Hace casi un año cuando Fernando Lugo iba a asumir la presidencia, su flamante ministra de la Mujer Gloria Rubin hizo público que no quería la presencia de Daniel Ortega en la ceremonia. Como se recuerda Ortega obligó durante años a la hija de su esposa, Zoilamérica Narváez, a tener relaciones sexuales con él. Lugo estuvo de acuerdo con su ministra y Ortega no pudo asistir. Un avance extraordinario. Pero, a la luz de los hechos conocidos ahora, por decir lo menos, ¡qué hipocresía la del Obispo!
Al haber tenido y ocultado a por lo menos dos hijos no reconocidos con menores de edad, Lugo ha perdido por completo la legitimidad que requiere un gobernante para hacer cambios enfrentando a los corruptos y a los abusivos. Ello no tiene para nada que ver con el hecho de que haya tenido relaciones sexuales siendo obispo. Esa prohibición es un anacronismo de la Iglesia Católica que la aleja cada vez más de la población e importa un comino que Lugo la haya trasgredido.
El problema es que Lugo hizo varias otras cosas más, ésas sí gravísimas:
1. Abusando de su posición de poder, un obispo, mantuvo relaciones sexuales con menores de edad.
2. Tuvo con ellas por lo menos dos hijos y no los reconoció.
3. Lo ocultó y se presentó ante los paraguayos como modelo de honestidad y personificación del cambio frente a las inmoralidades del pasado.
Lugo probablemente siga gobernando. Los países latinoamericanos seguimos siendo en política profundamente subdesarrollados (Clinton estuvo a punto de ser sometido a un impeachment que lo habría sacado del poder por no reconocer que tuvo una relación sexual con una practicante en la Casa Blanca).
Pero Lugo es ahora un presidente que perdió lo más importante del poder: respeto y legitimidad. Ya no tiene la capacidad para enfrentarse a los poderes fácticos de su país para cambiar cosas. Con ese gigantesco rabo de paja, sólo le queda conciliar para durar.
¡Histórico papelón! Se hubiera quedado de Obispo. Después de todo parece que no tenía tiempo para aburrirse.
Al haber tenido y ocultado a por lo menos dos hijos no reconocidos con menores de edad, Lugo ha perdido por completo la legitimidad que requiere un gobernante para hacer cambios enfrentando a los corruptos y a los abusivos. Ello no tiene para nada que ver con el hecho de que haya tenido relaciones sexuales siendo obispo. Esa prohibición es un anacronismo de la Iglesia Católica que la aleja cada vez más de la población e importa un comino que Lugo la haya trasgredido.
El problema es que Lugo hizo varias otras cosas más, ésas sí gravísimas:
1. Abusando de su posición de poder, un obispo, mantuvo relaciones sexuales con menores de edad.
2. Tuvo con ellas por lo menos dos hijos y no los reconoció.
3. Lo ocultó y se presentó ante los paraguayos como modelo de honestidad y personificación del cambio frente a las inmoralidades del pasado.
Lugo probablemente siga gobernando. Los países latinoamericanos seguimos siendo en política profundamente subdesarrollados (Clinton estuvo a punto de ser sometido a un impeachment que lo habría sacado del poder por no reconocer que tuvo una relación sexual con una practicante en la Casa Blanca).
Pero Lugo es ahora un presidente que perdió lo más importante del poder: respeto y legitimidad. Ya no tiene la capacidad para enfrentarse a los poderes fácticos de su país para cambiar cosas. Con ese gigantesco rabo de paja, sólo le queda conciliar para durar.
¡Histórico papelón! Se hubiera quedado de Obispo. Después de todo parece que no tenía tiempo para aburrirse.
Donde está la indignación sobre lo que ha pasado? No era que escribimos para mover a la gente? Mover, conmover, qué pasó con nuestra capacidad de asombro? Estamos muertos si analizamos los abusos que se describen en esta entrada únicamente en términos de "Perdida de Poder"... por mucho que sea el "que importa". Dónde esta el miedo de que este tipo de cosas sean posibles en nuestras sociedades a diario sin que nos demos cuenta, presidente de por medio o no. Porque - cuidado - no nos olvidemos que nuestros gobernantes no son más que la punta más visible de nustro iceberg social. No sé cuáles serán la leyes vigentes, pero para mí, est tipo debería estar preso. Y la sociedad debería estar de luto.
ResponderEliminarSi bien es de suponer que Lugo tenía una posición relativamente más "poderosa" que las madres de sus hijas, ninguna de ellas lo ha denunciado por abuso y tampoco es que hayan sido tan menores. A los 16 años creo que una mujer puede saber lo quiere. En el Perú, la edad de consentimiento es 14 años.
ResponderEliminarSobre Clinton, su problema fue mentir bajo juramento y no, como se afirma, haber tratado de ocultar sus encuentros sexuales con la Lewinsky.