Analista
político peruano, economista, con experiencia como dirigente estudiantil, de
docencia universitaria, de gestión de ONGs y empresas, así como de consultoría
empresarial y de proyectos de desarrollo.
Agradezco
los atinados comentarios y sugerencias de mi hijo Antonio.
1.
Las elecciones, otra oportunidad
Como
ciudadano de base con experiencia política quiero dejar constancia de los criterios con los que evalúo nuestra
realidad sociopolítica y con los que estoy tomando una decisión de apoyo a una
fórmula presidencial y una lista de candidatos al Congreso.
Aunque
consciente y temeroso de los torcidos caminos al socialismo, y a pesar de
tratar de inspirarme en el legado creativo de nuestro gran amauta José Carlos Mariátegui, lamentablemente
caí en el tan frecuente error de maniqueísmo,
de considerar todo como una lucha entre el bien y el mal, negro o blanco, sin
términos medios, de no valorar adecuadamente las limitaciones del socialismo y el
rol histórico del liberalismo y de la democracia, de no entender que el
capitalismo seguía –y sigue- produciendo enormes cambios progresivos, que la
democracia es el sistema político conocido mejor o menos malo, y que el
estatismo, el rol del Estado extremado, constituye una terrible traba, lo que
evidenciaba el luego llamado social imperialismo soviético y su símil chino. También
que el Estado de bienestar, a pesar de sus deficiencias, es una conquista
histórica que combina lo mejor del liberalismo y del socialismo en democracia.
Incluso los imperialismos resultaron ser una forma temporal de manifestación
del capitalismo, así como lo fue el colonialismo antes, y la globalización,
junto con defectos terribles, parte de un camino hacia un mundo mejor.
A pesar de profundos
reparos a los denominados socialismos reales, que resultaron todos ser
dictaduras, teníamos la vana ilusión
de que bastaba derribar el Poder establecido para que surgiera uno nuevo que
cambiara la realidad casi milagrosamente para bien. Y estábamos dispuestos a
dedicar nuestras vidas a esto. Nuestra visión del progreso económico y social
era simplista, voluntarista y economicista, lo que encauzaba nuestro idealismo en un sentido equivocado y
contraproducente.
Frente a la
dictadura militar, atípicamente autodefinida como revolucionaria socialista,
con reales intenciones de cambio para el país, pero antidemocrática y
estatista, felizmente relativamente blanda, y en el contexto de una resistencia
notable de periodistas y algunas fuerzas políticas así como del desarrollo de
luchas populares reivindicativas o políticas por una nueva Constitución y por
democracia, con participación activa nuestra, más el surgimiento de Sendero
Luminoso, su falsificación del pensamiento de Mariátegui y su insanía
terrorista, además de nuestra relectura de la historia y de la filosofía
política, fuimos comprendiendo lo erróneo de nuestras posiciones. Nuestro
partido apostó por la creación y fortalecimiento de Izquierda Unida e incluso
se disolvió de manera voluntaria formalmente en su seno para fortalecer esa
alternativa política, como partido de
masas, con la idea de que los otros partidos en su seno hicieran lo mismo,
lo que no ocurrió. Entre tanto mi experiencia como directivo de una ONG de
promoción de desarrollo y luego también de una empresa consultora de proyectos
de fomento empresarial, con consultorías nacionales e internacionales, y mi permanente
estudio, me permitieron entender mejor nuestros problemas y caminos de
superación como sociedad y país y, manteniendo los mismos ideales, a seguir modulando
mis concepciones políticas, con una visión más realista y de largo plazo.
Destaco la vocación de servicio público que movía
nuestros afanes políticos, que se ha expresado posteriormente, de parte de
muchos, en el ejercicio de cargos públicos, incluso como ministros destacados,
en todos los gobiernos post Fujimori, la conducción de ONGs de promoción del
desarrollo y de investigación serias, la dirección de organizaciones populares,
la generación de empresas socialmente responsables y una participación
destacada en organismos internacionales.
Las elecciones
son un período breve pero intenso de movilización intelectual, emotiva y hasta
física de millones de personas que normalmente no se interesan mucho por la
política ni se informan sobre ella, y por lo tanto una ocasión para contribuir
a su formación política y toma de
conciencia sobre problemas y caminos de solución, además de poder influir
en sus votaciones.
2.
Necesidad de cambios radicales
Nuestro país
necesita cambios radicales, revolucionarios
en perspectiva de décadas, reformistas en el camino, democráticos en su
gestación, para ir encauzando al conjunto de la sociedad hacia una mayor prosperidad
y calidad de vida, amabilidad y tolerancia, así como a evitar la polarización
extrema y aglutinación de fuerzas adversas como reacción. Cada período de gobierno
solo puede –y debe- fijar el rumbo
que, con respaldo democrático, nos acerque a un futuro mejor, y dar pasos
concretos, realistas, en esa dirección, con metas claras y correcciones
sucesivas, a la vez que mantener y ojalá aumentar las fuerzas sociales
necesarias para poder avanzar. Hay que recordar que con frecuencia la lucha por
los más altos ideales ha venido acompañada de las mayores bajezas, terribles
resultados inmediatos y regímenes dictatoriales, la tragedia de todas las
revoluciones violentas y sangrientas.
En el mundo está
en marcha una revolución bastante silenciosa,
pero profunda, en la ciencia y en lo tecnológico, en nuestro modo de vida y de
producción, en las creencias y aspiraciones de la gente, pero también fuerzas
siniestras que hay que combatir y contrarrestar.
¡Hay que tener siempre en cuenta
que toda acción suscita reacción,
calibrar sus posibilidades y límites,
y garantizar que la acción sea
más fuerte que la reacción!
3.
