Samuel Abad, Carlos Basombrío, Francisco Belaunde Matossian, Jorge Bruce, Gustavo Carrión, Carlos Iván Degregori (+), Ramiro Escobar, Liuba Kogan, Nelson Manrique, Augusto Ortiz de Zevallos, Luis Pásara, Fernando Rospigliosi, Andrés Solari, Alfredo Stecher, León Trahtemberg, Javier Torres, Sandro Venturo, Celeste Viale, Fernando Villarán.
lunes, 27 de abril de 2009
(CAJÓN DE/SASTRE) / VICIOS PRIVADOS, VIRTUDES PÚBLICAS / Liuba Kogan
La vida es compleja. Qué duda cabe de ello. Y la evidencia pública de los hijos del ex Obispo Lugo, nos permite debatir sobre diferentes asuntos: el machismo y la alarmante cifra de hijos no reconocidos en América Latina, la edad en que son aceptadas las relaciones sexuales con “menores de edad”, el abuso del poder para imponer relaciones sexuales, el celibato y la castidad en el catolicismo. Y algo que aún no está claro…. qué estrategias utilizó Lugo para que “las madres de sus hijos” mantuvieran silencio: la violencia simbólica.
Obviamente, frente a todo este arsenal de problemas, Lugo se presenta como un hombre común y corriente, dispuesto a enmendar todo lo que sea posible para mantener el poder político. ¿Es un síntoma de democracia y/o de machismo que su popularidad no haya caído realmente en picada?
Los problemas sociales latinoamericanos relacionados al machismo no son un asunto novedoso; de modo alguno lo es el de los religiosos que mantienen relaciones sexuales y/o que tienen hijos. Tampoco es un tema nuevo el de los vicios privados y las virtudes públicas en personajes políticos. Qué lo digan nuestros dos últimos presidentes y sus hijos extramatrimoniales. Claro, que en el imaginario popular, el agravante en Lugo era su calidad de Obispo…
¿Vieron la película Vicios privados, virtudes públicas de mediados de los setenta, del cineasta húngaro, Miklós Jancsó, donde recrea el “incidente Mayerling”, (la muerte de Rodolfo de Austria y su amante la baronesa María Vetsera el 30 de enero de 1889, en medio de intrincadas conspiraciones políticas y vicios de la familia Habsburgo)?
¿Los buenos gobernantes son los que mantienen una vida privada signada permanentemente por la rectitud moral? ¿Es suficiente tener un buen hombre o una buena mujer para que sea un buen o buena gobernante? ¿Debe haber coherencia y rectitud entre la vida privada y pública en los gobernantes o simplemente debe cuidarse esa apariencia y dar ese efecto de sentido? ¿No conocemos casos de genocidas que en el espacio privado eran padres y esposos ejemplares?
Revisando algunos casos de políticos que “cayeron en desgracia” por la revelación de conductas impropias (infieles, drogadictos, homosexuales, etc.), lo que parece no perdonarse es la falta de honestidad frente a los ciudadanos y no las debilidades morales (que al final producen más bien, pena o envidia). Hasta las esposas de políticos “perdonan públicamente” las debilidades de sus parejas. Lo que no deberíamos perdonar es la mentira terca al ciudadano, esa mentira que deslegitima al gobernante porque trasgrede la ley, la usa a su favor, la deshace.
Lo que parece costarle a los paraguayos, es la desilusión frente al aura de honestidad eclesial que rodeó a Lugo en su ascenso al poder. Lo de los hijos, parece que los paraguayos, se lo toman un poco con humor… Circula un chiste ¿Estás segura que Lugo no es padre de alguno de tus hijos?
Hoy por hoy, el marketing político, se asegura de construir esos personajes coherentes y honestos en el espacio privado y público que quisiéramos que nos gobiernen (¡adoro las fotos de la familia Obama!). La vigilancia ciudadana debería apuntar hacia otros blancos realmente relevantes de interés público: el cumplimiento de las leyes. Y claro, el escándalo Lugo, debería llevarlo a mejorar sus políticas públicas en torno a la equidad de género.
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