Es comprensible la euforia de la izquierda,
la parte agrupada en el Frente Amplio –la idealista, la que no lo es tanto y la
que no lo es- por el avance vertiginoso de su candidata en intención de voto. Pero
todo izquierdista serio debería reflexionar sobre el efecto de un eventual
triunfo electoral prematuro en la gobernabilidad de nuestro país y en el futuro
de la izquierda, en un entorno cada vez más problemático.
¡Quién hubiera esperado que gracias a la pésima
legislación electoral, la indescriptible miopía o manejo turbio del Jurado
Electoral, con descalificación de dos candidatos, lo insulso de Barnechea y la
equivocada estrategia electoral de PPK, junto con su deplorable desempeño
electoral, iban a llevarnos a una ahora probable segunda vuelta entre dos
mujeres! Algo en principio positivo como avance de la mujer en la escena
política, pero un terrible dilema para gran parte de los electores, en especial
para quienes pensamos en perspectiva de cambio con gobernabilidad. El triunfo
de cualquiera de las dos, más allá de sus cualidades y defectos personales,
puede resultar una pesadilla para nuestro país, por su entorno y lo que está
detrás como ideología y como fuerza política. Es importante que todos pensemos
bien nuestros votos.
Es terrible la posibilidad de que gane el
fujimorismo, mientras su práctica durante al menos un período gubernamental no
evidencie sinceridad del solemne y, en principio, positivo compromiso de Keiko
de romper con el legado de su padre, para convertirse en una conservadora populista
no mafiosa. Y es sumamente preocupante la posibilidad de que gane Verónika, con
base principalmente en su personalidad, energía juvenil y simpatía, criterio
principal para muchos votantes, además del interés personal, en un proceso
electoral en que el debate programático ha sido un gran ausente.
Para preocuparnos se combinan su escasa
experiencia política, la debilidad y problemas serios de su apoyo partidario,
pero, aún más, dos problemas gravísimos: la muy equivocada orientación de su
plan de gobierno, además de ser en gran medida incumplible aún en las mejores
condiciones, cuya inexistencia es el segundo problema básico, la absoluta
insuficiencia de apoyo ciudadano para grandes cambios y la esperable cerrada oposición
de gran parte de los partidarios de los demás partidos, principalmente de
fujimoristas y apristas, desde fuera y desde dentro del Estado, incluidas la
policía y fuerzas armadas, de la jerarquía de la iglesia católica y de diversas
iglesias evangélicas, del empresariado, de muchos medios de comunicación, de
los otros Poderes del Estado, con un Congreso mayoritariamente en contra. En
resumen, el peor de los escenarios incluso para grandes cambios necesarios y
correctos, pero con visión cortoplacista, y potencialmente catastrófico por
cambios incorrectos que implican enfrentamientos con casi todos a la vez, desde
concepciones y propuestas de buenas intenciones, pero en gran parte equivocadas.
Tiene valor el antifujimorismo, pero es,
aunque mayoritario en la población, una base absolutamente insuficiente para
gobernar si no es encabezado por una fuerza política aglutinadora, siguiendo la
orientación del Acuerdo Nacional. El Frente Amplio no tiene esa capacidad ni
esa voluntad, al contrario, rechaza ese imprescindible camino.
Mi apoyo sigue siendo para PPK como mal
menor, que combinará lo mejor del mediocre gobierno de Toledo con condiciones
para que se desarrolle más una alternativa de izquierda seria, ojalá con
inclinación hacia el centro, desde actitudes de colaboración y desde una
oposición ojalá constructiva.
Continuaré con un análisis del plan de
gobierno del Frente Amplio.
Uno solo como ejemplo...Creen que PPK haría algo por sentarse a negociar con los gangsters que brindan los servicios públicos de telefonía fija y móvil así como energía eléctrica en el Perú? Yo creo que no serían tocados por un eventual gobierno de PPK, el argumento infantil: "Se afectaría la inversión privada en el país"
ResponderEliminarMiguel Penagos
Creo que exagera los indudables defectos de PPK.
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