Elevadas aspiraciones y
decisiones con fundamento
Aunque amenazados,
estos valores son en algún grado y
ámbito apreciados por cada vez más personas: las libertades, la dignidad, la
igualdad en lo fundamental -de derechos básicos-, la no discriminación (por
diferencias raciales o étnicas, de origen geográfico, de sexo, de origen
social, de orientación sexual, de convicciones políticas y religiosas, por
discapacidad -incluida la de ser zurdos), la tolerancia, la honestidad e
integridad, el respeto, la justicia, la laboriosidad, la prudencia, la
responsabilidad, la solidaridad y el altruismo, la confianza, la transparencia
de lo público y la salvaguarda de lo privado, el carácter laico del Estado, la
protección del ambiente, importantes tanto para la vida social como política,
condición para una dinámica de progreso sostenible, una convivencia en paz y un
ejercicio provechoso de nuestros derechos y deberes ciudadanos. También es un
derecho básico la propiedad privada con opción de su uso libre dentro de
límites derivados del respeto a la de otros, del bien común y de la legalidad. Muchos
son pisoteados y muchas veces son considerados válidos solo en lo que favorece
o se cree que favorece a uno o a las personas cercanas, pero deberían orientar
todas nuestras acciones y deben ser parte de las varas con las que podemos medir la política y los políticos, lo que
consideramos positivo y justo, además de correcto y eficaz para la consecución
de los objetivos proclamados y aceptados.
Esto exige
entender, por un lado, que ni el desarrollo social, ni la calidad de vida deseable
y posible, ni el poder alcanzar momentos de felicidad con frecuencia, dependen
principalmente de la acumulación de
bienes materiales, la que, en sus extremos, es más bien causa de
infelicidad de todos y de sacrificio del bienestar de las mayorías así como de
riesgo para la existencia como país, pero también, por otro lado, que sin un empleo
o autoempleo digno y sin un mínimo de ingresos es imposible superar un nivel de
pobreza incompatible con la dignidad humana, la riqueza de nuestra patria y
nuestro potencial. Para todos los niveles de ingresos las posibilidades de
tener felicidad, la buena salud y la longevidad dependen principalmente de
tener relaciones sociales satisfactorias, espiritualmente enriquecedoras.
Debemos estar
orgullosos de lo nuestro y
cultivarlo, pero también de todos los avances
de la humanidad, de la ciencia y tecnología mundiales, y favorecerlos,
combinar valoración de lo antiguo y de lo moderno, de conservación de lo más
significativo y positivo del pasado y de aplicación de lo más avanzado en
tecnologías a nuestro alcance, proteger la naturaleza y a quienes viven más
cerca de ella, sin impedir el crecimiento económico, pero evitando los excesos
y abusos que se comete en su nombre; respetando lo más posible los intereses y
opiniones de quienes se ven afectados, compensando equitativamente los daños a
la población que no pueden ser evitados y reparando lo más posible el daño
ambiental durante y al término de las operaciones, con preparación permanente para
prevenir y para remediar inmediatamente efectos de accidentes y resarcir a los
perjudicados.
Cada
decisión y diseño de políticas, sus aplicaciones e inversiones, tanto estatales
como privadas, deben partir de estudios
serios, con buen conocimiento del pasado y de sus errores, de los intereses
involucrados, de los sentimientos y emociones, así como prejuicios y creencias
de las personas, además de las experiencias pertinentes más avanzadas de otros
países y de nuestro propio país, de una discusión pública bien conducida y de
los mecanismos institucionales correspondientes.
Y, junto con
normas adecuadas, gobiernos eficientes y entidades estatales responsables, es
indispensable contar con un Poder
Judicial serio, autónomo, incorruptible.
4.
La necesidad de liderazgos
apropiados y aportes de todos
A veces ha
sido incluso positivo que un candidato triunfante cambie de opinión, ante la aparición o toma de conciencia de evidencias
de que era contraria a lo necesario y posible, pero una mejor orientación y la
intensificación de la discusión política en el período electoral deberían
posibilitar que las promesas sean más atinadas, realistas y cumplibles. En ese
proceso debe apuntarse también a una pedagogía
social que mejore tanto la capacidad de amplias capas sociales de escoger
una opción positiva, como la organización y dinámica de los partidos y
movimientos, y fomente la formación de partidos más modernos y responsables o
la transformación de algunos existentes (lo que requiere modificaciones legales
y personas serias y con mejor criterio como lo evidencian las fallas en este
proceso).
Saber qué es
positivo hacer y cómo hacerlo para tener éxito, requiere del aporte de todos, mujeres y hombres, jóvenes
y gente madura, de todas las profesiones, ocupaciones, ubicaciones sociales y
lugares, importando más lo objetivo que la motivación consciente. Claro que una
motivación positiva facilita tener una acción positiva y corregir aspectos
negativos. Tenemos que cultivar y desarrollar ciencia, filosofía, tecnologías,
cultura, organización social y política, así como los valores cívicos y actitudes.
Todavía hay
posiciones que se proclaman de izquierda que consideran los éxitos en la
extracción de materias primas como
una causa fundamental de nuestros declives como república –guano, salitre,
caucho, azúcar, harina de pescado, minerales-, cuando estos eran y son en sí
una fuente positiva de financiamiento estatal, acumulación de recursos
materiales y de capacidades humanas e institucionales (haciendo abstracción de
las condiciones de sobreexplotación laboral y de los terribles daños
ambientales en el pasado y por accidentes en el presente), lamentablemente
despilfarrados por políticas irresponsables favorecidas desde el extranjero,
tanto gubernamentales como privadas.
