El aporte más visible y de mayor impacto del
Centro Ideas se ha dado en el campo de la agroecología.
En 1983 constatamos que la asistencia técnica
convencional de nuestros ingenieros agrónomos no traía ningún beneficio
económico a campesinos pobres en Cajamarca y encontramos en la agricultura
orgánica una alternativa más adecuada, que progresivamente fuimos
interiorizando y desarrollando como beneficiosa para los productores, para el
agro en general y para los consumidores, como uno de los pilares de un
desarrollo sostenible.
Desde ese entonces hemos impulsado de manera
sostenida la agricultura orgánica y toda su cadena de valor en nuestros
proyectos de promoción y a través del impulso y contribución a eventos de
discusión y organización, a la formación de asociaciones y a la orientación de
lo que terminaron siendo la Red de Agricultura Ecológica (RAE), la Asociación
Nacional de Productores Ecológicos (ANPE), las ferias ecológicas y solidarias y
asociaciones de consumidores ecológicos; y finalmente el Consorcio
Agroecológico que agrupa a las anteriores. Recientemente hemos contribuido a
los exitosos eventos de Mistura a través del apoyo a la participación de
productores ecológicos en ellos.
A nivel de incidencia política hemos
contribuido a la ley de promoción de la agricultura orgánica o ecológica, a la
normativa sobre certificación ecológica, a la formación de la Comisión Nacional
y de algunas Comisiones Regionales de Productos Orgánicos, así como a la ley de
moratoria de transgénicos, y estamos participando en los esfuerzos por lograr
su adecuada implementación.
También cabe destacar nuestro rol impulsor en
la formación de InkaCert, certificadora ecológica peruana, que sirvió de base
para la posterior creación, junto con socios de otras tres empresas
certificadoras de Bolivia, Colombia y Nicaragua, hace ya 15 años, de la empresa
BIOLATINA, certificadora latinoamericana con acción desde Bolivia hasta el sur
de México, con sede en Lima. También hemos apoyado esfuerzos de constitución de
sistemas locales de garantía participativa para productos ecológicos.
Hemos estimulado y en parte realizado
estudios sobre la realidad en la que trabajábamos, sus antecedentes y las concepciones
que promovíamos, así como sistematizaciones de nuestras experiencias y apoyo a
otras entidades en este aspecto. Durante algún tiempo tuvimos una Unidad de
Investigación y Sistematización a cargo de importantes proyectos, algunos en
cooperación con otras entidades, que desembocó en nuestra participación en
proyectos de desarrollo participativo de tecnologías. Hemos publicado libros y
folletos, apoyado esfuerzos de difusión en provincias, tenido un programa de
radio en Lima. Destaco la edición semanal regular desde hace ya tres lustros, del
boletín Compartiendo, un órgano
electrónico de difusión de información relevante, especialmente agroecológica, con
criterio serio y amplio, por iniciativa y siempre a cargo de nuestro actual
gerente general, Fernando Alvarado.
Con relación al agro hemos contribuido a la
formación o fortalecimiento de organizaciones como el Instituto de Promoción
para la Gestión del Agua (IPROGA), la Coordinadora de Ciencia y Tecnología en
los Andes (CCTA), el Consorcio Latinoamericano de Agroecología y Desarrollo
(CLADES), el Grupo Ecológica Perú, el Movimiento
Agroecológico Latinoamericano (MAELA), la Red de Municipalidades Rurales del
Perú (REMURPE), el Secretariado Rural de agencias y ONGDs de Bolivia y Perú y
la Red Peruana de Comercio Justo y Consumo Ético.
