viernes, 26 de abril de 2013

CRISIS: LA DEPRESIÓN AMORTIGUADA/ Alfredo Stecher


Hace unas semanas pensaba advertir sobre lo engañoso de la tranquilidad de la economía mundial, pero la muerte de Hugo Chávez y la elección del Papa Francisco me distrajeron. Ahora la advertencia es innecesaria, porque las noticias nos lo recuerdan casi a diario. Pero creo que vale la pena reflexionar sobre ellas.
En los últimos meses lo más saltante ha sido Chipre, diminuta economía que sin embargo ha hecho temblar el edificio económico europeo y ha obligado a una combinación de rescate con las más drásticas medidas de austeridad y con la afectación de los depósitos bancarios superiores a los cien mil euros, en gran parte propiedad de millonarios rusos. Felizmente, después del sobresalto por la afectación de depósitos menores a cien mil, la confianza de los mercados en que se trata de un caso excepcional – paraíso fiscal caído en desgracia – y en la política sensata del Banco Central Europeo ha logrado que, para el conjunto, no pase de un crujido más.
Otros motivos de alarma son Eslovenia, cerca de tener que pedir un rescate, el reciente estallido de la burbuja inmobiliaria en Holanda, expresión del inmenso endeudamiento de los hogares, el ajuste anunciado en Dinamarca y la fragilidad de España y de Italia, ésta con una profunda crisis política. Es fuerte la crisis de las empresas de energías alternativas, en particular solar y eólica, que ya ha llevado a la quiebra a la principal y enorme empresa china en este campo. Y las desprestigiadas calificadoras de riesgo siguen rebajando paulatinamente las calificaciones, últimamente hasta de Gran Bretaña.
Nada de esto conmovió mucho a los mercados, lo que ha llevado a una caída significativa del precio del oro. Sin embargo es esperable que hasta grandes empresas industriales y financieras, que están capeando el temporal precariamente, vayan sucumbiendo y agravando el declive. El FMI advierte sobre la fragilidad de una parte del sistema bancario europeo, incluso en Alemania – no solo los bancos de sus estados federados, ya en crisis.
Ahora los mayores elementos de acentuación de la crisis son la aún leve recesión en la Eurozona en su conjunto (incluida Alemania) y la desaceleración del crecimiento de China, que probablemente se acentuará el próximo año. Por lo pronto la toma de conciencia de esto ha llevado a una fuerte caída del precio del cobre, el metal más resistente ante la crisis, lo que indudablemente nos afectará.
Paul Krugman está usando la calificación de Pequeña Depresión, en contraste con la Grande (a partir del crack de 1929). Ojalá sea adecuada, pero me temo que va a quedar corta. Pienso que más bien se trata de una depresión amortiguada en la rapidez de su profundización – tobogán en cámara lenta, con curvas y descansos -, pero que, aunque menos dramática, bien puede resultar tan o más larga que la anterior, que en realidad solo terminó al son de los tambores bélicos inmediatamente previo a la Segunda Guerra Mundial. Obviamente es preferible que se extienda a que desemboque en otra conflagración mundial, felizmente altamente improbable. Toco madera.
La gran diferencia, hasta ahora, con la Gran Depresión, es, simplificando, que, en ese entonces, los economistas y los políticos en general no tenían idea de qué hacer y dejaron que el sistema bancario se desplomara, con efectos catastróficos para la economía y la sociedad en todo el mundo. Y el patrón oro, que hacía depender la emisión de dinero físico del oro acumulado en los bancos centrales, contribuyó a acentuar la crisis, al resultar la masa monetaria física totalmente insuficiente para el funcionamiento de la economía. Fue la audacia de Franklin Delano Roosevelt, convencido por un único asesor enfrentado a todos los demás, que inició en 1933 el progresivo abandono del patrón oro de parte de los estados y un programa de reactivación de la economía y de protección social, inspirado en los planteamientos de John Maynard Keynes.
