La salida de Verónica Zavala de Transportes y Comunicaciones, el cambio de Enrique Cornejo de Vivienda y Construcción a Transportes; así como el nombramiento de la congresista aprista, Nidia Vílchez, en Vivienda, dicen mucho de cómo evoluciona la situación política en las últimas semanas.
Para empezar es un bajón en la calidad de la gestión gubernamental. Zavala es una persona absolutamente honesta, muy conocedora del funcionamiento del Estado y que, a estas alturas, conocía su sector a profundidad. Hay que reconocer que Zavala se va porque ella quiere y que, más bien, ha ido retrasando desde hace muchos meses su salida a pedido del presidente.
El ingreso de Nidia Vílchez a Vivienda y Construcción es una mala noticia. Hasta donde se puede llegar a saber, del sector ella conoce como este columnista de física nuclear o Mazzetti de Interior. Entra a Vivienda básicamente porque es aprista. Sintomático: en Vivienda han estado sucesivamente Hernán Garrido Lecca, Enrique Cornejo y ahora la congresista Nidia Vílchez.
El paso de Cornejo a Transportes y Comunicaciones tampoco es para festejar. No sabe del sector y el objetivo parece ser, más bien, darle al APRA el control del ministerio que tiene más presupuesto de inversión en todo el Estado. Sin descartar otros riesgos, el del uso clientelista de los recursos públicos en ese sector crece exponencialmente.
En términos de correlación política, con estas dos movidas, el APRA recupera poder en el gabinete muy rápidamente; la verdad que mucho antes de lo esperado. La idea de un gabinete más independiente y con virtudes tecnocráticas pierde fuerza.
Ese no pareciera ser el mejor escenario para Yehude Simon luego de su batalla política con Mulder sobre el perfil de los procuradores anticorrupción. El premier, en uno de sus pocos anuncios concretos en el tema, había explicado públicamente hace diez días atrás que estos no debían ser apristas (y varios de los actuales lo son).
No es que Simon buscara restringir los derechos constitucionales de los apristas a participar en cargos públicos -como tergiversó Mulder- sino que quería trasmitir un mensaje bastante obvio; a saber que conviene a los intereses de la transparencia que quienes fiscalizan al gobierno aprista, no sean también apristas.
En el pulseo ganó Mulder y Simon retrocedió. La entrada de Nidia Vílchez no pareciera ser para nada el gol del empate, sino más bien el 2 a 0.
Una pregunta me ronda con cada vez más fuerza: ¿qué papel terminará jugando Yehude Simon en el gobierno? Dicen que para los apristas es el premierato bacalao: se agota en Semana Santa. No fue el caso para la Navidad (“el gabinete de los pavos”) y no creo tampoco que este segundo augurio se cumpla.
El riesgo principal de Simon es otro; que su gestión se convierta en la administración de coyunturas y que, en lo político, termine cada vez más mimetizado con Alan García.
Samuel Abad, Carlos Basombrío, Francisco Belaunde Matossian, Jorge Bruce, Gustavo Carrión, Carlos Iván Degregori (+), Ramiro Escobar, Liuba Kogan, Nelson Manrique, Augusto Ortiz de Zevallos, Luis Pásara, Fernando Rospigliosi, Andrés Solari, Alfredo Stecher, León Trahtemberg, Javier Torres, Sandro Venturo, Celeste Viale, Fernando Villarán.
domingo, 30 de noviembre de 2008
sábado, 29 de noviembre de 2008
NOTAS POLÉMICAS SOBRE LA ARQUITECTURA / Augusto Ortiz de Zevallos
Como se sabe el Palacio de Lima repite el modelo y quiere hacer el gesto urbanístico monumental del de Bruselas. Y lo hace con una tardanza de más de medio siglo.
Aquél, del arquitecto Poelart hacia 1865, se implantó demoliendo manzanas del Marole, el viejo barrio popular donde había vivido el pintor Brueghel y donde hasta hoy se hace el mercado semanal anticuario y de segunda mano. Fue un hito de afirmación monárquica: cerca del Palacio Real, y como remate monumental de un eje que comenzaba en la Plaza Real y que necesitaba un gran objeto vertical por ello.
De allí la cúpula enorme, que también estuvo en los planes y planos de Lima y una columnata profunda de varias series, que también en Lima se quedó en el camino.
La aparatosidad atemorizadora y los costos descomunales, económicos y sociales, hicieron que en el debate belga de la época en el parlamento del reino nuevo, se llegase a usar la palabra “arquitecto” como injuria: “Vous etes un architecte”.
En Lima el Marole, es en cierta forma, La Victoria. Y la implantación monumental fue la de formar, junto con la vieja Penitenciaría (hoy el desangelado Centro Cívico) la puerta principal al centro de Lima, por el Paseo de la República, con el tranvía como eje de acceso masivo.
“Mírame y témeme”, parece ser el mensaje.
La composición es académica y ecléctica, grandilocuente, pétrea, axial. Para llegar hay que subir enormes escaleras. Los edificios apabullan y amedrentan.
En Lima éste Palacio es pariente y coetáneo de otros, parecidamente monumentales: el de Gobierno, que alteró el frente continuo y el espacio de la Plaza Mayor, con un enorme garaje para que ministros y visitantes se sientan disminuidos. Donde reinan como en Versalles el mármol y los espejos. Y su vecino, el Palacio Municipal, también abundante en veleidades y casi sin espacios para trabajar.
Fue un tiempo de arquitecturas autoritarias con nostalgias del ancien regime , importando arquetipos europeos celebratorios del poder, cuando se cocinaban los referentes germánicos e italianos del fascismo. Aunque los estilos a veces atravesaban ideologías, pues Stalin hizo algo muy parecido, cambiando apenas banderas e íconos.
Lo que no quita que se tratase de arquitecturas ordenadas, bien compuestas, y cuya composición urbana fue cuidadosa. El Palacio de Justicia es un objeto coherente.
Y el mejor ejemplo de que piezas de esa naturaleza pueden y deben ser reinterpretadas, está quizás en el formidable reciclaje como una cúpula transparente y gran mirador del Reichstag, ese parlamento Berlinés que el Kaiser también hizo como signo de su autoritarismo, que Hitler quemó y que hoy todos los ciudadanos del mundo disfrutan para ver desde Berlín el futuro. (*)
NOTA PARA CONTRIBUIR A UN LIBRO
Aquél, del arquitecto Poelart hacia 1865, se implantó demoliendo manzanas del Marole, el viejo barrio popular donde había vivido el pintor Brueghel y donde hasta hoy se hace el mercado semanal anticuario y de segunda mano. Fue un hito de afirmación monárquica: cerca del Palacio Real, y como remate monumental de un eje que comenzaba en la Plaza Real y que necesitaba un gran objeto vertical por ello.
De allí la cúpula enorme, que también estuvo en los planes y planos de Lima y una columnata profunda de varias series, que también en Lima se quedó en el camino.
La aparatosidad atemorizadora y los costos descomunales, económicos y sociales, hicieron que en el debate belga de la época en el parlamento del reino nuevo, se llegase a usar la palabra “arquitecto” como injuria: “Vous etes un architecte”.
En Lima el Marole, es en cierta forma, La Victoria. Y la implantación monumental fue la de formar, junto con la vieja Penitenciaría (hoy el desangelado Centro Cívico) la puerta principal al centro de Lima, por el Paseo de la República, con el tranvía como eje de acceso masivo.
“Mírame y témeme”, parece ser el mensaje.
La composición es académica y ecléctica, grandilocuente, pétrea, axial. Para llegar hay que subir enormes escaleras. Los edificios apabullan y amedrentan.
En Lima éste Palacio es pariente y coetáneo de otros, parecidamente monumentales: el de Gobierno, que alteró el frente continuo y el espacio de la Plaza Mayor, con un enorme garaje para que ministros y visitantes se sientan disminuidos. Donde reinan como en Versalles el mármol y los espejos. Y su vecino, el Palacio Municipal, también abundante en veleidades y casi sin espacios para trabajar.
Fue un tiempo de arquitecturas autoritarias con nostalgias del ancien regime , importando arquetipos europeos celebratorios del poder, cuando se cocinaban los referentes germánicos e italianos del fascismo. Aunque los estilos a veces atravesaban ideologías, pues Stalin hizo algo muy parecido, cambiando apenas banderas e íconos.
Lo que no quita que se tratase de arquitecturas ordenadas, bien compuestas, y cuya composición urbana fue cuidadosa. El Palacio de Justicia es un objeto coherente.
Y el mejor ejemplo de que piezas de esa naturaleza pueden y deben ser reinterpretadas, está quizás en el formidable reciclaje como una cúpula transparente y gran mirador del Reichstag, ese parlamento Berlinés que el Kaiser también hizo como signo de su autoritarismo, que Hitler quemó y que hoy todos los ciudadanos del mundo disfrutan para ver desde Berlín el futuro. (*)
NOTA PARA CONTRIBUIR A UN LIBRO
viernes, 28 de noviembre de 2008
(HUEVOS DE ESTURIÓN) SIN ESTRATEGIA / Fernando Rospigliosi
La muerte de cinco policías en el Alto Huallaga ha sido presentada por los voceros del gobierno como un síntoma del avance de la lucha contra el terrorismo y el narcotráfico. Dicen que es la respuesta por los decomisos de droga.
Habría que tomar estas declaraciones como una muestra de humor negro, digna del general Edwin Donayre, si no se tratara de una tragedia que enluta hogares y duele al país.
¿Qué gran decomiso de droga ha efectuado la policía para propiciar una respuesta sangrienta? Ninguno. Las afirmaciones gubernamentales no tienen el más mínimo sustento. Lo que ha hecho la policía en el último tiempo en el Alto Huallaga son las operaciones de rutina, que sí afectan al narcotráfico, pero no más de lo habitual.
En realidad, más parece una represalia por las muertes y capturas que sufrió la banda terrorista del Alto Huallaga que capitanea Artemio en los últimos tiempos, como ha sostenido elexperto Rubén Vargas.
En efecto, un excelente trabajo de un equipo de la Dircote enviado a la zona, ha llevado que desde febrero del 2006 a mediados de este año, se aniquile a los tres principales mandossenderistas que secundaban a Artemio: “Clay”, “JL” y “Piero”.
Eso ha debilitado sustancialmente a la banda terrorista, pero no ha acabado con ella. Ahora quieren demostrar que todavía existen y entregar un mensaje al narcotráfico de la zona para que sigan pagando cupos, como bien apunta Rubén Vargas.
Sin embargo, la labor policial se ha visto trabada por pugnas internas, por dejadez de los mandos y por hechos de corrupción.
El equipo del coronel Luís Valencia Hirano ha sido boicoteado sistemáticamente. Al propio Valencia lo han maltratado. No lo ascendieron a general cuando le tocaba. Le prometieron hacerlo por mérito extraordinario, como también corresponde, pero hasta ahora eso no ocurre. Si no asciende en estos días, pasará a retiro por tiempo cumplido y la policía dejará de contar con uno de sus elementos operativos más valiosos.
En suma, las absurdas rivalidades, mezquindades y corruptelas, están trabando una acción eficaz que ha dado resultados en meses anteriores.
El otro tema es la falta de una preparación adecuada de la policía para la lucha en selva. En esta ocasión no es falta de recursos económicos, que es lo único que ha sobrado en los últimos años, sino la absoluta incompetencia de quienes han estado a cargo, que no le han dado la prioridad que deberían a una necesidad impostergable.
Pero la amenaza del narcotráfico y los remanentes de Sendero Luminoso en las zonas cocaleras no es -ni nunca ha sido- una preocupación de este gobierno. Que mueran policías ymilitares, que la corrupción que general el narcotráfico se desborde, que la violencia vinculada al narcotráfico se extienda en el país, no es algo que quite el sueño a los gobernantes.
Ahora han lanzado discursos, mañana se olvidarán. Hasta el próximo atentado.
Habría que tomar estas declaraciones como una muestra de humor negro, digna del general Edwin Donayre, si no se tratara de una tragedia que enluta hogares y duele al país.
¿Qué gran decomiso de droga ha efectuado la policía para propiciar una respuesta sangrienta? Ninguno. Las afirmaciones gubernamentales no tienen el más mínimo sustento. Lo que ha hecho la policía en el último tiempo en el Alto Huallaga son las operaciones de rutina, que sí afectan al narcotráfico, pero no más de lo habitual.
En realidad, más parece una represalia por las muertes y capturas que sufrió la banda terrorista del Alto Huallaga que capitanea Artemio en los últimos tiempos, como ha sostenido elexperto Rubén Vargas.
En efecto, un excelente trabajo de un equipo de la Dircote enviado a la zona, ha llevado que desde febrero del 2006 a mediados de este año, se aniquile a los tres principales mandossenderistas que secundaban a Artemio: “Clay”, “JL” y “Piero”.
Eso ha debilitado sustancialmente a la banda terrorista, pero no ha acabado con ella. Ahora quieren demostrar que todavía existen y entregar un mensaje al narcotráfico de la zona para que sigan pagando cupos, como bien apunta Rubén Vargas.
Sin embargo, la labor policial se ha visto trabada por pugnas internas, por dejadez de los mandos y por hechos de corrupción.
El equipo del coronel Luís Valencia Hirano ha sido boicoteado sistemáticamente. Al propio Valencia lo han maltratado. No lo ascendieron a general cuando le tocaba. Le prometieron hacerlo por mérito extraordinario, como también corresponde, pero hasta ahora eso no ocurre. Si no asciende en estos días, pasará a retiro por tiempo cumplido y la policía dejará de contar con uno de sus elementos operativos más valiosos.
En suma, las absurdas rivalidades, mezquindades y corruptelas, están trabando una acción eficaz que ha dado resultados en meses anteriores.
El otro tema es la falta de una preparación adecuada de la policía para la lucha en selva. En esta ocasión no es falta de recursos económicos, que es lo único que ha sobrado en los últimos años, sino la absoluta incompetencia de quienes han estado a cargo, que no le han dado la prioridad que deberían a una necesidad impostergable.
Pero la amenaza del narcotráfico y los remanentes de Sendero Luminoso en las zonas cocaleras no es -ni nunca ha sido- una preocupación de este gobierno. Que mueran policías ymilitares, que la corrupción que general el narcotráfico se desborde, que la violencia vinculada al narcotráfico se extienda en el país, no es algo que quite el sueño a los gobernantes.
Ahora han lanzado discursos, mañana se olvidarán. Hasta el próximo atentado.
miércoles, 26 de noviembre de 2008
PROPOSICIONES / LA GOBERNABILIDAD CON APELLIDO /Carlos Basombrío Iglesias
Desde que estalló la crisis de los “petro-audios” una de las discusiones (soterradas, pero recurrentes) ha sido la de cómo todo este faenón puede afectar la gobernabilidad. Es cierto que una parte de los que usan ese argumento son los que les importa un comino la corrupción en el poder (“así es siempre, déjense de cojudeces”). Pero hay, también, mucha gente sinceramente preocupada de que las pillerías de los políticos no terminen llevándose de encuentro, importantes logros del país en estos años. Y no les falta razón. Si llegara a suceder que el esquema de corrupción montado por León Alegría involucrase de manera importante a las altas esferas políticas del poder se pondría en cuestión la legitimidad del régimen. Más todavía, porque ocurriría en un contexto de bajada económica, mínima aprobación presidencial, deconfianza profunda en las instituciones; así como de incremento de las protestas sociales y de la violencia que acompaña a muchas de ellas.