Actualmente,
los mayores lastres y obstáculos para
avanzar, a nivel de actitudes, que
compartimos con medio mundo, presentes en diferente modalidad, grado y
distribución en todos los estratos sociales, son:
· déficit en ética (deshonestidad,
inclinación a la pendejada, indiferencia, desidia y falta de responsabilidad)
·
insuficiente capital cultural de las mayorías y de una parte de
las élites, así como ideologías distorsionadoras
·
bajo nivel de educación y de formación cívica
·
cultura de subordinación y de conformismo
·
codicia material y afán de lucro desmedido, con el mercado y el
dinero como medida de todo, que se expresa en sobreexplotación, engaño y usura
·
consumismo, la cultura de querer tener más, lo más grande, lo más
nuevo, más de todo lo material, sumisión a la moda
·
cultura de despilfarro
·
cortoplacismo
·
oportunismo
·
machismo, menosprecio y discriminación del diferente
·
ideologismo, secular o religioso, con obstinación, que nubla el
criterio de realidad
·
peso excesivo de las religiones y persistencia fuerte de
supersticiones, combinadas con fatalismo
· además, medrar del bien común, falta
de escrúpulos, autocomplacencia y frecuente ignorancia de lo básico que uno
está obligado a saber por su profesión, ocupación o cargo, por deficiente
formación y/o falta de interés por superarse, falta de disciplina, no
prolijidad, mezquindad, discrecionalidad excesiva, arrogancia, hipocresía, vileza,
culpar a otros de nuestros propios errores y deficiencias, menosprecio de
lenguas vernaculares, adicción a los juegos y programas de comunicación
electrónicos, a casinos y a apuestas, sedentarismo, alimentación equivocada,
agresividad anónima por internet, entre muchos otros.
Sigue
predominando una visión segmentada de la realidad, dicotómica, la visión de todo dividido en blanco / negro, bueno /
malo, liberalismo / socialismo, cuando la realidad siempre es compleja y
matizada.
A nivel de dinámica social y funcionamiento
institucional nos afectan (siempre con notables excepciones positivas, que
son la regla en partes de nuestra sociedad y Estado):
· clientelismo
·
populismo
·
nepotismo
·
patrioterismo (patriotismo irracional o usado como pretexto)
·
economicismo
·
debilidad de nuestra institucionalidad cívica
·
una descentralización y regionalización disfuncionales (aunque
necesarias)
·
indiferencia y tolerancia frente a la corrupción, y complicidad
activa o pasiva
·
proliferación de la cleptocracia (la asunción de cargos para robar)
·
delincuencia organizada y desarrollo de mafias fuera y dentro del
Estado
·
descomposición de la Policía y del Poder Judicial
·
insuficiente profesionalismo y corrupción en las Fuerzas Armadas
·
violencia privada y estatal, social e intrafamiliar
·
drogadicción y tráfico de drogas
·
trata de personas, prostitución involuntaria y explotación sexual
·
sistema penitenciario disfuncional
·
serias deficiencias e insuficiente cobertura del sistema de salud
pública
·
maternidad temprana sin los recursos necesarios
·
abortos en condiciones deplorables
·
adicción, por ignorancia e inducida, a comida de mala calidad y
chatarra, altas tasas de gordura y obesidad, de enfermedades crónicas derivadas
(también de anemia)
·
programas de apoyo alimentario asistencialistas y clientelistas,
con concepciones erróneas respecto de la alimentación adecuada, además de una
cobertura limitada
·
baja calidad de la educación en todos los niveles, estatal y
privada, por metodologías y organización erradas, formación insuficiente o
errónea del personal, déficit abismal de recursos educativos físicos y falta de
mantenimiento de los que hay, en gran parte de la enseñanza estatal y privada
·
falta de cobertura de la crianza en nidos, para fomentar el
desarrollo temprano y descargar a las madres, y de la educación preescolar, parvularia
·
enormes deficiencias en la enseñanza escolar de inglés y de otras
lenguas extranjeras, desvalorización del quechua y de otras lenguas
vernaculares (por desconocimiento o menosprecio del valor del bilingüismo,
además de ser un derecho)
·
reducida inversión en bibliotecas, museos y espacios de cultura
viva
·
recursos absolutamente insuficientes para la investigación de todo
tipo y campos, tanto básica como aplicada, estatal y privada
·
muy limitada conexión con las fuentes y centros de investigación y
docencia más avanzados del mundo
·
arbitrariedad, burocratismo e ineficiencia del aparato estatal
·
malversación o despilfarro de recursos públicos
·
debilidad de organismos de control y supervisión
·
insuficiencia de políticas y de entidades de Estado, no o menos
dependientes de los cambios gubernamentales, con falta de continuidad de
políticas, de medidas y de personas adecuadas y eficientes
·
orientación o gestión equivocadas y precariedad de muchas
entidades del Estado
·
judicialización de problemas que podrían ser resueltos en trato
directo o con arbitraje, con elevado costo en tiempo, dinero, dedicación,
aumento de incertidumbre e injusticias
·
peso de criterios religiosos en decisiones políticas
·
el síndrome de Adán, de menosprecio de institucionalidades y
esfuerzos previos, que impide la acumulación de experiencia
·
inadecuada previsión y negligencia del mantenimiento de las
inversiones realizadas, principalmente del Estado, pero también en el sector
privado
·
es fundamental tener reglas funcionales y relativamente estables, y
respetarlas, pero muy dañina la sobrerregulación, es decir, reglas hasta lo
innecesario o contraproducente, con muchas normas imposibles de cumplir y hasta
absurdas (tramitología), falta de normas y de control de cumplimiento de lo realmente
importante
·
legislación laboral defectuosa que ni protege bien a los
trabajadores de abusos, tanto en el Estado como en el sector privado, ni a los
empleadores frente a faltas e ineptitud clamorosas
·
no consideración apropiada de las externalidades positivas y
negativas de cada acción e inversión
·
proliferación de abusos de empresas de todas las escalas, a su
interior y hacia afuera, y falta o insuficiencia de sanción del incumplimiento
de normas legítimas y de compromisos asumidos, lo que se da también en el
Estado
·
no regulación adecuada ni transparencia de los en sí necesarios
lobbies de todos los actores económicos y sociales, para conocer sus argumentos,
en tanto una legislación inadecuada afecta no solo sus intereses legítimos de
diversos segmentos de la población sino potencialmente también los de la
economía y sociedad en su conjunto
·
corrupción en muchos colegios profesionales, asociaciones gremiales
y sindicatos
·
limitada innovación con resultados efectivos en técnicas, insumos,
maquinaria, organización del trabajo, dinámica laboral y servicio al cliente
·
una baja productividad en los sectores que no son de punta, que
depende tanto de los trabajadores como, aún más, de la gestión, inversión
física y del desempeño de los mandos medios en cada empresa y otras entidades,
y, mucho, del clima laboral
·
insuficiencia o total ausencia de responsabilidad social efectiva
en muchas empresas de todo tamaño, con relación a sus clientes, sus
trabajadores, su entorno social y el ambiente
·
frecuente omisión de brindar información oportuna, correcta,
legible y entendible al cliente
·
casos de colusión empresarial que distorsionan el mercado en
perjuicio de los consumidores o defraudan al Estado
·
evasión y elusión tributaria a todo nivel, con informalidad,
frecuentemente parcial, de parte de quienes tienen la capacidad de ser
