Es de esperar que las medidas tomadas en la
reciente legislación económica y las anunciadas faciliten también la progresiva
formalización de empresas, siempre que se elimine los trámites que realmente
son inútiles, absurdos o contraproducentes y favorecedores de corrupción
–muchas municipalidades se llevan en eso las palmas- y se mejore los criterios
y la eficacia de los encargados del cumplimiento de las exigencias positivas.
Esto exige un tratamiento adecuado a quienes están avanzando en formalizarse
pero aún no cumplen todas las formalidades.
Parece correcto no vincular los ingresos de
las entidades de supervisión a los montos recaudados por multas, lo que favorece
una dinámica perversa y, al menos, suspicacias. Supongo que la obligatoriedad
de bancarización es un avance. Pero me temo que la condonación de deudas
tributarias no beneficiará solo a quienes no pueden pagarlas sin riesgo de
quiebra.
En principio soy partidario de una
reglamentación más flexible del mercado laboral, siempre que respete de manera
equilibrada los intereses de los trabajadores y de las empresas, lo que exige
la mayor libertad de sindicalización y el respeto a los derechos que favorecen
a los trabajadores, y que las autoridades de Trabajo efectivamente logren
garantizar o al menos propiciar eso.
Personalmente destaco la continuidad en el
MEF (Ministerio de Economía y Finanzas – en otros países, de Hacienda), un
clarísimo mal menor, así como la opción por la Alianza del Pacífico, resistiendo
a la tentación de los cantos de sirena bolivarianos; una cierta apertura a lo
ambiental, una buena cantidad de ministros responsables en diversas áreas,
lamentablemente efímeros.
Pero también el mal desempeño del Gobierno
en materia de delincuencia y corrupción, su debilidad ante presiones
empresariales negativas y la inconsistencia de muchas iniciativas, por
mencionar solo lo más saltante. Sospecho que Heredia, a pesar de sus defectos y
ansias de poder, ha sido al menos un positivo contrapeso a las limitaciones de
su esposo, en que pesa demasiado la formación militar y subyace la deformación
inducida por su padre, que lo llevan a privilegiar a militares, no exentos de
sospechas, y priorizar el control del Ejército como base de poder.
Considero positiva la relación con el
Programa País de la OCDE (Organización para la cooperación y el desarrollo
económicos), de 34 países, inicialmente Canadá, Estados Unidos y Europa
occidental, que en América Latina ya incluye a México y Chile, con Colombia en
negociaciones y Costa Rica como próximo candidato, es decir, nuestros aliados
en la Alianza del Pacífico. La invitación a ser país observador, con
perspectiva de inclusión, aunque improbable de alcanzar en un plazo cercano,
tiene el mérito de comenzar a medir nuestro desempeño económico y en muchos
otros aspectos, particularmente educación y ambiente, con sus estándares, que,
siendo discutibles, y que tienen que ser adaptados a nuestra realidad, son
indudablemente una referente de comparación mayor para nuestros políticos y
nuestras empresas, algo no muy potente, pero básicamente positivo. En Chile el
impacto es claramente favorable.
Es muy significativa la adquisición de la
mina cuprífera Las Bambas, en Apurímac, acaso la mayor inversión minera china
en el mundo (después de haber adquirido otras minas grandes de
menor tamaño, incluso en Cajamarca), que, junto con el incremento del
intercambio comercial y el anuncio del financiamiento del ferrocarril
interoceánico desde Brasil indican claramente el interés de China de asegurarse
fuentes de materias primas así como sus proyecciones geoestratégicas de largo
plazo, como complemento a su priorización del eje bolivariano. Lo triste es que
reemplace a una compañía minera, XStrata Copper, anglo-suiza, ahora fusionada
con la también anglo-suiza Glencore, con más elevados estándares de
responsabilidad social y ambiental (aunque no sin defectos).
Nos conviene aprovechar el interés de China,
cuidando de no caer en la tentación de un alineamiento político contra el eje
EEUU-Europa, cada vez menos imperial y considerablemente más democrático e
interesado en promover la democracia a nivel internacional –con lamentables
traspiés por cierto.
Grafica la crisis endémica del Gobierno,
salvo del MEF, y su gran disfuncionalidad, la frase del ahora ex Premier René
Cornejo, recogida por Augusto Álvarez Rodrich, “Hay permanentemente un trabajo
con los ministros para ver el mejor momento para que puedan dejar la cartera”,
¿para poder obsequiar con ella a otra persona? En ese trabajo sí son eficaces
–aunque no para intuir su propia caída. Todo indica que el principal actor
desestabilizador es la primera dama.
La destitución de Cornejo es positiva,
aparte de inevitable ante el -relativamente pequeño- escándalo suscitado. Provoca
dudas su reemplazo por Ana Jara, estrecha aliada de Heredia, y es claramente
negativa la elección de Ana Solórzano en la presidencia del Congreso (a pesar
de ser positivo que dos mujeres ocupen simultáneamente y por primera vez ambos
cargos). También en Chile por primera vez una mujer, Isabel Allende (no la
novelista) ocupa la presidencia del Senado.
En este caso Heredia está por ahora
haciendo lo contrario de lo que le recomienda Alfredo Torres en un reciente
artículo en El Comercio: para tener una menos frágil mayoría, una alianza con
Keiko, ya que ambas, por su edad, pueden mirar el largo plazo en sus
aspiraciones a la presidencia. El problema es, al menos, que es Keiko Fujimori,
y su padre tiene una aspiración de corto plazo.
Concuerdo con Torres en que sería positivo
para el país si ellas se pusieran de acuerdo al menos en dos puntos mínimos:
Respecto de la regionalización, prohibir la reelección inmediata; respecto de
la ley de partidos, eliminar el voto preferencial (aunque inicialmente yo lo
consideraba positivo) y forzar una democracia interna, haciendo obligatorias
primarias internas para la elección de candidatos, organizadas
por la ONPE (Oficina Nacional de Procesos Electorales), con padrones del Reniec
(Registro Nacional de Identidad y Estado Civil) con la supervisión del JNE
(Jurado Nacional de Elecciones). Menuda tarea, pero importante para nuestra
democracia y para la lucha contra la corrupción.
estimado:
ResponderEliminartodos los aspectos tocados en este acapite de análisis del Perú se refieren de alguna manera a la institucionalidad destruida por la larga dictadura fujimontesisnista y por la propia incapacidad de la clase dominante de aceptar nuevos actores en la sociedad y el gobierno, como de los propios partidos politicos de desarrollar una ideología que prevea una visión de futuro: el corto placismo del empresariado se contagia a los partidos y las organizaciones sociales, que para evadir el reto tienden al caudillismo, como al miedo de integrar lo informal y emergente.