¿Qué hacer? ¿Cómo se debe actuar en circunstancias como estas? A mi juicio, y salvando todas las diferencias del caso, lo que ocurrió durante la dictadura de Fujimori y Montesinos nos da lecciones sumamente importantes para esta discusión.
Sin duda en ese gobierno ocurrieron cosas positivas. García dejó al Perú destruido y desmoralizado. Fujimori logró controlar la inflación, ordenar la economía y derrotar al terrorismo. Hubo otras cosas notables como la firma de la paz definitiva con Ecuador, la solución de controversias pendientes con Chile y se podrían mencionar más temas. El punto es otro. Y es que paralelamente se empezaba a saber que ocurrían cosas terribles en corrupción, control mafioso del Estado, derechos humanos, etc. ¿Qué hacer? Simplificando, las posiciones fueron tres: los que apoyaron incondicionalmente al régimen, los que se le opusieron frontalmente y una franja importante que sentía un creciente disgusto frente a muchas cosas que ocurrían, pero que preferían no hacer olas, dado el pánico que causaba la posibilidad de regresar al desastre que nos había dejado el APRA en su primer gobierno.
¿Qué pasó al final? Pues la olla de presión estalló de golpe y el país quedó manchado por la inmensa cantidad de inmundicia que esta gente producía al sentirse segura que nadie iba a sancionarlos. Recordemos que si luego del abrupto colapso de ese régimen cleptocrático, no entramos en un largo periodo de inestabilidad fue porque tuvimos la suerte de contar con líderes responsables –Paniagua, Pérez de Cuéllar, etc.– que llevaron una transición impecable a la democracia.
Siempre salvando las grandes diferencias (para empezar, que ahora estamos en democracia y no como entonces en dictadura), debiéramos haber aprendido algo de eso años. Por lo menos tres cosas:
1.- Que quienes afectan la gobernabilidad no son los que conocen y denuncian actos de corrupción o abuso de poder; sino quienes los cometen, conviven con ellos o hacen de la vista gorda a la presencia de prontuariados personajes que van ganando poder corrupto día tras día.
2.- Que la gobernabilidad no puede andar sin apellido. La gobernabilidad, la que vale la pena y la que es sostenible -aún con sus turbulencias- es la gobernabilidad democrática.
3.- Que la búsqueda y difusión de la verdad por dura que sea es el aporte principal que los medios de comunicación pueden hacer para la consolidar la gobernabilidad democrática. La gobernabilidad con apellido. La que vale la pena.
EL FAENÓN DE DONAYRE. El general Donayre ha terminado su carrera como Comandante General del Ejército creándonos un problema diplomático absurdo con Chile. El incidente ha sido superado por una reacción rápida del gobierno, pero ello no impide que su bromita le dé argumentos adicionales a los sectores militaristas de allá para justificar su desbocada carrera armamentista. Donayre debe irse de inmediato, pero queda la pregunta: ¿qué hacía en el cargo? Los ex comandantes generales de Ejército lo habían desautorizado públicamente por el daño que le hacía a su institución. Su vedettismo y falta de sentido del ridículo lo habían convertido en protagonista de la burlas de los programas cómicos. Además, y lo más grave, enfrentaba graves denuncias de corrupción por robo de gasolina y, prepotentemente, había dejado plantado a la fiscal que lo investiga en siete oportunidades. ¿Sólo culpa de Donayre o de quienes pusieron y mantuvieron a un personaje así en el cargo?
¿Qué hacer? ¿Cómo se debe actuar en circunstancias como estas? A mi juicio, y salvando todas las diferencias del caso, lo que ocurrió durante la dictadura de Fujimori y Montesinos nos da lecciones sumamente importantes para esta discusión.
Sin duda en ese gobierno ocurrieron cosas positivas. García dejó al Perú destruido y desmoralizado. Fujimori logró controlar la inflación, ordenar la economía y derrotar al terrorismo. Hubo otras cosas notables como la firma de la paz definitiva con Ecuador, la solución de controversias pendientes con Chile y se podrían mencionar más temas. El punto es otro. Y es que paralelamente se empezaba a saber que ocurrían cosas terribles en corrupción, control mafioso del Estado, derechos humanos, etc. ¿Qué hacer? Simplificando, las posiciones fueron tres: los que apoyaron incondicionalmente al régimen, los que se le opusieron frontalmente y una franja importante que sentía un creciente disgusto frente a muchas cosas que ocurrían, pero que preferían no hacer olas, dado el pánico que causaba la posibilidad de regresar al desastre que nos había dejado el APRA en su primer gobierno.
¿Qué pasó al final? Pues la olla de presión estalló de golpe y el país quedó manchado por la inmensa cantidad de inmundicia que esta gente producía al sentirse segura que nadie iba a sancionarlos. Recordemos que si luego del abrupto colapso de ese régimen cleptocrático, no entramos en un largo periodo de inestabilidad fue porque tuvimos la suerte de contar con líderes responsables –Paniagua, Pérez de Cuéllar, etc.– que llevaron una transición impecable a la democracia.
Siempre salvando las grandes diferencias (para empezar, que ahora estamos en democracia y no como entonces en dictadura), debiéramos haber aprendido algo de eso años. Por lo menos tres cosas:
1.- Que quienes afectan la gobernabilidad no son los que conocen y denuncian actos de corrupción o abuso de poder; sino quienes los cometen, conviven con ellos o hacen de la vista gorda a la presencia de prontuariados personajes que van ganando poder corrupto día tras día.
2.- Que la gobernabilidad no puede andar sin apellido. La gobernabilidad, la que vale la pena y la que es sostenible -aún con sus turbulencias- es la gobernabilidad democrática.
3.- Que la búsqueda y difusión de la verdad por dura que sea es el aporte principal que los medios de comunicación pueden hacer para la consolidar la gobernabilidad democrática. La gobernabilidad con apellido. La que vale la pena.
EL FAENÓN DE DONAYRE. El general Donayre ha terminado su carrera como Comandante General del Ejército creándonos un problema diplomático absurdo con Chile. El incidente ha sido superado por una reacción rápida del gobierno, pero ello no impide que su bromita le dé argumentos adicionales a los sectores militaristas de allá para justificar su desbocada carrera armamentista. Donayre debe irse de inmediato, pero queda la pregunta: ¿qué hacía en el cargo? Los ex comandantes generales de Ejército lo habían desautorizado públicamente por el daño que le hacía a su institución. Su vedettismo y falta de sentido del ridículo lo habían convertido en protagonista de la burlas de los programas cómicos. Además, y lo más grave, enfrentaba graves denuncias de corrupción por robo de gasolina y, prepotentemente, había dejado plantado a la fiscal que lo investiga en siete oportunidades. ¿Sólo culpa de Donayre o de quienes pusieron y mantuvieron a un personaje así en el cargo?
martes, 25 de noviembre de 2008
APEC Y EL SUSTO POR LA DEMOCRACIA/ Ramiro Escobar
Está bien: no vamos a decir que Lima no pasó la prueba de las cumbres, que no curó algunas de las profundas heridas de sus pistas o que nuestro arte culinario no se lució en las relucientes bandejas del Pentagonito. Tampoco vamos a desconocer que, en efecto, es posible que las inversiones en nuestro suelo engorden, al ritmo del rap del APEC.
No hasta la alucinógena cifra de los 100 mil millones de dólares anunciados, pero sin duda algún empresario ensayará su huida hacia este territorio que, según nuestro mandatario, es algo así como la zona liberada de la crisis financiera mundial. Lo que me parece sorprendente es la manera en que la ‘Cumbre’ ha fondeado la palabra ‘democracia’.
He buscado el término en las declaraciones, documentos, anuncios, informes, etc., pero no lo encuentro. Por supuesto que no ignoro que APEC es un foro básicamente económico, no vinculante, que procura fomentar la cooperación económica y el intercambio comercial. Pero, ¿el mundo está para hablar solamente de negocios?
Según la Declaración de Lima, no se debe desvincular las gestiones empresariales o comerciales de las urgencias sociales, laborales y ambientales. Responsabilidad social, que le dicen. Pero qué tal si, además de eso, y en la medida que los ‘apecos’ se proponen enfrentar la crisis mundial, se da aunque sea una puntada sobre otros asuntos.
Me temo que va a ser difícil porque hay ropa tendida, sobre todo en el contingente asiático de este foro (pero no sólo allí). En los territorios donde están las 21 economías de APEC, hay 11 en los cuales se aplica la pena de muerte con más o menos intensidad. Y países como China, en donde no se nota que haya una mayor recesión de las ejecuciones.
A Somchai Wongsawat, el primer ministro de Tailandia, lo espera una revuelta popular de proporciones a su regreso de Lima. En el mismo país, se han cerrado unas 300 emisoras de radio y bloqueado algunos sitios de Internet.
El anterior Primer Ministro, Samak Sundaravej fue destituido por participar en un programa culinario de TV. Lo hizo sin autorización y cobrando dinero, algo prohibido por la Constitución del país (como si Yehude Simon hubiera cobrado por participar en la ‘aventura culinaria’ de Gastón Acurio). En Vietnam, para continuar por el sudeste asiático, se ha encarcelado a numerosos disidentes políticos y también se ha reprimido a bloggers y sitios de Internet.
En Singapur, hay detenciones sin cargos ni juicio, según Amnistía Internacional. A su vez, unos ocho objetores de conciencia al servicio militar fueron encarcelados en el 2007 y otros 12 continúan cumpliendo condena. Por añadidura, en el mismo año se ejecutó a 5 personas, por delitos de narcotráfico, lo que provocó alarma en funcionarios de la ONU.
La lista continuaría con los ataques a disidentes o brotes de xenofobia en Rusia, la Ley de Seguridad Interna en Malasia (que permite encarcelar a alguien sin juicio hasta por dos años) o la impunidad por las violaciones a los derechos humanos en Indonesia. Para no hablar del silencio de George W. Bush, en su despedida mundial, sobre Guantánamo.
Claro, se puede levantar, tras este recuento, el viejo truco de las ‘cuerdas separadas’, que sirve para poner distintas velocidades en la negociación comercial con países diferentes. Pero que, puesto en el gran escenario de las relaciones internacionales, suena a la resurrección, a nivel global, del penoso adagio que dice que ‘la democracia no se come’.
Ha sido Barack Obama, al precisar que el TLC con Colombia no se firma aún debido al asesinato de sindicalistas, quien parece estar señalando otra ruta. Y también las autoridades de Papuá Nueva Guinea, país al que casi no se le ha dado pelota en este foro de APEC, las cuales han señalado que trabajarán para abolir la pena de muerte.
Pero no hay que entusiasmarse demasiado: en el ecosistema de los negocios internacionales, o en algunas sedes de gobierno, hay quienes deben soñar con un mundo convertido en un gran chifa, que tiene que seguir funcionando aunque haya crímenes en la cocina. Un ‘mundo feliz’, que desconoce mayormente la crisis moral de este siglo.
No hasta la alucinógena cifra de los 100 mil millones de dólares anunciados, pero sin duda algún empresario ensayará su huida hacia este territorio que, según nuestro mandatario, es algo así como la zona liberada de la crisis financiera mundial. Lo que me parece sorprendente es la manera en que la ‘Cumbre’ ha fondeado la palabra ‘democracia’.
He buscado el término en las declaraciones, documentos, anuncios, informes, etc., pero no lo encuentro. Por supuesto que no ignoro que APEC es un foro básicamente económico, no vinculante, que procura fomentar la cooperación económica y el intercambio comercial. Pero, ¿el mundo está para hablar solamente de negocios?
Según la Declaración de Lima, no se debe desvincular las gestiones empresariales o comerciales de las urgencias sociales, laborales y ambientales. Responsabilidad social, que le dicen. Pero qué tal si, además de eso, y en la medida que los ‘apecos’ se proponen enfrentar la crisis mundial, se da aunque sea una puntada sobre otros asuntos.
Me temo que va a ser difícil porque hay ropa tendida, sobre todo en el contingente asiático de este foro (pero no sólo allí). En los territorios donde están las 21 economías de APEC, hay 11 en los cuales se aplica la pena de muerte con más o menos intensidad. Y países como China, en donde no se nota que haya una mayor recesión de las ejecuciones.
A Somchai Wongsawat, el primer ministro de Tailandia, lo espera una revuelta popular de proporciones a su regreso de Lima. En el mismo país, se han cerrado unas 300 emisoras de radio y bloqueado algunos sitios de Internet.
El anterior Primer Ministro, Samak Sundaravej fue destituido por participar en un programa culinario de TV. Lo hizo sin autorización y cobrando dinero, algo prohibido por la Constitución del país (como si Yehude Simon hubiera cobrado por participar en la ‘aventura culinaria’ de Gastón Acurio). En Vietnam, para continuar por el sudeste asiático, se ha encarcelado a numerosos disidentes políticos y también se ha reprimido a bloggers y sitios de Internet.
En Singapur, hay detenciones sin cargos ni juicio, según Amnistía Internacional. A su vez, unos ocho objetores de conciencia al servicio militar fueron encarcelados en el 2007 y otros 12 continúan cumpliendo condena. Por añadidura, en el mismo año se ejecutó a 5 personas, por delitos de narcotráfico, lo que provocó alarma en funcionarios de la ONU.
La lista continuaría con los ataques a disidentes o brotes de xenofobia en Rusia, la Ley de Seguridad Interna en Malasia (que permite encarcelar a alguien sin juicio hasta por dos años) o la impunidad por las violaciones a los derechos humanos en Indonesia. Para no hablar del silencio de George W. Bush, en su despedida mundial, sobre Guantánamo.
Claro, se puede levantar, tras este recuento, el viejo truco de las ‘cuerdas separadas’, que sirve para poner distintas velocidades en la negociación comercial con países diferentes. Pero que, puesto en el gran escenario de las relaciones internacionales, suena a la resurrección, a nivel global, del penoso adagio que dice que ‘la democracia no se come’.
Ha sido Barack Obama, al precisar que el TLC con Colombia no se firma aún debido al asesinato de sindicalistas, quien parece estar señalando otra ruta. Y también las autoridades de Papuá Nueva Guinea, país al que casi no se le ha dado pelota en este foro de APEC, las cuales han señalado que trabajarán para abolir la pena de muerte.
