Desde que estalló la crisis de los “petro-audios” una de las discusiones (soterradas, pero recurrentes) ha sido la de cómo todo este faenón puede afectar la gobernabilidad. Es cierto que una parte de los que usan ese argumento son los que les importa un comino la corrupción en el poder (“así es siempre, déjense de cojudeces”). Pero hay, también, mucha gente sinceramente preocupada de que las pillerías de los políticos no terminen llevándose de encuentro, importantes logros del país en estos años. Y no les falta razón. Si llegara a suceder que el esquema de corrupción montado por León Alegría involucrase de manera importante a las altas esferas políticas del poder se pondría en cuestión la legitimidad del régimen. Más todavía, porque ocurriría en un contexto de bajada económica, mínima aprobación presidencial, deconfianza profunda en las instituciones; así como de incremento de las protestas sociales y de la violencia que acompaña a muchas de ellas.
¿Qué hacer? ¿Cómo se debe actuar en circunstancias como estas? A mi juicio, y salvando todas las diferencias del caso, lo que ocurrió durante la dictadura de Fujimori y Montesinos nos da lecciones sumamente importantes para esta discusión.
Sin duda en ese gobierno ocurrieron cosas positivas. García dejó al Perú destruido y desmoralizado. Fujimori logró controlar la inflación, ordenar la economía y derrotar al terrorismo. Hubo otras cosas notables como la firma de la paz definitiva con Ecuador, la solución de controversias pendientes con Chile y se podrían mencionar más temas. El punto es otro. Y es que paralelamente se empezaba a saber que ocurrían cosas terribles en corrupción, control mafioso del Estado, derechos humanos, etc. ¿Qué hacer? Simplificando, las posiciones fueron tres: los que apoyaron incondicionalmente al régimen, los que se le opusieron frontalmente y una franja importante que sentía un creciente disgusto frente a muchas cosas que ocurrían, pero que preferían no hacer olas, dado el pánico que causaba la posibilidad de regresar al desastre que nos había dejado el APRA en su primer gobierno.
¿Qué pasó al final? Pues la olla de presión estalló de golpe y el país quedó manchado por la inmensa cantidad de inmundicia que esta gente producía al sentirse segura que nadie iba a sancionarlos. Recordemos que si luego del abrupto colapso de ese régimen cleptocrático, no entramos en un largo periodo de inestabilidad fue porque tuvimos la suerte de contar con líderes responsables –Paniagua, Pérez de Cuéllar, etc.– que llevaron una transición impecable a la democracia.
Siempre salvando las grandes diferencias (para empezar, que ahora estamos en democracia y no como entonces en dictadura), debiéramos haber aprendido algo de eso años. Por lo menos tres cosas:
1.- Que quienes afectan la gobernabilidad no son los que conocen y denuncian actos de corrupción o abuso de poder; sino quienes los cometen, conviven con ellos o hacen de la vista gorda a la presencia de prontuariados personajes que van ganando poder corrupto día tras día.
2.- Que la gobernabilidad no puede andar sin apellido. La gobernabilidad, la que vale la pena y la que es sostenible -aún con sus turbulencias- es la gobernabilidad democrática.
3.- Que la búsqueda y difusión de la verdad por dura que sea es el aporte principal que los medios de comunicación pueden hacer para la consolidar la gobernabilidad democrática. La gobernabilidad con apellido. La que vale la pena.
EL FAENÓN DE DONAYRE. El general Donayre ha terminado su carrera como Comandante General del Ejército creándonos un problema diplomático absurdo con Chile. El incidente ha sido superado por una reacción rápida del gobierno, pero ello no impide que su bromita le dé argumentos adicionales a los sectores militaristas de allá para justificar su desbocada carrera armamentista. Donayre debe irse de inmediato, pero queda la pregunta: ¿qué hacía en el cargo? Los ex comandantes generales de Ejército lo habían desautorizado públicamente por el daño que le hacía a su institución. Su vedettismo y falta de sentido del ridículo lo habían convertido en protagonista de la burlas de los programas cómicos. Además, y lo más grave, enfrentaba graves denuncias de corrupción por robo de gasolina y, prepotentemente, había dejado plantado a la fiscal que lo investiga en siete oportunidades. ¿Sólo culpa de Donayre o de quienes pusieron y mantuvieron a un personaje así en el cargo?
Señores de espacio compartido , soy un asiduo lector de su pagina , tengo un humilde blog, no soy periodista, trbaje en radio durante un breve tiempo y me quedo las ganas de informar desde mi humilde blog, bueno sus lineas "interesantisimas"(aunque ese termino esta mal usado) pero y si cuidamos un poquito mas la apariencia del blog? mi correo es trabajosdehugo@gmail.com.. de que manera puedo colaborar con su blog, no soy un ing. de sistemas pero esoty seguro que podria ayudar en algo (en apariencia por que en opinion a su altura y nivel periodistico estoy muy muy abajo)...muchas gracias.
ResponderEliminaratte: hugoedu ..Hugo chura doc. de informatica.
lamentablemnete es verdad cada letra que pones--me da tristeza leer la verdad--
ResponderEliminarQue daño Donayre!
ResponderEliminarDe paso...felicitaciones por el blog,¡que tal calidad de columnistas!
http://4.bp.blogspot.com/_Ty_IfIZsazk/SSul7Iwy9WI/AAAAAAAAAf0/L5kkB58jBAc/s1600-h/espacio+compartido.jpg
ResponderEliminarCoincido con el hecho de que hay gente que si está realmente preocupada por el daño que la corrupción causa a la democracia; y además agregar que, de acuerdo al párrafo que ud. enumera como 1, pienso que el principal personaje a quien menos le importa este efecto es AGP, que debería ser precisamente el primero en condenarla. Además, no tiene ningún reparo en revelar su intención de tentar un tercer mandato, y lo hace con la certeza de quien se siente tuerto en el país de los ciegos. No tiene ningún reparo en mostrar su megalomanía y arrogancia al decir que para lograrlo sólo basta la actitud de sus adversarios. Sin que sea un deseo de inestabilidad para el país, espero sinceramente que el curso de la investigación -verdadera y no histriónica- revele los vínculos reales que tiene con el caso de los petroaudios; algo que él y sus ayayeros se han encargado de instalar-con su actitud- en el inconsciente colectivo de la gente. Si el 2016 este tipo vuelve a gobernarnos, será -aunque nos neguemos a aceptarlo- la confirmación de nuestra falta de sentido de indignación, fragilidad de memoria y -lo más lamentable- carencia absoluta de conciencia social. Finalmente, quiero felicitarlos por la creación del blog. Ya se hacían extrañar.
ResponderEliminarbueno al menos alguien se ha atrevido hacer algo que los peruanos en su mayoria piensa, y una locura asi podria desatar una guerra, y DONAYRE quedaria como heroe
ResponderEliminarQuizás faltó mencionar un sector: El de los que no estan interesados en la corrupción ni en su solución. Pero la atacan y condenan para utilizarla como herramienta política.
ResponderEliminarEse tipo de personajes no hacen más que legitimar ante la población la actitud arrogante de García (de ahí que el discruso de "los radicales desestabilizadores" tenga efecto).
Y, pero aún, completan el círculo de corrupción e indignación de la población: si un radical critica a un corrupto, ¿A quién le puedo creer?.
En parte, de esto es que nace el sentir de la gente: Todos son iguales, unos aprovechados y oportunistas . Sin ética. Sin capacidad de proponer, honestamente y sin terceras intenciones, soluciones a los problemas.