Si bien a muchísimas personas les parece un
proceso exasperantemente lento, nuestras sociedades, en términos
generacionales, están cambiando a un ritmo acelerado, no solo en el aspecto
tecnológico, sino también en el de su orientación valórica. Y lo hacen, a pesar
de muchos aspectos negativos, principalmente en un sentido positivo, favorecido
por la denostada globalización y los avances tecnológicos que algunas personas
menosprecian.
Muchos procesos positivos engloban a personas
de todos los estratos sociales, producto de largas luchas y de cambios en la
cultura general, como es el caso del rol de la mujer, de lo ambiental, de los
derechos sociales y de la reducción de la pobreza y de la violencia. Falta
muchísimo para que superen los males que enfrentan y debemos acelerarlos, pero
son reales y profundos.
Como ya he señalado en un artículo anterior, también
hay cambios notables en el carácter y la amplitud de la filantropía de parte de
personas de mayores recursos. Sigue habiendo la filantropía más bien caritativa
de personas adineradas, y una filantropía de siempre, insuficientemente
valorada, de capas sociales de menores recursos, expresada en solidaridad y
empatía hacia su entorno. Y claro que hay también entre los pobres mucha gente más
egoísta y malvada.
Con relación a los cambios sociales y su
aceleración es particularmente la filantropía con nuevos enfoques que se está
haciendo más significativa y más frecuente. Menciono ejemplos de ésta, que
contribuyen a la mejora de nuestra vida y sociedad, en tanto los encuentro abordados
en la prensa.
Hay personas, y son cada vez más, las que no
solo denuncian y protestan, sino que se preguntan ¿qué puedo hacer yo para
cambiar las cosas? y se y nos responden con actitudes y acciones. Con ello
refuerzan la idea correcta e importante de que el servicio público no es una
prerrogativa del Estado.
Uno de los mecanismos que facilita la
filantropía a mayor escala es el crowdsourcing, el apoyo, con base en una
convocatoria abierta, de gran número de personas voluntarias para aportar
recursos.
Tomo de una entrevista de la revista Sábado, de El Mercurio, en ocasión del reciente primer Festival Internacional
de Innovación Social, en Santiago de Chile, declaraciones de un emprendedor
social chileno, Julián Ugarte, de 33 años.
Comenzó a estudiar arquitectura, se graduó con
excelencia en diseño técnico en el instituto DUOC de la Universidad de Chile. Hizo
su tesis sobre equipamiento para viviendas sociales progresivas para Techo para
Chile, parte de la ONG latinoamericana TECHO, iniciada en Chile en 1997, que
busca superar la situación de pobreza con injusticia en que viven miles de
personas en asentamientos precarios, a través de la acción conjunta de sus
pobladores y jóvenes voluntarios, e incidiendo en políticas. Allí, después de
juntar fondos, comenzó en 2007 el Centro de Innovación, de soluciones
tecnológicas para mejorar la vida a personas pobres.
En 2010 tuvo una beca para participar durante
tres meses en Singularity, la universidad de la NASA en Silicon Valley,
California, que busca inspirar a jóvenes líderes a buscar soluciones a nuevos
desafíos -uno de ellos un director de Google. Sus compañeros lo eligieron como
el mejor alumno, el más proactivo. Constató con satisfacción que hay otras
personas igualmente interesadas en cambiar el mundo.
Participó en la creación de Socialab, una
plataforma de innovación abierta, para Latinoamérica, apoyada por 250 mil
personas y empresas, que realiza concursos para proyectos innovadores. De unas
20 mil propuestas escogen 100 para financiarlos y apoyarlos, y algunos tienen
resultados que considera maravillosos, como el purificador de agua de bajo
costo o la plataforma Cumplo, en la que personas se prestan dinero entre ellas
a tasas de interés reducidas.
Sostiene que cualquiera puede aportar a
mejorar el mundo, incluso con solo dejar de ser egoísta. No le interesa el
bienestar material, solo ser feliz y que su familia sea feliz al contribuir a
cambiar el mundo, lo que considera su obligación porque se siente capaz de
hacerlo. Su compromiso y su dedicación lo han llevado incluso a dictar charlas
en Harvard y ante Ban Ki-moon, en la ONU.
Una vertiente importante de la filantropía es
el aprovechamiento de las nuevas tecnologías de computación de parte de
personas que, por lo que saben hacer, podrían ser millonarias. Se basa en
crowdsourcing no solo para lograr financiamiento sino también para generar servicios,
ideas o contenidos.
Un caso emblemático es Linux, paradigma del
software libre y de colaboración creado por el sueco Linus Torvalds, sistema
operativo que ha logrado afirmarse, con presencia significativa y tendencia
creciente, en el mercado computacional, a pesar del aplastante predominio de Apple
y Microsoft. Antes lo fueron los sucesivos inventos de protocolos que han
permitido que Internet sea una red mundial de acceso abierto y gratuito.
De amplísimo impacto es la tecnología wiki (rápido, en hawaiano), inventada por Ward
Cunningham, bajo la filosofía de la cooperación, y de Wikia, empresa fundada
por Jimmy Wales y Angela Beesley, que proporciona un servicio de alojamiento
gratuito de páginas web basadas en esa tecnología. Ésta es matriz de las varias
enciclopedias de acceso gratuito, como Wikipedia, elaboradas con aportes de
miles de voluntarios en todo el mundo y en muchos idiomas, con un estándar de
calidad relativamente alto, que a todas nos ahorra mucho tiempo en la búsqueda
de información –una verdadera revolución cultural.
En el mismo sistema, aunque sin permitir cambios por los usuarios, se basa el Wikileaks, entidad sin fines de
lucro, que acoge filtraciones de documentos secretos que desvelen
comportamientos no éticos ni ortodoxos por parte de los gobiernos, con énfasis
especial en los países que considera tienen regímenes totalitarios, pero
también en asuntos relacionados con religiones y empresas de todo el mundo. Junto
con el aspecto positivo de aumento de transparencia y de mecanismos de denuncia
tiene el de la criticable pérdida de privacidad y niveles necesarios de
confidencialidad, que tienen que ser equilibrados. En el caso de su director,
el muy controvertido activista de internet, australiano, Julian Assange, la
filantropía se ve manchada por acusaciones de no transparencia de las cuentas de
su institución sin fines de lucro y de autoritarismo, además de las de
violación formalizadas en Suecia que motivan su asilo en la Embajada de Ecuador
en Inglaterra.
Más recientemente tenemos a Avaaz, la
plataforma para campañas de denuncias que ya agrupa a 30 millones de personas
en el mundo y cuenta con importantes éxitos en la presión sobre autoridades
para impedir o sancionar atropellos.
Otra vertiente es la de plataformas como
Planet Hunters, de la Universidad de Yale, en Connecticut, en la que cualquier
usuario registrado puede buscar planetas en la señal de la misión espacial
Kepler de la NASA; y Fold.it, un juego virtual de la Universidad de Washington,
en el que los participantes ayudan a científicos a describir las estructuras
tridimensionales de las proteínas. No solo significan aportes directos a la
ciencia sino también la propagación de actitudes y metodologías científicas.
Seguiré
comentando el importante rol de la filantropía innovadora, como fuente de
inspiración y orientación y como alimento de nuestra fe en que el mundo puede
seguir cambiando para mejor, con nuestro compromiso y aporte.
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