miércoles, 31 de octubre de 2012

OBSERVANDO CON SIMPATÍA: ELECCIONES MUNICIPALES/Alfredo Stecher


El domingo 28 de octubre se han realizado las elecciones municipales en Chile, con resultados inesperados y tan interesantes que me animo a comentarlas, aunque no lo tenía previsto (un compendio para quienes siguen las noticias internacionales). Si bien me falta mucho para tener los cinco años de residencia que me facultarán para votar, he mirado el proceso y algunos resultados con especial empatía, ya que mi familia vive repartida en tres comunas de Santiago, vecinas, en las que los alcaldes son de la coalición y han sido derrotados por candidatos de la oposición, con los que simpatizamos. Y ha sido una linda experiencia celebrar algunos resultados con hijos, parejas y nietos, en parte en la calle.

En el caso de Ñuñoa, donde vivo, ha ganado por un margen de infarto – 98 votos - Maya Fernández Allende, nieta del expresidente, del Partido Socialista- PS, a Pedro Sabat, que buscaba su cuarta reelección (a pesar de lograr un 8% el Partido Humanista, también de oposición). En Providencia la socióloga independiente, centrista, Josefa Errázuriz (bastante parecida físicamente a nuestra Susana Villarán), elegida en primarias abiertas y respaldada por la Concertación, ha derrotado categóricamente, con 56%, a Cristián Labbé, coronel retirado, exmiembro de la Dirección de Inteligencia Nacional – DINA, famosa por la tortura y eliminación de opositores, exministro portavoz de Pinochet, cuatro veces alcalde, desde 1996. En La Reina venció Raúl Donckaster, de la Democracia Cristiana – DC - a una derecha dividida. A esto se agrega la contundente victoria de Carolina Tohá, del Partido por la Democracia – PPD, exdiputada y exministra de Michelle Bachelet, sobre el alcalde Pablo Zalaquett, en Santiago (centro). Da especial gusto ver ese triunfo de tres candidatas mujeres, serias, sensatas, honestas y queribles, que han hecho todas una intensa campaña participativa, casa por casa (a quienes se une la nueva alcaldesa de Peñalolén, comuna vecina).

Labbé es una muestra de lo que es capaz la derecha pinochetista recalcitrante: Siendo al parecer un buen administrador municipal, reelegido en 2008 con 64% de los votos, que ha hecho de Providencia una comuna ejemplar en cuanto a ornato público y servicios – claro que con arcas llenas -, pero ignorando y menospreciando la participación vecinal, ha logrado enajenarse las simpatías de todo el centro político con sus posiciones de ultraderecha, su reacción feroz contra las tomas de colegios por estudiantes secundarios, con expulsión de los participantes, con su reciente auspicio de un acto de desagravio a un exfuncionario de la DINA, condenado por violaciones a los derechos humanos a 144 años de prisión, su ninguneo a la candidata opositora como simple ama de casa; esto se expresó también el día de la votación, molesto por manifestaciones hostiles en su mesa de votación, en su negativa a felicitar a la triunfadora, con su clásico “yo no hago nada que no me nazca”. Del lado más moderno y, en parte, más liberal de la derecha, ahora centroderecha, en el Poder, cabe resaltar las felicitaciones inmediatas de Zalaquett y de Sabat a sus contendoras, de este último incluso antes de terminar el conteo, habiendo apenas cien votos de diferencia, y renunciando a una posible demanda de recuento ante el Tribunal Calificador de Elecciones.

Destaca el hecho de que el Gobierno y la alianza gobiernista, así como los principales medios de comunicación, hayan considerado el triunfo en Santiago como seguro, en Providencia como más reñido, pero altamente probable, y en Ñuñoa como aplastante y la contendora casi ignorada – a tal punto que prácticamente no existía en la cobertura mediática y tampoco la oposición veía posible su triunfo. El contraste entre la gran celebración prevista en Santiago, con participación de cinco ministros, con la realidad, simboliza el significado de los resultados generales para el Gobierno. Es probable que su triunfalismo previo haya contribuido a la debacle.

Curiosamente, todos los partidos y opiniones tienen algo que celebrar, menos el Gobierno, en particular el presidente Sebastián Piñera, la Coalición gobernante, que bajó su porcentaje de 43 a 33% (frente a un aumento para la Concertación del 44 al 50%), y sus dos principales aspirantes a candidatos presidenciales, especialmente el favorito, Laurence Golborne, ministro de Obras Públicas, cercano a UDI, que se involucró mucho en la campaña, a diferencia de Andrés Allamand, ministro de Defensa, de RN, mejor político. Para el Gobierno es unánime la calificación de derrota – reflejada en sus caras largas. Por otro lado, tampoco puede celebrar el sistema democrático, por la bajísima participación electoral, a pesar del correcto funcionamiento de los mecanismos electorales (siendo las mesas de votación por primera vez mixtas, hombres y mujeres, y con sistema Braille para invidentes). Cabe agregar un tercer gran derrotado, las encuestadoras, cuyas predicciones contribuyeron al desatinado y contraproducente triunfalismo gobiernista, que contribuyó a la elevada abstención (entre sus partidarios).

Si bien el cambio de sistema electoral de inscripción voluntaria y voto obligatorio a inscripción automática y voto voluntario hacía prever un alto grado de abstención, el porcentaje efectivo fue una sorpresa para todos, incluidos sus detractores: 57%, o sea una participación de solo 43%, un récord histórico, con una reducción de un millón y medio de votantes, de casi siete millones en las elecciones municipales de 2008 a cinco millones y medio, a pesar del enorme aumento de la población con derecho a voto, a cerca de trece millones y medio.

A primera vista el resultado no es tan malo para la Coalición gobiernista, a pesar de haber bajado su votación a nivel nacional y de 144 a 121 alcaldes, en Santiago metropolitano de 15 a 9 alcaldías, y la Concertación subido de 15 a 24, de un total de 34 (el resto totalmente independientes); y de las quince capitales regionales ha bajado de nueve a seis, habiendo la Concertación subido de dos a seis. La derrota gobiernista se magnifica por el contraste entre el triunfalismo previo y la pérdida de comunas emblemáticas – Santiago, Providencia, Recoleta, Concepción.

Aunque cada partido de oposición ganó algo o alguito, probablemente el mayor ganador fue la unidad del bloque opositor, seriamente amenazada por desavenencias internas, simbolizada por la hasta ahora fantasmagórica pero real (pre)candidatura presidencial de la expresidenta Bachelet. Loa s resultados evidencian la precariedad de su avance si no fuera por haber logrado mantenerse unidos, a pesar de todo.

 

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