Pero no hay que entusiasmarse demasiado: en el ecosistema de los negocios internacionales, o en algunas sedes de gobierno, hay quienes deben soñar con un mundo convertido en un gran chifa, que tiene que seguir funcionando aunque haya crímenes en la cocina. Un ‘mundo feliz’, que desconoce mayormente la crisis moral de este siglo.
lunes, 24 de noviembre de 2008
CRISIS BIPOLAR/Jorge Bruce
La bipolaridad a la que alude el título no es la de dos bloques económicos o políticos antagónicos, pues vivimos la tranquilizadora era del “pensamiento único”. Aquel que no se inscriba en esta corriente hegemónica deberá ser embarcado en la balsa de los locos, la stultifera navis del medioevo[i], ha sentenciado el gran Otro que nos gobierna. Como entonces no había lugares ni técnicas adecuadas para tratar a los enfermos mentales, se les expulsaba en esas naves a las que alude nuestro inspirado líder y se les enviaba a la deriva. No, enajenado lector, la bipolaridad que tenemos en mente tampoco es la de nuestro mandatario, quien hace poco invocaba la consistencia psicológica, tal como han recordado Fernando Rospigliosi y Nelson Manrique en este Espacio Compartido, en el que nos hemos agrupado –tristes pero resilientes- ante la decapitación “empresarial” de Perú 21. Me refiero a aquella “crisis de crecimiento” que solo Él ha identificado. Ahí donde la mayoría de analistas del orbe, sin importar su pertenencia ideológica, han observado una grave recesión -que en psicopatología sería el equivalente a una depresión estuporosa- el gran psicoanalista político de la posmodernidad ha detectado la realidad que se encuentra más allá de lo evidente.
Esto recuerda al artículo que publicó –me parece que en Caretas- al final de su periodo precedente, cuando las palabras caos o burdel eran pálidos eufemismos para describir lo que se vivía en nuestro país. Su título: El Desorden Aparente. Alguna vez Alan García me ha reprochado por televisión el opinar sobre esa época sin haber vivido aquí. Es cierto, entonces vivía en París, donde me rompía el alma –y no me quejo pues lo disfruté y aproveché a fondo- trabajando para mantener a mis hijos, ya que esa ciudad siempre ha sido de altísimo costo y nunca me quedó claro cómo hacía él para residir en el exilio en un elegante apartamento del barrio 16, el más chic de la capital francesa. Me alegro de haberme “perdido” ese periodo de gobierno aprista y es obvio que el argumento de la extraterritorialidad no es más que una maniobra descalificadora excluyente. Con lo que veo ahora me basta y sobra. Pero volvamos a la bipolaridad, cuyos estados alterados y alternos son, como se sabe, la depresión y la euforia. Donde el mundo teme recesión, desempleo y hambruna, AGP ve crecimiento, oportunidades excepcionales y escucha atronadoras fanfarrias de júbilo que los amargados y derrotistas ignoramos, tal como en la década del 85 solo él veía el orden superior que se disimulaba tras la hiperinflación, la corrupción y el terrorismo. Y a quienes osen criticar esta visión de estadista inspirado en el largo plazo (18 meses durará la crisis, según nos informa con alucinante clarividencia), se les destierra de un manotazo imperioso: a eso, supongo, le llama tener consistencia psicológica.
El problema es que el inconsistente es el nuevo (des)orden mundial. La realidad contumaz se resiste a la omnipotencia de pensamiento del gran líder emponchado de los países de APEC. La sensación embriagadora de esos días histéricos ha pasado pero nosotros no tenemos porqué preocuparnos, pues la crisis que recorre el planeta será detenida en la frontera por la mano –digna de Moisés en el Mar Rojo o Miguel Ángel en la capilla Sixtina- del hombre que volverá para rescatarnos de sí mismo en el 2016. Para entonces, es cierto, la psicofarmacología habrá seguido desarrollándose: nada detiene el progreso.
[i] Esta práctica es analizada por Michel Foucault en su Historia de la Locura y pintada de manera genial por Hyeronymus Bosch (La Nave de los Locos).
Esto recuerda al artículo que publicó –me parece que en Caretas- al final de su periodo precedente, cuando las palabras caos o burdel eran pálidos eufemismos para describir lo que se vivía en nuestro país. Su título: El Desorden Aparente. Alguna vez Alan García me ha reprochado por televisión el opinar sobre esa época sin haber vivido aquí. Es cierto, entonces vivía en París, donde me rompía el alma –y no me quejo pues lo disfruté y aproveché a fondo- trabajando para mantener a mis hijos, ya que esa ciudad siempre ha sido de altísimo costo y nunca me quedó claro cómo hacía él para residir en el exilio en un elegante apartamento del barrio 16, el más chic de la capital francesa. Me alegro de haberme “perdido” ese periodo de gobierno aprista y es obvio que el argumento de la extraterritorialidad no es más que una maniobra descalificadora excluyente. Con lo que veo ahora me basta y sobra. Pero volvamos a la bipolaridad, cuyos estados alterados y alternos son, como se sabe, la depresión y la euforia. Donde el mundo teme recesión, desempleo y hambruna, AGP ve crecimiento, oportunidades excepcionales y escucha atronadoras fanfarrias de júbilo que los amargados y derrotistas ignoramos, tal como en la década del 85 solo él veía el orden superior que se disimulaba tras la hiperinflación, la corrupción y el terrorismo. Y a quienes osen criticar esta visión de estadista inspirado en el largo plazo (18 meses durará la crisis, según nos informa con alucinante clarividencia), se les destierra de un manotazo imperioso: a eso, supongo, le llama tener consistencia psicológica.
El problema es que el inconsistente es el nuevo (des)orden mundial. La realidad contumaz se resiste a la omnipotencia de pensamiento del gran líder emponchado de los países de APEC. La sensación embriagadora de esos días histéricos ha pasado pero nosotros no tenemos porqué preocuparnos, pues la crisis que recorre el planeta será detenida en la frontera por la mano –digna de Moisés en el Mar Rojo o Miguel Ángel en la capilla Sixtina- del hombre que volverá para rescatarnos de sí mismo en el 2016. Para entonces, es cierto, la psicofarmacología habrá seguido desarrollándose: nada detiene el progreso.
[i] Esta práctica es analizada por Michel Foucault en su Historia de la Locura y pintada de manera genial por Hyeronymus Bosch (La Nave de los Locos).
21 SOLES Y EL PERÚ / Augusto Ortiz de Zevallos
Acabo de cancelar con el quiosco de mi barrio mi suscripción a Perú.21, que me costaba 21 emblemáticos soles al mes (30 veces 70 céntimos). Ese era el precio mínimo e irreemplazable de un valor mucho mayor, hoy perdido.
La libertad de pensamiento, la laicidad, la inteligencia, la información, la opinión. También la irreverencia, el humor, la descreencia en pompas y boatos. Respetar al lector y no darle catecismos ni chismes ni banalidades perfumadas.
Desde la tarjeta roja de sus dueños a su director, este triste despropósito que ha pifeado el estadio entero porque sabe y huele a esos penales, tiros libres y off-sides regalados que los futboleros peruanos conocemos, PERU.21 es una parodia, de la que se han bajado casi todos los columnistas regulares. Yo he sido uno irregular, amateur y esporádico y quizá no me corresponda renunciar. Nunca cobré, nada me deben. Pero me bajo, porque además ya ni me podría leer. Ni yo mismo ni quienes me interesaba que me leyesen, los lectores del Perú.21 previo a este fantasma, que eran muchos y sumaban una apuesta por el Perú joven, nuevo, distinto, mestizo y plural.
Lectoría que esta estupidez pierde y que nos devuelve al viejo sabor mediocre, rancio y pretencioso del periodismo feudal. Fue el primer logro (y no solamente intento) de una lectoría plural en edades, nivel económico, procedencia, estilo de vida.
Lo fue tanto que fue frenado para que no hiciera competencia a otros periódicos de su grupo, bastante más caros y vacíos. Todo esto, además de agredir nuestra inteligencia es por ello un absurdo empresarial. Habrá menos lectores, menos credibilidad.
Solamente lo pueden explicar cuentas hechas en otros territorios de interés.
El nombre del diario desmantelado aludía evidentemente al siglo 21 en que deberíamos estar y al próximo centenario de nuestra independencia que así se anuncia mal (el anterior se celebró con fachadas de cartón piedra en la Plaza San Martín).
Nos quedamos sin una herramienta importante para que haya cambios y no solamente escenografías. A ver más de lo mismo.
Solamente añado la nostalgia que hoy tuve de cuando hace más de cuarenta años, seguía semanalmente el ritual fascinante y sabio de la escultora Cristina Gálvez, a quien le llegaban por barco, con un mes puntual de atraso, los periódicos hebdomadarios que leía: El Nouvel Observateur y el Canard Enchainé.
No leía ninguno peruano. Tampoco veía televisión. Prefería el oxígeno al aire enrarecido. Y así Cristina se enteraba un mes después de que habían llegado a la luna, por ejemplo. Pero ese mes de tardanza le daba décadas de adelanto en saber vivir, entender, crear y pensar.
Que PERU 21 no descanse en paz. Que la libertad de pensar, informar y opinar tampoco.
La libertad de pensamiento, la laicidad, la inteligencia, la información, la opinión. También la irreverencia, el humor, la descreencia en pompas y boatos. Respetar al lector y no darle catecismos ni chismes ni banalidades perfumadas.
Desde la tarjeta roja de sus dueños a su director, este triste despropósito que ha pifeado el estadio entero porque sabe y huele a esos penales, tiros libres y off-sides regalados que los futboleros peruanos conocemos, PERU.21 es una parodia, de la que se han bajado casi todos los columnistas regulares. Yo he sido uno irregular, amateur y esporádico y quizá no me corresponda renunciar. Nunca cobré, nada me deben. Pero me bajo, porque además ya ni me podría leer. Ni yo mismo ni quienes me interesaba que me leyesen, los lectores del Perú.21 previo a este fantasma, que eran muchos y sumaban una apuesta por el Perú joven, nuevo, distinto, mestizo y plural.
Lectoría que esta estupidez pierde y que nos devuelve al viejo sabor mediocre, rancio y pretencioso del periodismo feudal. Fue el primer logro (y no solamente intento) de una lectoría plural en edades, nivel económico, procedencia, estilo de vida.
Lo fue tanto que fue frenado para que no hiciera competencia a otros periódicos de su grupo, bastante más caros y vacíos. Todo esto, además de agredir nuestra inteligencia es por ello un absurdo empresarial. Habrá menos lectores, menos credibilidad.
Solamente lo pueden explicar cuentas hechas en otros territorios de interés.
El nombre del diario desmantelado aludía evidentemente al siglo 21 en que deberíamos estar y al próximo centenario de nuestra independencia que así se anuncia mal (el anterior se celebró con fachadas de cartón piedra en la Plaza San Martín).
Nos quedamos sin una herramienta importante para que haya cambios y no solamente escenografías. A ver más de lo mismo.
Solamente añado la nostalgia que hoy tuve de cuando hace más de cuarenta años, seguía semanalmente el ritual fascinante y sabio de la escultora Cristina Gálvez, a quien le llegaban por barco, con un mes puntual de atraso, los periódicos hebdomadarios que leía: El Nouvel Observateur y el Canard Enchainé.
No leía ninguno peruano. Tampoco veía televisión. Prefería el oxígeno al aire enrarecido. Y así Cristina se enteraba un mes después de que habían llegado a la luna, por ejemplo. Pero ese mes de tardanza le daba décadas de adelanto en saber vivir, entender, crear y pensar.
Que PERU 21 no descanse en paz. Que la libertad de pensar, informar y opinar tampoco.
NOS GANARON UNA PARTIDA (EL CASO VÉRTICE/PLANAS) /Sandro Venturo
Hace un par de semanas la galería de arte Vértice fue clausurada por la Oficina de Fiscalización de la Municipalidad de San Isidro. Esta decisión edil, sin embargo, resultó merecedora de todas las sospechas. Desde la inauguración de “La Migración de los Santos”, de Cristina Planas, existió una fuerte presión de parte de un grupo de vecinos católicos, quienes ejercieron una efectiva influencia detrás del escenario. Dirigieron cientos de cartas al Alcalde –siguiendo el formato publicado en una web cristiana- y visitaron a diversos funcionarios municipales. Al final, la municipalidad cedió de forma extraña a esta presión, esto es, cuando faltaban dos días para la culminación de la muestra. Se trató de un gesto inútil para la censura aunque significativo para un grupo decisivo de vecinos dispuestos a librar una guerra santa.
Lo de Vértice muestra que existen capas culturales previas al siglo XVIII que aún están vigentes. Yo pensaba que se trataba creyentes exóticos, fetichistas, corporativos, personajes de una película o una novela del Perú post-colonial. Falso. Viven aquí. Están bien organizados. Usan las redes virtuales. Tienen mucha influencia política. Se organizan bien.
Eso de vivir en San Isidro, en el distrito con el más alto índice de desarrollo humano en el país, y tener una ideología que se basa en la ecuación "fe igual ideología de iglesia", me parecía una paradoja. Y no lo es. Hay que tener recursos (ingreso, salud, nivel de instrucción, etc.) para sostener una vida social tan anacrónica.
Lo del Gobierno municipal es bochornoso. Como no existe argumento ni norma que justifique la censura, los funcionarios de fiscalización encontraron en un trámite en proceso, el talón de Charo Wenzel, directora de Vértice.
La censura prosperó porque existen vecinos que actúan en San Isidro como si fuera su hacienda. Pero San Isidro es la ciudad y la ciudad es de todos los ciudadanos (disculpen la redundancia).
En fin. Ganaron una partida. El arte que ejerce la crítica no debe quejarse de ellos. A fin de cuentas lo de Cristina Planas tocó un nervio social. Y eso hace de su trabajo algo relevante, nos parezca interesante o no. El arte se salió de la Galería. El picazón vino a propósito de un nota en El Comercio escrita por Carlo Trivelli.
Uno pica sin querer queriendo y recibe una cachetadón. Lo digo por experiencia propia: quien ejerce la interpretación con filo debe estar preparado para perder. Y luego recuperarse. Y seguir en esta batalla ideológica a favor de una ciudadanía plena.
........
Pdt. Escribo esto directamente relacionado con el caso: escribí el texto de la exposición para Cristina Planas, trabajo de vez en cuando con Vértice, y Natalia Iguiñiz -mi compañera- se quedó sin Galería por esta censura. Y soy un ciudadano peruano. Así que estoy absolutamente parcializado en lo que digo.
Lo de Vértice muestra que existen capas culturales previas al siglo XVIII que aún están vigentes. Yo pensaba que se trataba creyentes exóticos, fetichistas, corporativos, personajes de una película o una novela del Perú post-colonial. Falso. Viven aquí. Están bien organizados. Usan las redes virtuales. Tienen mucha influencia política. Se organizan bien.
Eso de vivir en San Isidro, en el distrito con el más alto índice de desarrollo humano en el país, y tener una ideología que se basa en la ecuación "fe igual ideología de iglesia", me parecía una paradoja. Y no lo es. Hay que tener recursos (ingreso, salud, nivel de instrucción, etc.) para sostener una vida social tan anacrónica.
Lo del Gobierno municipal es bochornoso. Como no existe argumento ni norma que justifique la censura, los funcionarios de fiscalización encontraron en un trámite en proceso, el talón de Charo Wenzel, directora de Vértice.