enteramente formales, agravada por trámites innecesarios y engorrosos que
dificultan la imposición y el cumplimiento de los necesarios, para una economía
sana
·
mal trato de empresas mayores y del Estado a los proveedores de
menor escala, con incumplimiento de contratos y retraso o negación de pagos
·
además de luchas sociales legítimas, conflictividad extremada por
intereses políticos subalternos con complicidad del Estado por inacción e
intervenciones represivas en vez de preventivas
·
el drama de los ninís, los jóvenes que ni logran trabajar ni
continuar estudiando, así como de las personas de mayor edad sin chances de
inserción laboral y de las jubiladas con montos miserables
·
las enormes dificultades que afrontan los discapacitados por
indiferencia y desidia privada y estatal
·
trampa consciente o negligencia punibles en el uso de sustancias
tóxicas en agricultura e industria, o en importación de productos peligrosos
(en particular también para niños)
·
de especial gravedad, la irresponsabilidad, liviandad y venialidad
de muchos medios de comunicación masiva y de muchos periodistas, con
proliferación de amarillismo, en parte contrarrestadas, en parte amplificadas
por los medios electrónicos
·
caos en desarrollo urbano y en su transporte, con enorme
contaminación
·
depredación ecológica
·
injusta distribución del agua y su despilfarro generalizado, por
mala gestión y administración, infraestructura deficiente y precios irrisorios
en el caso de gran parte de la agricultura
·
erosión y salinización de suelos
·
reducidos esfuerzos de reforestación (que debería ser
principalmente con especies nativas con formación de sotobosque protector)
·
desastre sanitario, con sistema de recolección y tratamiento de
desechos absolutamente insuficiente y conversión de entornos urbanos,
carreteras, ríos, lagunas y playas en basurales plásticos y electrónicos
·
el descuido de nuestro patrimonio y la insuficiencia de recursos
para la arqueología
· la debilidad de nuestro fútbol y
deportes en general, y un largo etcétera.
Es
importante saber que, junto con la agravación de algunos males, el aumento de
denuncias y de su divulgación implica también una mayor conciencia de lo que es inaceptable y delictivo así como
mejores mecanismos para expresarlo, en particular los medios electrónicos, pero
también algunas instancias del Estado. Y la relativa calma política debe mucho
a la mejora objetiva de las condiciones materiales de vida de la gente.
· integrar las aspiraciones del
liberalismo y del socialismo así como cultivar nuestra democracia pluralista
· entender que siempre habrá
conflictos entre principios y entre intereses legítimos, lo que exige encontrar
compromisos de suma positiva
· valorar y asumir la defensa de
todas las libertades, reconociendo que su ejercicio necesita un mínimo de
bienes materiales garantizados por los derechos sociales si la dinámica económica
no permite lograrlos
· afirmar los mecanismos
democráticos de elección y de rendición de cuentas, así como de representación
de la sociedad por partidos y otros tipos de organizaciones sociales, reformando
la legislación electoral y de partidos políticos
· estimular que los partidos serios
no solo representen demandas y sentimientos de segmentos de la población, sino
principalmente sus intereses reales en el marco del interés nacional,
procurando que las demandas coincidan lo más posible con estos
· mantener la separación e
independencia de los Poderes del Estado, velar por un adecuado tamaño, calidad
y buen funcionamiento de sus entidades, por una planificación visionaria con
consulta de todos los involucrados y potencialmente afectados por nuevas y
perturbadoras iniciativas, por una descentralización efectiva y responsable,
con el grado de autonomía y nivel de recursos necesarios para cada función
· profundizar el carácter laico de
nuestro Estado, con respeto por todas las religiones, pero aceptar y encauzar aportes
positivos de cada persona y entidad con motivaciones religiosas´
· tratar de ir mejorando las
políticas y el funcionamiento de todos los organismos estatales, a la vez que
ir logrando paulatinamente una alta calidad de los más relevantes para la economía,
la seguridad, el servicio social y el bienestar ciudadano, desvinculándolos progresivamente
de la política contingente de los gobiernos de turno, como es el status del
Banco Central de Reserva
· en cada nivel del Estado,
priorizar objetivos, fijar metas realistas y concentrar nuestros esfuerzos en
cumplirlas bien, siempre evitando lo más posible que promover y alcanzar unas
metas obstaculice o imposibilite el cumplimiento de otras
· aumentar la calidad y reducir la
cantidad de leyes, cumplir los plazos para su reglamentación no distorsionadora,
evitar la sobrerregulación y la arbitrariedad consiguiente así como hacer
efectivos los controles necesarios y sanciones realmente disuasivas por
incumplimientos dolosos o irresponsables
· propiciar y facilitar actividades
de todo tipo de organizaciones sociales, de ayuda mutua, culturales, deportivas
y de promoción del desarrollo, entre ellas las comunidades, clubes populares,
cooperativas, ONGs, etc. y sus asociaciones
· garantizar un marco adecuado para
la actividad empresarial y valorar a las empresas y organizaciones empresariales
de todo tipo y tamaño que actúen respetuosamente con el bien público, sus
trabajadores y sus clientes, así como el emprendimiento, tanto formal como
informal, buscando favorecer la formalización con estímulos más que sanciones
· considerar en la relación con el
Estado las certificaciones de buenas prácticas y de responsabilidad social
empresariales
· organizar o favorecer concursos
para premiar las actividades y resultados más positivos en todas las áreas y en
todas las regiones
· apreciar y encauzar bien la
voluntad de servicio público que tiene una parte de nuestra clase política y de
funcionarios y trabajadores del Estado, y muchos empresarios, de toda escala,
ejecutivos, trabajadores y emprendedores
· estimar el rol de una prensa
escrita y audiovisual independiente del Poder político y lo más posible
comprometida con la verdad y el bien común más allá de intereses personales y
de grupo
· expresar nuestros puntos de vista
a la vez que respetar los ajenos, ojalá basados en observación e información objetivas,
apoyadas en las que realizan las diferentes entidades de estudio de la
realidad, a nivel regional nacional e internacional y en la prensa más seria
· fomentar el desarrollo de
posiciones, expresiones y conductas políticamente correctas, es decir,
respetuosas de la verdad objetiva y de las personas
· valorar y tratar de entender los
argumentos serios que van contra la corriente, para eventualmente tratar de cambiar
el curso de esta
· en el país en su conjunto, en
cada región, en cada ciudad y pueblo, debemos poner por delante lo que nos une
y permite avanzar en conjunto, tener conciencia de que en cada persona, en cada
organización, en cada lugar hay aspectos positivos y negativos, y apreciar y
reforzar los positivos, a la vez que criticar los negativos relevantes y buscar
evitarlos, ayudar a superarlos o impedir que causen mucho daño
· contrarrestar activamente, tanto
desde el Estado como desde el sector privado, y como personas, todos los
lastres anotados, para lo que necesitamos una actitud de permanente aprendizaje
que nos ayude a superar nuestros sesgos y nuestras múltiples ignorancias frente
a una realidad y conocimientos siempre en evolución.
