Este concepto, muy probablemente, ha sido el más utilizado y debatido en el movimiento comunista e izquierdista mundial. De la existencia de una situación pre o revolucionaria, a secas, dependía la victoria de los partidos obreros y populares en la conquista del poder político; como efectivamente ocurrió en Rusia, China y otros países. Si había situación revolucionaria, la toma del poder era inminente y posible, y si no la había, cualquier movimiento, por muy radical que fuera, estaba condenado al fracaso. Así, era clave determinar si existía, o no, tal condición política.
Toda esta discusión, por supuesto, acabó abruptamente con el desplome del sistema socialista realmente existente a fines de los ochentas. Junto con el muro de Berlín, este concepto desapareció del vocabulario político. Hasta hace pocos días, en que el profesor Ulrich Beck lo ha vuelto a utilizar para describir la situación política post crisis mundial.
Lo curioso del caso es que el profesor Beck no es un antiguo militante del PC alemán, tampoco es marxista, no pertenece a ningún partido y no pretende tomar el poder de ningún Estado. Es profesor de sociología de la Universidad de Munich y del London School of Economics; ha recibido doctorados honorarios de varias universidades europeas. Es director del Centro de Investigaciones de la U. de Munich (en asociación con otras tres universidades alemanas) y editor de varias revistas de sociología, de clase mundial. Sus temas de investigación son el proceso de modernización, la sociología del riesgo, la transformación del mundo del trabajo y la desigualdad social. Su último libro es “Un mundo en riesgo” (2008).
A continuación sus palabras:
“La revuelta de la desigualdad sacude al mundo entero: de Moscú a Helsinki, de Londres a Washington y de Berlín a Buenos Aires. En Internet encontramos páginas que invitan a quemar o a colgar a los banqueros. El centro mundial de las finanzas en Londres aconseja a las empresas que exhorten a sus trabajadores a no pasearse más en traje y corbata para evitar riesgos.”
“La ira popular se enciende a causa de esta contradicción entre legalidad y legitimidad con la que la élite financiera ha incrementado fabulosamente su riqueza. Pero esta ira se enciende más aún, justamente, porque esta desproporción ha burlado todas las mediciones de los rendimientos y porque las leyes vigentes siguen encubriendo tan clamorosas desigualdades.”
“La revuelta contra las desigualdades realmente existentes se alimenta así de tres fuentes: del desacoplamiento entre rendimiento y ganancia, de la contradicción entre legalidad y legitimidad, así como de las expectativas mundiales de igualdad. ¿Es ésta una situación (pre)revolucionaria? Absolutamente. Carece, sin embargo, de sujeto revolucionario, por lo menos hasta ahora. Porque las protestas proceden de los lugares más distintos. La izquierda radical acusa a los directivos de los bancos y al capitalismo. La derecha radical acusa una vez más a los inmigrantes. Ambas partes se corroboran mutuamente en que el sistema capitalista imperante ha perdido su legitimidad. En cierto sentido, son los Estados nación los que se han deslizado involuntariamente hacia el rol de sujeto revolucionario. Ahora, de repente, éstos ponen en práctica un socialismo de Estado sólo para ricos: apoyan a la gran banca con cantidades inconcebibles de millones, que desaparecen como si fueran absorbidas por un agujero negro. Al mismo tiempo, aumentan la presión sobre los pobres. Semejante estrategia es como querer apagar el fuego con fuego.”
“Este proceso sólo fue posible porque los decenios anteriores engendraron en muchos ámbitos de la economía una suerte de espíritu del superhombre nietzscheano. Empresas locales eran transformadas en potencias globales por superhombres de la economía, y éstos cambiaron adecuadamente las reglas del poder en vigor. Llevaron las finanzas a la esfera de lo incalculable, que nadie, ni ellos mismos, podía entender. Pero su actuación parecía justificarse en que elevaron a cotas inauditas sus beneficios, su poder y sus ingresos.”
