Como muchos, soy ajeno a este culebrón asombroso
entre un Rector elegido y representativo
y un Cardenal que quiere que lo
llamen el Gran Canciller (que suena algo así como Dark Vader) y quiere las llaves para cambiar el destino de
una universidad con la que nunca tuvo afinidad. Yo ni estudié ni enseño en la
PUCP, pero sí creo, ahora, que a esa sigla que si se pronuncia es casi obscena,
le sobra una consonante. Y que si debe ser UCP o UP, mejor. Pues lo Pontificio,
además de huachafo, es académicamente contestable. Para no pocos Papas y sus
obispos cortesanos la tierra estaba mejor plana, Galileo estaba jalado en
Astronomía, Eva, la costilla de Adán, era culpable de un pecado con cara (y
biotipo) de serpiente y Darwin un hereje
cualquiera, la ciencia, una amenaza, Freud, un judío perturbador y el arte, pecado. Hubo, es verdad, Papas inteligentes. Julio
II, sin SNIP, le encargó a Miguel Angel pintar La Sixtina. Y felizmente no le
hizo caso a sus cardenales que querían que les pongan calzoncillos a sus
desnudos; cardenales que quedaron retratados por Miguel Angel en el infierno
mientras ese inteligente Julio II, no les hacía caso y mejoraba Roma.
Y es que Iglesia y Universidad no se
parecen. Repetir dogmas es lo contrario a preguntarse si tienen sentido. Y
decir Universidad es decir universo, pluralidad, y por tanto libertad,
diferencias, apertura, curiosidad, investigación e inteligencia. Hay que reconocer que eso ha habido también en
la iglesia católica, donde hubo monasterios con notables bibliotecas pero
también centurias oscuras en que las quemaban. Y que, tras el oscurantismo y haber inventado la siniestra
(y no santa Inquisición), con torturas y ejecuciones en la hoguera, algunos arrepentidos pensadores cristianos participaron de la Ilustración y
la academia, levantando las excomuniones a la ciencia y al pensamiento. De todo
lo cual es heredera hoy nuestra notable, plural asediada La Católica, codiciada en dos
terrenos. El intangible del discurso
intelectual y el tangible, porque tiene debajo de sus edificios el terreno que vale
un chupo de plata. Asediadores disfrazados
de soldados de Cristo quieren eso con mucho más misticismo que lo poco que les
importan los debates sobre pedagogía.
Por eso el notable logro colectivo e intelectual
de La Católica, a la que
no pertenezco y en la que nada se me ha perdido, es haber superado el proyecto inicial Rivagüerino y ser hoy una
fuente de inteligencia y liderazgo en el Perú reconocida en el mundo. Y mienten clamorosamente quienes cuentan que
todo se debe a una chacra donada en los años 40, chacra que hoy vale un huevo. La “marca” La Católica, eso que produce matrículas, prestigio
y credibilidad, vale por su trayectoria
de décadas y no por los camotes que pudo cosecharse. Y Riva Agüero hoy vale más
por su generoso legado (y por sus textos
de juventud en que era anticlerical) que por lo que escribió al final de su
vida en que cultivó camisas negras y fue Ministro de regímenes autoritarios.
Riva Agüero ha ganado, no La Católica. Pero, “Entre abogados te veas”, dice una
maldición gitana, que algunos le echan hoy a la PUCP.
Lo que se juega para el Perú en esta
telenovela es perder ese espacio sustantivo
y convertirlo en mediocre. Los
jerarcas que quieren asaltarla son expertos en dobles estándares, cuando el Fujimorismo de antes y de la
reciente segunda vuelta, que perdieron y de la que ahora quieren resarcirse,
capturando La Católica.