Felizmente
hemos tenido en los últimos lustros crecimiento
económico notable y un cierto nivel de toma de conciencia colectiva de las experiencias pasadas, junto con los
aspectos positivos de la globalización económica, política y cultural, incluyendo
el creciente peso y las orientaciones mejoradas de los organismos
internacionales, que nos han ayudado a superar diversos problemas y a evitar
flagelos como la inflación elevada y el estatismo (la intervención excesiva del
Estado). Para los más jóvenes, y para refrescar nuestra propia memoria, es
bueno recordar nuestra experiencia estatizadora y súper controlista con hiperinflación
récord, desabastecimiento agudo y colas interminables, y el consiguiente
acaparamiento y quiebra de muchas empresas, así como el flagelo del terrorismo
y de la respuesta represiva que lo retroalimentaba por brutal e indiscriminada.
El arte, la historia seria, una parte de la prensa y el Museo de la Memoria nos
ayudan a no olvidar.
La mejora
general de la situación económica tiene su palanca
más poderosa en el crecimiento económico, que tiene que ser complementada con
una adecuada redistribución de parte
del Estado a través de la garantía de servicios básicos y de atención a los más
desfavorecidos y excluidos, para una sobrevivencia digna. Ambas deben llevar a
un aumento sostenido de oportunidades para todos para avanzar, con
posibilidades reales de mejoras en la esfera laboral y en la calidad de vida, y
de movilidad física y social.
El principal
motor del desarrollo económico en nuestro sistema actual es el afán de lucro, en principio legítimo
(en el sentido de lograr una ganancia razonable por cada inversión económica), reconocido
por la mayoría de religiones y sistemas filosóficos, pero llevado muchas veces
a extremos ilegítimos e incluso ilegales. Pero hay otros motores del desarrollo, que lo deben relativizar y ser cada
vez más potenciados, como la expansión del bien común, el buscar mejorar la
calidad de vida de todos en todas sus esferas, el tratar de lograr una vida más
armónica de los actores, la búsqueda de la verdad, la ampliación del
conocimiento científico y tecnológico, y el arte. Y una condición del
desarrollo y de que este sea sostenible es la paz, interna y externa.
El crecimiento
económico es una condición
necesaria, aunque no suficiente, para superar la pobreza, pero se requiere
también amortiguar activamente sus efectos negativos y los de la irritante
disparidad excesiva de ingresos, que frena y distorsiona el desarrollo del
conjunto.
Hay que
tomar conciencia de que, al igual que en muchos otros países y en muchos
organismos internacionales, priman una visión
economicista de la realidad y de las medidas que se debe adoptar, y
actitudes y políticas asistencialistas, además de clientelistas. Una expresión
grave del economicismo es el consumismo, acicateado por la propaganda y los
medios.
Las políticas públicas –estatales pero
también privadas- necesariamente entrelazan lo técnico, lo social y lo
político, lo que exige que personas y equipos a cargo de su concepción, diseño,
ejecución y evaluación sean capaces de integrarlos, con una visión holística, y
de servirse del apoyo de todo tipo de profesiones necesarias, con
multidisciplinariedad y capacidades de análisis y acción interdisciplinarias, trabajando
en equipo, no en paralelo.
En materia
de política social es bueno asistir
a personas que no tienen ingresos o los suficientes para cubrir sus necesidades
elementales, pero, al hacerlo, podemos (al margen de lo declarativo), sea
ayudarles a superarlo, que es lo correcto, sea propiciar que se mantengan en
esa situación, que es negativo para ellas mismas y el país. Lo importante es
que, en el contexto de crecimiento de nuestra economía nacional y de cada
región, cada persona, y, en especial, las nuevas generaciones, encuentren cada
vez más oportunidades para trabajar remuneradamente o para mejorar sus ingresos
a partir de actividades productivas –materiales o de servicios- previas o de
nuevos emprendimientos, a la vez que fortalezcan sus organizaciones y el
funcionamiento democrático de estas, con el Estado garantizando derechos
básicos para una sobrevivencia digna. Es fundamental que se vincule el derecho
a recibir apoyo con el deber de
esforzarse.
