No recuerdo con exactitud cuando se les cambio el nombre, pero durante muchos años uno utilizaba el calificativo de millonarios para referirse a los ricos. Ahora se requiere utilizar el de billonarios; ya no basta tener millones de dólares para entrar en este exclusivo club, se tiene que poseer miles de millones de dólares. Según
En plena guerra fría se les llamaba explotadores, oligarcas, aristócratas, capitalistas; pero en los ochentas, y sobre todo a partir de los noventa, se fueron abandonando estos nombres y se les trató en forma benevolente: capitanes de la industria, inversionistas, líderes empresariales, indispensables para lograr el desarrollo de los países y de los pueblos. Ya no eran una minoría exclusiva y excluyente separada del resto de la sociedad, formaban parte de la clase empresarial, confundiéndose con los empresarios de las pequeñas y medianas empresas (PYMEs).
Hoy día nos parece broma, pero lo cierto es que este esquema fue parte sustantiva del modelo económico neoliberal que se adueñó del mundo durante 20 años. Hay que ser claros: el enriquecimiento de unos cuantos no era un “subproducto” indeseado del modelo, era el corazón del modelo. Muchos atracaron con esta teoría (por lo menos yo debo reconocer que concilié con ella). Los resultados están a la vista: en los Estados Unidos, el ingreso del 1% más rico que alcanzaba el 9% del ingreso total en 1970, se ha disparado al 23% del ingreso total en el 2006 (The Economist). Es decir, 14% del PBI norteamericano se ha pasado de los de abajo (obreros, agricultores, empleados públicos, profesionales) hacia los de arriba, a vista y paciencia de todos, y sin que nadie diga nada (a riesgo de ser acusado de comunista y antisistema). Esto se ha repetido en todos los países del mundo, casi sin excepciones.
Cuando hablamos de cuál es el papel de estos hiper ricos en la economía y en la sociedad, o de dónde sacan su fortuna, nos metemos en temas complicados y pantanosos; los de la economía política. La fortuna de Bill Gates es bastante transparente, su empresa Microsoft es la más importante en la industria del software; el mismo es el caso de Steven Jobs, pues Apple es una empresa muy innovadora, líder en muchos campos del hardware; Larry Page, con su Google, es el rey de
Este no es el caso de muchos de los que aparecen en la famosa lista de Forbes. Tomemos, por ejemplo, a Warren Buffet, que es un financista, inversionista y especulador; ha sido parte del boom financiero que está en el origen de la crisis mundial. Tampoco es el caso de Carlos Slim, que se sacó la lotería con la privatización de los teléfonos públicos en México, y se metió en cuanto negocio existe, de la manito con el gobierno. Hay cientos como ellos: especuladores, mercantilistas, monopolistas, hombres de negocio que mueven el dinero, los bienes y los servicios creados por otros, y sacan su tajada en cada transacción. ¿Cuánta riqueza crean, cuánto valor generan? Es claro que muchos de este grupo tienen un balance negativo: es más la riqueza que retiran que la que ingresan al sistema. Al menos, esta es la teoría de Paul Krugman, premio nobel de economía, cuando criticó el boom financiero de Wall Street.
Ciertamente se trata de un tema de la mayor importancia, que debe ser parte de los debates post crisis. De hecho,
El punto de partida para este debate, es histórico: el presidente Franklin Roosevelt (muy citado en estos tiempos de paquetes reactivadores) creó, como parte de su New Deal, una tasa impositiva de 91% a los ingresos personales superiores a 200,000 dólares (equivalentes a 2 millones de ahora), en el año 1932. Esta tasa se mantuvo, con ligeras variaciones, hasta los 80s. Estamos hablando del período de mayor crecimiento y bienestar de Estados Unidos, en el que ganó una guerra mundial y se convirtió en la primera potencia económica y militar del planeta; al mismo tiempo que consolidaba una clase media extendida (los obreros bien pagados pertenecen a ella), manteniendo vivo el sueño de las “oportunidades para todos” y la meritocracia.
Hoy día, en USA, la tasa de impuestos para los más ricos es de 25% de sus ingresos; y los del Instituto Cato (uno de los templos del neoliberalismo) están que se jalan los pelos para que no
El tercer punto es: ¿se le debe poner un límite a estas fortunas? A primera vista parecería que no es conveniente, pues algunos, como hemos visto, se
Hay varias consideraciones a tener en cuenta. La primera es la capacidad corruptora de los hiper ricos; se pueden adueñar de países enteros, como ocurrió durante muchos años en América Central y el Caribe; gobiernos nacionales, regionales, poderes del Estado, jueces, policías, militares, caían bajo su dominio, poniéndolos al servicio de unos pocos. Claramente en contra del interés general y de
LA SERIE COMPLETA
HIJOS DE LA CRISIS: LOS YUPPIES / Fernando Villarán
HIJOS DE LA CRISIS 2: LOS NEOLIBERALES/ Fernando Villarán
HIJOS DE LA CRISIS 3: LOS FINANCISTAS / Fernando Villarán
HIJOS DE LA CRISIS 4: LOS ESPECULADORES / Fernando Villarán
HIJOS DE LA CRISIS 5: LOS CULPABLES DE CARNE Y HUESO / Fernando Villarán
Fernando, el Roosevelt del "New Deal" es Franklin Delano, no Teddy. Theodore fue presidente entre 1901 y 1909, Franklin es el hombre de la Gran Depresión y el inicio de la Segunda Guerra Mundial...
ResponderEliminarCazador, te ganaste el puesto de corrector de pruebas, pero lo que interesa es lo que dice Fernando y no el nombre de pila del Roosevelt del "New Deal". ¿Estás de acuerdo o sos (o aspirás ser)miembro del grupo de los hiper?
ResponderEliminarTotalmente de acuerdo con bensjariou; el problema de muchos como el Cazador es que solo ve la punto del dedo y no hacia donde apunta el dedo...además, luego de leer la serie completa de los hijos de la crisis, solo nos queda felicitar a Fernando por ilustranos y pese a la espinosa discusión sobre los controles y los límites de la riqueza y el poder, reflexionemos sobre un tema que queramos o no nos afecta directamente. Adelante Fernando, con beneplácito esperamos el nuevo número de la serie...soy tu ferviente seguidora...
ResponderEliminarEstimado Cazador,
ResponderEliminargracias por la rectificación, tienes toda la razón, el presidente del New Deal es Franklin D. Roosevelt (no sé cómo se me coló el nombre de Theodore); disculpen el error. Lo importante es que la tasa de impuesto del 91% para los más ricos, que era el tema en debate, sí es un dato correcto. Ver: T. Pikety y E. Saez "Income Inequality in the United States 1913-1998", Quarterly Journal of Economics, 2003; así como toda la discusión sobre los impuestos a los ricos en The Economist (volumen 391 número 8625 del 10 de abril) y la página web de esta misma revista.
Gracias también a bensjariou y a Ross por su apoyo, que me anima a seguir publicando más artículos para esta serie.
FV