La censura prosperó porque existen vecinos que actúan en San Isidro como si fuera su hacienda. Pero San Isidro es la ciudad y la ciudad es de todos los ciudadanos (disculpen la redundancia).
En fin. Ganaron una partida. El arte que ejerce la crítica no debe quejarse de ellos. A fin de cuentas lo de Cristina Planas tocó un nervio social. Y eso hace de su trabajo algo relevante, nos parezca interesante o no. El arte se salió de la Galería. El picazón vino a propósito de un nota en El Comercio escrita por Carlo Trivelli.
Uno pica sin querer queriendo y recibe una cachetadón. Lo digo por experiencia propia: quien ejerce la interpretación con filo debe estar preparado para perder. Y luego recuperarse. Y seguir en esta batalla ideológica a favor de una ciudadanía plena.
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Pdt. Escribo esto directamente relacionado con el caso: escribí el texto de la exposición para Cristina Planas, trabajo de vez en cuando con Vértice, y Natalia Iguiñiz -mi compañera- se quedó sin Galería por esta censura. Y soy un ciudadano peruano. Así que estoy absolutamente parcializado en lo que digo.
EL APEC, ALAN GARCÍA Y LA CRISIS/ Nelson Manrique
El desarrollo del Foro APEC que hoy concluye ha desplazado a un segundo plano, al menos temporalmente, los temas que han venido marcando la coyuntura nacional: los destapes en torno a la corrupción en el gobierno aprista, las cada vez más exasperadas movilizaciones populares, el incremento del costo de vida, etc. Es de reconocer el empeño puesto por el presidente García para que este evento tuviera el mayor impacto posible. Pero, como en tantas otras oportunidades, su incontrolable verbo termina siendo su talón de Aquiles. Los temas con que asombró al mundo están resumidos en declaraciones que prestó al diario El Comercio (“Alan García mira al 2016: ‘Me gustaría ser presidente del Perú por tercera vez’”, El Comercio, 20 de noviembre de 2008).
Según Alan García, el APEC debía ser “la oportunidad de analizar las razones de esta crisis de una manera que el G-20 reunido en Washington no ha hecho ... En el G-20 no ha habido un consenso para comprender que esta es una crisis de crecimiento. Es un relanzamiento del mercado. Es una crisis de riqueza mundial. Jamás ha tenido el mundo en los bancos tantos recursos financieros como hoy”. Esta conclusión es de su estricta cosecha personal, como modestamente lo subraya: “Creo que el G-20 en Washington, y a pesar de todos sus grandes pensadores, no ha logrado entender eso. El tema es administrar una crisis de crecimiento”.
Aparentemente el Dr. García no está enterado de que precisamente uno de los elementos fundamentales que caracteriza a la presente crisis es que una ingente cantidad de recursos financieros se acumulan en poder de los bancos y no tienen cómo colocarse rentablemente, debido a la recesión del sistema productivo que está en marcha. Que los bancos tengan tantos recursos financieros no es la solución, sino el problema.
La especificidad de las crisis capitalistas
Las crisis en todos los sistemas productivos anteriores al capitalismo eran crisis de escasez: allí donde una sequía provocaba una caída de la producción agrícola, por ejemplo, sobrevenía una crisis. Pero las crisis capitalistas no son crisis de escasez sino de abundancia: el sistema se paraliza porque hay demasiada producción, y demasiado de todo.
¿Cómo puede provocar una crisis la sobreproducción? Esto es así porque en el capitalismo no basta con producir mercancías sino que éstas tienen que encontrar un comprador. Si soy un industrial del calzado, por ejemplo, luego de cada campaña productiva, para reiniciar el nuevo ciclo, necesito previamente vender los zapatos que he producido, para disponer de capital para iniciar la siguiente campaña. Si no consigo venderlos, se paralizará mi empresa.
A primera vista esto no debiera ser un problema, porque hay mucha gente en el mundo que necesita zapatos. Pero por desgracia el mercado sólo está formado por la demanda solvente: no por los descalzos, sino por quienes tienen dinero para comprar zapatos. Y si el mercado se satura y si no consigo vender mis zapatos, luego de agotar algunas alternativas temporales (por ejemplo producir correas, hasta que este nuevo sector se sature, y así sucesivamente, hasta que se sature toda la economía), me veré obligado a reducir mi producción. Esta alternativa agrava aún más la situación, porque obliga a despedir trabajadores, y cada nuevo desempleado es un consumidor menos, con lo que el mercado se contrae aun más, lo que agudiza la recesión y así sucesivamente, abriéndose el camino a la cadena de quiebras empresariales que el mundo comienza a ver. Sigue entonces una contracción violenta de los salarios, provocada porque una gran cantidad de desempleados buscando trabajo presionan hacia abajo el precio de la fuerza de trabajo, etc.
El resultado de esta dinámica se vio en 1929: millones de desempleados mendigando para comer (en Estados Unidos quienes han solicitado acogerse al seguro de desempleo hoy superan ya los 4 millones), miles de empresas quebradas (está sucediendo, y la situación sería mucho más grave si los neoliberales fueran consecuentes con su rollo y no recurrieran a que el Estado invierta billones de dólares para salvar empresas quebradas), una caída fatal de los precios de las materias primas (hoy el precio del zinc ha caído a la cuarta parte en dos años, en los últimos meses el precio del cobre ha caído a la mitad y el del petróleo a la tercera parte, etc.).
De esta manera, una crisis capitalista como la presente se manifiesta inicialmente a través de un exceso de capitales, que no encuentran dónde colocarse productivamente para generar utilidades. Prosigue después en forma de un exceso de producción (demasiadas mercancías), lo que a su vez obliga a despedir obreros (exceso de trabajadores). A medida que avanza la crisis las empresas que no tienen acceso a créditos para atender a sus demandas van quebrando (exceso de empresas). Y así hasta tocar fondo. Sólo después, luego de años de gran sufrimiento, es posible reiniciar un nuevo ciclo de expansión. Esta es la dinámica de una crisis de sobreproducción y así ha sido el capitalismo desde sus inicios. Es sólo la enorme ignorancia de los neoliberales en materia de historia lo que hace que les sorprenda semejante derrotero.
¿Es todo esto algo novedoso? En realidad son los conocimientos que debieran dominar los estudiantes de economía de los primeros grados. Por eso causa vergüenza ajena ver al presidente del Perú pontificando sobre temas que, siendo abogado de profesión, no está obligado a conocer, pero sobre los cuales debiera asesorarse, si es inevitable que hable en foros internacionales, y no puede aprovechar la extraordinaria oportunidad de guardar silencio.
Aparentemente Alan García no ha tenido mucho éxito en convencer a sus interlocutores de que un esplendoroso porvenir aguarda al capitalismo a la vuelta de la esquina, puesto que Japón, Alemania -y en general Europa- han optado por declararse oficialmente en crisis, el presidente de China ha dicho que el porvenir de la economía mundial es sombrío y en Estados Unidos la industria más emblemática, la automovilística, acaba de declarar formalmente que no puede sobrevivir si no viene el Estado a socorrerla (nuevamente, las utilidades son privadas, pero las pérdidas deben pagarlas todos los ciudadanos: el comunismo de los ricos).
Me confieso incompetente para evaluar estas declaraciones del presidente García: “Aquí tenemos dos tipos de personajes. Los nuevos conversos que gritan viva el libre mercado y que antes fueron mercantilistas. Y los otros son los que siempre han creído en el Estado. Lo que falta es fe y consistencia psicológica”.
¿Querrá evaluarlas Jorge Bruce?
Según Alan García, el APEC debía ser “la oportunidad de analizar las razones de esta crisis de una manera que el G-20 reunido en Washington no ha hecho ... En el G-20 no ha habido un consenso para comprender que esta es una crisis de crecimiento. Es un relanzamiento del mercado. Es una crisis de riqueza mundial. Jamás ha tenido el mundo en los bancos tantos recursos financieros como hoy”. Esta conclusión es de su estricta cosecha personal, como modestamente lo subraya: “Creo que el G-20 en Washington, y a pesar de todos sus grandes pensadores, no ha logrado entender eso. El tema es administrar una crisis de crecimiento”.
Aparentemente el Dr. García no está enterado de que precisamente uno de los elementos fundamentales que caracteriza a la presente crisis es que una ingente cantidad de recursos financieros se acumulan en poder de los bancos y no tienen cómo colocarse rentablemente, debido a la recesión del sistema productivo que está en marcha. Que los bancos tengan tantos recursos financieros no es la solución, sino el problema.
La especificidad de las crisis capitalistas
Las crisis en todos los sistemas productivos anteriores al capitalismo eran crisis de escasez: allí donde una sequía provocaba una caída de la producción agrícola, por ejemplo, sobrevenía una crisis. Pero las crisis capitalistas no son crisis de escasez sino de abundancia: el sistema se paraliza porque hay demasiada producción, y demasiado de todo.
¿Cómo puede provocar una crisis la sobreproducción? Esto es así porque en el capitalismo no basta con producir mercancías sino que éstas tienen que encontrar un comprador. Si soy un industrial del calzado, por ejemplo, luego de cada campaña productiva, para reiniciar el nuevo ciclo, necesito previamente vender los zapatos que he producido, para disponer de capital para iniciar la siguiente campaña. Si no consigo venderlos, se paralizará mi empresa.
A primera vista esto no debiera ser un problema, porque hay mucha gente en el mundo que necesita zapatos. Pero por desgracia el mercado sólo está formado por la demanda solvente: no por los descalzos, sino por quienes tienen dinero para comprar zapatos. Y si el mercado se satura y si no consigo vender mis zapatos, luego de agotar algunas alternativas temporales (por ejemplo producir correas, hasta que este nuevo sector se sature, y así sucesivamente, hasta que se sature toda la economía), me veré obligado a reducir mi producción. Esta alternativa agrava aún más la situación, porque obliga a despedir trabajadores, y cada nuevo desempleado es un consumidor menos, con lo que el mercado se contrae aun más, lo que agudiza la recesión y así sucesivamente, abriéndose el camino a la cadena de quiebras empresariales que el mundo comienza a ver. Sigue entonces una contracción violenta de los salarios, provocada porque una gran cantidad de desempleados buscando trabajo presionan hacia abajo el precio de la fuerza de trabajo, etc.
El resultado de esta dinámica se vio en 1929: millones de desempleados mendigando para comer (en Estados Unidos quienes han solicitado acogerse al seguro de desempleo hoy superan ya los 4 millones), miles de empresas quebradas (está sucediendo, y la situación sería mucho más grave si los neoliberales fueran consecuentes con su rollo y no recurrieran a que el Estado invierta billones de dólares para salvar empresas quebradas), una caída fatal de los precios de las materias primas (hoy el precio del zinc ha caído a la cuarta parte en dos años, en los últimos meses el precio del cobre ha caído a la mitad y el del petróleo a la tercera parte, etc.).
De esta manera, una crisis capitalista como la presente se manifiesta inicialmente a través de un exceso de capitales, que no encuentran dónde colocarse productivamente para generar utilidades. Prosigue después en forma de un exceso de producción (demasiadas mercancías), lo que a su vez obliga a despedir obreros (exceso de trabajadores). A medida que avanza la crisis las empresas que no tienen acceso a créditos para atender a sus demandas van quebrando (exceso de empresas). Y así hasta tocar fondo. Sólo después, luego de años de gran sufrimiento, es posible reiniciar un nuevo ciclo de expansión. Esta es la dinámica de una crisis de sobreproducción y así ha sido el capitalismo desde sus inicios. Es sólo la enorme ignorancia de los neoliberales en materia de historia lo que hace que les sorprenda semejante derrotero.
¿Es todo esto algo novedoso? En realidad son los conocimientos que debieran dominar los estudiantes de economía de los primeros grados. Por eso causa vergüenza ajena ver al presidente del Perú pontificando sobre temas que, siendo abogado de profesión, no está obligado a conocer, pero sobre los cuales debiera asesorarse, si es inevitable que hable en foros internacionales, y no puede aprovechar la extraordinaria oportunidad de guardar silencio.
Aparentemente Alan García no ha tenido mucho éxito en convencer a sus interlocutores de que un esplendoroso porvenir aguarda al capitalismo a la vuelta de la esquina, puesto que Japón, Alemania -y en general Europa- han optado por declararse oficialmente en crisis, el presidente de China ha dicho que el porvenir de la economía mundial es sombrío y en Estados Unidos la industria más emblemática, la automovilística, acaba de declarar formalmente que no puede sobrevivir si no viene el Estado a socorrerla (nuevamente, las utilidades son privadas, pero las pérdidas deben pagarlas todos los ciudadanos: el comunismo de los ricos).
Me confieso incompetente para evaluar estas declaraciones del presidente García: “Aquí tenemos dos tipos de personajes. Los nuevos conversos que gritan viva el libre mercado y que antes fueron mercantilistas. Y los otros son los que siempre han creído en el Estado. Lo que falta es fe y consistencia psicológica”.
¿Querrá evaluarlas Jorge Bruce?
domingo, 23 de noviembre de 2008
LA TRAICIÓN DE LAS ELITES/ Carlos Iván Degregori
Arca de Noé (blindada). Torre de marfil. Casa de oro. Último refugio. Isla del tesoro. Remanso de paz y tranquilidad para los inversionistas del planeta. No son las palabras exactas pero es el tono del presidente García al referirse a la situación del Perú en medio de la crisis mundial más profunda desde la Gran Depresión.
Por supuesto, un presidente no puede salir a sembrar el pánico y tiene el deber de ponerle buena cara al mal tiempo. Pero con algo de sindéresis y mucho de realismo. Sin “optimismos artificiales” para citar a Francisco Durand, y con una dosis mínima de autoestima (ese discurso de García en chino, que según las agencias noticiosas Hu Jintao no entendió, nos reveló como un país sin espina dorsal. Vergüenza ajena.)
Tiene algo de patético el destino de un político que, sin vocación de caballero inglés, termina abrazando siempre causas a punto de ser causas perdidas. En su primer gobierno optó por el populismo radical en plena revolución reganiana y thatcherista, sin advertir que ese modelo se batía en retirada en toda la región. Hoy abraza el neoliberalismo duro con pasión y agresividad de converso, justo cuando el modelo entra en trompo. Otra vez llega tarde a la historia.
Claro que esto no significa el fin del capitalismo. Pero sí muy posiblemente el fin de este capitalismo. Porque hace tiempo sabemos que el capitalismo tiene variantes, no solo por la forma en que en cada país o región del planeta se articulan mercado, Estado y sociedad; sino por la cultura que resulta de la amalgama entre tradición y modernidad, entre historia y presente.
Este es el punto en que quisiera centrarme. Esta crisis, que estalla en el corazón financiero del neoliberalismo desenfrenado del ochenio de Bush y no en su periferia, golpea no solo sus premisas económicas sino sus fundamentos éticos. Qué se fizo la ética protestante, el espíritu calvinista de trabajo duro elevado a categoría religiosa, y la postergación de satisfacciones en aras de la creación de riqueza. Sepultada hace tiempo por la banca de inversión, los private equity funds y toda la opaca superestructura financiera creada en las últimas décadas. Sepultada hace tiempo por la satisfacción inmediata de “necesidades” muchas veces caprichosas a través del crédito fácil (¡para qué esperar!).