En nuestra actual depresión la política de salvataje del sistema financiero y de la industria automovilística, seguida de una política monetaria expansionista, han evitado en Estados Unidos su colapso económico y una profunda recesión – y podrían estar en mejor situación sin el freno de las exigencias de austeridad extrema y el obstruccionismo de parte de la oposición republicana. Japón, después de décadas de estancamiento, a pesar de un altísimo endeudamiento del Estado, acaba de asumir una política que prioriza el estímulo de su economía, bien recibida por el FMI, el G20 y los mercados. En cambio en la Eurozona la austeridad excesiva ha hundido a gran parte de sus economías y obligado a sucesivos salvatajes con condiciones asfixiantes.
La crisis ha evidenciado las contradicciones del sistema capitalista, acentuadas por el neoliberalismo – la supremacía del mercado a ultranza. Y además efectivamente hay mucha grasa innecesaria, engranajes disfuncionales y óxido y arena en los indispensables, tanto en los Estados como en los sectores privados, que es necesario eliminar. Y eso exige austeridad. Pero la orientación neoliberal y su influencia incluso en corrientes socialdemócratas, ha llevado en la Eurozona a políticas de austeridad extrema y contraproducente, acentuadora de la crisis económica, con recortes a mecanismos ideológicamente aborrecidos, pero indispensables,– léase todo lo positivo del históricamente progresivo Estado de bienestar - a la vez que renuencia a afectar a otros más bien disfuncionales.
En las últimas semanas se han multiplicado críticas demoledoras, también de Krugman, a un estudio de dos economistas famosos, Reinhart y Rogoff, de Harvard, 2011, que había sustentado la tesis de que el 90% de deuda respecto del PBI de un país es el umbral a partir del cual ésta se hacía insostenible. Ya antes la evidencia empírica en contra y ahora una revisión detallada de su estudio, con errores metodológicos y de cálculo - la ahora famosa crisis Excel -, han quitado el piso a ese sostén teórico clave de la austeridad extrema, causa de agudización de la crisis económica. También un estudio del FMI, que ha moldeado la política de éste, ha demostrado que es erróneo un supuesto básico de las políticas de ajuste acelerado, la subestimación grosera de su efecto recesivo, que lleva a aumento en vez de disminución de las deudas estatales por la reducción de la base impositiva.
Esto, junto con el insatisfactorio, pero mucho mejor desempeño económico de los Estados Unidos, ha llevado a un creciente consenso fuera de la Eurozona y aumento de las voces a su interior de la necesidad de un cambio sustancial.
El principal obstáculo a esto, además de las anteojeras ideológicas, es la renuencia de Alemania y de otros países a compartir más los costos del salvataje de los países en mayores problemas, de los cuales estos por cierto son en gran medida responsables, pero que han sido estimulados y de los que se han beneficiado los países acreedores y sus bancos, por lo tanto corresponsables. Y esto responde tanto a intereses de sus entidades financieras como a consideraciones políticas, en el caso de Alemania por las elecciones generales a realizarse en setiembre, con un electorado reacio a asumir mayores costos de la crisis europea.
Es cierto que Alemania ha dado hace dos décadas un ejemplo de política de austeridad, en gran parte necesaria por los costos de la reunificación de la próspera República Federal del Oeste con la decrépita República Democrática del Este (y también allí los intereses financieros y de la gran industria, bajo el manto ideológico neoliberal, aprovecharon para desmantelar una parte de lo más positivo que tenían tanto su política de bienestar como algunos segmentos de su industria y, en la última década, para debilitar mecanismos de protección social en la Alemania unida).
Sigo sin dudar de que Alemania y sus principales dirigentes, incluida Ángela Merkel, tienen un firme compromiso con la unidad europea, por convicción y por interés económico, pero su política amenaza con fragilizarla aún más. Confío en que el próximo año termine de imponerse la sensatez económica en toda la Eurozona y supere las políticas negativas aún dominantes, que amenazan con profundizar la crisis y alargarla mucho más, incluso para Alemania. Pero ninguna política podrá evitar la prolongación de la recesión en Europa por un buen tiempo más. Y ojalá no logren predominar las corrientes antieuropeas en crecimiento en la mayoría de los países de Europa.

