Guardo un escrupuloso respeto por las
opiniones de Pedro Pablo Kuczynski en materia económica, política
y protección de recursos hídricos. No puedo decir lo mismo de su reciente
opinión, que de ser gobierno fusionaría los ministerios de Interior y Defensa,
con fines de lucha contra la inseguridad. Y no puedo estar de acuerdo por las
siguientes consideraciones:
Las fuerzas armadas tienen una
finalidad constitucional, absolutamente vinculada a la defensa de la integridad
territorial y la soberanía nacional, que resulta ser común a las fuerzas
armadas en el mundo. Por tanto sus miembros son formados como combatientes que
deben oponerse a los hipotéticos enemigos del país y que deben ser dotados de
la consecuente agresividad que les permita imponerse a quienes pretendan
ofender la heredad nacional. Son en esencia profesionales de la guerra
Las policías en el mundo se organizan
para mantener la indemnidad de las personas en su vida, bienes y ejercicio de
libertades y derechos. Ergo los policías deben ser formados como promotores de
la convivencia pacífica y ordenada desempeñándose en las esferas preventiva, disuasiva, control y
reactivas, que posibiliten una vida ciudadana ordenada al evitar las conductas
anómicas, desalentar a quiénes pretendar violar las normas, perseguir a quiénes
finalmente deciden ser violadores del orden legal y recuperar la normalidad
cuando se presenten alteraciones en el orden público. Son en suma,
profesionales de la paz.
Es probable que PPK, se haya sumado a
esa idea equivocada que ubica a la policía como parte del aparato militar del
país, idea que se mantiene vigente y que provoca que la formación de los
actuales policías tenga una marcada impronta militar.
Estamos de acuerdo con los que
sostienen que debe refundarse la policía nacional, pero esta refundación debe
sostenerse en la afirmación de la verdadera identidad de la institución
policial, que no debe ser otra que la organización que cumple una función
ciudadana, al servicio de la ciudadanía y que ella misma es parte de la
urdimbre social.
En los últimos tiempos, se ha incorporado
en la teoría el concepto comunitario de la función policial. Y digo en la
teoría, porque resulta sumamente difícil que el concepto, más allá del debate,
forme parte de la actuación de policías formados militarmente e inmersos en ese
maniqueísmo militar-civil que los aleja de la ciudadanía, que es la razón
principal de su existencia.
El problema no es singularmente
peruano. En Colombia se viene discutiendo la formación del ministerio de la
seguridad ciudadana, que absorbería a la policía nacional, actualmente ubicada
en el ministerio de Defensa. Las primeras voces discrepantes frente a esta
posibilidad han surgido del colegio de oficiales generales y de la asociación
de ex directores generales de la policía. Esto nos dice que el mayor arraigo de
las formas militares en la policía se ubica en los altos mandos, ante la
convicción que la verticalidad militar es la mejor forma de afirmar el mando,
esta posición en sociedades democráticas es altamente debatible. Creemos que es
el momento de incidir en la formación profesional policial de los agentes,
relativizar la formación militar, que actualmente ocupa la mayor parte del
período formativo y migrar hacia una organización identificada con la función
ciudadana que cumple.
Debemos recordar, que los grandes
logros contra el crimen organizado, especialmente terrorismo y narcotráfico, se
dieron con trabajos de paciente pesquisa policial y que los últimos sucesos de
afectación a poblaciones civiles por parte de las fuerzas armadas (Mazangaro),
obedece básicamente a que los miembros de estas instituciones están formados
para la guerra.
El tema da para un prolongado debate,
pero en inicio, considero un despropósito mezclar profesionales de identidades
distintas y que resulta contraproducente militarizar a la policía y a la vez
policializar a las fuerzas armadas.
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