Alfredo Stecher Schauer
Caretas encabeza un buen resumen del primer
debate presidencial de este peculiar proceso que vive y sufre el hermano pueblo
norteamericano, con el título Mundos alternativos y una especie de subtítulo El
populista vs. la representante del establishment.
Es una buena ocasión para hacer notar que
el populismo, de cualquier signo, es mucho peor que la política de cualquier
establishment sensato, y que establishment, en muchas partes, es un conjunto
heterogéneo en el que importa mucho más qué tipo de posiciones predominan, que
cuál es su composición social y de intereses económicos: políticos oportunistas
solo ávidos de Poder y representantes del gran empresariado sin escrúpulos; o
políticos con posiciones razonables, en que predomina una voluntad de servicio
público, y representantes del gran capital con ciertos estándares éticos. Ni
siquiera Wall Street es homogénea.
Nuestro establishment es sumamente
defectuoso, pero tampoco es lo mismo ni tiene el mismo signo que esté
encabezado por PPK o por Fujimori, que predominen posiciones más conservadoras,
reaccionarias y populistas, o más abiertas y respetuosas de derechos sociales,
individuales y ambientales. Exige una oposición constructiva a sus múltiples
falencias, junto con apoyo a sus iniciativas y representantes más positivos y
progresistas, y la construcción de una alternativa a futuro.
Debemos agradecerle a Trump que haya
facilitado a muchísimas personas entender esto y que muchas sociedades, en
particular, la norteamericana, están más enfermas espiritualmente de lo que
creen.
En los EEUU, si ganara Trump, habrá un
establishment trumpista, probablemente terrible para EEUU y el mundo, a pesar
de los contrapesos del sistema, que en gran medida puede ir modificando a su
antojo. Si ganara Clinton, un establishment que podrá continuar, ojalá con la
misma calidad, las políticas cautas pero firmes de Obama con muchos aspectos
positivos, frenadas por intereses económicos y políticos reaccionarios.
¿Es eso lo ideal? No, pero es lo mejor
posible, en esta coyuntura, y harán bien los norteamericanos más progresistas
en seguir levantando alternativas de mayor avance. Bernie Sanders ha colaborado
en eso, pero con un error fundamental, en que coincide con Trump, que ha
impactado en los planteamientos demócratas, de ignorar la importancia del
comercio internacional y de la denostada globalización en la mejora del
crecimiento y, aún más importante, en la mejora de conciencia y mecanismos de
fomento de valores democráticos y humanistas, así como mecanismos que favorecen
la paz mundial. El proteccionismo es una involución, lo que no significa que no
hay áreas y mecanismos en los que un Estado hace bien en adoptar medidas de
protección aceptables para la OMC -Organización Mundial de Comercio.
Es posible que el TTIP, Asociación
Transatlántica para el Comercio y la Inversión, entre EEUU y Europa, necesite
mejoras en el sentido de algunas resistencias sensatas en Europa, frente a
privilegios de las transnacionales, que coinciden más con nuestros reparos,
pero no de una recaída en el proteccionismo, principal aspecto de las
resistencias en EEUU. El TPP, Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica,
que nuestro país ha suscrito, nos generará dificultades y retos, pero en mayor
grado ventajas y obligaciones favorables a una mayor calidad de nuestros
procesos y productos.
Y hay un factor adicional: soy partidario
de seguir aumentando nuestras relaciones de todo tipo con China, con cautela
para proteger mejor nuestros intereses económicos, socio ambientales y
políticos, pero, en el concierto mundial de países y culturas, nos conviene que
se refuercen los lazos con países con mayor cultura democrática y de desarrollo
humano o más cercanos en política internacional a EEUU que con China, a la vez
que no subordinados a los EEUU (que no son los de antaño, sino que juegan un
rol más positivo para la cultura internacional). La organización de estados no
alineados ha dejado de tener sentido, pero no el no alineamiento incondicional
con cualquier gran potencia. Lo que más debemos favorecer es un incremento de
las relaciones con Europa, tanto en el sentido comercial, a pesar del
ingrediente burocrático de sus normas, como en lo político y cultural, mientras
no logren dominarla las fuerzas xenófobas, autoritarias y reaccionarias.
La historia nos muestra que el heterogéneo
mundo griego y helénico, con un poder basado en el comercio y en su
superioridad cultural, trajo enormes avances para las civilizaciones del
Mediterráneo, hasta el mar Negro; y que su continuación, un imperio con muchos
defectos, como fue el romano, logró, con apoyo de su gran apertura, conservar y
profundizar esos avances, que incluían como ingredientes fundamentales la mayor
tolerancia religiosa, racial y sexual, las libertades de circulación del capital
comercial y de las personas, libertades personales y derechos para sus
ciudadanos (eso sí minoría, pero creciente). Fueron esos derechos como ciudadano
romano los que evitaron la muerte de parte de los judíos a (San) Pablo. El
imperio romano significó medio milenio de paz para una vasta extensión y
población (aunque con periódicas guerras en sus fronteras, para ampliarlas o
resistir ataques, y guerras civiles, pero con el peso centrado en los militares).
Hacemos bien en no obviar sus aspectos terribles, pero también en reconocer los
positivos.
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