(Hace unos días Michael Shifter, presidente del Diálogo Interamericano y entrañable amigo de Carlos Iván Degregori le hizo en Washington D.C. un homenaje, conmemorando un mes de su partida. Asistieron académicos norteamericanos y latinoamericanos, que lo conocieron bien y que, por ello, saben también de lo irreparable que fue su muerte. Tuve la suerte de asistir. Michael leyó, para iniciar la ceremonia, unas hermosas y conmovedoras palabras. Le pedí que me permitiera difundirlas en el Perú. No lo tenía previsto, pero aceptó. Las he traducido y ahí van. Ahora bien, para quienes pueden disfrutarlas en la version original, mucho mejor que la española, añado luego el texto en inglés. Carlos Basombrío Iglesias)
En los últimos 25 años, desde que conocí a Carlos Iván en Lima, no puedo recordar cuántas veces he utilizado la frase "Él (o ella) no llega a ser como Carlos Iván." He conocido a muchas personas que eran muy inteligentes, muy profundas, y muy sofisticadas en su pensamiento - y, sin embargo, inevitablemente, no llegaban a estar a la altura de Carlos Iván.
Nadie que yo conociera – en el Perú, América Latina, o en los EE.UU. – tenía un talento tan excepcional.
Una combinación de aguda capacidad de análisis, con un notable talento para las imágenes y las metáforas. Carlos Iván además de ser un gran antropólogo fue un gran poeta, lo que le daba una gran ventaja sobre todos los demás. Veía cosas que el resto de nosotros no captaba, y las describía con una elegancia suprema, con frases que se nos quedaron grabadas y no olvidaremos. Fue un consumado intelectual y, a la vez, un notable protagonista de la vida pública de su país; una figura destacadísima. Que él fuese tan modesto y hasta tímido hizo que sus cualidades destacasen aún más.
Cuando tuvimos la suerte de tener a Carlos Iván pasando un año en Washington D.C. en el Diálogo Interamericano, de 1996 a 1997, él dejó huella, como lo hacía en todas partes donde iba. Le tomó poco tiempo convertirse en una estrella, no sólo por su intelecto espectacular, sino también por la pureza de su humanidad y su poco común sensibilidad que todo el mundo sentía de inmediato.
Su estancia en el Diálogo coincidió con uno de los mayores acontecimientos noticiosos de la historia peruana, la toma de rehenes por el MRTA en la residencia del embajador japonés en Lima. Los medios de comunicación norteamericanos estaban ávidos de perspectiva y entendimiento profundo acerca de este drama y Carlos Iván estaba allí para explicarlo todo. Nadie lo podría haber hecho de un modo más brillante.
Ese año, Carlos Iván también dictó un seminario en la Universidad Johns Hopkins, SAIS. Puedo dar fe de como sus estudiantes, dando cuenta de buen gusto y buen juicio, iban a menudo a su oficina en el Diálogo, para absorber la mayor cantidad de conocimientos y sabiduría que pudiesen. Ellos sabían, instintivamente, que Carlos Iván no era un profesor visitante más que pasaba por Washington. Ellos querían aprender de un maestro.
Mucho se ha dicho acerca de la pluma de Carlos Iván, de su manera exquisita de escribir. Es fácil comprobarlo repasando los muchos libros, artículos y ensayos que publicó. He guardado y seguiré haciéndolo como un tesoro a seguir disfrutando, los mensajes de correo electrónico que me envió en los últimos años.
Recuerdo que cuando Carlos Ivan escribió el borrador de un capítulo para el libro Diálogo, Construyendo gobernabilidad democrática en América Latina, Jorge Domínguez, quien fue co-editor, me escribió, diciendo que era una verdadera lástima tener que traducirlo, ya que era imposible hacer justicia al original. Domínguez también se maravilló del estilo magistral de Carlos Iván. Hemos decidido dedicar el próximo volumen de Construyendo gobernabilidad democrática a Carlos Iván.
En ese capítulo, como en todos sus escritos, Carlos Iván, mostraba una comprensión única del Perú profundo. Sospecho que lo que le dio esa habilidad fue su gran facilidad para conocer y comprender diferentes culturas. No creo que muchos puedan decir que hicieron su educación universitaria en San Cristóbal de Humanaga en Ayacucho, San Marcos, en Lima, pero también en la Universidad de Brandeis, en las afueras de Boston. Se fue a Brandeis en 1968, un año memorable en muchos países, incluidos los EE.UU. Carlos Iván conocía bien y le importaban los Estados Unidos. Entendió muy bien como lo que aquí pasaba afectada a gran parte de la humanidad.