lunes, 22 de abril de 2013

OLLANTA HUMALA: ¿DE REGRESO AL CHAVISMO?


Ese es el fantasma que empieza a rondar en los medios empresariales y las clases medias en Lima. Varias razones concurrentes lo explican.
En el plano internacional el viaje al sepelio de Hugo Chávez y las declaraciones del presidente diciendo que el fallecido era un ejemplo para la región. Luego la participación en UNASUR, en la que junto con sus colegas de América del Sur convalidaron a Maduro, elegido en un proceso plagado de irregularidades desde el primer día.
Se mencionan también medidas de política económica. Entre ellas la decisión del Petro Perú de comprar la refinería de la Pampilla  y la red de grifos de propiedad de Repsol. También la decisión de poner a la Marina a cargo de diversas responsabilidades en los puertos. Algunos, también, ven signos de aquello en las decisiones sobre regulación de pesca y los cambios en las normas sobre las AFP.
¿No vamos al chavismo? ¿Está ocurriendo lo que pasó con Chávez que recién en el segundo año sacó las garras?
Es muy difícil saber qué puede pasar en un país tan desinstitucionalizado, donde los partidos políticos no importan y donde los caudillos hacen lo que le da la gana. Sin embargo ensayo una hipótesis.
No creo que Humala tenga en la cabeza un modelo económico chavista. Lo que sí me preocupa y mucho es que tenga un modelo político chavista.
Da la impresión que en lo económico Humala y Nadine saben la barbaridad que sería llevar al país a un modelo que ha fracasado, más todavía si no tenemos el oro negro a raudales para paliar los efectos de las malas políticas.
Lo que sí hay, creo, es un gran riesgo de que tomen uno los aspectos del modelo chavista, que es el de la perpetuación en el poder, en base a usar la popularidad para torcer instituciones y voluntades.
Formo parte del 82% de peruanos que creen que Nadine Heredia está preparando una candidatura. Ello es a todas luces ilegal, porque hay ley expresa que lo impide. Es también una violación abierta al compromiso ético y político que asumió frente a los garantes para conseguir su apoyo, en donde sostuvo que no habría ninguna forma de re elección y que se irían el 28 julio 2016.
No parecen ser esas las intenciones. La negativa sistemática a decirlo expresamente es muy reveladora. El rol de Nadine dentro y fuera del gobierno habla por sí solo. Sumémosle que han multiplicado por siete los gastos del sistema de inteligencia y que las promociones del poderoso asesor Adran Villafuerte,  así como las de Ollanta y Antauro Humala, no pasarán al retiro como las previas, porque se les ha aumentado cinco años más de carrera.
Una parte de quienes leen este post se sentirán a estas alturas aliviados y se dirán, bueno que importa, si Nadine es pro mercado y proempresarial, asunto solucionado.
Ese es uno de los graves problemas que tenemos en el Perú. Tanto las izquierdas como las derechas son en su mayoría profundamente pragmáticas y no les interesa un ápice la institucionalidad y la democracia; les basta con que el proyecto político en el poder encaje con sus intereses y visión del mundo.
El mejor antídoto frente a los autoritarios de izquierda y de derecha es preservar y fortalecer la institucionalidad; en este caso asegurándonos que haya elecciones libres y competitivas en el 2016 y que no participe nadie que no pueda hacerlo, porque la ley se lo impide. Menos todavía quién tendría todo el apoyo del aparato del Estado para competir con ventaja sobre los demás.
Este es a mi juicio el problema político fundamental que enfrentamos para los próximos años. El país ya está polarizado al respecto: el 44% piensa que no debe hacerlo porque la ley se lo impide, pero el 47% que sí puede porque con la Constitución no se lo impide; justamente la "interpretación auténtica", que al mejor estilo fujimorista buscan hacer para permitir su postulación.
Hay que poner en el centro del debate este problema y exigir definiciones inmediatas. Si no vendrán tiempos turbulentos, polarización y enfrentamiento; con todas las consecuencias que esto trae para la estabilidad, la convivencia pacífica y el desarrollo económico.