Son
encomiables toda actitud y esfuerzo de orientar su propia acción en todo a respetar, a no dañar y a favorecer a
otras personas, el amor al prójimo predicado por Jesús, altruismo, también para
los menos prójimos, además de filantropía, en el sentido amplio de la palabra,
desde cualquier posición económica, política y social, en el plano económico,
social o ambiental, sea como organización no gubernamental de desarrollo, como
responsabilidad empresarial social, como organización de intereses sociales,
como individuos civiles, militares, policiales, políticos o religiosos.
Sufrimos una
creciente disfuncionalidad del Estado
que incumple tareas básicas, a la vez que asume otras innecesarias y que no
está en condiciones de cumplir bien, por normativas equivocadas o falta de
capacidad, combinando además, por un lado, sobrerregulación, en gran parte
errónea, de lo secundario, lo que frena y distorsiona las decisiones privadas,
además de promover la corrupción, y, por otro lado, regulación laxa de lo
principal, que favorece conductas irresponsables.
Todo esto es
corregible con el tiempo, si
asumimos la tarea de corregirlo, paso a paso, pero de manera sistemática,
comenzando por lo más factible de lo urgente. Y tomando como ejemplo las ya
varias dependencias estatales con tareas adecuadas y un servicio eficiente,
hasta en comisarías. Y es sensata e importante la propuesta de una entidad
encargada del análisis costo-beneficio de las propuestas normativas y del
impacto de su aplicación.
Primera prioridad para una intervención urgente, inteligente
y sostenida, con posibilidades de generar consensos amplios, son los temas:
Ø seguridad ciudadana y la reforma
de la Policía
Ø
reforma del sistema judicial
Ø
mejora del sistema de salud y de la nutrición
Ø y, lo más importante y
trascendental, una reforma profunda y continua de la educación con énfasis en
la calidad.
Nuestro modelo, no sus facetas neoliberales,
sino el efectivo, tal como funciona en la práctica, tanto en lo político –democracia
representativa- como en lo económico – capitalismo con mercado (más o menos) libre
y Estado regulador de marcos de comportamiento, controlador y sancionador, y
proveedor de servicios básicos -, tiene defectos terribles, pero no conocemos
uno mejor, sí maneras mucho mejores de organizarlo y conducirlo (y modelos
mucho peores). El neoliberalismo,
con el afán de lucro extremo, sin escrúpulos, la supremacía del mercado y el
dominio del capital financiero sobre el productivo, ha llevado al capitalismo a
extremos que amenazan su capacidad de seguir impulsando el desarrollo económico
y, al sistema político, a crisis peligrosas. Pero se han ido gestando fuerzas
intelectuales, sociales y políticas para combatirlo y derrotarlo, apoyadas
también en nuevas tecnologías.
Debemos revolucionar nuestro modelo o sistema
dentro del sistema, a través de un proceso paulatino de reformas profundas y
sistemáticas, con cambios de rumbo y de tendencias, con mejoras continuas en
diseños, mecanismos y desempeños, con ayuda de palancas o inductores así como
con desincentivadores y sancionadores, tanto sociales como estatales, que
eviten empeoramiento, polarizaciones y fraccionamientos fratricidas.
Necesitamos cambios para avanzar, que sean lo
contrario de cambiar para que nada cambie (como en el Gatopardo, de Lampedusa),
pero valorar también los cambios menores en el sentido correcto, sin importar
de parte de quién (aunque denunciando oscuros designios que pueden ocultar o
disfrazar). Y tenemos que comenzar (o continuar, o retomar) con aquellos que
suscitan mayor aceptación y menores resistencias, evitando seudo soluciones
simplistas. Hay muchas cosas malas, terribles, detestables, que conviene ir eliminando
o mejorando, pero hay que concentrarse en las que son a la vez más importantes y más fáciles de
combatir, acumulando fuerzas para vencerlas, con mayores chances de éxito y de
contribución al fortalecimiento y aglutinación de las fuerzas de cambio.
La democracia representativa tiene que ser
mejorada con mecanismos adecuados, elevación del nivel político de la población
y de sus liderazgos, con más, mejor y más oportuna información, más
participación desde las bases y con efectiva y periódica rendición de cuentas
de los representantes y gobernantes.
La política estatal es una carrera de
postas con obstáculos, que debemos superar lo mejor posible, preocupados con
pasar el testigo al siguiente equipo de la manera más constructiva posible. La
prioridad es la mejora del Estado, no el aumento de su tamaño, que deberá darse
al compás de la mejora de su desempeño y en consonancia con la capacidad de la
economía y de la voluntad de la sociedad para sostenerlo.
Siempre
habrá errores, y debemos tratar de
prevenirlos, disminuir su número y la gravedad de lo que ocasionan. Será
necesario distinguir causas, intenciones, efectos reales, incluidas
consecuencias no deseadas, imprevistas, para ir corrigiendo diseños y
prácticas, y procurar que cada persona cuente con la capacidad y dedicación
necesarias para evitarlos. Para ello es fundamental que cada persona,
independientemente de su filiación política, esté en un puesto en que puede
rendir más y, en lo posible, sobresalir, y evitar que llegue al nivel de su
incompetencia, un defecto grave y frecuente.
A nivel
mundial compartimos un grado cuantitativamente pequeño de corresponsabilidad en la preservación de la paz, el desarrollo de
la ciencia, de tecnologías y de la cultura, una globalización constructiva y
respetuosa, con creciente y bien regulada libertad de comercio y de circulación
de personas y de capitales, el freno al cambio climático, la preservación de
los ecosistemas y la lucha contra fuentes de deterioro ambiental, de
contaminación y de intoxicación –responsabilidad que es mayor respecto de la
calidad de nuestro océano y del gran pulmón que es la Amazonía, y su aprovechamiento
cauto, no depredador-, el combate –de modo razonable y no contraproducente- a la
drogadicción y el narcotráfico, el freno a sobrepeso y obesidad, la prevención
y combate a epidemias, la aprobación de normas científicamente fundadas y
razonables en todos los campos de la interrelación internacional, el control
del sistema financiero mundial y de los gigantes industriales y de servicios.
