La encuesta de la Universidad Católica en Lima, publicada hoy, da cuenta de una caída de 11 puntos de la aprobación del presidente Alan García, de 36% en junio a 25% este mes. (A nivel nacional, según la última encuesta de Ipsos Apoyo, la aprobación de García cayó a 21%). Simultáneamente, la desaprobación subió 10 puntos, de 57% a 67%.
Sin duda este descenso es el resultado de la incompetencia del gobierno liderado por García, mostrada en el mal trato al problema de los nativos de la selva y las secuelas del “baguazo”.
Con el desparpajo que lo caracteriza, García declaró esta mañana que tener 25% de aprobación en Lima era muy bueno para un presidente. Claro, el piensa que los peruanos son unos amargados y desagradecidos que no se dan cuenta de las bondades de su gobierno. Que sólo uno de cada cuatro lo respalden le parece muy bien.
La encuesta muestra otros datos interesantes. La aprobación de García en los estratos más altos, A y B, es de 32%, mientras que en los más bajos, D y E, es de sólo 17%, casi la mitad. Le va mejor con los más ricos que con los más pobres.
Cuando preguntan por temas específicos del gobierno aprista, la evaluación es, en general, negativa. En lo que peor le va es en seguridad. A la pregunta:
“desde que empezó el gobierno del presidente Alan García: Los problemas de delincuencia e inseguridad, ¿usted diría que estamos mejor, igual o peor?”
El 61% responde que peor, el 33% igual y sólo 5% mejor.
En creación de empleos el 44% dice que estamos peor y el 33% igual. En lo que respecta a sueldos y salarios, 49% contesta que peor y 43% igual. Todo esto a pesar que en los últimos años el país ha vivido la mayor bonanza económica de su historia.
Esta mala evaluación del gobierno se debe, según García y sus ayayeros, a la conspiración internacional dirigida por Hugo Chávez y Evo Morales, que arrastran a los peruanos como borregos a criticar sin justificación a su excelente presidente.
En suma, García cae en las encuestas, a pesar de lo cual su gobierno no está amenazado por el derrocamiento, como nos quieren hacer creer. No hay tal conspiración internacional ni ningún grupo interno con la fuerza y la organización para derribarlo.
Mientras tanto, Rómulo León Alegría llegó contento y campante a su nueva “prisión” en San Isidro. “Soy inocente”, declaró, igual que Fujimori. ¡El Perú avanza!
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