La traición de las elites es el título de un viejo libro de Christopher Lash. Se suponía que ellas lideraban económica y éticamente la sociedad capitalista. Durante una época lo hicieron. Tuvieron valores y vivieron y murieron por ellos. Cuentan que los realizadores de Titanic tuvieron que cambiar el final de la película, cuando los pasajeros de primera clase se abalanzan sobre los insuficientes botes salvavidas para, valga la redundancia, salvar sus vidas. En la realidad, salvo excepciones, los pasajeros de primera respetaron la máxima marinera de salvar primero a mujeres y niños. Más del 90% de pasajeros adultos de primera clase pereció. Sin embargo, los realizadores tuvieron que cambiar el final porque hoy el de verdad hubiera parecido totalmente inverosímil. Así estamos.
Porque así como el Estado está manejado por seres humanos falibles y concupiscentes, también lo están las empresas privadas. Lash escribió en los tiempos en que se multiplicaban los paraísos fiscales. Suiza, tierra de Calvino, siempre lo fue, justificándose en su neutralidad. Luego vinieron Gran Caimán y todos los paraísos off-shore. La globalización y la economía virtual terminaron de quebrar el equilibrio entre Estados nacionales, trabajadores y empresarios logrado por el New Deal en Estados Unidos y la socialdemocracia en Europa.
Pero no es que el Estado neoliberal o las empresas se pusieran entonces a la cabeza de la construcción de una gobernanza mundial. Por el contrario, en complicidad con el Estado postbienestar, las empresas aprovecharon para escapar a todo control y se inauguró la era de la desregularización, la rebaja de impuestos a los superricos y el chorreo para el resto de mortales. En el presente siglo, EEUU se puso a la cabeza de esta alternativa, subestimando, además, el multilateralismo. Europa no se quedó muy atrás. Hace menos de un año se descubrió que cientos de los mayores contribuyentes alemanes evadían impuestos en Lichtenstein y esa era solo la punta de un iceberg.
Luego vino el que golpeó por debajo de la línea de flotación al Titanic financiero y se inició la actual crisis, que ya afecta la economía real. En medio del hundimiento, muchos de los ejecutivos de las empresas salvadas por el gobierno norteamericano, es decir, por los contribuyentes, escapaban del naufragio que habían provocado en salvavidas de millones de dólares y algunos se iban a festejar su faenón en spas donde gastaron cientos de miles de dólares celebrando cínicamente la destrucción nada creativa que habían causado.
Nadie sabe todavía los contornos exactos de la crisis, pero algunos consensos van apareciendo. Primero: no es solo una “crisis de crecimiento”. Sí, los PBI crecieron, pero también las desigualdades. Sobre todo en América Latina. Lo dice Oppenheimer, que añade que en porcentajes dedicados a la filantropía, América Latina aparece muy por detrás de los jeques del Oriente Medio.
Y la crisis coincide con el crecimiento de la inseguridad ecológica y ciudadana en todo el planeta. El calentamiento global iba a ser uno de los puntos centrales de la reunión de APEC, pero se lo comió la crisis. La violencia provocada por agentes no-estatales crece también en todo el mundo, desde los piratas somalíes hasta los narcotraficantes mexicanos…y peruanos. Curiosamente, estos días que estuvimos en la mira de la prensa extranjera, una de las noticias fue la ola de asaltos masivos en nuestras carreteras.
Otro consenso es que se vuelve indispensable una reforma profunda del sistema económico y financiero. El jueves 20, Jaime Althaus entrevistó a un tigre chileno de los que participó en la cumbre empresarial, quien dijo literalmente: “el viejo Keynes, al que lo teníamos guardado en el closet, regresa ahora en gloria y majestad. Y tiene que regresar”. Aunque les disguste a nuestros ideólogos, que ponen en el centro de la solución la apertura de los mercados y la lucha contra el proteccionismo, alineándose con Bush, el peor presidente de la historia de EE.UU. desde la guerra civil, que en el Pentagonito encontró el último lugar del mundo donde es popular a excepción de Georgia. Pero la solución es mucho, pero mucho más compleja.
Lo que se viene o ya está en camino es la búsqueda de organismos internacionales más inclusivos y de reacción más rápida en un nuevo contexto de mercados más regulados por Estados controlados a su vez por sociedades más participativas. ¿Cómo lograr algo semejante en el Perú, con operadores económicos ideologizados, un Estado institucionalmente débil, organismos de control colonizados por las grandes empresas y una sociedad fragmentada y corporativista?
En otras palabras: sí, económicamente Perú está mejor blindado que otras veces, ¿pero lo está política, social, éticamente? ¿Bastará en estos planos con el optimismo casi maníaco del presidente y quienes estuvieron estos días en las burbujas del Pentagonito y los viejos palacios de nuestro centro histórico?
Por supuesto, un presidente no puede salir a sembrar el pánico y tiene el deber de ponerle buena cara al mal tiempo. Pero con algo de sindéresis y mucho de realismo. Sin “optimismos artificiales” para citar a Francisco Durand, y con una dosis mínima de autoestima (ese discurso de García en chino, que según las agencias noticiosas Hu Jintao no entendió, nos reveló como un país sin espina dorsal. Vergüenza ajena.)
Tiene algo de patético el destino de un político que, sin vocación de caballero inglés, termina abrazando siempre causas a punto de ser causas perdidas. En su primer gobierno optó por el populismo radical en plena revolución reganiana y thatcherista, sin advertir que ese modelo se batía en retirada en toda la región. Hoy abraza el neoliberalismo duro con pasión y agresividad de converso, justo cuando el modelo entra en trompo. Otra vez llega tarde a la historia.
Claro que esto no significa el fin del capitalismo. Pero sí muy posiblemente el fin de este capitalismo. Porque hace tiempo sabemos que el capitalismo tiene variantes, no solo por la forma en que en cada país o región del planeta se articulan mercado, Estado y sociedad; sino por la cultura que resulta de la amalgama entre tradición y modernidad, entre historia y presente.
Este es el punto en que quisiera centrarme. Esta crisis, que estalla en el corazón financiero del neoliberalismo desenfrenado del ochenio de Bush y no en su periferia, golpea no solo sus premisas económicas sino sus fundamentos éticos. Qué se fizo la ética protestante, el espíritu calvinista de trabajo duro elevado a categoría religiosa, y la postergación de satisfacciones en aras de la creación de riqueza. Sepultada hace tiempo por la banca de inversión, los private equity funds y toda la opaca superestructura financiera creada en las últimas décadas. Sepultada hace tiempo por la satisfacción inmediata de “necesidades” muchas veces caprichosas a través del crédito fácil (¡para qué esperar!).
La traición de las elites es el título de un viejo libro de Christopher Lash. Se suponía que ellas lideraban económica y éticamente la sociedad capitalista. Durante una época lo hicieron. Tuvieron valores y vivieron y murieron por ellos. Cuentan que los realizadores de Titanic tuvieron que cambiar el final de la película, cuando los pasajeros de primera clase se abalanzan sobre los insuficientes botes salvavidas para, valga la redundancia, salvar sus vidas. En la realidad, salvo excepciones, los pasajeros de primera respetaron la máxima marinera de salvar primero a mujeres y niños. Más del 90% de pasajeros adultos de primera clase pereció. Sin embargo, los realizadores tuvieron que cambiar el final porque hoy el de verdad hubiera parecido totalmente inverosímil. Así estamos.
Porque así como el Estado está manejado por seres humanos falibles y concupiscentes, también lo están las empresas privadas. Lash escribió en los tiempos en que se multiplicaban los paraísos fiscales. Suiza, tierra de Calvino, siempre lo fue, justificándose en su neutralidad. Luego vinieron Gran Caimán y todos los paraísos off-shore. La globalización y la economía virtual terminaron de quebrar el equilibrio entre Estados nacionales, trabajadores y empresarios logrado por el New Deal en Estados Unidos y la socialdemocracia en Europa.
Pero no es que el Estado neoliberal o las empresas se pusieran entonces a la cabeza de la construcción de una gobernanza mundial. Por el contrario, en complicidad con el Estado postbienestar, las empresas aprovecharon para escapar a todo control y se inauguró la era de la desregularización, la rebaja de impuestos a los superricos y el chorreo para el resto de mortales. En el presente siglo, EEUU se puso a la cabeza de esta alternativa, subestimando, además, el multilateralismo. Europa no se quedó muy atrás. Hace menos de un año se descubrió que cientos de los mayores contribuyentes alemanes evadían impuestos en Lichtenstein y esa era solo la punta de un iceberg.
Luego vino el que golpeó por debajo de la línea de flotación al Titanic financiero y se inició la actual crisis, que ya afecta la economía real. En medio del hundimiento, muchos de los ejecutivos de las empresas salvadas por el gobierno norteamericano, es decir, por los contribuyentes, escapaban del naufragio que habían provocado en salvavidas de millones de dólares y algunos se iban a festejar su faenón en spas donde gastaron cientos de miles de dólares celebrando cínicamente la destrucción nada creativa que habían causado.
Nadie sabe todavía los contornos exactos de la crisis, pero algunos consensos van apareciendo. Primero: no es solo una “crisis de crecimiento”. Sí, los PBI crecieron, pero también las desigualdades. Sobre todo en América Latina. Lo dice Oppenheimer, que añade que en porcentajes dedicados a la filantropía, América Latina aparece muy por detrás de los jeques del Oriente Medio.
Y la crisis coincide con el crecimiento de la inseguridad ecológica y ciudadana en todo el planeta. El calentamiento global iba a ser uno de los puntos centrales de la reunión de APEC, pero se lo comió la crisis. La violencia provocada por agentes no-estatales crece también en todo el mundo, desde los piratas somalíes hasta los narcotraficantes mexicanos…y peruanos. Curiosamente, estos días que estuvimos en la mira de la prensa extranjera, una de las noticias fue la ola de asaltos masivos en nuestras carreteras.
Otro consenso es que se vuelve indispensable una reforma profunda del sistema económico y financiero. El jueves 20, Jaime Althaus entrevistó a un tigre chileno de los que participó en la cumbre empresarial, quien dijo literalmente: “el viejo Keynes, al que lo teníamos guardado en el closet, regresa ahora en gloria y majestad. Y tiene que regresar”. Aunque les disguste a nuestros ideólogos, que ponen en el centro de la solución la apertura de los mercados y la lucha contra el proteccionismo, alineándose con Bush, el peor presidente de la historia de EE.UU. desde la guerra civil, que en el Pentagonito encontró el último lugar del mundo donde es popular a excepción de Georgia. Pero la solución es mucho, pero mucho más compleja.
Lo que se viene o ya está en camino es la búsqueda de organismos internacionales más inclusivos y de reacción más rápida en un nuevo contexto de mercados más regulados por Estados controlados a su vez por sociedades más participativas. ¿Cómo lograr algo semejante en el Perú, con operadores económicos ideologizados, un Estado institucionalmente débil, organismos de control colonizados por las grandes empresas y una sociedad fragmentada y corporativista?
En otras palabras: sí, económicamente Perú está mejor blindado que otras veces, ¿pero lo está política, social, éticamente? ¿Bastará en estos planos con el optimismo casi maníaco del presidente y quienes estuvieron estos días en las burbujas del Pentagonito y los viejos palacios de nuestro centro histórico?
HUEVOS DE ESTURIÓN
A LA SOMBRA DE APEC / Fernando Rospigliosi
EL MÁS FELIZ. No cabe duda que el hombre más feliz del mundo estos días ha sido el presidente Alan García. Rezumaba alegría por todos los poros. Estaba en lo suyo, abrazando y besando a los líderes más importantes del planeta. Su ego se desbordaba. Ese es el lugar que él cree que merece, no ocupándose de las minucias del modesto país que gobierna. Pobreza, corrupción, desorden social, narcotráfico, son bagatelas. Su nivel es otro.
LECCIONES. Así, el presidente García ha aprovechado la ocasión para darle lecciones al mundo entero. Él se adelanta, va más allá que todos. Mientras el planeta entero está pendiente de la crisis internacional y de cómo evitar que empeore, de la recesión que comienza en Europa y Estados Unidos, que se prolongará durante tres, cuatro o más trimestres, García habla e imparte lecciones sobre la “poscrisis”.
DESCONCIERTO. Los funcionarios del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el BID y otros deben haber quedado tan desconcertados como el chino Hu Jintao escuchando el discurso de García en mandarín, cuando el viernes pasado el presidente los criticó y les dio un par de lecciones rápidas sobre cómo manejar la economía mundial.
LA BALSA. El autolanzamiento de Alan García a la presidencia de la república el 2016, confirmó lo que se sabía desde hace tiempo. Lo interesante es que cada vez hace público con más desparpajo su desprecio por los peruanos y por sus adversarios. García dixit: “Somos un pueblo quejoso, que han maleducado a través de paradigmas como Atahualpa, que vende su alma al diablo por un rescate. Entonces nos hemos acostumbrado a creer que somos un país derrotado”. (El Comercio 20.11.08). Y a los que no piensan como él hay que ponerlos “en una balsa… y lanzarlos por el mar a que se pierdan”. La idea es: si a los quejosos y maleducados habitantes de este país los engañé dos veces ¿por qué no una tercera?
CONSISTENCIA PSICOLÓGICA. Pero quizás lo mejor de todo en esa entrevista, es que después de dar las soluciones para salir de la crisis mundial, y la receta para evitar una crisis en el Perú –pasar de la sustitución de importaciones a la sustitución de exportaciones (¡genial!)-, dice que lo que falta es “consistencia psicológica”. Esa sí es de campeonato. Alan García Pérez dando lecciones de consistencia psicológica.
MOLESTO. El “servil ayayero del gobierno” se ha molestado porque recordé esta frase célebre de Fernando Ampuero. Tiene derecho a incomodarse. Más discutible es que utilice el editorial de El Comercio, que él escribe, para atacarme. En una nota sobre la inversión china en minería –“Chinalco: los primeros resultados del APEC”, 22.11.08- pone como ejemplo de “suceso infausto” el arequipazo de junio de 2002, cuando yo era ministro del Interior. Esta referencia, traída de los cabellos, es una muestra clara de cómo ahora utiliza las páginas del Decano para sus odios e intereses particulares, como bien puntualizó Ampuero.
INVENTANDO JUSTIFICACIONES. El mencionado “ayayero del gobierno” miente en ese editorial cuando dice que la inversión de Chinalco es consecuencia de APEC. La empresa china adquirió la concesión el 2007 y en ese momento anunció que invertiría más de dos mil millones de dólares en su desarrollo. Está tratando de justificar el franelero titular de primera plana de El Comercio que él pergeñó, con la absurda especie que gracias a la APEC los extranjeros invertirían hasta 100 mil millones de dólares en el Perú.
