sic). Nos esperan tiempos difíciles con esta generación dirigencial, engendro de un fujimorismo amoral, no ético y solo economicista.
Muchas gracias.