Queda claro lo que puede esperarse. Cada
semana, en el púlpito y en RPP, nuestro
Cardenal deja claro que para él la Universidad debe ser un colegio de monjas tardío
y quizá lisuriento. Decir cojudez se perdona con una Ave Marìa, y un rosario tiene cincuenta, pero es peor creer en derechos humanos. O en condones, que ya abren a plenitud ese
infierno, donde Miguel Angel en San Pedro de Roma pintó Cardenales. El Cardenal que se alucina Gran Canciller, y cuyo
dedo debe designar al Rector, proclama que la Universidad Católica está para
verdades pontificales ya sabidas y no para especular. Ni dudas ni
murmuraciones. La actual libertad de pensamiento es el demonio reencarnado y algo a exorcizar.
Habrá que botar a los impíos, empezando
por quienes viven opciones personales ejerciendo y reclamando libertad. Un convento, sin sotanas y con todas las sotanas
que se pueda. Sin cojudeces. Con picota
y ejecuciones. Y mentes primitivas y mediocres.
Recuerdo que en mi colegio religioso, el
del cardenal, hubo un cura gringo, buena gente pero de IQ bajo cero, que enseñó Filosofía en
quinto de media. Y abrió el curso diciendo que todo lo escrito después de
Aristóteles no servía para nada (“…is nonsense”) y que nos enseñaría a
perseguir herejías, por ejemplo, las de Sartre o Camus, esos franceses
indigestos. Hacerse botar de la clase y jugar fulbito era el paradigma. Y
sabemos en Lima que un antecesor parecidamente Franquista, el Cardenal Guevara,
había excomulgado a todos, y todas quienes fuesen a bailar el mambo de Pérez
Prado, cuyo rostro además evidenciaba rasgos satánicos. Historietas de “Vidas
Ejemplares” sobre santos ensangrentados que a uno le hacían leer desde primero
de primaria y no dejaban dormir lo demostraban. El diablo tenía barba y bigote
y era oscurito. Y no abundemos en
evidencias de ese Franquismo inspirador. Aún no aparecen los restos de Garcìa
Lorca, bien ejecutado, por ser poeta, progresista y homosexual. Picasso era otro hereje irredento, como
Buñuel, o Miró, o Cernuda. Todos al infierno. Mientras el Dictador Franco fue “Caudillo de
España por la gracia de Dios” bajo palio cardenalicio.
Confundir universidad con evangelización es
frecuente. Y por cierto habrá que combatir en los jóvenes la presencia de
Satán transmutado en forma de hormonas. La misión de la Universidad Católica, debe ser alejar jóvenes
del pecado y entonces que piensen poco y discutan menos.
Así que la mesa está servida- y el
catch-as-can está claro- De un lado el rector Marcial Rubio, las autoridades
elegidas y jóvenes que se atrevan a pensar.
Del otro la Cruzada, ésa que en su momento capturó haciendas, en
Andalucía, en nombre de Dios Padre. Y que entonces expulsó por impíos, a los
judíos, como el Premier, y a los árabes, como el presidente del Congreso. Arbitra nuestro Poder Judicial, en sus
indescifrables compartimentos, y que
debe escoger una vez más entre avergonzarnos o hacer país, entre restaurar el
Virreinato, ahora del Vaticano, o afirmar que somos República. Una en que nos
encontremos todos, incluyendo esos liderazgos católicos inteligentes que crean
que hay que construir futuro y no parroquias.
Bien tendencioso el artículo, es decir Riva Agüero era bueno cuando era anticlerical y malo cuando se volvió camisa negra. Como si no fueran la misma persona.
ResponderEliminarQue la Universidad Católica se convierta laica, ningún problema, pero que los que ahora la controlan sin haber puesto un mango en su capital lo hagan con su plata, no con la del camisa negra de Riva Agüero, lo cual no es precisamente un alarde de consistencia.
Tampoco era tan tonto tu profesor de filosofía, pues Sartre y la mayoría de los constructivistas franceses y neo marxistas de hoy no valen un cobre. Al final, la historia de la filosofía no es más que una relectura de los clásicos, es decir de los griegos. Si hubieras pasado más tiempo en las clases de filosofía y menos jugando fulbito lo sabrías.
Saludos,