CONTRA LOS BLOGGERS. En un artículo firmado, en la misma página, el mencionado ayayero se despacha contra el “necio periodismo” de los bloggers, que han osado hablar de la “supuesta ingerencia gubernamental en las decisiones del grupo El Comercio”. ¡Faltaba más! Si todo el mundo cree a pie juntillas la versión oficial que la defenestración de Augusto Álvarez Rodrich de Perú.21 se debió a una muy inteligente decisión empresarial, porque ese diario se había convertido en el primero en su categoría en ventas e influencia. Sacar a AAR no tiene nada que ver con la nueva política del grupo, de minimizar la corrupción y reventarle cuetes todos los días al gobierno. Y todos creen también que el gobierno no ha tenido nada que ver en el asunto, así como Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos no tenían nada que ver con el control de los medios la década pasada.
EL MÁS FELIZ. No cabe duda que el hombre más feliz del mundo estos días ha sido el presidente Alan García. Rezumaba alegría por todos los poros. Estaba en lo suyo, abrazando y besando a los líderes más importantes del planeta. Su ego se desbordaba. Ese es el lugar que él cree que merece, no ocupándose de las minucias del modesto país que gobierna. Pobreza, corrupción, desorden social, narcotráfico, son bagatelas. Su nivel es otro.
LECCIONES. Así, el presidente García ha aprovechado la ocasión para darle lecciones al mundo entero. Él se adelanta, va más allá que todos. Mientras el planeta entero está pendiente de la crisis internacional y de cómo evitar que empeore, de la recesión que comienza en Europa y Estados Unidos, que se prolongará durante tres, cuatro o más trimestres, García habla e imparte lecciones sobre la “poscrisis”.
DESCONCIERTO. Los funcionarios del Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, el BID y otros deben haber quedado tan desconcertados como el chino Hu Jintao escuchando el discurso de García en mandarín, cuando el viernes pasado el presidente los criticó y les dio un par de lecciones rápidas sobre cómo manejar la economía mundial.
LA BALSA. El autolanzamiento de Alan García a la presidencia de la república el 2016, confirmó lo que se sabía desde hace tiempo. Lo interesante es que cada vez hace público con más desparpajo su desprecio por los peruanos y por sus adversarios. García dixit: “Somos un pueblo quejoso, que han maleducado a través de paradigmas como Atahualpa, que vende su alma al diablo por un rescate. Entonces nos hemos acostumbrado a creer que somos un país derrotado”. (El Comercio 20.11.08). Y a los que no piensan como él hay que ponerlos “en una balsa… y lanzarlos por el mar a que se pierdan”. La idea es: si a los quejosos y maleducados habitantes de este país los engañé dos veces ¿por qué no una tercera?
CONSISTENCIA PSICOLÓGICA. Pero quizás lo mejor de todo en esa entrevista, es que después de dar las soluciones para salir de la crisis mundial, y la receta para evitar una crisis en el Perú –pasar de la sustitución de importaciones a la sustitución de exportaciones (¡genial!)-, dice que lo que falta es “consistencia psicológica”. Esa sí es de campeonato. Alan García Pérez dando lecciones de consistencia psicológica.
MOLESTO. El “servil ayayero del gobierno” se ha molestado porque recordé esta frase célebre de Fernando Ampuero. Tiene derecho a incomodarse. Más discutible es que utilice el editorial de El Comercio, que él escribe, para atacarme. En una nota sobre la inversión china en minería –“Chinalco: los primeros resultados del APEC”, 22.11.08- pone como ejemplo de “suceso infausto” el arequipazo de junio de 2002, cuando yo era ministro del Interior. Esta referencia, traída de los cabellos, es una muestra clara de cómo ahora utiliza las páginas del Decano para sus odios e intereses particulares, como bien puntualizó Ampuero.
INVENTANDO JUSTIFICACIONES. El mencionado “ayayero del gobierno” miente en ese editorial cuando dice que la inversión de Chinalco es consecuencia de APEC. La empresa china adquirió la concesión el 2007 y en ese momento anunció que invertiría más de dos mil millones de dólares en su desarrollo. Está tratando de justificar el franelero titular de primera plana de El Comercio que él pergeñó, con la absurda especie que gracias a la APEC los extranjeros invertirían hasta 100 mil millones de dólares en el Perú.
CONTRA LOS BLOGGERS. En un artículo firmado, en la misma página, el mencionado ayayero se despacha contra el “necio periodismo” de los bloggers, que han osado hablar de la “supuesta ingerencia gubernamental en las decisiones del grupo El Comercio”. ¡Faltaba más! Si todo el mundo cree a pie juntillas la versión oficial que la defenestración de Augusto Álvarez Rodrich de Perú.21 se debió a una muy inteligente decisión empresarial, porque ese diario se había convertido en el primero en su categoría en ventas e influencia. Sacar a AAR no tiene nada que ver con la nueva política del grupo, de minimizar la corrupción y reventarle cuetes todos los días al gobierno. Y todos creen también que el gobierno no ha tenido nada que ver en el asunto, así como Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos no tenían nada que ver con el control de los medios la década pasada.
jueves, 20 de noviembre de 2008
PROPOSICIONES / ¿POR QUÉ SOMOS LOS MÁS PESIMISTAS Y DESCONTENTOS DE TODO AMÉRICA LATINA?/ Carlos Basombrío Iglesias
El caso peruano debe ser único en el mundo. Van dos gobiernos sucesivos en donde el crecimiento del PBI tiene cifras muy cercanas a las de la popularidad presidencial. Hubo momentos en que el gobierno de Toledo no pasaba del 8% de aprobación y ya el crecimiento del producto estaba por 5%. Con García empieza a repetirse la historia. En septiembre el crecimiento fue de 9,92% y el presidente andaba por debajo del 20%.
Todas las encuestas dan cuenta de un malestar enorme en la población que va a contra corriente de nuestras notables cifras macroeconómicas. ¿Es así en otros países? Acaba de salir la encuesta Latinobarómetro 2008 que recoge, como todos los años, opiniones de 18 países de la región, con técnicas y preguntas comparables hechas por encuestadoras serias. (IPSOS APOYO, en el caso peruano).
Los resultados son impactantes. El Perú es de todos los encuestados el país que más ha crecido en los últimos años y el que, según todos los pronósticos, tendrá el mayor crecimiento el próximo año (“estamos blindados”). Pues a la pregunta de si se mira el próximo año con esperanza, las respuestas positivas están encabezadas por Paraguay con 83%, seguidas por Colombia 79%, Brasil 73% y Panamá 68% . Luego viene una recatafila de países. Ya por el fondo de la tabla están Bolivia 47%, Guatemala 44%. ¿Quién está último? Perú con 44%.
La dimensión económica de esa desesperanza se puede ver en las respuesta a otras preguntas. ¿Piensa que la situación económica será mejor el próximo año? Paraguay está en el tope de optimismo con 78%, lo sigue Brasil 61% y Colombia 51%. Más abajo está Venezuela con 49%, Ecuador 34%, Chile 28%. ¿Dónde está Perú? Penúltimo con 22%. Si la pregunta es específicamente sobre si la situación familiar estará mejor para el próximo año, de nuevo las posiciones son más o menos similares. Arriba quedan Paraguay y Brasil, por el medio se puede encontrar a México y Uruguay y, claro, el Perú está penúltimo con 30%.
Pero el problema va mucho más allá de lo económico. Latinobarómetro 2008 pregunta sobre el nivel de cumplimiento de las leyes en su país. Arriba, al tope, en una escala del uno al diez, está Uruguay con 6,4, lo sigue Ecuador con 5,8 y Colombia con 5,7. Por el medio de la tabla andan la Argentina con 4,9 y Brasil con 4,8. ¿Donde está Perú? Último con 4,4.
¿Buen funcionamiento de las instituciones públicas? Arriba Uruguay, El Salvador y Ecuador. Último de la tabla: Perú. ¿Progresos en reducción de la corrupción? Arriba Colombia, Uruguay y Ecuador. Último de la tabla: Perú. ¿Confianza en el Congreso? Último de la tabla: Perú. ¿Confianza en los partidos políticos? Último de la tabla: Perú. ¿Aprobación del gobierno? Último de la tabla: Perú. ¿Igualdad ante la ley? Último de la tabla: Perú. ¿Valoración del voto? Último de la tabla: Perú. ¿Valoración del funcionamiento de la democracia? Último de la tabla: Perú. Hay más en esta línea en el latinobarómetro 2008 y aún cuando es deprimente, realmente vale la pena revisarlo.
La pregunta obvia es por qué.
¿Es qué tenemos un gobierno incompetente? Debe influir mucho, pero hay tantos otros por el estilo. ¿Hay injusticia y exclusión? Por supuesto, pero la hay también, y quizás más, en otros países de la región. ¿Desigualdad social y económica? Claro que sí, pero no somos los únicos y quizás ni siquiera los peores. Y así sucesivamente…
En resumen los peruanos, pese a los progresos económicos de los últimos años, somos entre los 18 países de la región, los que de lejos nos sentimos más insatisfechos con nuestra economía, nuestro Estado, nuestros representantes y nuestra democracia.
Descartemos la tesis que tanto gusta a Alan García de que somos unos desagradecidos y que no reconocemos los esfuerzos de nuestros gobernantes. Pensar así es más que una ingenuidad, una falta de respeto.
Descartemos también razones simplistas e ideológicas, ya que por encima de nosotros están países con gobiernos de todas las orientaciones, colores y diseños. ¿Qué pasa entonces? Las razones parecen ser complejas y debemos discutirlas con seriedad si queremos tener futuro.
Muchas gracias Augusto: A invitación de Augusto Álvarez Rodrich tuve el privilegio de ser columnista de Peru.21 por casi seis años, tres de los cuales escribiendo dos veces por semana. Fue una gran experiencia, tanto en lo personal, como en lo profesional. Ni una sola vez dejé de enviar mi columna. Nunca recibí la menor insinuación de modificar un contenido. Toda la relación con Augusto y sus colaboradores fue fácil, fluida, agradable. Aún cuando podría haber sido el caso, y no ser relevante para este recuento, no recuerdo ocasión alguna en que haya tenido una diferencia de opinión significativa con la forma en que Perú. 21 enfrentaba algún tema. La salida de Augusto, y peor todavía el contexto general en que se dio y la forma en que lo trataron, obligaban a quienes por él fuimos convocados a retirarnos, para dejar en libertad a sus dueños y a la nueva dirección, a convocar sus colaboradores para desarrollar la línea editorial que crean más conveniente.
Todas las encuestas dan cuenta de un malestar enorme en la población que va a contra corriente de nuestras notables cifras macroeconómicas. ¿Es así en otros países? Acaba de salir la encuesta Latinobarómetro 2008 que recoge, como todos los años, opiniones de 18 países de la región, con técnicas y preguntas comparables hechas por encuestadoras serias. (IPSOS APOYO, en el caso peruano).
Los resultados son impactantes. El Perú es de todos los encuestados el país que más ha crecido en los últimos años y el que, según todos los pronósticos, tendrá el mayor crecimiento el próximo año (“estamos blindados”). Pues a la pregunta de si se mira el próximo año con esperanza, las respuestas positivas están encabezadas por Paraguay con 83%, seguidas por Colombia 79%, Brasil 73% y Panamá 68% . Luego viene una recatafila de países. Ya por el fondo de la tabla están Bolivia 47%, Guatemala 44%. ¿Quién está último? Perú con 44%.
La dimensión económica de esa desesperanza se puede ver en las respuesta a otras preguntas. ¿Piensa que la situación económica será mejor el próximo año? Paraguay está en el tope de optimismo con 78%, lo sigue Brasil 61% y Colombia 51%. Más abajo está Venezuela con 49%, Ecuador 34%, Chile 28%. ¿Dónde está Perú? Penúltimo con 22%. Si la pregunta es específicamente sobre si la situación familiar estará mejor para el próximo año, de nuevo las posiciones son más o menos similares. Arriba quedan Paraguay y Brasil, por el medio se puede encontrar a México y Uruguay y, claro, el Perú está penúltimo con 30%.
Pero el problema va mucho más allá de lo económico. Latinobarómetro 2008 pregunta sobre el nivel de cumplimiento de las leyes en su país. Arriba, al tope, en una escala del uno al diez, está Uruguay con 6,4, lo sigue Ecuador con 5,8 y Colombia con 5,7. Por el medio de la tabla andan la Argentina con 4,9 y Brasil con 4,8. ¿Donde está Perú? Último con 4,4.
¿Buen funcionamiento de las instituciones públicas? Arriba Uruguay, El Salvador y Ecuador. Último de la tabla: Perú. ¿Progresos en reducción de la corrupción? Arriba Colombia, Uruguay y Ecuador. Último de la tabla: Perú. ¿Confianza en el Congreso? Último de la tabla: Perú. ¿Confianza en los partidos políticos? Último de la tabla: Perú. ¿Aprobación del gobierno? Último de la tabla: Perú. ¿Igualdad ante la ley? Último de la tabla: Perú. ¿Valoración del voto? Último de la tabla: Perú. ¿Valoración del funcionamiento de la democracia? Último de la tabla: Perú. Hay más en esta línea en el latinobarómetro 2008 y aún cuando es deprimente, realmente vale la pena revisarlo.
La pregunta obvia es por qué.
¿Es qué tenemos un gobierno incompetente? Debe influir mucho, pero hay tantos otros por el estilo. ¿Hay injusticia y exclusión? Por supuesto, pero la hay también, y quizás más, en otros países de la región. ¿Desigualdad social y económica? Claro que sí, pero no somos los únicos y quizás ni siquiera los peores. Y así sucesivamente…
En resumen los peruanos, pese a los progresos económicos de los últimos años, somos entre los 18 países de la región, los que de lejos nos sentimos más insatisfechos con nuestra economía, nuestro Estado, nuestros representantes y nuestra democracia.
Descartemos la tesis que tanto gusta a Alan García de que somos unos desagradecidos y que no reconocemos los esfuerzos de nuestros gobernantes. Pensar así es más que una ingenuidad, una falta de respeto.
Descartemos también razones simplistas e ideológicas, ya que por encima de nosotros están países con gobiernos de todas las orientaciones, colores y diseños. ¿Qué pasa entonces? Las razones parecen ser complejas y debemos discutirlas con seriedad si queremos tener futuro.
Muchas gracias Augusto: A invitación de Augusto Álvarez Rodrich tuve el privilegio de ser columnista de Peru.21 por casi seis años, tres de los cuales escribiendo dos veces por semana. Fue una gran experiencia, tanto en lo personal, como en lo profesional. Ni una sola vez dejé de enviar mi columna. Nunca recibí la menor insinuación de modificar un contenido. Toda la relación con Augusto y sus colaboradores fue fácil, fluida, agradable. Aún cuando podría haber sido el caso, y no ser relevante para este recuento, no recuerdo ocasión alguna en que haya tenido una diferencia de opinión significativa con la forma en que Perú. 21 enfrentaba algún tema. La salida de Augusto, y peor todavía el contexto general en que se dio y la forma en que lo trataron, obligaban a quienes por él fuimos convocados a retirarnos, para dejar en libertad a sus dueños y a la nueva dirección, a convocar sus colaboradores para desarrollar la línea editorial que crean más conveniente.
