viernes, 20 de diciembre de 2013

Alfredo Stecher / NELSON MANDELA (1)

La muerte de una gran persona, como Nelson Mandela -Madiba (abuelo)-, y el rendirle homenaje, son una buena ocasión para recordar y consolidar aprendizajes positivos, compartiéndolos con quienes probablemente han tenido menos tiempo y acceso para leer la gran profusión de artículos en la prensa nacional e internacional.
Hace unos tres lustros me impresionó mucho, con impacto duradero, la autobiografía de Mandela, El largo camino a la libertad, uno de los libros más notables que he leído. Igualmente todo lo sabido de su actuación política posterior, en especial el proceso de eliminación del apartheid –segregación racial, literalmente separación-, con reconciliación, y luego su rechazo a ser reelegido como presidente de Sudáfrica. Es una poderosa contribución a un mundo mejor, como lo expresan el respaldo de su pueblo y el reconocimiento internacional -también la asistencia de casi cien jefes de Estado y gobierno, además de ex presidentes y políticos de todos los colores políticos, a su funeral, con fiesta popular del pueblo sudafricano de todas las razas.
Estuvo 27 años en prisión, por condena, en 1990, de cárcel a perpetuidad (no a pena de muerte, gracias a presión internacional, incluidas las Naciones Unidas); durante 19 años en condiciones muy duras, en la islita Robben, cerca de Ciudad del Cabo. En reclusión, revisó sus inicios como revolucionario principista, fogoso, valiente y hábil, a la vez que dandy, de ropa elegante, durante veinte años, como militante del Congreso Nacional africano, (CNA), partido principalmente de negros, pero abierto a personas de todas las razas. Allí había llegado a ser jefe de la juventud y luego de su brazo armado, y evolucionó hacia ser el político humilde, audaz y consecuente con visión de estadista, siempre revolucionario por la profundidad del cambio buscado, pero realista, cuidadoso y constructivo en los métodos usados. A la larga se convirtió en líder indiscutido de una gran mayoría de la población negra, mulata e india (originaria de la India), discriminada y oprimida por el régimen. Mandela ha dicho que el sostén de todos sus sueños fue la sabiduría colectiva de toda la humanidad. Ha estado siempre dispuesto a escuchar opiniones discrepantes de sus amigos y partidarios y de sus adversarios políticos y a desarrollar de manera paciente y creativa un diálogo constructivo.
Para ello estudió en la cárcel el afrikáans, derivado del holandés, el idioma de los opresores racistas, estimuló a otros a hacerlo, estableció relaciones amistosas con sus carceleros, provocando un efecto inverso al síndrome de Estocolmo, y logró negociar, desde la cárcel, una transición pacífica a la eliminación del apartheid. Felizmente encontró en el presidente Frederick de Klerk una contraparte que terminó confiando en la salida propuesta, después de más de cuatro años y más de sesenta reuniones de negociación en la cárcel, ya con condiciones de vida mejoradas. De Klerk comprendió poco a poco, y logró convencer de ello a la mayoría en su partido racista, que Sudáfrica y su capa dominante blanca, de poco más que un 10% de la población, agobiados por el boicot económico, cultural e incluso deportivo mundial y por la creciente movilización interna en su contra, estaban condenados a sufrir una prolongada guerra civil, como Angola y Namibia, y a ser a la larga derrotados, si no aceptaban el ramo de olivo alcanzado por Mandela. Entre ambos evitaron a su pueblo cruentos enfrentamientos, con indecibles sufrimientos y la pérdida de muchas vidas y riquezas, que nunca se sabe en qué tipo de régimen desembocan –generalmente en una nueva forma de opresión extrema. Con justeza Obama y De Klerk recibieron juntos el premio Nobel de la Paz.
Mandela se mantuvo firme en sus exigencias de desegregación real y total y de una democracia plena, e incluso después de la abolición oficial del apartheid en 1990 no aceptó llamar a un alto de las acciones armadas, por cierto restringidas, hasta que eso no estuvo plenamente garantizado. El Congreso Nacional Africano había desarrollado desde sus inicios en 1913 hasta 1949 una lucha pacífica dentro de los marcos constitucionales bajo el dominio inglés. Incluso entonces, cuando la victoria electoral de los afrikáner llevó a un gobierno que fue eliminando progresivamente toda participación legal y prohibió toda forma de protesta, el CNA seguía realizando mítines pacíficos, aunque ilegales, que costaron penas de cárcel a 8500 personas, sin un solo caso de violencia.