martes, 9 de abril de 2013

BERGOGLIO, PREOCUPACIONES / Alfredo Stecher


Nunca imaginé que alguna vez escribiría un artículo sobre el Papa, y menos, dos seguidos. Pero el interés mostrado por varios lectores y la importancia del tema me llevan a ampliar mis reflexiones a partir de lo que conocemos de las opiniones anteriores, cuando Bergoglio aún era arzobispo o cardenal. Reiterando mi aprecio por su persona y que tengo expectativas globalmente positivas, considero importante insistir en los aspectos que califiqué de sombras, en que sus posiciones pueden resultar dañinas para nuestras sociedades, tanto o más que las de su antecesor, en la medida de su mayor legitimidad e influencia.
Me preocupan principalmente las convicciones que expresa sobre asuntos de sexualidad, pero también su insistencia en ver la obra del Diablo en posiciones contrarias a la suya. Espero que sean matizadas en la práctica.
Incluso actualmente estas posiciones son en parte ignoradas hasta por algunos en la jerarquía eclesiástica, como sucede en muchos países en los que la Iglesia Católica no es mayoritaria o ha perdido peso en el poder político, especialmente en Estados Unidos, Canadá y el Norte de Europa. Hay episcopados que aceptan administrar anticonceptivos a mujeres violadas o tienen mayor comprensión para el uso del preservativo para prevenir el sida. Y felizmente parecen ser mayoría entre los católicos, incluidos muchos en posiciones políticas relevantes, quienes, conservando su fe y algún grado de relación con su Iglesia, no aplican en la práctica sus prescripciones sexuales, entre otras.
Entre las sombras de las opiniones de Bergoglio destaca obviamente la condena de los anticonceptivos y del aborto. No entiendo la resistencia a los anticonceptivos y considero, por ejemplo, inmoral e inhumano el extremo de que la Iglesia Católica impida en muchos países, en particular en África, la repartición de condones para frenar el avance del sida.
En cuanto al aborto, considero que es preferible evitarlo, principalmente por los riesgos físicos y sicológicos para la madre. Pero en muchos casos resulta ser el mal menor, al menos en los primeros meses, cuando el feto incluso pasa por estadios previos a nuestra condición de mamíferos y es una persona humana potencial, pero no lo es aún, y es aún parte de la madre y totalmente dependiente de ella fisiológicamente. Incluso la naturaleza tiene mecanismos de aborto espontáneo, muy frecuentes en el primer mes (de modo que la mujer ni se entera) - en total hasta de un 15% de los óvulos fecundados.
Considero que, sin ser deseable, es lícito y debería ser legal recurrir al aborto en los primeros meses por decisión de la madre, ojalá adecuadamente asesorada en lo médico y sicológico y realizado en las mejores condiciones posibles. Las políticas al respecto deberían ser laicas y no eclesiásticas. Que las iglesias se ocupen de quienes quieren hacerles caso.
Entiendo a quienes, convencidos de que la persona existe con plenos derechos desde el momento de la fecundación, se oponen consecuentemente al aborto en todos los casos – como entiendo la lógica de otros fundamentalismos, pero considero a todos nefastos cuando logran imponerse.
Prefiero a quienes son inconsecuentes ante demandas apremiantes de la realidad, como es el caso de violaciones y de malformaciones congénitas severas. Pero entonces no entiendo que no acepten ampliar ese criterio a lo que es no solo un problema moral y económico, sino de salud pública, el enorme número de abortos en condiciones sanitarias deplorables para las pobres, con muchas muertes y efectos graves para la salud de las madres, pero, en el otro extremo, asequibles bajo algún eufemismo para las mujeres con mayores recursos. Es una de las facetas de nuestras enormes inequidades.
En Chile se estima que hay unos 200 mil abortos al año; hay quienes consideran exagerada la cifra, pero, aunque fuera “solo” la mitad, es una realidad espantosa debida a las condiciones derivadas de la ilegalidad. También en el Perú se estima en cientos de miles los abortos clandestinos cada año, y el aborto figura en un destacado lugar entre las causas de muerte de mujeres. ¿Estas vidas no valen nada? Valoro la compasión ex post que preconiza y practica Bergoglio, pero valoraría mucho más una compasión ex ante.
Entre las sombras está también la oposición al divorcio civil. Pero incluso allí se van matizando las posiciones en la práctica. La Iglesia Católica, a través de la derecha, impidió en Chile hasta la década pasada la aprobación del divorcio. Pero luego de aprobado, ha dejado de ser tema y hasta muchos católicos de derecha se divorcian. Y, quienes tenían las necesarias conexiones y poder económico y político, siempre han podido divorciarse, a través del resquicio legal de la nulidad o bajo la figura de una licencia papal especial, uno de los tantos servicios de la Curia. En el Perú es saltante el caso de nuestro expresidente Manuel Prado, pero dista de ser un caso aislado.
Y por supuesto no coincido con la apreciación de Bergoglio de que el ateísmo priva al hombre de una parte esencial, la espiritual.
Pero no nos quedemos solo con lo oscuro, retomemos también lo claro.
Bergoglio ha escrito: “La dignidad la tenemos por el trabajo, porque nos ganamos el pan, y eso nos hace mantener la frente en alto. Pero cuando el trabajo no es lo primero sino que lo primero es la ganancia, la acumulación de dinero, ahí empieza una catarata descendente de degradación moral. Y termina esta catarata en la explotación de quien trabaja.” … “y empieza a crecer el afán de dinero insaciable.” (2011)
Se puede interpretar como una prédica anticapitalista, pero no debería ser vista así, sino contra los excesos del capitalismo y contra el parasitismo, así como contra el estalinismo y sistema soviético, contrarrestados por la democracia gracias a los movimientos sociales y los reformismos socialistas y liberales.
Bergoglio no ha asumido, como lo hizo su orden bajo el padre Arrupe, la Teología de la Liberación, que ha sido en general positiva, aunque con algunos excesos individuales en su tolerancia hacia e incluso compromiso con partidos violentistas, lo que Bergoglio expresa así: “en la teología de la liberación hubo desviaciones y excesos, pero también miles de agentes pastorales, religiosos, religiosas, laicos jóvenes, maduros y viejos, que se comprometieron como lo quiere la Iglesia y constituyen el honor de nuestra obra”. Un reconocimiento valioso.