Hemos desarrollado en los años 80 un
innovador y ambicioso proyecto agroindustrial, a partir de una investigación
tecnológica del Centro Internacional de la Papa, cristalizado en la empresa
Ideagro, con una innovadora pequeña planta industrial en Concepción, para la
producción de derivados de la papa y su comercialización, junto con la de otros
productos andinos, en supermercados, habiendo sido pioneros de su distribución
envasada y con marca – Abril, mes de inicio de la cosecha. Al igual que muchas
otras empresas y los propios supermercados sucumbimos y tuvimos que cerrar, sin
quebrar, ante la hiperinflación. Creemos haber sido la única empresa
alimentaria en la región que no cedió ante las exigencias de coimas de parte de
funcionarios municipales – para la venta de una mezcla de suplemento
nutricional para niños, Chicolac, para programas de alimentación infantil. A
partir de esta experiencia contribuimos a la formación de la Red de
Agroindustria Rural a escala latinoamericana, en el marco del IICA.
Durante un largo período tuvimos proyectos de
microcrédito urbano y rural, principalmente con el sistema La Chanchita, y
participamos en la formación y dirección del Consorcio de organizaciones de
pequeña y microempresa (COPEME).
Por algunos años tuvimos un centro médico
dedicado a brindar atención de salud de calidad y asequible a personas de
organizaciones populares, el mismo que luego continuó funcionando, ya como
institución autónoma.
En la última década, profundizando nuestras
posiciones previas, destaca nuestra orientación a una mayor incidencia política
no partidaria a nivel local, regional y nacional, a innovar procesos de calidad
de vida y a modificar causas estructurales de pobreza y exclusión, con aportes
a nuevas concepciones de desarrollo rural más integrado, de base territorial, y
a la gobernabilidad democrática, con fortalecimiento de la dimensión de
ciudadanía y de participación ciudadana activa, siempre con una concepción de
fortalecimiento de la institucionalidad.
A partir de experiencias iniciales de mesas
de concertación ciudadana y municipal, posteriormente consejos de coordinación
locales y regionales y acuerdos de gobernabilidad, desarrollamos proyectos de
formación de facilitadores en concertación y de orientación a candidatos y
autoridades electas. En ese sentido propiciamos la generación de liderazgos
políticos propositivos y concertadores, nuevos mecanismos de gobierno local más
participativos, también para la formulación de presupuestos públicos, y la formación
y funcionamiento de redes de organizaciones y ciudadanos, locales o regionales
con esos objetivos. Hemos enfatizado especialmente nuestro trabajo de
participación ciudadana y de salud reproductiva y mejora de la nutrición con
organizaciones de mujeres.
Participamos activamente en la Red Perú de
iniciativas de concertación para el desarrollo local, en el Acuerdo Nacional,
en la Sociedad Nacional del Ambiente (SNA), la Mesa de Concertación para la
Lucha contra la Pobreza, la Comisión Hábitat y los Foros Salud y Ciudades para
la vida.
Poco de esto hubiera sido posible sin el
apoyo significativo y sostenido de agencias de cooperación internacional que
confiaron en nosotros, concediéndonos mucha autonomía de iniciativa y gestión.
Tampoco sin la cooperación de diversas ONGs amigas y algunos pequeños
empresarios innovadores. Hemos aprendido juntos, en parte también a través de
plataformas de contrapartes de algunas agencias. Lamentablemente, cambios en su
óptica y en su apreciación de las necesidades del Perú, así como crecientes
limitaciones económicas, han llevado a que este apoyo decline. En los últimos
lustros, al igual que otras ONGDs, dependemos crecientemente de la
participación en concursos de proyectos diseñados por otros y, en parte, de
recursos del Estado a nivel municipal y central, o de grandes empresas, lo que
nos convierte también en operadores de proyectos que consideramos positivos,
sin dejar de formular proyectos propios.
Seguimos adelante, persistiendo en nuestra
misión, siempre en evolución, pero orientada por los mismos principios, con
mucho esfuerzo y dedicación, frecuentemente con bastante sacrificio personal,
de nuestras colaboradoras y colaboradores, así como con el aporte en gran parte
voluntario de directivos, ex directivos y antiguos asociados.
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