En 1960 el Gobierno ilegalizó a la CNA, que se negó a disolverse y pasó a la clandestinidad. Fue el cierre de toda vía de protesta pacífica lo que obligó al CNA en 1961 a recurrir a la violencia, a pesar de su vocación pacifista (inspirada en Gandhi). Se limitaron a acciones de sabotaje con el menor costo en vidas, para socavar las bases económicas y los símbolos de poder del régimen, y desecharon la guerrilla y el terrorismo, buscando que su lucha generara el menor resentimiento y odio posible para las relaciones interraciales en el futuro.
El extremismo racista llevó a recluir a la población negra en veinte bantustanes, territorios oficialmente independientes, aunque solo reconocidos por el Estado sudafricano. Además le quitó la nacionalidad sudafricana, de modo que, para trabajar en territorio blanco, requerían de un pasaporte y un visado. Y quienes vivían desde antes allí o migraban a territorio blanco para proveerlo de mano de obra baratísima eran separados en guetos urbanos, para salir de los cuales necesitaban el pasaporte. Esto fue aplicado también, con menor intensidad, a la población mestiza e india.
Mandela siempre subrayó que la lucha no era contra los blancos, sino por la libertad de blancos y negros de los grilletes físicos y morales de la segregación. , Como decía Mandela, así como el esclavista, el racista también es víctima de las relaciones de dominación y abuso que establece, del odio y de la estrechez mental. Su política en el proceso previo y desde el Gobierno permitió aislar y derrotar a blancos recalcitrantes que iniciaron acciones terroristas, principalmente de los aparatos de seguridad, y neutralizar a los extremistas derechistas del partido Inkatha de la etnia zulú. Y Sudáfrica vive desde entonces un incuestionado período de paz desde la abolición del apartheid.
Como presidente elegido en 1994, y con de Klerk como vicepresidente, Mandela se centró en la mejora de las relaciones internas y en generar una imagen de seriedad y confiabilidad, para lograr el reconocimiento internacional y atraer inversión extranjera, delegando la gestión interna a sus ministros, incluyendo, según la proporción de votos obtenidos (el CNA 62%), a miembros de otros partidos. Esto fue exitoso, pero no evitó la emigración de un millón de los blancos más racistas.
Su gobierno instauró una Comisión de la Verdad y Reconciliación, siguiendo el ejemplo chileno, pero centrada en los casos más graves de violación de los derechos humanos, con sesiones públicas y la posibilidad de exención judicial de penas a quienes mostraran un auténtico arrepentimiento. Se trataba de clarificar la memoria con la verdad a la vez que practicar el perdón.
Lamentablemente, si bien ante la escasez de cuadros negros y la conveniencia de eficiencia y de una imagen de estabilidad, se mantuvo gran parte de la burocracia pública, depurada de racistas extremos, la falta de experiencia política y administrativa de los cuadros dirigentes limitó la eficacia del Estado. Y Mandela no pudo evitar que la corrupción corroyese a parte de su familia, incluida su ex esposa Winnie, y a una parte de los dirigentes del CNA y funcionarios estatales, lo que se ha expresado, por ejemplo, en el descrédito del actual presidente Zuma (el cuarto desde la instauración de la democracia multirracial).
Es notable el cambio de país paria internacional a miembro del grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), o BIITS (Brasil, India, Indonesia, Turquía y Sudáfrica), conjuntos bastante artificiales pero indicativos del radical cambio de peso y apreciación de Sudáfrica en la economía mundial. Comparte con los demás el crecimiento económico y la mejora de la situación económica de todos sus pobladores, pero también el aumento fuerte de la desigualdad. Y ha aumentado mucho la delincuencia y han empeorado algunos servicios del Estado. Pero el CNA sigue teniendo un respaldo ampliamente mayoritario.
Ha muerto, pero sigue vivo en nuestra memoria, un gigante del siglo XX, faro para nuestro siglo XXI.




