Lactantes,
niños y adolescentes
1. Es muy importante para la salud del niño evitar una nutrición
deficiente de la madre durante el embarazo.
2. La leche materna es básica para un buen desarrollo de los lactantes;
y para su calidad y cantidad es clave una alimentación adecuada de la madre
desde antes del inicio de la gestación, responsabilidad de ambos padres,
centrada en la madre.
3. Es importante recordar que ninguna leche artificial equivale ni
cercanamente en calidad a la leche materna, que lo mejor para lactantes es el
seno materno por el mayor tiempo posible, al menos seis meses, mejor hasta un
año, óptimamente dos años (tanto tiempo como la madre disponga de leche y de
tiempo para amamantar o extraer leche para consumo en ausencia); lo ideal,
aunque difícil actualmente, en caso de imposibilidad de la madre de amamantar,
temporal o permanente, es que la sustituya otra con exceso de leche.
4. Algunas madres no producen leche o producen permanentemente una
cantidad insuficiente, lo que obliga a recurrir a sucedáneos industriales, las
leches de fórmula (en zonas rurales su elevado precio puede llevar a preferir
leche de cabra o de oveja, algo menos problemática que la vacuna).
5. Lenta- y progresivamente, con cucharita, generalmente a partir del
sexto mes, comenzando al medio día –según el apetito y actitud de la guagua,
cuando ya puede estar sentada y mantener erguida la cabeza-, la leche materna
debe ser complementada con comida hecha papilla, y luego entera, en lo posible
natural.
6. Es indispensable que el bebé comience a tomar líquidos, cuanto antes
con vaso apropiado, que pueda sostener, en especial agua o infusiones de
hierbas sin edulcorante, tampoco miel –mejor no de bolsitas, pero coladas-, y
poco a poco también jugo de fruta, inicialmente un poco aguado.
7. Complementos especialmente buenos por la facilidad de absorción de
las proteínas son primero alguna verdura (zapallo, zanahoria, zapallito
italiano), a la semana con arroz (inicialmente pulido, luego poco a poco
integral) o con papa o camote, después combinado con palta/aguacate, carnes
blancas (pollo, pavo), frutas en pedacitos, choclo, frejoles o lentejas; no
cereales con gluten ni leche ni carnes rojas antes del año o más (y entonces
con atención a posible intolerancia), tampoco miel, por posible contaminación
bacteriana, inocua para niños grandes y adultos.
8. En los dos primeros años de vida es especialmente importante que los
ingredientes sean orgánicos o ecológicos.
9. Lo adecuado es, durante el primer año, no más de cuatro tipos de
verdura con no más de cuatro frutas (preferentemente plátano, melón, papaya, o
puré de manzana cocida), introduciéndolas una por una.
10. Hacia el año los bebés pueden comenzar a compartir paulatinamente la
comida adulta, si es baja en sal y no muy picante.
11. Es importante que el suministro de alimentos con mayor probabilidad
de generar intolerancia o alergia sea postergado y progresivo, con especial
atención a posibles síntomas –cuidando no confundirlos con los debidos a otras
causas; la precaución incluye en especial el trigo, los lácteos, pero también
los cítricos (estos suelen ser tolerados más tarde que otras frutas).
12. La intolerancia a la lactosa suele manifestarse a partir de los dos
o tres años, pero también puede darse poco después del destete, mucho más en
personas de origen étnico asiático, africano o indígena; además de los mismos síntomas
que en adultos, puede expresarse en crecimiento lento y raquitismo.
13. Lo más importante y a la vez más difícil es lograr que los niños se
alimenten sanamente, en un contexto de propagandas industriales dirigidas a
ellos y ejemplos y costumbres negativos, así como de dificultades objetivas de
su entorno.
14. Esto requiere tanto en la educación familiar como formal, de una
pedagogía sistemática, acompañada de buen ejemplo, más de estímulo paciente,
creativo, tierno, y con explicaciones sencillas, que de obligación y castigo
–aunque también puede ser necesaria a veces una pequeña dosis cuidadosa y justa
de éstos; conviene ir explicando poco a poco los criterios para una
alimentación que a uno le guste y le haga bien.
15. Es óptimo comenzar a darle al niño lo que pide de aquello que ve
consumir en su entorno, si ya es apropiado para su edad, de modo que sienta
premiada su iniciativa y no una imposición; y estimular el aprecio por
experimentar modos de preparación y sabores y aromas naturales nuevos, incluyendo
juegos y cambios de formas.
16. Se le debe dar al niño a probar lo que acepte fácilmente, no
imponiendo, y nunca agregar azúcar ni sal a lo que come.
17. En niños no maleducados nutricionalmente, los encargados de la
alimentación deben escuchar y respetar sus reacciones frente a la comida,
propiciando en general la autorregulación en materia de cantidad de ingesta
–simultáneamente protegiendo a los niños, físicamente y por persuasión, de la
propaganda dirigida a ellos (que debería ser prohibida).
18. Es importante el suministro regular de proteínas complejas, también
animales o, en caso de la opción vegetariana, con especial cuidado en la
combinación de alimentos para evitar lastrar el crecimiento.
19. La soya es particularmente dañina para lactantes, niños y
adolescentes, por su interferencia con el desarrollo sexual, además de la
frecuente intolerancia.
20. Es importante no usar la prohibición de dulces como castigo, que
solo refuerzan su atractivo, y mejor no usarlos como premio.