Todos los peruanos y otros habitantes
de nuestro país tenemos derechos y obligaciones, aspiraciones legítimas y
responsabilidades, debemos reconocer entre nosotros a adversarios con quienes
debatir y a quienes derrotar en la práctica cotidiana y electoralmente, o
ayudar a cambiar, pero no enemigos a los que hay que subyugar o destruir (sí
encarcelar en caso de crímenes y otros delitos graves).
Seamos
constructivos, démosle continuidad a lo positivo, favorezcamos la corrección de
lo deficiente y la superación de lo negativo.
A nivel de actitudes de amplias capas sociales, en
promedio presentes en mayor proporción que en muchos países, en parte comunes a
las esferas económica y de relaciones interpersonales, tenemos en muchísimas
personas, desigualmente repartidas:
v voluntad para trabajar
v
ansias de superación con afán de innovación y renovación
v
empuje y espíritu emprendedor, con disposición a asumir riesgos
v
creatividad, también en lo artesanal
v
valoración del estudio
v
sensatez y sentido común
v
ingenio, apertura ante lo nuevo, capacidad de adaptación, resiliencia
ante adversidad y fracasos, capacidad de aguante, mantención de la esperanza
v
amabilidad y cordialidad, empatía
v
capacidad de ternura y de expresar cariño, en especial a los niños
v
solidaridad
v
hospitalidad
v
tolerancia de las diferencias
v
sentido de justicia, instinto moral
v
facilidad para brindar confianza
v
respeto a la tercera edad
v
el gusto por viajar, al terruño y a conocer el país y el mundo
v
valoración creciente de la ecología y del ambiente
v empatía con los animales.
Hay mucho de
positivo fuera de la esfera política,
que progresivamente la va permeando. Y debemos agregar que hay crecientemente
una mayor voluntad de lucha intelectual y organizada, con pasión, garra y
perseverancia, alzando la voz contra injusticias y abusos (felizmente solo
marginalmente muy violenta).
Gran parte
de nuestra población de menores ingresos
(aunque no tanto la de extrema pobreza), en particular la de la Sierra, en
provincias o en la periferia de Lima y de otras ciudades costeras, es muy trabajadora,
tiene empuje y alegría de vivir, con más confianza en sus propios esfuerzos que
en el apoyo del Estado, aunque buscando aportes de este.
Va en
aumento el número de personas con voluntad
de servicio público desde su vida diaria, negocio o profesión, desde una
organización social u ONG y desde entidades del Estado a todo nivel.
Algunas
personas no saben dónde comenzar:
Muy simple: actuar
responsablemente en el hogar, en el trabajo, en todo lugar, tratar bien a los
cercanos, respetar y sonreír a otros en la calle y en establecimientos
comerciales, decir gracias o disculparse, y así contribuir a reacciones en
cadena constructivas; es decir, ser más humanos, pensar como ciudadanos,
tomando conciencia de que el aleteo de
una mariposa es una figura que vale tanto para el mundo material como
social.
· la mantención de una política
fiscal cauta
·
una mayor inversión en infraestructura educativa, de salud,
sanitaria y de conectividad física y virtual, aunque con serias deficiencias de
diseño y mantenimiento, y con ello mayor acceso, mejora y ampliación de
cobertura de los medios de comunicación física y virtual a escala nacional
(aunque muy deficientes en muchas regiones y lugares), así como mayor
integración entre campo y ciudad, población rural y urbana, y menor desnivel
entre condiciones de vida de estratos equivalentes
·
el desarrollo de los medios de transporte
·
aumento de fuentes de información y de la capacidad de amplias
capas sociales de interconectarse y expresarse
·
nuestra inserción constructiva en mecanismos y organismos internacionales
·
la negociación, aprovechamiento responsable y extensión de
nuestros tratados comerciales, con protección legítima de nuestros intereses
nacionales
·
libertad de expresión garantizada, sin censuras (lamentablemente
con mucho amarillaje y libertinaje)
·
una creciente toma de conciencia de que es posible y deseable la
cooperación entre lo público y privado a todo nivel
·
algunos ministros y ministerios, y algunos otros organismos del
Estado, con un desempeño más bien positivo
·
valoración de la descentralización a pesar de sus graves defectos
·
algunas alcaldías y gobiernos regionales responsables y con
iniciativas positivas
·
información y estadísticas relativamente confiables de parte del
Estado (aunque absolutamente insuficientes)
·
cálculo del Producto Interno Bruto –PIB- sin consideración de
costos ambientales
·
un aumento de los compromisos de responsabilidad social
empresarial, también desde una parte de la minería (con lentos avances en su
aplicación)
·
esfuerzos meritorios de una gran parte del personal de educación y
salud, en condiciones adversas
·
diversas iniciativas sociales y algunas legales contra las
discriminaciones, y el desarrollo de movimientos sociales positivos, con
especiales avances del feminismo y del ecologismo
·
proliferación de grupos y mecanismos de expresión de visiones
críticas de la sociedad y del Estado (más bien positivos, a pesar de su
carácter frecuentemente ultra) y voces críticas en diferentes medios masivos
·
interés de crecientes segmentos de la juventud en lo político y
social, favorecido por las plataformas electrónicas
·
preocupación por una alimentación más sana y superación del
sedentarismo
·
mayor conciencia ecológica, con consideración de lo ambiental
·
aumento de la diversidad y peso de la producción industrial,
agrícola y agroindustrial, también de la pequeña de nichos, con notable
incremento de sus exportaciones
·
crecimiento de la agricultura orgánica así como de una agricultura
convencional más responsable, objeto de certificaciones
·
minería de avanzada, con tecnología moderna y capacidad y
compromiso de responsabilidad social y ambiental, cuya efectivización hay que
vigilar desde dentro y desde fuera
·
formación de un clústers de empresas proveedoras de productos y
servicios, además de estímulos a la economía circundante
·
florecimiento de la gastronomía de todo nivel con revaloración de
lo propio e incorporación de lo foráneo positivo, y estímulo a la agricultura
de menor escala
·
amplio desarrollo de la industria turística
·
gran calidad de la publicidad
·
avances en la arquitectura y urbanismo
·
resiliencia de las ONGs de investigación y promoción del
desarrollo, a pesar de la cada vez menor ayuda externa, que debería ser suplida
por empresas en el país y personas de mayores recursos, así como a través de
una cooperación respetuosa de parte del Estado
·
floreciente escena cultural metropolitana y nacional, a pesar de
la escasez de recursos
·
tanto la cooperación como la competencia económica y política
internacional nos son favorables
·
mayor reconocimiento del país en la escena mundial y como sede de
eventos internacionales
· vigencia del Acuerdo Nacional
como referente.