martes, 10 de diciembre de 2013

HUEVOS DE ESTURIÓN / Un operador que cobra fuerza/ Fernando Rospigliosi

El lunes 9 el presidente anunció la captura del “sucesor de Artemio”, el senderista Dimas Fabián Huamán, “Héctor”, supuestamente capturado en una operación conjunta de la Policía y las Fuerzas Armadas.
        La información es falsa y corresponde a una maniobra de propaganda montada desde palacio de gobierno por un operador que va tomando fuerza, Alberto Otárola.
        “Héctor” es un antiguo senderista que está requisitoriado por varios delitos. Pero hace tiempo se había “descolgado”, es decir, se había apartado de Sendero y estaba dedicado a sus propios negocios. No era tampoco un cabecilla y menos estaba tratando de reconstruir la organización terrorista, que ya no existe como tal en el Alto Huallaga, como ha señalado Rubén Vargas. (“Subversión derrotada”, El Comercio, 4.12.13).
        La segunda mentira es que fue una operación conjunta militar-policial. La captura la hizo la Dirección Contra el Terrorismo de la Policía (Dircote), que tenía ubicado a “Héctor” desde hace tiempo y lo capturó cuando lo consideró conveniente. Ahí intervino Otárola, que recibe información directamente de la Policía y preparó el “Comunicado de prensa 001-2013 MINDEF-MININTER” aludiendo a una supuesta “Brigada Especial de Inteligencia” integrada por militares y policías. (¡En diciembre publican el comunicado Nº 1!)
        Esos son inventos del gobierno que pretende hacer creer que han fusionado a militares y policías en diversos organismos. En realidad, casi todo el trabajo de inteligencia antiterrorista lo hace la Policía y le cuelgan un rótulo donde incluyen a los militares.
        El punto es que con la salida de Adrián Villafuerte de palacio, y frustrado su intento de regresar por la puerta falsa a la DINI, el hermano del presidente del Congreso, Alberto Otárola, está cobrando más protagonismo como operador de la pareja presidencial.
        Otárola ingresó al gobierno desde el principio, cuando lo impusieron como vice ministro del Interior a Oscar Valdés. En ese cargo jugó un papel en la caída del gabinete de Salomón Lerner. La pareja presidencial lo envió a Cajamarca, a la negociación con Gregorio Santos y los antimineros. En la larguísima reunión del domingo 4 de diciembre de 2011, Otárola informaba minuto a minuto a la pareja presidencial de las conversaciones, y luego Ollanta y Nadine llamaban a Lerner –en medio de la reunión- para darle instrucciones de acuerdo a la particular versión que recibían de Otárola.
        Luego recompensaron a Otárola con el cargo de Ministro de Defensa. Después de la fracasada “Operación Libertad” en el VRAE, en abril del 2012, tuvieron que sacarlo. A partir de allí Otárola trabajó en palacio como consejero presidencial, moviéndose en la sombra, sobre todo en el campo judicial.
        Su nombre volvió a mencionarse recientemente cuando se descubrió que había sido socio del abogado de Oscar López Meneses.

Ahora que salió Villafuerte, la pareja presidencial lo utiliza nuevamente en Interior y Defensa, dos sectores donde ha estado antes.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

