Carlos Basombrío dice en su
columna de ayer en Perú 21: “Necesitamos que los patrulleros, patrullen y no
estén estacionados, porque la gasolina se quedó en el camino; que el dinero de
inteligencia no se lo lleven los avivatos; que la plata del rancho para los
policías se gaste en comida y no engorde algunos bolsillos; que el dinero para
las medicinas y la salud de los policías se gaste en ellos.”
Sin duda, se requiere de
liderazgo en el ministerio del Interior para poner coto a las malas prácticas
mencionadas, pero también de vigilancia de los ciudadanos y de los medios de
comunicación.
No perdamos el tiempo reiterando una
y otra vez la inútil liturgia de los pedidos de incremento de las penas de
cárcel o de restauración de la pena de muerte; concentrémonos más bien en tratar
de vigilar, hasta donde sea posible, el uso correcto de nuestro dinero
Un camino para ello podría ser, entre
muchos otros, que el ministerio del Interior publique en su página web, las
partidas diarias, semanales o mensuales, destinadas a la gasolina, por
comisaría, y por patrullero, así como las horas de patrullaje efectivamente
realizadas y con precisión de las zonas recorridas. Un programa informático
debería poder cruzar los datos para que organismos como Ciudad Nuestra o Ideele
Reporteros, los procesen y lancen alertas a la opinión pública cuando las
cifras no cuadren. Los reporteros de los
medios de comunicación, podrían también verificar fácilmente in situ y de
manera aleatoria que los patrullajes señalados se realizan efectivamente.
Obviamente, es la idea de un lego
absoluto en cuestiones de seguridad, por
lo que no sería sorprendente que los especialistas la consideren inviable; en
todo caso, puede ser vista como el grito de un ciudadano indignado, que
considera, en concordancia (en este punto sí) con los especialistas, que no se
podrá avanzar realmente en la lucha contra la inseguridad, si no se combate la
corrupción en la policía, la fiscalía, el Poder Judicial, y todas las demás instituciones
competentes en la materia. La sociedad
civil y los ciudadanos tenemos que ser mucho más proactivos e imaginativos en términos
de vigilancia. Ya estuvo bueno de sólo escandalizarnos de cuando en cuando, con
ocasión de determinados destapes periodísticos que rápidamente quedan en el
olvido.
El problema señor Belaunde Matossian referente al artículo del señor Basombrio, no se soluciona con poner más patrulleros, mas policías armados, mas serenos desarmados. El problema es social.
ResponderEliminar¿Sabe usted que en un país nórdico de Europa Creo que Suecia) se hizo una investigación profunda entre los reos en cárcel? Bueno, los resultados son públicos y los puede buscar en la red.
El 95% de los presos sentenciados habían sufrido abusos de niños (descuido, mala alimentación, castigo a golpes, falta de cariño e interés, mal abrigado, maltratos físicos constantes y abusos sexuales por algún familiar o un allegado a la familia).
Si por un milagro de Dios, todos estos abusos violentos o de dejadez dejaran de existir, nos sobrarían las cárceles en el Perú y los delitos y pandillas.
¿Sabía usted que en Chile (odio comparar con ellos) no hay pandillas?
Está clarísimo que los problemas de inseguridad ciudadana no se solucionarán, por lo menos, en dos décadas pero cuando antes comencemos a trabajar con las pandillas y delincuentes ocasionales (arrebatadores y otros), antes se solucionará el problema.
Problema que no es policial, ni de fiscales y jueces corruptos, sino de las familias mal integradas o totalmente desintegradas.
Vivo en La Victoria, antes de la Plaza Grau. Donde ahora pasa el metropolitano, se reunía todas las noches decenas de chiquillos y algunas chiquillas (pirañitas, todos) a oler Terokal. El portero nocturno y yo, todas las noches bajábamos dos inmensos termos con sopa de todo (verduras, diferentes carnes y menestras) y vasos grandes de plásticos.
En una oportunidad se nos acercaron dos patrulleros a la puerta del edificio; el oficial a mando nos dijo: “no hagan eso porque están estimulando el problema”.
Los niños que superaron esa edad y no murieron de hepatitis, neumonías, tuberculosis y SIDA, ahora son “pirañones” asaltantes y delincuentes de todo tipo que consumen PBC y se sientan a beber licor en un bar clandestino, que ha sido cerrado y tapiado muchas veces en el pasaje Alarcón (detrás del grifo de la Plaza Grau). Me conocen y me saludan afectuosamente, pero la única familia que han tenido, son ellos mismos. Allí está el problema.
Mis amigos clasemedieros ven el problema, como lo ve usted. Claro, hay que reprimirlos, pero ¿cómo? Empezando con las familias. El Perú debe ser el único país en el mundo donde ser “madre soltera” es casi un galardón. Comencemos por allí, ¿Qué le parece?
Jorge Enrique (Coco) Seoane
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Aún cuando el comentario del señor Seoane es pertinente, no lo vamos a solucionar adjetivizando si uno es de clase media o no.
ResponderEliminarComparto con el señor Belaunde, además de ser, tambien como él, lego en la materia, que la solucuión empieza utilizándose el sentido común. Los recursos que se asignan deben ser aaplicados correctamente. Tan simple como eso.
Por que integramos la Sanidad de la Fuerzas Policiales al sistema de Essalud?, ambos brindan los mismos beneficios, tendriamos una sola administracion, menos gasto menos corrupcion o por lo menos identificada en un solo lugar. Por que no le damos la responsabilidad de la administracion de los patrulleros a las municipalidades (en las que se pueda) que ya cuentan con un servicio de serenazgo mas o menos efectivo, de esta manera dejaria de "quedarse" el combustible en el camino. Soluciones rapidas, economicas.
ResponderEliminarHoy, 14 de Agosto del 2011, leo en la página política (8) del diario Expreso (diario que me disgusta por ser comandado por quien no es santo de mi devoción, ni mucho menos), reconozco que algunos de sus articulistas son excelentes.
ResponderEliminarA lo que voy: Juan Luís Cardenal Cipriani (del gusto de mucho y el disgusto de otros) dice: “Me parece muy interesante el tema de la seguridad ciudadana, pero esta arranca en corazón de cada familia, de cada persona; no es un problema punitivo, no es un problema solo de delincuentes, es un problema de educación en valores morales”.
Algunos, de principio, están siempre en contra de lo que dice el Arzobispo de Lima. Nadie tiene razón siempre ni nadie se equivoca continuamente. Lean lo que opina el Cardenal.
Yo, estudioso y factor del problema no podría estar más de acuerdo con él, en el tema.
Jorge Enrique Seoane
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press@metroperu.com