En su último correo electrónico, tan sólo unas semanas antes de morir, a la vez que se refería al "último capítulo en esta novela", también me preguntaba sobre cómo le iba a Obama. si el Tea Party seguía tan fuerte, así como otras interrogantes sobre la política y la cultura norteamericanas. Me pidió que le enviara buenos artículos para leer. Seguía muy atento e interesado en todo.
Carlos Iván deja un enorme vacío. También deja un legado inmenso. Afortunadamente para el resto de nosotros, y para muchas generaciones por venir, puso en blanco y negro sus ideas en libros, artículos y ensayos; asimismo fue el principal autor del notable informe de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación.
Tengo la esperanza que su desaparición nos inspirará para aplicar un mayor esfuerzo, para interpretar la realidad con más imaginación, así como adoptar y poner en práctica valores dignos de él. Pero aún cuando lo intentemos, con toda energía, no será fácil equiparar los altísimos estándares fijados por Carlos Iván.
HE’S NO CARLOS IVÁN/Michael Shifter
Over the last 25 years, since I got to know Carlos Ivan in Lima, I can’t remember how many times I have used the phrase “He (or she) is no Carlos Ivan.” I met many people who were very intelligent, very insightful, and very sophisticated in their thinking – and yet, inevitably, they would fall short of the highest standard, the one set by Carlos Ivan.
No one I knew – Peruvian, Latin American, or from the US – had such an exceptional gift. By combining acute analytical skills with a remarkable talent for imagery and metaphor – Carlos Ivan was as much of a poet as an anthropologist – he had a great advantage over everyone else. He saw things the rest of us missed, and described them with supreme elegance, with phrases that would stick with us and we would not forget. He was the consummate public intellectual, a towering figure. That he was so self-effacing and even reticent made his qualities stand out even more.
When we were lucky enough to have Carlos Ivan spend a year in Washington at the Inter-American Dialogue, from 1996 to 1997, he made his mark, as he did everywhere he went. It took him no time to become a star, not just because of his spectacular intellect but also his sheer humanity, his rare sensibilities that everyone immediately felt.
His stay at the Dialogue coincided with one of Peru’s biggest international stories ever – the hostage taking by the MRTA at the Japanese ambassador’s residence in Lima. The media were hungry for perspective and insight about this drama, and Carlos Ivan was there to make sense of it all. No one could have done so more brilliantly.
That year Carlos Ivan also taught a seminar at Johns Hopkins University, SAIS. I can attest that his students, displaying great taste and judgment, often came to his office at the Dialogue, to absorb as much knowledge and wisdom as they could. They knew instinctively Carlos Ivan wasn’t just another visiting professor passing through Washington. They wanted to learn from a master.
Much has been said about Carlos Ivan’s pluma, his exquisite writing. By looking at any of Carlos Ivan’s many published books and articles and essays it is easy to see that quality. I have kept and will continue to treasure and absorb the emails he sent me over recent years.
I remember when Carlos Ivan wrote a draft chapter for the Dialogue book, Constructing Democratic Governance in Latin America, Jorge Dominguez, who was co-editor, wrote to me, saying that it was a real shame to have to translate him, that it was impossible to do justice to the original. Dominguez also marveled at Carlos Ivan’s masterful style. We have decided to dedicate the next volume of Constructing Democratic Governance to Carlos Ivan.
In that chapter, as in all of his writings, Carlos Ivan showed a unique understanding of Peru profundo. I suspect what gave him such a gift was his ability to span and straddle different cultures with such great ease. I don’t think many could say they spent their undergraduate education in San Cristobal de Humanaga in Ayacucho, San Marcos in Lima, but also Brandeis University, outside of Boston. He was at Brandeis in 1968, a memorable year in many countries, including the US. Carlos Ivan knew about, and cared about, this country and understood that what happened here affected much of humanity.
In his last email to me, just weeks before he died, when he referred to the “ultimo capitulo en esta novela”, he also asked how Obama was doing, whether the Tea Party was getting stronger, and other questions about US politics and culture. He asked me to send him good articles to read. He remained intensely interested in everything.
Carlos Ivan leaves a huge void. He also leaves a huge legacy. Fortunately for the rest of us, and for many generations to come, he recorded his insights in many books, articles, and essays -- and of course he was the main author of the notable Truth and Reconciliation report.
Hopefully his passing will inspire us to apply greater effort, to interpret reality more imaginatively and embrace and put in practice the values worthy of him. Still, as hard as all of us might try, it won’t be easy to meet the highest standard, the one set by Carlos Ivan.
MUY BUENA TRADUCCION. CREO QUE NO LO HUBIERA PODIDO HACER MEJOR. DESDE EL TITULO "NO, NO..."
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