Para quienes no lo veíamos mucho, aunque fuéramos sus amigos, y cada encuentro ocasional lo confirmara, este mutis de Toño, que como todo en él , ha sido breve y lacónico, podría parecer una de sus bromas, ambiguas, irónicas y filosóficas.
Irse sin avisar, inesperadamente, cuando era un joven perpetuo, alguien a quien sin duda volveríamos a ver, un espíritu que impregnaba cada reunión, alguien dotado de dotes y poderes un poco de Sky Walker, y una suerte de quinto Beatle, al mismo tiempo que era y siempre fue un poeta mayor. Exigente y auto exigente, fino, inteligente, crítico ácido de todos y de él mismo, culto en más plural y gozoso de los sentidos, y tan cariñoso como jodido. Además de premiado, traducido, reconocido.
Ha sido una sorpresa. Yo acababa de firmar el apoyo a su candidatura al premio nacional de cultura, que todavía debería recibir (y hace años me tocó ser jurado de un premio que daba COSAPI a trayectorias intelectuales, y conseguir que lo compartiera con un científico)
Hace semanas Balo Sánchez León le dedicó una linda columna, donde decía que iba a verlo, y yo no entendí que eso fuera un anticipo de esta noticia de hoy o ayer. Si oí que Toño, que tenía algo de torero bueno y a la antigua, de citar de frente y poner el pecho, como José Tomás, había dicho que con él no iban eso de las radiaciones, y que prefería vivir bien lo que le tocase en suerte, aunque el toro embistiese. Y aunque no terminase la poesía que estaba volviendo a escribir, después de tiempos de crónicas y prosas.
No sé si ofendo ni contrarío a nadie, espero que no, y menos que nadie a su mujer, La Negra y a sus hijos, pero este irse así casi sin despedidas le es muy propio. Elegante, orgulloso, íntegro, la conmiseración no era lo suyo. Y pedir permiso, menos. Opinó siempre como le parecía y sobre lo que le pareciera, ante quien fuera. En poesía, en caricaturas, en la radio, en relatos, en recuentos. Y en política, tanto como en ética. Era una especie de mezcla paradójica y muy limeña de republicano español con lord inglés, y de jacobino con dandy.
Felizmente para nosotros, su obra está bastante bien recogida y antologada. Felizmente se deja leer toda, placenteramente. Era capaz de combinar erudición con coloquios y calle, sueños con cotidianidad, testimonios con miradas agudas. No sé que digan otros, que saben más que yo, que improviso en este terreno, pero a mí me parece el suyo un espíritu algo como el de Valdelomar en lo fresco y ácrata, y sin duda su poesía puede haber bebido a la vez de poetas inteligentes como Martín Adán y de poetas lozanos como Eguren.
Poesía con blue jean, paseos de sensualidad, humor y sarcasmos, brevedades Borgianas, ironías que supongo tienen que ver con su relativa anglofilia (Londres, Beatles, Joyce, Eliot, Dylan Thomas…), que sin embargo se combinó también siempre con otras fuentes y tradiciones (Baudelaire, Paris, la modernidad…).
Toño era de todas partes. Pero, más exactamente, era un miraflorino de todas partes. Vivía a pocas cuadras del malecón y a algunas más del Haití. Y creo que mezclaba en desorden hacer caminatas y paseos a pie o en bicicleta, con conversar cervezas y aguas mayores, como seguramente vinos en sus años fértiles en Europa.
De todas partes y de varias ideas y verdades sucesivas.
Se formó como un Sesentaiochista, después de haber sido amigo, coetáneo y deudo del Javier Heraud de cuando Cuba era promesa y no engaño. Y fue sin duda un rebelde progresista, que apostó a eso dirigiendo revistas críticas, yendo a enseñar a provincias y liderando y convocando a muchos. Y fue también alguien que, siendo alguien siempre lúcido y jamás un ideologizado pasivo, se decepcionó antes de que se cayeran esos muros físicos, militares y mentales del socialismo burocrático y militarista. Jamás aceptó la censura ni la castración del socialismo realista y cultivó un individualismo liberal de ese que se ilustra cuando uno ve que en EEUU le dicen liberales a los demócratas progresistas como Obama. Que ojalá gane, como Toño habría preferido.
Amigo de sus amigos, futbolero, encariñado con su familia, camotudo, tener de amigo a Toño era un lujo. Leerlo será el consuelo a que no esté, porque sin que se lo propusiese, toda su obra está hablada desde él mismo.
Salud, Toño, y gracias por ser tú.
Se fué el Oso Hormiguero, una gran perdida para todos, una lastima no verlo mas caminando por ahi, una lastima no poder escucharlo mas. Mis sentidas condoloencias a su familia, a sus amigos, a sus lectores.
ResponderEliminarNo sé, realmente, qué vacío será mayor, el que deja como ser humano, en quienes lo conocieron y amaron, o el que deja como poeta, para quienes lo leyeron o lo leerán.
ResponderEliminarEn ambos, casos, es y será siempre único e irremplazable.