21. Es fundamental siempre incluir en la dieta alimentos con alto
contenido de hierro absorbible o asimilable, para evitar la anemia.
22. Las alergias e intolerancias son más frecuentes en niños,
especialmente en los primeros años, por lo que se debe prestar especial
atención a posibles síntomas, en particular diarrea, estreñimiento, vómito y
lloriqueo constante, también un crecimiento insuficiente puede ser un síntoma
de intolerancia; pero muchas veces desaparecen con la edad.
23. La mejor prevención contra las alergias e intolerancias, incluso con
antecedentes paternos, es la lactancia materna prolongada.
24. La intolerancia a la lactosa se puede dar excepcionalmente incluso
en lactantes de pecho si la madre toma leche vacuna.
25. Conviene, en lo posible, hacer participar a niñas y niños en la
cocina, inicialmente con tareas fáciles como sacar las arvejitas y habas de sus
vainas, hasta llegar a la preparación de alimentos, lo que también refuerza
valores como la responsabilidad y la cooperación, así como su destreza manual y
la valoración de la cocina, aparte de la utilidad para la vida adulta.
26. Es importante involucrar a los niños y adolescentes en la
interiorización y aplicación de criterios de no despilfarro, reutilización,
reciclaje y adecuada disposición de residuos.
27. Es bueno recordar que una exagerada cautela higiénica con los niños
es perjudicial; se benefician a la larga en su salud, por fortalecimiento del sistema
inmunológico, gracias al contacto temprano moderado con diversos gérmenes en el
suelo, en objetos de juego y en el intercambio con otros niños; el cuidado más
importante es el del lavado de manos después de la evacuación de heces.
Reflexiones
finales
·
Las enfermedades de origen
alimentario, además de los alimentos y de los genes, dependen también mucho del
estilo de vida y del estrés, así como de la contaminación ambiental, o son
agravadas por estos.
·
Algunas enfermedades crónicas
pueden ser frenadas o incluso superadas con un oportuno cambio a una
alimentación y estilo de vida más saludables.
·
Los alimentos sanos deben ser
la base de nuestra alimentación, pero no ocasiona daño la ingesta ocasional y
moderada de alimentos y bebidas menos sanos, por circunstancias o por placer
(salvo en el caso de intolerancias, de reacciones alérgicas o de rechazo
sicológico fuerte).
·
Estas indulgencias espaciadas incluso
pueden aumentar la capacidad de controlarse la mayor parte del tiempo para
evitar en general los alimentos poco sanos o dañinos.
·
También en la comida la rigidez
es errónea.
·
No hay alimentos milagrosos que
prevengan o curen alguna enfermedad en particular, sí alimentos que solos o
combinados aumentan la protección y resistencia de las personas, o que alivian
un malestar o contribuyen a curar, a veces llamados nutracéuticos.
·
Entre los mejores alimentos habituales
están las legumbres, quinua, papa (especialmente las nativas), camote,
zapallo/calabaza, arroz integral, maíz choclo, avena, coles (incluidos brócoli
y coliflor), cebolla (mejor la roja), ajo, palta, tomate (cultivados sin
pesticidas), pimentón, ají y sus parientes, berenjena, plátano, papaya, piña,
mango, tuna, coco y agua de coco, manzana, membrillo, fresa, pescados (mejor
los azules y de menor tamaño), huevo, pollo, pavo.
·
En todos los casos es
preferible el alimento orgánico/ecológico –certificado, si no se tiene
confianza en el productor.
·
En caso de intoxicaciones
leves, indigestiones o diarreas es por lo general adecuado seguir el ejemplo de
los animales, dejar de comer uno o dos días, salvo líquidos, preferentemente
agua o infusiones, sin endulzantes -en mayor cantidad que lo habitual.
·
Son indispensables, en ausencia
o como complemento de trabajo físico, los ejercicios físicos (de elongamiento,
aeróbicos, fortalecimiento muscular, etc.) y caminatas a paso rápido o trote,
en lo posible cada día, de al menos media hora, también la meditación, taichí, yoga,
pilates o afines, y el ejercicio mental (con lecturas, juegos o pasatiempos),
evitar el estrés intenso y prolongado, y propiciar momentos y períodos de
relajación.
·
Como tantos otros aspectos de
la vida, la alimentación saludable requiere no solo de aprender, sino también
de desaprender ideas y rutinas erróneas.
·
Ponerse a dieta solo es
necesario por enfermedades o predisposiciones específicas; de lo contrario es
por lo general contraproducente.
·
Una alimentación saludable
permite un significativo ahorro en atención médica, medicamentos, tratamientos,
tiempo, dolor, sobresaltos y tensiones, contribuye también al cuidado de piel,
uñas y cabello, y evita al menos parte del gasto en productos industriales para
belleza, sus frecuentes efectos secundarios indeseables y parte del tiempo que
insume su aplicación.
·
Una mente sana necesita un
cuerpo sano, pero también el cuerpo necesita una mente sana, positiva, para
estar sano o sanar.
Y
recordemos: Somos lo que comemos, de nuestra alimentación depende en gran
medida la calidad de nuestro cuerpo, sustrato de nuestra mente y alma.
¡Alimentación más diversa, integral, natural, fresca y
lo menos procesada!
Y siempre es preferible un alimento orgánico,
garantizado por una certificación, especialmente para bebés
y niños.
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