Completo mi homenaje a Nelson Mandela
tratando de entender cómo llegó a serlo. Pienso que en él se manifiestan dos
influencias tempranas decisivas: su infancia tribal y el sistema judicial
inglés.
Mandela, nacido en 1918, cuyo nombre xhosa, Rolihlahla,
“el que jala la rama del arbusto”, también significa “alborotador”, creció en
el seno de familias destacadas de un clan de la etnia xhosa, en Transkéi,
entonces protectorado inglés, posteriormente uno de los veinte bantustanes o
reservas bajo el apartheid. Su territorio ocupaba 7% -luego 13%- del territorio
sudafricano, habiendo los campesinos negros perdido más de tres millones de
hectáreas de sus tierras. Los xhosa, de la familia étnica bantú, al igual que
los zulúes, constituyen alrededor de un 18% de la población de Sudáfrica. Son, con
ocho millones, la etnia más numerosa después de la zulú.
Su padre, nieto del rey de su sub etnia
xhosa, thembu, fue destituido de su cargo como responsable de su pueblo por un
conflicto con el magistrado colonial local y la familia vivió desterrada en una
aldea, en condiciones de pobreza rural. A la temprana muerte de su padre,
Mandela fue adoptado cariñosamente de manera informal como tercer hijo por el regente
de los thembu, lo que moldeó su enorme autoestima y confianza en sí mismo así
como su calidez personal. Pudo gozar de la buena educación propia de la realeza
tribal en un colegio metodista (al que le debe su nombre inglés).
Posteriormente, bajo el apartheid, por temor al Vaticano, la única excepción a
la segregación fueron las iglesias católicas, a la que pertenecía una pequeña
minoría. Quizá el “no matarás” transmitido por los metodistas tuvo en él un
peso importante, como el que me hizo declararme pacifista en mi adolescencia,
pensar en declararme objetor de conciencia ante un llamado al servicio militar,
y considerar más tarde la violencia revolucionaria como un mal necesario en
determinadas circunstancias, pero no deseable.
Mandela recordaba haber observado que la
actuación de su padre adoptivo en las asambleas tribales se asemejaba a la de
un pastor de ovejas que guía a su rebaño desde atrás. También, como relata
Ariel Dorfman en una entrevista publicada recientemente, un episodio puntual de
su padre golpeando a su madre le hizo entender que la injusticia comienza en
casa.
Después de haber terminado brillantemente un
college, pudo estudiar derecho en la única universidad que aceptaba a negros,
solo hasta 1959, bajo el dominio inglés, menos segregacionista. Pero fue
expulsado por no aceptar ser parte del consejo estudiantil al que había sido
elegido a pesar de haberse opuesto a las elecciones. Cuando, según las
costumbres tribales, le trataron de imponer un matrimonio de conveniencia,
Mandela y el príncipe heredero fugaron a la ciudad, Johannesburgo. Allí comenzó
trabajando como obrero en una mina y luego, al ser despedido por conocerse su
fuga, como amanuense en un estudio jurídico. Formó con un abogado negro el
primer estudio de abogados negros, dirigido a la defensa de clientes negros sin
o con pocos recursos. En ese trabajo llegó a apreciar la relativa imparcialidad
del sistema judicial inglés, atenido a la aplicación estricta de las leyes
vigentes y no a los deseos y presiones del gobierno de turno.
Tuvo cierta influencia en él Mahatma Gandhi,
también por el liderazgo de un hijo de éste en el Congreso Indio Sudafricano,
partido aliado del CNA, quien propugnaba una estrategia pacifista por
principio. Gandhi había vivido en Sudáfrica y asumido posiciones racistas
respecto de los negros, que posteriormente corrigió. Mandela compartió la
estrategia pacifista, pero por razones de eficacia, dada la correlación de
fuerzas existente. Más adelante, cuando el Gobierno reprimió sangrientamente
toda expresión de protesta y toda manifestación no violenta, Mandela optó por
agregar acciones violentas, de sabotaje, principalmente simbólicas, pero
siempre preocupado por minimizar la pérdida de vidas.
También influyó en él el africanismo que
recorría las élites africanas, un nacionalismo panafricano que en otros países ayudó
a acabar con la dominación europea, pero que, en Sudáfrica, dividió al
movimiento, formando un partido más radical. En general el panafricanismo tuvo
resultados desastrosos por su radicalismo y por la inmadurez política de las
naciones liberadas, creación artificial del colonialismo.