(HUEVOS DE ESTURIÓN) ALEJO / Fernando Rospigliosi
Desde fines de los `90 hasta setiembre de este año, El Comercio estuvo dirigido por Alejandro Miró Quesada Cisneros, Alejo. En ese período, ese diario no solamente se modernizó periodísticamente, sino que fue creciendo y se convirtió en un grupo de medios de importancia decisiva en el país.
GRUPO EN EXPANSIÓN
Con el Trome ingresó al mundo popular y pronto se convirtió en el diario de mayor venta en el país. Perú.21 en casi siete años de existencia, fue un diario plural y crítico y también el de más venta en su categoría.
Canal N, que salió al aire a fines de la década pasada, fue la única pantalla democrática al final de la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, y jugó un papel muy importante en su caída. Luego, el grupo El Comercio adquirió la mayoría de las acciones de América TV, que es también un canal plural y el de mejores programas periodísticos en la señal abierta.En suma, desde el punto de vista empresarial, la gestión de Alejo fortaleció y expandió el grupo de una manera impresionante.
SIN ATADURAS CON EL PODER
El diario El Comercio, bajo la dirección de Alejo, sin salir de la tradicional moderación que lo caracteriza, fue encarrilándose en una línea liberal y firmemente democrática, enfrentándose al poder cuando era necesario. Por ejemplo, cuando publicó la denuncia realizada por la Unidad de Investigación que dirigía Ricardo Uceda, sobre las firmas falsas en el año 2000, parte del proceso fraudulento cocinado por Fujimori y Montesinos.Se enfrentó también al poder del narcotráfico, con las investigaciones sobre Fernando Zevallos durante años. Y más recientemente, en lo referente la familia Sánchez Paredes.En el gobierno anterior, publicó una investigación que afectaba directamente a la cervecera Bavaria, un gigante en América Latina, que era además su socio en América TV. El caso de presunta corrupción involucraba a Jaime Carbajal, el hombre del maletín, socio de Hernán Garrido Lecca y José Antonio Chang, el actual ministro de Educación. Y a funcionarios del gobierno de Alejandro Toledo. Hay pocos ejemplos en el mundo de un director que anteponga la investigación periodística a los intereses económicos del medio, como hizo en este caso Alejo Miró Quesada.
Por cierto, el grupo El Comercio y Alejo Miró Quesada han sido objeto de críticas. Pero si se hace el balance de su mandato, no cabe duda alguna que desde el punto de vista periodístico y de la defensa de los valores de la democracia y de la libertad de expresión, fue excepcional.Un ejemplo claro, no está demás remarcarlo, fue Perú.21, donde Augusto Álvarez Rodrich pudo trabajar con absoluta independencia y logró construir un diario ágil, plural y exitoso.
GOBIERNO INTOLERANTE
Todo eso ha sufrido un cambio radical ahora. Se han combinado las disputas familares y las presiones de un gobierno intolerante, que es inepto para gestionar el Estado en bien de los ciudadanos, pero tiene una extraordinaria habilidad para utilizar el poder con fines perversos.El grupo que tomo el control en El Comercio pronto ha deshecho lo anterior. Su vergonzoso comportamiento en el escándalo de corrupción desatado con lo “petroaudios” es sólo una muestra de ello.
“SERVIL AYAYERO DEL GOBIERNO”
Ahora El Comercio y Perú.21 están dirigidos, en la práctica, por Hugo Guerra y Martha Meier Miró Quesada. Esta última, que funge de ambientalista, fue la principal operadora de una maniobra que a fines de los `90 intentó hacer en El Comercio lo mismo que Fujimori y Montesinos le hicieron a Baruch Ivcher en Frecuencia Latina, utilizando a los hermanos Winter. Por fortuna, ese complot fracasó. Meier fue candidata del fujimorismo en su peor momento, luego que el corrupto gobierno se derrumbó.Respecto a Guerra, Fernando Ampuero, jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio, despedido por la actual administración, escribió:“Imaginemos, por el contrario, al editor de un diario que debe afrontar casos de corrupción que involucran a funcionarios de gobierno. Imaginemos que ese editor, de quien sabemos que ha trabajado en los últimos años con ministros de Estado y hasta con el vicepresidente de la República del actual régimen, observa la paja y no la viga de un negociado. No digo que no haya que mirar la paja, que es también condenable. Digo solamente que la viga maestra, la corrupción, debería captar mayor atención. Pero si en ese trance, invocando la decencia, el editor decide poner el énfasis en la paja y no en la viga, ¿qué pensará usted, suspicaz lector? Indudablemente concluirá que el editor de ese diario ha optado por ser un servil ayayero del gobierno de turno, por defender intereses ocultos y, lo peor de todo, por no cumplir con su deber de hacer buen periodismo.” (“El periodismo y la falsa decencia”, Caretas, 6.11.08).
SE SALIÓ CON LA SUYA
La nueva dirección del grupo El Comercio se ha entregado al gobierno. No lo hacen solamente o fundamentalmente por afinidades ideológicas o políticas. Igual lo hubieran hecho con Fujimori o alguien parecido.Lo hacen por intereses. La línea de Alejo Miró Quesada, de un periodismo independiente en una perspectiva liberal y democrática, ha sido abandonada por completo.El gobierno se salió con la suya, esta vez.
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GRUPO EN EXPANSIÓN
Con el Trome ingresó al mundo popular y pronto se convirtió en el diario de mayor venta en el país. Perú.21 en casi siete años de existencia, fue un diario plural y crítico y también el de más venta en su categoría.
Canal N, que salió al aire a fines de la década pasada, fue la única pantalla democrática al final de la dictadura de Alberto Fujimori y Vladimiro Montesinos, y jugó un papel muy importante en su caída. Luego, el grupo El Comercio adquirió la mayoría de las acciones de América TV, que es también un canal plural y el de mejores programas periodísticos en la señal abierta.En suma, desde el punto de vista empresarial, la gestión de Alejo fortaleció y expandió el grupo de una manera impresionante.
SIN ATADURAS CON EL PODER
El diario El Comercio, bajo la dirección de Alejo, sin salir de la tradicional moderación que lo caracteriza, fue encarrilándose en una línea liberal y firmemente democrática, enfrentándose al poder cuando era necesario. Por ejemplo, cuando publicó la denuncia realizada por la Unidad de Investigación que dirigía Ricardo Uceda, sobre las firmas falsas en el año 2000, parte del proceso fraudulento cocinado por Fujimori y Montesinos.Se enfrentó también al poder del narcotráfico, con las investigaciones sobre Fernando Zevallos durante años. Y más recientemente, en lo referente la familia Sánchez Paredes.En el gobierno anterior, publicó una investigación que afectaba directamente a la cervecera Bavaria, un gigante en América Latina, que era además su socio en América TV. El caso de presunta corrupción involucraba a Jaime Carbajal, el hombre del maletín, socio de Hernán Garrido Lecca y José Antonio Chang, el actual ministro de Educación. Y a funcionarios del gobierno de Alejandro Toledo. Hay pocos ejemplos en el mundo de un director que anteponga la investigación periodística a los intereses económicos del medio, como hizo en este caso Alejo Miró Quesada.
Por cierto, el grupo El Comercio y Alejo Miró Quesada han sido objeto de críticas. Pero si se hace el balance de su mandato, no cabe duda alguna que desde el punto de vista periodístico y de la defensa de los valores de la democracia y de la libertad de expresión, fue excepcional.Un ejemplo claro, no está demás remarcarlo, fue Perú.21, donde Augusto Álvarez Rodrich pudo trabajar con absoluta independencia y logró construir un diario ágil, plural y exitoso.
GOBIERNO INTOLERANTE
Todo eso ha sufrido un cambio radical ahora. Se han combinado las disputas familares y las presiones de un gobierno intolerante, que es inepto para gestionar el Estado en bien de los ciudadanos, pero tiene una extraordinaria habilidad para utilizar el poder con fines perversos.El grupo que tomo el control en El Comercio pronto ha deshecho lo anterior. Su vergonzoso comportamiento en el escándalo de corrupción desatado con lo “petroaudios” es sólo una muestra de ello.
“SERVIL AYAYERO DEL GOBIERNO”
Ahora El Comercio y Perú.21 están dirigidos, en la práctica, por Hugo Guerra y Martha Meier Miró Quesada. Esta última, que funge de ambientalista, fue la principal operadora de una maniobra que a fines de los `90 intentó hacer en El Comercio lo mismo que Fujimori y Montesinos le hicieron a Baruch Ivcher en Frecuencia Latina, utilizando a los hermanos Winter. Por fortuna, ese complot fracasó. Meier fue candidata del fujimorismo en su peor momento, luego que el corrupto gobierno se derrumbó.Respecto a Guerra, Fernando Ampuero, jefe de la Unidad de Investigación de El Comercio, despedido por la actual administración, escribió:“Imaginemos, por el contrario, al editor de un diario que debe afrontar casos de corrupción que involucran a funcionarios de gobierno. Imaginemos que ese editor, de quien sabemos que ha trabajado en los últimos años con ministros de Estado y hasta con el vicepresidente de la República del actual régimen, observa la paja y no la viga de un negociado. No digo que no haya que mirar la paja, que es también condenable. Digo solamente que la viga maestra, la corrupción, debería captar mayor atención. Pero si en ese trance, invocando la decencia, el editor decide poner el énfasis en la paja y no en la viga, ¿qué pensará usted, suspicaz lector? Indudablemente concluirá que el editor de ese diario ha optado por ser un servil ayayero del gobierno de turno, por defender intereses ocultos y, lo peor de todo, por no cumplir con su deber de hacer buen periodismo.” (“El periodismo y la falsa decencia”, Caretas, 6.11.08).
SE SALIÓ CON LA SUYA
La nueva dirección del grupo El Comercio se ha entregado al gobierno. No lo hacen solamente o fundamentalmente por afinidades ideológicas o políticas. Igual lo hubieran hecho con Fujimori o alguien parecido.Lo hacen por intereses. La línea de Alejo Miró Quesada, de un periodismo independiente en una perspectiva liberal y democrática, ha sido abandonada por completo.El gobierno se salió con la suya, esta vez.
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martes, 18 de noviembre de 2008
(HUEVOS DE ESTURIÓN) LA VACANCIA/ Fernando Rospigliosi
Ollanta Humala se ha sumado recientemente a aquellos que quieren derrocar al gobierno y realizar elecciones adelantadas. Ahora son prácticamente todas las facciones de la izquierda radical las que están en ese camino.
Los primeros en lanzar la idea, hace algunos meses, fueron Patria Roja y otros pequeños partidos izquierdistas. La forma era un “referéndum revocatorio”. En ese momento Humala, con las ambigüedades que lo caracterizan, se opuso. Seguía con su estrategia de correrse hacia el centro, de aparecer menos radical para ganar votos con miras al 2011.
Sin embargo, el escándalo de corrupción que remece al gobierno parece haber reavivado sus ímpetus extremistas.
Un tercer sector que se suma a los anteriores es el movimiento indigenista conformado por CONACAMI (quechuas y aymaras) y AIDESEP (comunidades selváticas), que pretende también derribar al gobierno y reemplazarlo con uno supuestamente autóctono, como el de Evo Morales, que ha llevado al caos a Bolivia.
Estos tres grupos coinciden también en una nueva Constitución para “refundar” el país. Aunque tienen distintas perspectivas, todos concuerdan en una nueva Carta que permita instaurar, en los hechos, una dictadura, al estilo “bolivariano” de Hugo Chávez.
Estos planteamientos serían parte del folklor de la política criolla si no hubieran elementos preocupantes en el horizonte: la crisis internacional; el freno al crecimiento económico; el desorden social que el gobierno no atina a remediar; un gabinete encabezado por un Premier-candidato; y el destape de una red de corrupción que parece llegar muy arriba.
CONTENIENDO LA AMENAZA
El presidente parece haberse dado cuenta del riesgo desde el primer momento. De ahí su inmediata aparición el domingo 5 de octubre, luego de la difusión de los primeros audios, la remoción del Premier Jorge del Castillo y su gabinete, el nombramiento de Yehude Simon y los términos duros con que se ha referido a Rómulo León y sus amigos.
Ante la opinión pública eso parece haberle dado resultado, como muestran las últimas encuestas.
No obstante, no las tiene todas consigo, como revela su enérgica respuesta al pedido de vacancia de Ollanta Humala. Alan García se está tomando muy en serio la posibilidad de ser removido del poder.
MASAS Y CONGRESO
Hace bien en poner las barbas en remojo, pues una docena de presidentes latinoamericanos han sido derrocados desde principios de los años `90, cuando se inventó una nueva modalidad en el continente.
En efecto, desde que los Estados Unidos y la comunidad internacional prohibieron los tradicionales golpes militares en América Latina, los presidentes han caído, básicamente, por una combinación de protestas en las calles con destitución en el Congreso. La acusación más rentable y común para la vacancia por el Parlamento es una acusación de corrupción.
LO INTENTARON EL 2004
Alan García y los apristas tienen experiencia en la materia, pues ellos intentaron hacerle lo mismo a Alejandro Toledo. En el 2004, cuando las protestas sociales todavía eran intensas, García jugó la carta de la vacancia y el adelanto de elecciones.
Para ello necesitaba una junta directiva de oposición en el Congreso y estableció una alianza con Antero Flores-Araoz (UN) y Natale Amprimo (SP) que ocuparon la presidencia y vicepresidencia en julio de ese año, aunque ellos no necesariamente estaban al tanto de los planes de García.
Eran ideales, porque derrocado Toledo, Flores-Araoz (del partido de la más importante rival de García en ese momento, Lourdes Flores) se convertiría en presidente de la república transitorio. Un caso similar al de Valentín Paniagua en el 2000. Natale Amprimo quedaría como presiente del Congreso.
Capturar la directiva del Congreso funcionó. Lo que fracasó fue el movimiento de masas. A esas alturas, la economía ya crecía sostenidamente y el cansancio de los paros y movilizaciones se dejaba notar. El fracaso el paro nacional del 14 de julio de 2004, convocado por la CGTP, fue un hito en el decaimiento de las protestas sociales.
Allí García se la jugó, no por razones ideológicas, sino porque era parte de su estrategia para derrocar a Toledo. Fracasó y pasó al recuerdo por la famosa patada a Jesús Lora.
Naturalmente, el Apra jugaba con dos caras. Por un lado, como un partido responsable, buscando “blanquearse” ante los empresarios y la comunidad internacional. Y por otro lado intentado derrocar al gobierno y adelantar las elecciones.
Fracasado el plan, el Apra se dedicó a preparar la campaña de 2006.
DURAR
Ahora García está dedicado a contener el vendaval. No quiere engrosar la lista de presidentes derrocados. Eso también arruinaría su intención de reelegirse el 2016, como es su aspiración.
Yehude Simon le ha servido de parachoques por el momento. Es probable que no le sea útil muchos meses. Pero habrá ganado tiempo. Cada semana, cada día más próximo a las elecciones de 2010, aleja el fantasma del derrocamiento. Porque llega un momento en que ya no es rentable para nadie intentar traérselo abajo, instalar un gobierno transitorio y convocar a nuevas elecciones. Ese momento probablemente está en el segundo semestre de 2009.
