Paul Krugman, el premio Nobel de economía y columnista del New York Times, a la vez partidario y crítico de la política económica actual de Estados Unidos, acaba de expresar nuevamente su preocupación por lo que considera medidas positivas pero insuficientes para abordar la crisis.
Recuerda la figura de la rana que, en un recipiente con agua demasiado caliente, salta inmediatamente fuera de éste y se salva, mientras que otra rana, en un recipiente similar, cuya agua va siendo calentada lentamente, permanece en él y termina cocida. Para Krugman diversos datos de mejoras en la economía norteamericana han quitado el sentido de urgencia a una acción anticrisis, así como la lejanía temporal de los dramáticos efectos del calentamiento global, esperados ya por la mayoría de científicos, impide acciones más enérgicas al respecto. Señala que ante las catástrofes anunciadas tanto las ranas económicas como las ecológicas están quietas mientras el agua va calentando.
Esos síntomas positivos, de desaceleración o inversión de la debacle económica en los Estados Unidos y a escala mundial han llevado a importantes ganancias en las bolsas y a una recuperación del precio del petróleo de $33 en diciembre de 2008 (hasta donde había caído de su pico de $145 el año pasado) hasta casi $73 en junio. Uno de los bancos de inversión rescatados el año pasado por el gobierno norteamericano, Goldman Sachs, convertido en banco regulado, ha logrado ganancias impresionantes, ha devuelto el dinero proporcionado por el Gobierno y tiene previsto repartir $18000 de ganancias entre sus 28000 empleados. ¿No es ésta una señal contundente de recuperación?
En realidad es solo una prueba de que las bolsas de valores se orientan en promedio por los datos económicos y financieros inmediatos, y de que los especuladores pueden ganar tanto en las subidas como en las bajadas de la actividad económica y de las bolsas. Y que conste que no considero la especulación mala per se. Es un componente de la actividad económica normal que actúa como un acelerador de la innovación y de la inversión de la economía, al anticiparse a desarrollos ulteriores o asumir riesgos que los negocios financieros comunes no están dispuestos a asumir, pero que, en promedio, pueden llevar a resultados económicos positivos. En todo nuevo emprendimiento hay algo de especulación. Cuando esos riesgos sobrepasan una incierta frontera de lo razonable, la especulación va formando burbujas económicas que en algún momento tienen que estallar.
Resulta que, sin embargo, Goldman Sachs sigue siendo una anomalía, cuyo éxito parece deberse a la asunción de riesgos muy altos, bien estudiados, en un entorno financiero que sigue marcado por pérdidas o ganancias muy débiles.
A pesar del (obligado) optimismo del secretario del Tesoro de Estados Unidos, Timothy Geithner, para muchos economistas, incluido Krugman, y comparto su opinión, aún es altísimo el riesgo de que la economía norteamericana, después de esta estabilización relativa y temporal, tenga una caída fuerte adicional, tanto por la evolución de la economía internacional como de la propia economía norteamericana. Un factor importante para una profundización de la crisis (y una muy lenta recuperación) es una desocupación cercana al 10% (de alrededor del 16% si se cuenta a la población subocupada o que se ha cansado de buscar trabajo) y una fuerte contracción del consumo interno no suficientemente compensada por la inversión estatal (también allá de lenta ejecución). La desocupación, además del sufrimiento humano y de la conmoción social, significa una caída inicial relativamente leve del consumo, que se agudiza cuando un tiempo después se acaban los subsidios y las reservas. Europa no se queda mucho atrás en materia de desempleo (aunque tiene mejores mecanismos de protección, y por períodos más largos), con un pico de casi 19% en España, y con Irlanda, Eslovaquia y Hungría ya superando el 10%.
Los mercados bursátiles y de materias primas están comenzando a registrar estas preocupaciones, como se expresa en las crecientes oscilaciones en las bolsas y en la caída del precio del petróleo a $60, a pesar de los sistemáticos esfuerzos de los países productores agrupados en la OPEP para estabilizarlo en $75 (¡oh maravilla de la invisible mano árabe – venezolana del mercado!) por medio de reducciones en su producción.
El que la crisis económica esté entrelazada con la crisis climática complica las cosas, en tanto ambas requieren de enormes gastos estatales en momentos en que se reducen los ingresos y se disparan los déficits. Pero hay quienes sostienen que los esfuerzos para contrarrestar el calentamiento global pueden ser uno de los motores para una reactivación económica, a través de la innovación y renovación tecnológica, en lo que China parece estar llevando la delantera.
1 comentario:
A todo lo que ha venido diciendo con vehemencia Alfredo(de lo cual entiendo poco) sólo podría agregar- desde mi punto de vista- que detrás de la crisis ha vendrá un cambio cultural que privilegie el vivir mejor, antes que producir y comprar más. La agricultura merecerá entonces toda la atención que reclama, especialmente en el Perú
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