¿QUE HAY DETRÁS DE LA ACUSACION CONTRA LA POLICÍA? / Gustavo Carrión Zavala

Los acontecimientos que invaden la escena nacional y que están vinculados al caso de la protección ilegal a Oscar López Meneses, ha servido para avanzar en el propósito de someter a la policía al imperio de las fuerzas armadas. Sostengo lo expresado por las siguientes raras concurrencias:
-          Expresiones del presidente de la república, respondiendo a una entrevista de la periodista patricia del río, a través de las cuáles simplificaba el hecho de la protección ilegal a López Meneses como consecuencia de un hecho vinculado a la corrupción policial. No es que pretendamos ignorar el grave proceso de descomposición que afecta a la policía nacional, descomposición que obviamente ha sido alentada y promovida por las diferentes administraciones y que persiguen cooptar permanentemente a la institución policial y usarla con fines político partidarios, relativizando la función principal que le toca cumplir. No solo han alentado la descomposición interviniendo en todos los procesos internos de la organización (ascensos, incorporaciones, cambios de colocación, becas, agregadurías, etc.), no han adelantado acción alguna para corregir y detener este proceso de descomposición y no se aprecia voluntad política de hacerlo, pues el propio presidente de la republica, jefe supremo de la policía nacional, no ha tenido reparos en acusar a la institución de corrupción, afirmación que volvería a él mismo en su condición de su ya enunciada posición de jefe supremo de la institución.
-          Aprovechando la deplorable lucha mediática librada entre el presidente del comando conjunto de las fuerzas armadas y un ex director general de la policía nacional, surgen voces interesadas (una de ellas de un ex presidente del comando conjunto de las fuerzas armadas), que plantean como solución para corregir a la policía su anexión al ministerio de defensa, argumentando que la institución policial esta altamente politizada. Me pregunto, a que sector deberían anexarse las fuerzas armadas, que son las que han irrrumpido recurrentemente en la escena política nacional y han interrumpido procesos democráticos?. La policía jamás participó de golpe de estado alguno y por el contrario, si de historia se trata, fue el entonces mayor rizo patrón lembcke, el que protagonizó la defensa del orden constitucional al abatir a un general levantisco del ejército, que pretendió cortar el período presidencial de oscar r benavides. Quiénes estarían en todo caso comprometidos con actos políticos, los militares o los policías?.
Las declaraciones a las que nos referimos, coinciden con  las de un anunciado candidato a la presidencia de la república, que anunció la fusión de los ministerios de interior y defensa para luchar contra la inseguridad, si fuese favorecido con el voto popular.
-          Voceros de la marina de guerra, han salido a defender al presidente del comando conjunto de las fuerzas armadas, afirmando que se trata de un excelente oficial, incapaz de mentir. No ponemos en duda que se trate de un buen profesional, casi correcto, y digo casi por la deplorable pelea mediática a la cual ya nos hemos referido con un ex director general de la policía. Lo que no se puede aceptar es la afirmación de otro miembro de la marina, actual congresista, que en su intervención con ocasión de la presentación del gabinete villanueva ante la representación nacional, sostuvo que “los almirantes nunca mienten”, lo que dejaba en mal pie a todos los “no almirantes”. Estoy seguro que la historia reciente y no tan reciente nos dice de almirantes que no han sido realmente veraces (ibarcena, rozas, faura, por mencionar algunos), lo que contradice el determinismo del señor congresista y por oposición a lo por él afirmado, los marinos si podrían mentir hasta antes de lograr ser almirantes. Asumo que el congresista quiso referirse a los generales de la policía como los que si mienten, ofendiendo sin obtener respuesta a un colega de bancada que tiene la condición de teniente general en retiro de la policía nacional.
Estas afirmaciones y declaraciones han logrado que quede en el convencimiento de la ciudadanía, que existe un distanciamiento entre las fuerzas armadas y la policía nacional, que es necesario superar. No creo que exista tal distanciamiento, pues las funciones que cumplen las fuerzas armadas son totalmente distintas de las funciones ciudadanas que compete a la policía nacional, y que si actualmente las ffaa incursionan en la persecución del delito, no es que les corresponda hacerlo, es una intromisión que pretende darle ocupación a profesionales de la guerra, que no tienen un conflicto evidente pero que es necesario mantener los niveles de asignación presupuestal, y empiezan a ver a la función policial como la salida a su extendida moratoria. Tanto es cierto que no debe someterse a las unidades especializadas de la policía en la persecución del crimen al mando unificado militar, que los grandes éxitos en la lucha contra los remanentes de sendero y el narcotráfico, se han conseguido a través de una paciente pesquisa policial, como en el alto huallaga, en donde la policía actuó sin vinculación con el mando militar. No pretendemos atribuir condiciones peyorativas a las fuerzas armadas, que merecen todo nuestro respeto, pero son organizaciones constituídas para fines distintos a los de la policía nacional. Los unos son profesionales de la guerra, dedicados a asegurar la soberanía nacional  frente a aspiraciones de otros países, y los otros son profesionales de la paz, encargados de mantener la indemnidad de las personas, en su vida, bienes y ejercicio de sus libertades y derechos. Ergo, no tienen por que distanciarse si se respetan las identidades de cada cuál y se entiende que la policía es parte de la urdimbre social y cumple funciones de naturaleza civil.
-          Recientemente se ha llevado a cabo en medellín la ii reunion tripartita de presidentes de los comandos conjuntos de peru, colombia y ecuador, para tratar asuntos de la seguridad regional, lo que nos parece correcto, pero a la vez, incluyeron en la agenda asuntos vinculados a la persecución del narcotráfico, crimen organizado y minería ilegal. No resulta una inocente coincidencia que representantes de las fuerzas armadas de tres países vecinos, traten asuntos que deberían ser abordados por las policías de estos tres países. Pareciera que la ausencia de enemigos”, en un mundo en el cuál las conflagraciones bélicas son altamente improbables, esta provocando que las fuerzas armadas giren sus intereses hacia la función policial, y ello si va a ser una fuente de conflicto con las instituciones policiales, a las que será sumamente sencillo acusar de corrupción para lograr la aceptación de medidas extremas que la subordinen al mando militar.

-          Finalmente y volviendo al país, la reciente designación del saliente viceministro de orden interno del ministerio del interior, como viceministro de políticas de defensa del ministerio de defensa, nos hacen sospechar que esta designación no es para nada inocua y que estaría en la tendencia que sostenemos, de lograr la sujeción de la policía nacional al mando militar .