Los primeros en lanzar la idea, hace algunos meses, fueron Patria Roja y otros pequeños partidos izquierdistas. La forma era un “referéndum revocatorio”. En ese momento Humala, con las ambigüedades que lo caracterizan, se opuso. Seguía con su estrategia de correrse hacia el centro, de aparecer menos radical para ganar votos con miras al 2011.
Sin embargo, el escándalo de corrupción que remece al gobierno parece haber reavivado sus ímpetus extremistas.
Un tercer sector que se suma a los anteriores es el movimiento indigenista conformado por CONACAMI (quechuas y aymaras) y AIDESEP (comunidades selváticas), que pretende también derribar al gobierno y reemplazarlo con uno supuestamente autóctono, como el de Evo Morales, que ha llevado al caos a Bolivia.
Estos tres grupos coinciden también en una nueva Constitución para “refundar” el país. Aunque tienen distintas perspectivas, todos concuerdan en una nueva Carta que permita instaurar, en los hechos, una dictadura, al estilo “bolivariano” de Hugo Chávez.
Estos planteamientos serían parte del folklor de la política criolla si no hubieran elementos preocupantes en el horizonte: la crisis internacional; el freno al crecimiento económico; el desorden social que el gobierno no atina a remediar; un gabinete encabezado por un Premier-candidato; y el destape de una red de corrupción que parece llegar muy arriba.
CONTENIENDO LA AMENAZA
El presidente parece haberse dado cuenta del riesgo desde el primer momento. De ahí su inmediata aparición el domingo 5 de octubre, luego de la difusión de los primeros audios, la remoción del Premier Jorge del Castillo y su gabinete, el nombramiento de Yehude Simon y los términos duros con que se ha referido a Rómulo León y sus amigos.
Ante la opinión pública eso parece haberle dado resultado, como muestran las últimas encuestas.
No obstante, no las tiene todas consigo, como revela su enérgica respuesta al pedido de vacancia de Ollanta Humala. Alan García se está tomando muy en serio la posibilidad de ser removido del poder.
MASAS Y CONGRESO
Hace bien en poner las barbas en remojo, pues una docena de presidentes latinoamericanos han sido derrocados desde principios de los años `90, cuando se inventó una nueva modalidad en el continente.
En efecto, desde que los Estados Unidos y la comunidad internacional prohibieron los tradicionales golpes militares en América Latina, los presidentes han caído, básicamente, por una combinación de protestas en las calles con destitución en el Congreso. La acusación más rentable y común para la vacancia por el Parlamento es una acusación de corrupción.
LO INTENTARON EL 2004
Alan García y los apristas tienen experiencia en la materia, pues ellos intentaron hacerle lo mismo a Alejandro Toledo. En el 2004, cuando las protestas sociales todavía eran intensas, García jugó la carta de la vacancia y el adelanto de elecciones.
Para ello necesitaba una junta directiva de oposición en el Congreso y estableció una alianza con Antero Flores-Araoz (UN) y Natale Amprimo (SP) que ocuparon la presidencia y vicepresidencia en julio de ese año, aunque ellos no necesariamente estaban al tanto de los planes de García.
Eran ideales, porque derrocado Toledo, Flores-Araoz (del partido de la más importante rival de García en ese momento, Lourdes Flores) se convertiría en presidente de la república transitorio. Un caso similar al de Valentín Paniagua en el 2000. Natale Amprimo quedaría como presiente del Congreso.
Capturar la directiva del Congreso funcionó. Lo que fracasó fue el movimiento de masas. A esas alturas, la economía ya crecía sostenidamente y el cansancio de los paros y movilizaciones se dejaba notar. El fracaso el paro nacional del 14 de julio de 2004, convocado por la CGTP, fue un hito en el decaimiento de las protestas sociales.
Allí García se la jugó, no por razones ideológicas, sino porque era parte de su estrategia para derrocar a Toledo. Fracasó y pasó al recuerdo por la famosa patada a Jesús Lora.
Naturalmente, el Apra jugaba con dos caras. Por un lado, como un partido responsable, buscando “blanquearse” ante los empresarios y la comunidad internacional. Y por otro lado intentado derrocar al gobierno y adelantar las elecciones.
Fracasado el plan, el Apra se dedicó a preparar la campaña de 2006.
DURAR
Ahora García está dedicado a contener el vendaval. No quiere engrosar la lista de presidentes derrocados. Eso también arruinaría su intención de reelegirse el 2016, como es su aspiración.
Yehude Simon le ha servido de parachoques por el momento. Es probable que no le sea útil muchos meses. Pero habrá ganado tiempo. Cada semana, cada día más próximo a las elecciones de 2010, aleja el fantasma del derrocamiento. Porque llega un momento en que ya no es rentable para nadie intentar traérselo abajo, instalar un gobierno transitorio y convocar a nuevas elecciones. Ese momento probablemente está en el segundo semestre de 2009.
“HEMOS VUELTO A LA NORMALIDAD” / Luis Pásara
Sesenta años después, la frase atribuida a Martín Adán, al enterarse del golpe de estado encabezado por el general Manuel Odría, vuelve a cobrar sentido. El descabezamiento de la experiencia de Perú. 21, liderada por Augusto Álvarez Rodrich, nos regresa a la normalidad del periodismo peruano.
Perú.21 representaba en el país la avanzada de una definición moderna de la empresa periodística, bastante distinta a la tradicional. El primer rasgo de esa definición consiste en concebir la empresa periodística como negocio autónomo; esto es, dejar de ser medio auxiliar o instrumento de apoyo de intereses políticos o económicos posicionados principalmente en otras esferas de actividades –agropecuarias, industriales, financieras o comerciales–, como es típico de la definición tradicional del negocio periodístico, que lo subordina a otros fines.
La razón de éxito de una empresa periodística como fue la conducida por Álvarez Rodrich está cifrada en su capacidad de competir eficientemente en la tarea de obtener, procesar y transmitir información objetiva y opinión plural, y no en la de respaldar eficazmente determinados intereses económicos o políticos. Ese cometido requiere, conforme se ha probado en este caso, que la empresa periodística deje de ser una tarea familiar y, conforme exige la organización de una empresa moderna, a los efectos de reclutar personal y directivos se guíe por criterios basados en el mérito y las capacidades profesionales en periodismo.
Esa opción de autonomía como negocio y de modernización como organización empresarial –que en varios países latinoamericanos ha ido produciendo el surgimiento de nuevos medios, la renovación completa de otros y el decaimiento o la desaparición de algunos tradicionales– no hubiera sido posible de no existir un contexto internacional que lo ha propiciado y, en ocasiones, forzado. En todo el mundo, la comunicación se ha desarrollado de un modo espectacular en las últimas décadas y las empresas eficazmente dedicadas a este negocio han cobrado un peso que hace unas décadas hubiera sido inimaginable. La transformación tecnológica ha hecho posible la aparición, desde el mundo de la comunicación, de protagonistas de primera importancia: los medios de comunicación son parte de la noticia misma, en el sentido de que, en apreciable medida, los hechos sociales son tales o importan en la medida en que alcanzan lugar en los medios. Esa evolución de la comunicación en el mundo ha inducido un proceso de cambio acelerado en los medios de comunicación latinoamericanos, que han debido transformarse para desarrollar el nuevo papel. En un contexto de crisis en otras instituciones, algunos de estos medios han asumido cierto protagonismo a través del desempeño de sus nuevas tareas y han logrado un respaldo ciudadano notablemente mayor al de otras actividades. Ése fue el caso de Perú.21.
Y lo fue, pese a que la trayectoria del Perú, en las últimas décadas, ha conocido aires más bien malsanos. El periodo de los medios de comunicación “parametrados”, en la década de los años setenta, y la siniestra innovación de la compra –o, más bien, el alquiler– de diarios, televisión y radio en los años noventa han dejado una huella profunda en la tradición de hacer periodismo. La corrupción periodística existió siempre, bajo forma de lunares y la denominación de “mermelada”, en la jerga del gremio. Pero el sometimiento sistemático y permanente a los dictados del poder, mediante la publicidad, el chantaje o la coima directa, ha envilecido a los medios peruanos de una forma que carece de precedentes. Este encanallamiento no es sólo parte de nuestras vergüenzas históricas; dista de haber concluido. Lo demuestra tanto la línea editorial e informativa de algunos medios como lo recién ocurrido con Perú.21.
Ciertamente, la decapitación de este diario no es el primer caso en el que una experiencia periodística resulta bruscamente interrumpida por decisión de quienes tienen el poder de hacerlo. Muchos hemos pasado por trances similares. Lo distinto de Perú.21 con Augusto Álvarez Rodrich fue la solidez que alcanzó el producto, su afianzamiento en tiraje y publicidad, y el impacto que logró en términos de opinión pública. Para tales logros, en los cimientos del diario, prevaleció una notable pluralidad de opinión que, sin embargo, no fue contaminada por quienes defienden desfachatadamente la inmoralidad en los asuntos públicos. En eso, el director fue inflexible.
La cancelación de la experiencia exitosa de Perú.21 corresponde a esa intolerancia de los que mandan, que se ha mostrado una y otra vez en la historia nacional para cercenar lo nuevo y lo distinto. Intolerancia con quien piensa de otra forma, con quien disiente de la verdad oficialmente proclamada, con aquél que se atreve a pensar que las cosas pueden ser encaminadas de una manera diferente a como son manejadas por los “de arriba”. Es cínico decir, a falta de otra excusa, que la decapitación de Perú.21 se ha hecho en búsqueda de pluralidad. La verdad es exactamente la contraria.
Precisamente, porque era exitoso, los que mandan decidieron que era hora de concluir con este esfuerzo. Si bien el final de esta experiencia es de lamentar, que un Perú.21, libre al informar y plural al opinar, haya subsistido algo más de seis años es de celebrar. Significa que, como empresa, en el Perú de hoy y pese a todo, un esfuerzo así es viable, sobre todo porque tiene audiencia. Y que sólo ha podido ser segado, como otros esfuerzos innovadores, por una decisión de los dueños, partícipes ahora de maniobras del poder que, por cierto, nada bueno traerán al país.
Perú.21 representaba en el país la avanzada de una definición moderna de la empresa periodística, bastante distinta a la tradicional. El primer rasgo de esa definición consiste en concebir la empresa periodística como negocio autónomo; esto es, dejar de ser medio auxiliar o instrumento de apoyo de intereses políticos o económicos posicionados principalmente en otras esferas de actividades –agropecuarias, industriales, financieras o comerciales–, como es típico de la definición tradicional del negocio periodístico, que lo subordina a otros fines.
La razón de éxito de una empresa periodística como fue la conducida por Álvarez Rodrich está cifrada en su capacidad de competir eficientemente en la tarea de obtener, procesar y transmitir información objetiva y opinión plural, y no en la de respaldar eficazmente determinados intereses económicos o políticos. Ese cometido requiere, conforme se ha probado en este caso, que la empresa periodística deje de ser una tarea familiar y, conforme exige la organización de una empresa moderna, a los efectos de reclutar personal y directivos se guíe por criterios basados en el mérito y las capacidades profesionales en periodismo.
Esa opción de autonomía como negocio y de modernización como organización empresarial –que en varios países latinoamericanos ha ido produciendo el surgimiento de nuevos medios, la renovación completa de otros y el decaimiento o la desaparición de algunos tradicionales– no hubiera sido posible de no existir un contexto internacional que lo ha propiciado y, en ocasiones, forzado. En todo el mundo, la comunicación se ha desarrollado de un modo espectacular en las últimas décadas y las empresas eficazmente dedicadas a este negocio han cobrado un peso que hace unas décadas hubiera sido inimaginable. La transformación tecnológica ha hecho posible la aparición, desde el mundo de la comunicación, de protagonistas de primera importancia: los medios de comunicación son parte de la noticia misma, en el sentido de que, en apreciable medida, los hechos sociales son tales o importan en la medida en que alcanzan lugar en los medios. Esa evolución de la comunicación en el mundo ha inducido un proceso de cambio acelerado en los medios de comunicación latinoamericanos, que han debido transformarse para desarrollar el nuevo papel. En un contexto de crisis en otras instituciones, algunos de estos medios han asumido cierto protagonismo a través del desempeño de sus nuevas tareas y han logrado un respaldo ciudadano notablemente mayor al de otras actividades. Ése fue el caso de Perú.21.
Y lo fue, pese a que la trayectoria del Perú, en las últimas décadas, ha conocido aires más bien malsanos. El periodo de los medios de comunicación “parametrados”, en la década de los años setenta, y la siniestra innovación de la compra –o, más bien, el alquiler– de diarios, televisión y radio en los años noventa han dejado una huella profunda en la tradición de hacer periodismo. La corrupción periodística existió siempre, bajo forma de lunares y la denominación de “mermelada”, en la jerga del gremio. Pero el sometimiento sistemático y permanente a los dictados del poder, mediante la publicidad, el chantaje o la coima directa, ha envilecido a los medios peruanos de una forma que carece de precedentes. Este encanallamiento no es sólo parte de nuestras vergüenzas históricas; dista de haber concluido. Lo demuestra tanto la línea editorial e informativa de algunos medios como lo recién ocurrido con Perú.21.
Ciertamente, la decapitación de este diario no es el primer caso en el que una experiencia periodística resulta bruscamente interrumpida por decisión de quienes tienen el poder de hacerlo. Muchos hemos pasado por trances similares. Lo distinto de Perú.21 con Augusto Álvarez Rodrich fue la solidez que alcanzó el producto, su afianzamiento en tiraje y publicidad, y el impacto que logró en términos de opinión pública. Para tales logros, en los cimientos del diario, prevaleció una notable pluralidad de opinión que, sin embargo, no fue contaminada por quienes defienden desfachatadamente la inmoralidad en los asuntos públicos. En eso, el director fue inflexible.
La cancelación de la experiencia exitosa de Perú.21 corresponde a esa intolerancia de los que mandan, que se ha mostrado una y otra vez en la historia nacional para cercenar lo nuevo y lo distinto. Intolerancia con quien piensa de otra forma, con quien disiente de la verdad oficialmente proclamada, con aquél que se atreve a pensar que las cosas pueden ser encaminadas de una manera diferente a como son manejadas por los “de arriba”. Es cínico decir, a falta de otra excusa, que la decapitación de Perú.21 se ha hecho en búsqueda de pluralidad. La verdad es exactamente la contraria.
Precisamente, porque era exitoso, los que mandan decidieron que era hora de concluir con este esfuerzo. Si bien el final de esta experiencia es de lamentar, que un Perú.21, libre al informar y plural al opinar, haya subsistido algo más de seis años es de celebrar. Significa que, como empresa, en el Perú de hoy y pese a todo, un esfuerzo así es viable, sobre todo porque tiene audiencia. Y que sólo ha podido ser segado, como otros esfuerzos innovadores, por una decisión de los dueños, partícipes ahora de maniobras del poder que, por cierto, nada bueno traerán al país.