Estimé
pertinente dejar pasar algunos días, a partir de la afirmación que no se necesita
policías muy preparados para “perseguir
carteristas” o que para ser policías no se necesita saber” física cuántica”. Intuía
en estas afirmaciones una suerte de desprecio por la función policial y por lo
que ella comporta. Desprecio que por otro lado, no resulta ser novedoso en
interpretación de un militar. Recurriendo a los sucesos que tuvo que sufrir la
policía en regímenes militares o militarizados, encontramos la decisión del
llamado “gobierno revolucionario de las fuerzas armadas”, que lideró Juan Velasco Alvarado, de
disminuir el período de formación policial en el nivel de oficiales, a tres
anos, quitándole la equivalencia de estudios superiores universitarios. Ante la
reacción de los policías, tuvieron que modificar las leyes orgánicas que como
decretos legislativos, habían sancionado para regir a las entonces fuerzas
policiales. En el mismo periodo, se produjo un fuerte levantamiento policial (5
de febrero de 1975), que además de reclamar mejoras salariales, fue motivado
por el maltrato (agresión física) que recibiera un cabo de la entonces guardia
civil, por parte de un general del ejército de apellido Ibáñez, quien fungía de
jefe de la casa militar de palacio de gobierno. Posteriormente, y durante el
militarizado gobierno de Fujimori, se cerraron las escuelas de formación de
la policía provocando las distorsiones
en el número de policías que se arrastra hasta la actualidad. Son algunos de
los hechos, que nos permiten sostener el desprecio que siempre han tenido las
autoridades militares respecto a la policía y a la función que cumplen.
Quisiéramos
expresar brevemente en que se sustenta la función policial. La finalidad de la
policía, no sólo la peruana, de todas las policías en el mundo, no es otra que
la de mantener la indemnidad de las personas en su vida, bienes y en el
ejercicio de libertades y derechos. En el caso peruano, la constitución tiene
una inspiración “jus naturalista”, que reconoce a la persona humana derechos
anteriores a la misma sociedad y al mismo estado, cuando en su artículo primero
sostiene que “la defensa de la persona
humana y el respeto de su dignidad, es el fin supremo de la sociedad y del
estado”. La persona tiene derechos inherentes a su calidad de ser humano, y el
estado se organiza para protegerla. Una de las organizaciones generadas para
así hacerlo, es precisamente la policía nacional, inspirada en la necesidad de
promover la convivencia pacífica, asegurar el cumplimiento de las leyes y que
las personas encuentren el medio propicio para desarrollarse. Resulta entonces
que, el agente o funcionario de policía, tiene que estar profundamente
identificado con la defensa de la persona humana y el respeto de su dignidad.
Si sostenemos que para perseguir carteristas no se necesita mayor formación,
estamos sin decirlo, sosteniendo que hemos retirado a ese carterista la
condición de persona humana, y sólo estamos pretendiendo que se actúe en
atención a la violación de la ley que está cometiendo y por ello, quién debe
perseguirlo no debe detenerse en consideraciones interpretativas de la
constitución, solamente debe emplear la coerción empleando para ello los medios
contundentes necesarios. Ahora si
podemos entender, la reacción poco sensata del policía que disparó en Cajamarca
a un ciudadano que se resistía a un desalojo de la vivienda que ocupaba y que
le ocasionara la muerte. Este policía, poco y mal preparado resulta
absolutamente incompetente para defender a la persona humana y respetarle su
dignidad.
Cuando se
sostiene con ironía, que para ser policía no se necesita saber de física
cuántica, tenemos que consentir que ello es verdad, no se necesita formar a los policías en una rama alternativa a la
física formal, que pretende explicar la totalidad de los eventos que puedan
producirse a partir de la molécula, el átomo y cuyos estudios han permitido ser
aplicados en técnicas médicas para mejorar la salud de las personas. Igualmente
es cierto, que los físicos cuánticos no necesitan aprender técnicas policiales
para defender a la persona humana en sus relaciones convivenciales. Pero es
igualmente cierto, que los policías tienen que ser formados en el desarrollo de
sensibilidades especiales, que le hagan comprender sin hesitación alguna, que
lo de ellos es defender la vida de las personas, aún cuando algunas de ellas
incurran en infracciones a la ley penal.
Nos hacemos
cargo que la crispación popular, muchas veces exige mayor severidad frente a
los delincuentes y que incluso esta crispación se revela en el hecho de haberse
elegido en una ciudad del norte del país a un alcalde, que cuando estuvo en el
activo de la policía, fue acusado de haber ejecutado extrajudicialmente a
delincuentes, y que probablemente ello haya sido determinante, para que en su
momento se le ascienda por acción distinguida. Si ese es el temperamento a seguir
y las autoridades a cargo de la conducción de las políticas públicas de
seguridad quieren satisfacer esta tendencia, tendríamos que sincerar la
situación y abandonar el espíritu “jus naturalista”de la Constitución y
declarar que solamente se respetara a la persona humana que no traiciona las
leyes y que para todas las que si lo hagan, la coerción no tendrá miramientos
ni limites y a los agentes y funcionarios de policía, no se les formará en el
respeto de los valores que identifican a la función policial, que como ya se ha
dicho, no son otros que la defensa de la vida de las personas, la protección de
sus bienes y la garantía del ejercicio de sus libertades y derechos.
Se ha afirmado
también, que seis semestres académicos para formar a un agente de policía, es
un período exagerado y que en ningún otro país se insume tanto tiempo para
formar policías. Estamos seguros que en otras realidades, las oposiciones que
se fijan para acceder a los centros de formación policial, son escrupulosamente
respetadas y que los bachilleratos o educación secundaria exigida, son de mayor
calidad que la impartida en nuestro país, en donde se ha vuelto recurrente, no
sólo bajar al mínimo la dificultad de las mediciones para el acceso a las
escuelas de policía, sino que a pesar de esta disminución en la dificultad,
siempre tiene que recurrirse a lo que ha venido a denominarse “ponderación de
resultados”, que no es otro procedimiento, que el de aumentar las notas de los
resultados finales, para lograr cubrir las vacantes declaradas.
Compadeciéndose
con esta tendencia de aligerar la formación de policías, tratando de hacerlos
lo mas coercitivos posible, se está desarrollando concursos para captar
exclusivamente a licenciados de las fuerzas armadas. Está demás explicar, que
los soldados están formados para eliminar al enemigo que pretenda afectar la
soberanía nacional y que por ello su reacción tiene que ser totalmente
agresiva, contrario al policía que debe ser formado en la ponderación y en el
respeto a la vida. Resulta obvio, que a los licenciados que ingresen a la
policía, su formación tendrá que ser mucho más extensa, pues primero hay que
liberarlos de la agresividad que traen para en una segunda etapa, dotarlos de
la sensibilidad a la que nos referíamos y que está vinculada a la defensa de la
vida y a la búsqueda de la convivencia pacífica.
Terminamos
estando de acuerdo con quién sostuvo que para ser policía no se necesita saber
física cuántica, es verdad no necesitan saber física cuántica.
Necesitamos una policía técnica y formada en valores cívicos y morales
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