Una fuerte pero temporal influencia
adicional, de romanticismo revolucionario, fue la del Che Guevara, de la
revolución cubana y de las guerras de liberación en Namibia, Angola y
Mozambique, cuyo ejemplo sin embargo no copió, aunque lo tentó durante un
tiempo antes de su encarcelamiento, en que también estudió a von Clausewitz,
Mao Tsetung y la guerra de los ingleses contra los boers. Y propició una
alianza temporal con el Partido Comunista, también en busca del apoyo de la
Unión Soviética. La justificó comparándola con la de Churchill contra Hitler.
Mandela se adhiere en 1944 a la juventud del
Congreso Nacional Africano (CNA) y posteriormente al partido, a cuya
vicepresidencia llega en 1952. Sufrió su primera prisión en 1956, por proclamar
un cambio radical del sistema de gobierno y por protestas pacíficas contra el
apartheid, pero, junto con todos los demás detenidos, fue liberado y
posteriormente absuelto en 1961, lo que evidenció la relativa independencia del
Poder Judicial heredado del dominio inglés, más la presión internacional. Pero,
detenido otra vez en 1961, por su responsabilidad en la formación del brazo
armado del CNA y por haber viajado ilegalmente a Argelia para recibir
entrenamiento militar, en aplicación de leyes aún más represivas, fue condenado
en 1964 a prisión perpetua.
La experiencia carcelaria lo llevó
progresivamente al realismo político y al pragmatismo con principios que marcaron
su exitosa política de superación del apartheid.
En la cárcel, además de realizar trabajos
forzados en una cantera, con daño a su salud, culminó sus estudios de derecho
en un programa a distancia de la Universidad de Londres, organizó una
universidad política y de cultura general para los demás reos, estudió la
lengua, la cultura y los comportamientos de los afrikáner, cultivó un huerto y
compartió frutas y vegetales también con sus carceleros blancos, prefigurando
las relaciones de solidaridad entre los negros y las interraciales por las que
luchaba.
Le costó largos años de pedagogía
revolucionaria, con su ejemplo y su argumentación, persuadir a los dirigentes del
CNA de que la única posibilidad de lograr la abolición del apartheid sin
terribles derramamientos de sangre y empobrecimiento general del país era su
estrategia basada en el criterio de facilitar a los blancos una retirada
honrosa y ordenada, con garantía de no venganza ni represalias, solo juicios a
quienes cometieron delitos graves incluso según la Constitución segregacionista.
También le costó años de persuasión en simultáneo convencer a los dirigentes
blancos, en particular al presidente de Klerk, de la sinceridad de su propuesta
y de la viabilidad de su implementación. Es una señal de madurez del pueblo
sudafricano que una inmensa mayoría llegara a aceptarlo.
Mandela impulsó una constitución para todos,
con libertades democráticas amplias, derecho de todos al voto, y libertad
general de expresión y organización, como herramienta para el inicio del
proceso de construcción de una nación conjunta entre blancos y las diversas
etnias negras, muchas veces también enfrentadas entre sí. Sudáfrica tiene
actualmente 11 lenguas oficiales, incluidos el afrikáans y el inglés.
En su estrategia Mandela usó mucho el peso de
los símbolos. El nuevo himno nacional resultó compuesto por el de los afrikáner
seguido del revolucionario de los negros. La nueva bandera expresa elementos
compartibles por todos. Como se muestra en la película “Invictus”, un momento
decisivo fue, en 1994, la asistencia de Mandela a la final del campeonato de
rugby, deporte de los blancos, con un equipo blanco al que alentó y que logró ser
campeón, ganándose la confianza de la mayoría de los blancos asistentes y dando
un ejemplo a las mayorías no blancas. Posteriormente también usó como factor de
unidad el campeonato mundial de fútbol.
Poco a poco logró ganar también la confianza
del resto del mundo político internacional y de los grandes capitales para que
continuaran invirtiendo en el país. Aun así el gobierno norteamericano, como autocrítica
tardía y regalo de cumpleaños, vergonzosamente recién en 2008 lo sacó de su
lista de terroristas, en la que fue colocado en los ochenta, bajo Reagan.
Retirado ya de la política activa Mandela regresó
a vivir en su aldea, en una casa grande especialmente construida para él.
También el actual presidente ha mandado construirse una casa en su pueblo
natal, pero una mansión a un costo 20 veces mayor, símbolo de la corrupción que
ha ido corroyendo al CNA y al gobierno.
En la ceremonia masiva por su funeral, la
masa, principalmente negra, ovacionó a Obama, por un discurso muy inspirado, e
incluso al ex presidente blanco, y luego vicepresidente, de Klerk, pero pifió a
Zuma. Sin embargo los negros siguen apoyando mayoritariamente al CNA. Ojalá
Sudáfrica siga por el camino emprendido y logre enmendar sus errores.
1 comentario:
Gracias por el artículo, la vida de Mandela sin lugar a dudas influenció en la situación de las repúblicas africanas hoy nuevamente en estado de violencia.
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