“La vida misma ha perdido el control en ese anhelo permanente de obtener cada vez más y más. Ahora cabe preguntarse: ¿dónde están los movimientos sociales que esbozan una modernidad alternativa? De lo que se trata es de cosas tan concretas como de las nuevas formas de energía regenerativa, pero también de fomentar un espíritu cívico que supere las fronteras nacionales. Y de cualidades como la creatividad y la autocrítica, para que temas clave como la pobreza, el cambio climático o civilizar los mercados tengan un lugar central.” (de El País - 4 de Mayo 2009)
Ciertamente la intención de reproducir las ideas del profesor Beck no es crear pánico ni mucho menos. Sólo quiero llamar la atención de algunos políticos, de algunos empresarios y de algunos periodistas, que creen que la crisis es leve, que va a pasar pronto, y que no es necesario cambiar las cosas. Las ideas obsoletas (que precisamente incubaron y generaron la crisis), las rigideces mentales y los prejuicios conservadores (contra todo el que piensa diferente), impiden entender esta nueva situación que requiere un manejo fino y creativo. De persistir, sólo pueden traer más caos y violencia. Cuando la situación les estalle en las manos, no digan que no se les advirtió.
Ni crear pánico ni mucho menos, claro, sólo contrastar la realidad.
ResponderEliminar¿Será situación pre-revolucionaria la protesta de los compatriotas indígenas, hartos de la ausencia de estado?
Una pregunta simple para resumir el contexto de tu presentación seria; ¿Por qué no hay revolución frente a la crisis económica causada por la clase dominante y dizque clase con mayor entender sobre manejo económico de las sociedades? Las respuestas serian muchas pero yo me atrevo a una. Debido al constante creer en advenedizos, mercaderes sin escrúpulos y oportunistas, las clases dominadas en los países en desarrollo, ejemplo Perú, no tienen dirección política que asimilen, analicen y debatan las relaciones sociales-económicas imperantes. Tampoco existe un entender social educado sobre las relaciones y evolución económica de nuestras sociedades. Estos dos puntos hacen difícil el accionar en contra de un sistema económico-social que desde años nos aglutina y controla. En los países capitalistas, tampoco existe esa clase con instinto de análisis sobre los valores morales y modos del sistema económico-político existente. En adición, debido a que los modos de vida y las economías de las gentes y sociedades son más elevados, la revolución -que en parte implicaría reparto equitativo de riquezas y posiblemente elevado nivel de participación social de las personas- se convierte en una utopía. El temor a perder sus posiciones materiales y su estatus, debido a la propia naturaleza de una conflagración social, hace que las sociedades sean más conformistas y pululen en medio de la desintegración cíclica del sistema que los controla. Recuerden; que Bush como buen entendedor de su sociedad durante la Cumbre de la Tierra de 1992 dijo “que los modos de vida de los Estado Unidenses, no es negociable”.
ResponderEliminarGracias por los comentarios. Para responder a la pregunta de Pablo Fernando: no creo que la protesta de los compatriotas indígenas de la selva sea una situación pre revolucionaria. Ciertamente es un conflicto importante, y moviliza a mucha gente, pero es local, regional, no cuestiona el poder político nacional. Sin embargo, si hubieran muchos conflictos regionales, podría darse una de las condiciones para llegar a esta situación. Aunque hay que tener en cuenta que la condición más importante (tema que ha tratado Edgardo) no existe, es decir, el sujeto revolucionario (como lo llama Beck), el partido o movimiento que pueda aprovechar esta situación. Por un lado, la caída del muro de Berlín y Sendero Luminoso han sido dos golpes muy duros para la izquierda en el Perú, de los que no se recupera. Por otro lado, el sistema neoliberal supone el control de los medios de comunicación para desorganizar y adormecer a la gente (aquí, en Italia, USA y otras partes). Tengamos en cuenta, también, que la revolución puede ser de derecha; como fue el caso del nazismo que nació de la crisis del 30. En épocas de crisis, se necesitan liderazgos lúcidos, de centro, convocantes, como parece que esta siendo el presidente Obama. Ellos pueden salir fortalecidos de esta crisis; mientras que países que opten por la exclusión, el oscurantismo y la represión pueden salir debilitados. Esta película recién está empezando (según las mejores mentes va a durar dos años), así que cojan un buen asiento, y miren con cuidado las señales de este tiempo.
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