Debemos partir de lo positivo que tenemos e ir
disminuyendo lo negativo, denunciándolo, para reducirlo, pero sin violencia, con
buen criterio y altas dosis de mesura y de paciencia, priorizando la
formulación de alternativas, para acumular los conocimientos y las fuerzas
necesarias y actuar en el momento oportuno respecto de cada problema. La
impaciencia por alcanzar metas más elevadas con frecuencia impide lograr avances
posibles en esa dirección y es con frecuencia contraproducente.
Nos movemos
parcialmente a tientas y deberíamos tener la misma prudencia que la que aplicamos cuando caminamos o trabajamos en la
noche sin suficiente iluminación. Uno de los grandes peligros es el de los
iluminados que so pretexto de alumbrar y mostrar el camino único en realidad
nos ciegan y nos llevan a tropezar con terribles consecuencias.
Gran parte
de lo positivo es parte o depende demasiado de un andamiaje estatal inestable, que una gestión estatal marcadamente
mala e ineficiente perjudica y puede traer abajo, lo que abona a favor de la
teoría del mal menor como solución coyuntural, sin dejar de apostar al bien
mayor en el mediano y largo plazo.
Conviene
recordar que muchos éxitos, especialmente en el plano económico, sin las
debidas consideraciones y precauciones, encierran peligros que pueden desvirtuar su carácter y resultar a la larga
perjudiciales, lo que exige cautela. Y que también la democracia, mal llevada,
ha conducido a dictaduras espantosas.
¡Hay que hacer bien,
lo que se quiere y debe hacer
lícitamente!
10.
Mi apoyo
Considero
que en esta coyuntura Pedro Pablo Kuczynski
–PPK- sería el presidente más
positivo o menos malo -según se mire-, que mejor garantizaría esto (a pesar de
ser malo en hacer campaña electoral), siendo por lo tanto la mejor opción, con
una lista congresal homónima –Peruanos
por el Kambio- que incluye cuadros valiosos, entre los que destaco a
Fernando Rospigliosi y Gino Costa (por su desempeño como ministros
del Interior, quizá el ministerio más difícil, y por conocer bien su capacidad
e integridad).
¡Valoremos la paz interna y la
buena vecindad externa!
¡Defendamos las libertades y los
derechos humanos de todos!
¡Cambiemos el mundo sin
destruirlo!
¡Unámonos más a favor de
objetivos compartibles!
¡Fomentemos la responsabilidad y
la moderación!
¡Contribuyamos todos a una
participación y movilización ciudadana constructiva!
¡Fortalezcamos nuestra
institucionalidad!
¡Seamos todos parte activa de un
desarrollo sustentable!
¡Hay, hermanos, muchísimo que
hacer!
¡Todos, hombres y mujeres, de
buena voluntad, de todas las edades!
¡Tomemos a nuestro héroe
nacional, militar y político,
Miguel Grau,
como símbolo unificador y de
honestidad, caballerosidad, civismo, responsabilidad, patriotismo y compromiso
con la democracia!
¡Inspirémonos, con visión de
futuro, en lo positivo
de grandes personajes del mundo
y de algunas de las destacadas
figuras de nuestra historia,
por sus ideas - fuerza, sus
acciones más notables
y su presencia actual o deseable en
el imaginario popular!
Pachacútec
Garcilaso de la Vega
Felipe Guamán Poma de Ayala
Túpac Amaru II y Micaela Bastidas
San Martín de Porres y Santa Rosa
de Lima
Flora Tristán
Hipólito Unanue
María Parado de Bellido
José Olaya
Hipólito Unanue
Ramón Castilla
Manuel Pardo
Andrés Avelino Cáceres
Ricardo Palma
José Carlos Mariátegui
Jorge Basadre
Víctor Raúl Haya de la Torre
Fernando Belaunde Terry
Felipe Pinglo
Chabuca Granda
José María Arguedas
Alfredo Torero
Alberto Flores Galindo
María Elena Moyano
María Rostworowski
Esta lista de personas notables de diferentes campos, hombres y
mujeres,
invita a revisar en libros y en internet sus
vidas y aportes,
para complementar o corregir nuestros libros de historia
oficiales.
Grato saber de Ud. Stecher y revisar sus comentarios los que me mueven a afirmar que la democracia, inclusive la formal y excluyente,ésta que muchas veces se torna sainete, no es un regalo del cielo, que costó tremendo sacrificio a los trabajadores y la gente sencilla del pueblo. Cada derecho fue conquistado y poco a poco integró la construcción republicana que ahora tenemos. Este sistema donde las libertades no han sido completamente sofocadas, aunque el Poder fáctico hace mil esfuerzos por lograrlo, será siempre mejor que cualquier dictadura o régimen totalitario, sea cual fuere el móvil invocado. Los derechos humanos tampoco fueron un regalo de los poderosos, costaron 30 millones de muertos, 20 de ellos rusos soviéticos, su globalización frena en cierta medida a los codiciosos y fenicios de siempre, a las transnacionales que engordan al 1% de parásitos contra el 99% de la población. Vistas bien las cosas la razón estuvo del lado de la socialdemocracia auroral, ojo y reitero, auroral no enfeudada al capitalismo voraz.
ResponderEliminarEn el estribo y como anécdota recuerdo su presencia en San Marcos, allá por los setenta, promoviendo a los candidatos del VER frente a las huestes del FER, triunfante también en esa ocasión, las elecciones a la FUSM