Es realmente curioso que hayan ganado tres
candidatos con la poco frecuente letra K en sus nombres.
Keiko, por haber tenido de lejos la más alta votación y logrado mayoría
–o casi- en el Congreso (no faltarán tránsfugas abiertos o velados para
asegurarla), gracias a su carisma y la buena organización de su otra vez
novísimo partido.PPK, por haber pasado, aunque con angustias, a la segunda vuelta, a pesar de un pésimo diseño de su campaña y un desempeño personal muy criticable, con insultos inaceptables a la candidata de izquierda (más la ayudita del JNE sacando al impresentable Acuña y al caudillo Guzmán con leguyeladas).
Verónika, por haber levantado de la casi nada a una izquierda con planteamientos erróneos, pero la más seria dentro de ese fragmentado espectro, gracias a su carisma y serenidad (ayudada por la patanería de PPK, más la eliminación del inefable Guzmán), así como haberla llevado bajo sus propias banderas a una presencia importante en el Congreso.
Nuestro país, por haber mantenido la chance de poder derrotar al fujimorismo en segunda vuelta, a favor de una alternativa ahora claramente mejor, apoyada en el amplio antifujimorismo; y por haber sepultado las carreras de García y Flores, llevado al APRA y al PPC al borde de la insignificancia, y haber probablemente aniquilado al nacionalismo humalista (y de paso al exabrupto llamado Urresti y la carrera política de Susana Villarán), junto con dar algún vuelo a Acción Popular, el más decente de los partidos tradicionales. Las dos alternativas garantizan una cierta estabilidad durante el próximo quinquenio, pero la de Fujimori pocas mejoras reales, clientelismo al por mayor y severos riesgos para la institucionalidad (dependiendo de cuán seria o no es su promesa de cambio).
Lamentablemente también ha salido relativamente ganador, increíblemente, Acuña, por la buena votación obtenida por su seudo partido, Alianza para el Progreso, a pesar de un jefe candidato impresentable. Es necesario analizar las razones, que incluyen la construcción de una organización basada exclusivamente en el clientelismo. Y, a costa de la derrota del nada amplio Frente Amplio, el ultraizquierdista Santos, confirmando su limitada mayoría en Cajamarca, basada en la política antiminera azuzada por ambos así como por los errores pasados y algunos presentes de Yanacocha (más perlas reaccionarias como la declaración del presidente de la Sociedad Nacional de Minería y Petróleo calificando a la ley de consulta como estupidez, solo obstáculo para la inversión en minería, criticada eso sí por sus pares a nivel internacional).
Es esperable que algunos candidatos jefes de partido, en particular, García, negocien con Fujimori su apoyo, a cambio de garantías personales y quizá de cargos públicos para gente suya, pero su capacidad de trasvasar sus votos al fujimorismo es reducida (aunque puede ser suficiente para que gane si no hay una amplia coalición de fuerzas anti fujimoristas). Yo prefiero las posiciones propositivas, pero, en este caso, la única posibilidad de vencer al adversario común es usar el anti, fundamental mientras no se evidencie un cambio positivo sustancial en la conducción del fujimorismo a través de Keiko, no por palabras sino por su comportamiento, ojalá desde la oposición; por lo pronto está comenzando muy mal.
Mucho depende de la decisión del Frente Amplio de sumarse, de abstenerse o de dar libertad a sus votantes (la minoría significativa que no se la tomarán por su cuenta), que puede darle la victoria al fujimorismo. En este momento histórico es fundamental una política realmente amplia, con concesiones mutuas, de todos los que se oponen de verdad al fujimorismo.
¿Tendrán Verónika y sus cercanos la madurez suficiente para no facilitar el triunfo de Keiko? Sería muy triste y dañino para nuestro futuro como país y para su futuro político si no. ¿Entenderán que Fujimori, con mayoría en el Congreso, nos puede hacer mucho daño? ¿Que, a pesar de sus muchos defectos, PPK garantiza un gobierno del mayor éxito económico posible en las actuales circunstancias, indispensable para un más significativo crecimiento de los ingresos, la continuación de la reducción de la desigualdad, y una mayor redistribución (en parte por más educación y salud públicas, ojalá de mejor calidad), sin intentos, como en caso de victoria de Fujimori, de desfigurar nuestra endeble democracia con una mayor manipulación y deterioro de las instituciones, y corrupción aún más generalizada.
Llamar a la unidad contra Fujimori es no traicionar a sus propios electores.
Aunque ahora no parece en absoluto, no niego la posibilidad de que Keiko pueda evolucionar tanto que le sea posible cumplir con su reciente solemne promesa y ser menos perjudicial, pero, mientras no lo demuestre desde la conducción de su partido y de su mayoría parlamentaria, PPK es claramente la mejor opción o el mal menor, según la perspectiva de cada quien en el amplio espectro muy crítico del fujimorismo o que lo abomina.
PPK no es un candidato que goce de mi preferencia, pero antes que Keiko, lo que sea.
ResponderEliminarDios nos ayude.
Estimado amigo su análisis es claro. Debe usted considerar que el voto por los congresistas de Acuña podria haber sido un voto dirigido a los mismos candidatos y no por Acuña. Atte.
ResponderEliminarGracias, efectivamente necesitamos una alternativa, lo más positiva posible, propositiva.
ResponderEliminarHay que considerar todos los electorados.
Nunca me confío de quienes quieren reducir toda la complejidad del proceso electoral como el que tenemos en pocas frases, entre ingeniosas y prejuiciosas. Hay que plantear un marco de referencia para el análisis, de lo contrario quedará como opiniones sin mayor trascendencia. En este caso hay que ser claros, el problema central es la defensa del Estado de la amenaza de un grupo que vuelve desde la década de los 90' a apoderarse de nuestras instituciones, y ya sabemos cómo la dejaron, y que no podemos reconstruirlas hasta la fecha. Keiko representa al enemigo de nuestro país.
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