No solo cada semana, sino casi cada día nos encontramos con
datos y pronósticos pesimistas. Para retomar la imagen hípica: la crisis ya
está galopando. Y lo está haciendo como si la economía estuviera en un tobogán
con trechos de diferentes ángulos de inclinación - algunos relativamente
horizontales, cada vez menores y menos frecuentes. En estos momentos estamos en
uno de esos trechos, caracterizados por alzas en las bolsas mundiales (y por
enormes ganancias de muchos grandes especuladores). Dudo que dure más de una
semana. Pero parece que esos remansos de esperanza de solución y tranquilidad
me incitan a insistir en el tema.
Poco a poco, a ritmo creciente, la mayoría de los
economistas y políticos están asumiendo la crisis como una realidad o como una
amenaza creciente e inminente. Cada vez se lee y escucha más la figura de la
economía al borde del precipicio y el augurio de un impacto aún mayor que el de
su antecesora – o inicio – de 2008/09.
No quiero asustar. Pero puede ser útil tomar algunos
ejemplos de expresiones muy recientes, inimaginables hasta hace poco, cuando
había que recurrir a Krugman o Roubini para encontrar una preocupación
parecida.
Dos destacados y sensatos economistas chilenos (vale la pena
destacarlo como una excepción en nuestra profesión), Sebastián Edwards: La
probabilidad de una hecatombe peor que
la del año 2008 es altísima; y Eduardo Engel: Que el precio de la libra de cobre caiga a un dólar (de más
de tres actualmente) es un escenario improbable pero lejos de imposible (y
sería catastrófico para el Perú y Chile).
Un editor de Financial Times: La eurozona tiene solo días
para evitar el colapso y La
situación me recuerda las últimas horas del Titanic (una figura usada frecuentemente por periodistas
especializados).
Un ejecutivo de un fondo de alto riesgo: Se está jugando con
fuego.
Un analista inglés, Timothy Garton Ash, sobre la política de
Alemania: Solo tiene razón en un 70%, un porcentaje que en un mundo de pánico
en los mercados puede convertirse de pronto en un 100% de error.
El ministro de Relaciones Exteriores de Polonia, Radoslaw
Sikorski: Solo Alemania puede salvar a la zona euro y la Unión Europea de una
crisis de proporciones apocalípticas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo
Económico (OCDE) ha señalado hace pocos días en su informe que a menos que se
adopte medidas contundentes para impedir la crisis en la eurozona, las
consecuencias serán devastadoras
para la economía mundial.
Y hasta un alto asesor del Gobierno alemán: Serios riesgos
de un desastre real.
El viceprimer ministro chino, Wang Quishan: La recesión
económica global causada por la crisis financiera internacional será crónica.
Wang ha planteado la necesidad para la economía china de
centrarse en su propio mercado. Esa noticia es particularmente alarmante, por
más que solo remache lo que ya sabíamos, porque proviene de la principal
locomotora de la economía mundial. Un pésimo augurio.
La crisis griega ha resultado ser solo la punta de un enorme
iceberg compuesto por las principales economías europeas. Hasta hace unos días
se decía, “excepto la alemana – y algunas más”, pero la reciente dificultad del
Banco Central de Alemania para colocar nuevos bonos a largo plazo podría indicar
que no será la excepción, a pesar de que luego los bonos alemanes han seguido
siendo comprados a tasas bajísimas, solo ligeramente superiores a las
norteamericanas. Finalmente la crisis es del euro, también la moneda de
Alemania.
Ante las esperanzas o desesperanzas de muchas personas por entender
la calidad y el poder de las principales economías e instituciones económicas
mundiales en manos de tecnócratas o de políticos que se guían por éstos, Paul
Krugman, a mi juicio el más lúcido economista, ha dicho hace poco que en su
mayoría son más bien ideólogos románticos que no quieren ver en la realidad lo
que no encaja con su ideología. Y tiene mucha razón. Destacan en esto los
economistas alemanes de mayor peso. Él señala que, a la vez que espera que los
europeos cambien de curso a tiempo, considera más probable que lo sigan camino
a la ruina.
En resumen, la crisis económica actual, que va llevando al
mundo a su segunda Gran Depresión, es el desinfle progresivo y progresivamente
más acelerado de un conjunto de burbujas generado por un gran esquema Ponzi de
apalancamiento excesivo de los instrumentos financieros cada vez más
desconectados de su base material en la economía real. Ese desinfle es
inevitable y son inevitables la recesión, la destrucción de un porcentaje significativo
de la riqueza actual y un deterioro de la calidad de vida de la inmensa mayoría
de las personas vía aumento de la desocupación y reducción de remuneraciones,
entre otros. Lo que es evitable es un daño extremo a la economía real y a las
sociedades humanas causado por políticas equivocadas frente al desempeño de los
mercados.
