La bipolaridad a la que alude el título no es la de dos bloques económicos o políticos antagónicos, pues vivimos la tranquilizadora era del “pensamiento único”. Aquel que no se inscriba en esta corriente hegemónica deberá ser embarcado en la balsa de los locos, la stultifera navis del medioevo[i], ha sentenciado el gran Otro que nos gobierna. Como entonces no había lugares ni técnicas adecuadas para tratar a los enfermos mentales, se les expulsaba en esas naves a las que alude nuestro inspirado líder y se les enviaba a la deriva. No, enajenado lector, la bipolaridad que tenemos en mente tampoco es la de nuestro mandatario, quien hace poco invocaba la consistencia psicológica, tal como han recordado Fernando Rospigliosi y Nelson Manrique en este Espacio Compartido, en el que nos hemos agrupado –tristes pero resilientes- ante la decapitación “empresarial” de Perú 21. Me refiero a aquella “crisis de crecimiento” que solo Él ha identificado. Ahí donde la mayoría de analistas del orbe, sin importar su pertenencia ideológica, han observado una grave recesión -que en psicopatología sería el equivalente a una depresión estuporosa- el gran psicoanalista político de la posmodernidad ha detectado la realidad que se encuentra más allá de lo evidente.
Esto recuerda al artículo que publicó –me parece que en Caretas- al final de su periodo precedente, cuando las palabras caos o burdel eran pálidos eufemismos para describir lo que se vivía en nuestro país. Su título: El Desorden Aparente. Alguna vez Alan García me ha reprochado por televisión el opinar sobre esa época sin haber vivido aquí. Es cierto, entonces vivía en París, donde me rompía el alma –y no me quejo pues lo disfruté y aproveché a fondo- trabajando para mantener a mis hijos, ya que esa ciudad siempre ha sido de altísimo costo y nunca me quedó claro cómo hacía él para residir en el exilio en un elegante apartamento del barrio 16, el más chic de la capital francesa. Me alegro de haberme “perdido” ese periodo de gobierno aprista y es obvio que el argumento de la extraterritorialidad no es más que una maniobra descalificadora excluyente. Con lo que veo ahora me basta y sobra. Pero volvamos a la bipolaridad, cuyos estados alterados y alternos son, como se sabe, la depresión y la euforia. Donde el mundo teme recesión, desempleo y hambruna, AGP ve crecimiento, oportunidades excepcionales y escucha atronadoras fanfarrias de júbilo que los amargados y derrotistas ignoramos, tal como en la década del 85 solo él veía el orden superior que se disimulaba tras la hiperinflación, la corrupción y el terrorismo. Y a quienes osen criticar esta visión de estadista inspirado en el largo plazo (18 meses durará la crisis, según nos informa con alucinante clarividencia), se les destierra de un manotazo imperioso: a eso, supongo, le llama tener consistencia psicológica.
El problema es que el inconsistente es el nuevo (des)orden mundial. La realidad contumaz se resiste a la omnipotencia de pensamiento del gran líder emponchado de los países de APEC. La sensación embriagadora de esos días histéricos ha pasado pero nosotros no tenemos porqué preocuparnos, pues la crisis que recorre el planeta será detenida en la frontera por la mano –digna de Moisés en el Mar Rojo o Miguel Ángel en la capilla Sixtina- del hombre que volverá para rescatarnos de sí mismo en el 2016. Para entonces, es cierto, la psicofarmacología habrá seguido desarrollándose: nada detiene el progreso.
[i] Esta práctica es analizada por Michel Foucault en su Historia de la Locura y pintada de manera genial por Hyeronymus Bosch (La Nave de los Locos).
Espero que lean este mensaje y le den un vistazo a su pequeño regalo:
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Ya se te estaba extrañando Jorge Bruce, celebro que seas el primero en colgar una imagen en un post.
ResponderEliminarSaludos.
Genial artículo y genial el espacio. Los linkearé en mi jovenzuelo blog, para mis lectores (mi familia).
ResponderEliminarSaludos,
E
Después de que Perú 21 quedara a la deriva, es muy tranquilizador encontrarlos reunidos en este blog. Felicitaciones por ser solidarios -no sólo con Augusto Alvarez Rodrich- sino con los lectores que seguíamos (y ahora podremos seguir siguiéndo)a este excelente equipo de comentaristas. Un abrazo a todos.
ResponderEliminarCecilia
Lo bueno es que las columnas en este blog tienen mayor contenido y no están restringidos a formatos tacaños como los aplicados por un periódico del cual ya ni quiero mencionar su nombre.
ResponderEliminarLos artículos que escribes son muy buenos. El trastorno bipolar de Alan García nos puede llevar otra vez a la debacle. Debemos tener mucho cuidado, sobre todo los analistas como tu, no vaya a ser que te enjuicien por difamación agravada. Alan es el todopoderoso.
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