Hasta ahora nos encaminamos hacia un escenario dantesco, de
colapso del euro y de recesión mundial aguda, porque las autoridades políticas
andan rengueando detrás de los acontecimientos económicos, y las autoridades
económicas no pueden – algunas tampoco quieren – adoptar medidas que podrían
eventualmente posibilitar un aterrizaje menos dramático de la economía.
La Unión Europea necesitaría desplegar todos los mecanismos políticos
posibles para evitar una profundización catastrófica de la crisis, y no hay
seguridad de que lo haga – a tiempo. A medida que la crisis se prolonga se va
convirtiendo de financiera en crisis de solvencia. Los intereses récord que han
estado pagando Italia y España, cinco o seis veces más altos que los más altos
que paga Alemania, son insostenibles en tanto contribuyen a aumentar las deudas
ya demasiado altas. Ya Francia, Bélgica y Austria, que parecían inmunes, han
visto aumentar significativamente sus primas de riesgo (respecto de las tasas
de Alemania). Y el hundimiento de su economía está poniendo en aprietos al
gobierno británico y cuestionando su política de ajuste fiscal. La
desprestigiada pero aún poderosa agencia de calificación crediticia Moody’s amenazó
a modo de ultimátum con una rebaja generalizada de las notas de solvencia en la
Unión Europea si no adoptan medidas para estabilizar los mercados hasta inicios
de 2012.
Las necesidades de recursos para salvar a los países en
peligro de insolvencia - incluyen ahora a Italia y España, la tercera y cuarta
economía de la zona euro, y pueden arrastrar a Francia, la segunda economía en
tamaño - son de un orden muy superior a la capacidad de las entidades
financieras y políticas que tendrían que rescatarlos. El Fondo Europeo de
Estabilidad Financiera no logra superar el orden de las centenas de miles de
millones de euros. Los líderes ya han reconocido que necesitarán el apoyo del
Banco Central Europeo y del Fondo Monetario Internacional, pero también los
recursos de éstos resultan limitados frente a la magnitud potencial del
salvataje necesario. Hay un enorme riesgo de colapso del sistema financiero –
lo que la caída de Lehman&Brothers en 2008 desencadenó ha mostrado lo
terrible que puede ser eso. Y esta vez sería peor.
Ante el derrumbe progresivo de un cerro por una falla
geológica profunda no hay fuerza que lo pueda detener, pero sí puede adoptarse medidas
para minimizar los daños.
Yo no pierdo la esperanza – y la creo realista - de que el
liderazgo político europeo logre evitar lo peor, de modo que la inevitable
depresión mundial no alcance los niveles dantescos que ahora parecen probables.
Ángela Merkel, de quien al parecer todo depende, está mal asesorada y es terca,
pero ha demostrado ser capaz de cambiar de posición ante evidencias de su
equivocación. Es posible – y deseable - que la Unión Europea, después de ser
zamaqueada violentamente y resultar seriamente golpeada en este proceso, se vea
a la larga fortalecida.
Es que los insatisfechos, manifestantes e indignados ven como funciona el Estado, quien lo controla y cuanto no deben creer en el, pese a quien este a cargo del gobierno de turno y mas aun si a los malos conocidos -disfrazados de mal menor- se les regalo una presidencia que no merecian por los espetaculares resultados negativos que produjeron durante su primera y nefasta oportunidad. A costa de ser considerados pesumistas, aguafiestas y resentidos por Alan Garcia y quien sabe quien mas.
ResponderEliminarVeamos, por ejemplo, como se percibe al PJ del Peru desde afuera y como sus autoridades no hacen nada de nada por reformarlo, en nombre de su autonomia intitucional y libertad juridica.
El costo de la corrupcion llega a un 58% del PBI per capita y afecta al Estado con US$8 mil millones anuales. De acuerdo a Transparencia Internacional, el Peru esta en el puesto 80 en el ranking mundial sobre percepcion de corrupcion. En un plano mas concreto, la mano negra contamino los casos Petroaudios y BTR y los peces grandes si aparecieron fue solo como victimas del espionaje que justo ellos mismos utilizaron con animo de lucro y beneficio personal de varios tipos.
Al PJ no se le ocurre mejor idea esta semana que soltar a Romulo Leon con la vieja excusa de la caducidad de tiempo y permitir a Judith de la Mata hacer lo que le da la gana por su sobrino borracho y profugo. El APRA domina el PJ no hay nunguna duda al respeto. Y Cesar Vega Vega es su titiritero extraoficial.
Ollanta Humala no ha hecho nada para luchar contra la corrupcion institucional que domina al Estado como prometio.
Bajo esa cruda realidad no esperen que no exista insatisfaccion y rebeldia en el pais. Como dijera MVLL: "Si el PJ cae ante las garras de la corrupcion, eso significa que no existe el Estado de Derecho en el Peru".