Salvando magnitudes, los casos Madoff y León están vinculados por la diferente forma en que actuó la justicia, como escribió Fernando Villarán el sábado 4. Igualmente por esta vía y señaladamente hacen recordar el caso del multimillonario Marc Rich, por la similitud de ambos procesos (Rich y León): fueron condenados y luego perdonados mediante subterfugios legales y artimañas políticas. Pero todos ellos son también parte de las formas de acumulación perversa en las que se ve hundido el sistema capitalista de nuestros días.
Ciertamente en el caso Madoff hemos presenciado cómo se cristalizó la aspiración popular de justicia mediante la actuación del poder judicial, lo que permitiría, entre otras cosas, atisbar un cambio ético de mayor envergadura, pero ¿cuán profundo, definitivo y duradero será? Es una interrogante que se hace necesario mantener porque los pasos (y saltos) hacia fases más avanzadas de la historia no han cuajado ni tan rápido ni tan virtuosamente; han demorado siglos preñados de todos los males de las fases anteriores, con progresos dubitativos y probabilísticos antes que con ascensos lineales asegurados. Incluso cuando las cosas parecieron haber sido terminadas de juzgar fue cuando más listas estaban para diluirse y regresionar. Obviamente, el caso de Rómulo León se ha hecho reversible por la corrupción imperante. Para desgracia (sin caer en la justificación del mal de muchos) existen otros casos igualmente escandalosos que cabe recordar en clave de encontrar perspectivas en este espacio fásico. Quizás el más famoso y reciente ha sido el escándalo del “Pardongate” protagonizado en 2001 por el multimillonario Marc Rich y el entonces presidente Bill Clinton.
En 1983, Marc Rich fue acusado por la Fiscalía de Nueva York por los delitos de fraude fiscal, falso testimonio, tráfico ilegal de petróleo con Irán ya que este país estaba bloqueado comercialmente y otros delitos financieros, que significaban una evasión de impuestos de casi 50 millones de dólares. La sentencia propuesta apuntaba a 325 años de cárcel. Pero antes de ser sentenciado Rich se fugó de Estados Unidos (de manera que no se ha podido explicar hasta hoy) para refugiarse en Suiza, colocándose −en ese entonces− a nivel mundial como el más grande defraudador, cetro que le quitó ahora Madoff. En 1983 fue el sexto de la lista de los más buscados por el FBI.
Rich ha sido señalado por diversas fuentes como traficante de armas, negociante en la reventa de petróleo en países embargados, involucrado en un fraude del IVA en España en el caso Banesto, colaborador del Mossad y varios otros “atributos” de una muy larga y variada lista (www.soberanía.org; y el libro de Barbara Olson [2001]: The Final Days. The Last, Desperate Abuses of Power by the Clinton White House. Regnery Publishing, Washington D.C.).
El último día de su mandado el presidente Bill Clinton indultó a Marc Rich. Éste había sido donante de 600 mil dólares al Partido Demócrata para la campaña de Bill Clinton, y de otros tantos millones para la campaña senatorial de Hillary Clinton, al igual que para la de Ariel Sharon (www.time.com/time/2007/presidential_pardons). Barbara Olson lo documenta ampliamente en el libro referido y sostiene que Rich se fugó de Estados Unidos para evitar ser procesado por 51 de estos delitos según los estatutos RICO (Racketeer Influenced and Corrupt Organization) También lo consignó así el New York Daily News (15/feb/2001). Las penas por “crímenes RICO” son muy severas y abarcan todas aquellas actividades consideradas productos del crimen organizado, tanto de empresas, pandillas como organizaciones mafiosas (www.ricoact.com).
Por sus vinculaciones con el Mossad (y por tanto con el corazón del Estado israelita), no es de extrañar que el indulto a favor de Rich haya sido solicitado, entre otros, principalmente por Simón Peres, Ehud Barak, el alcalde de Jerusalem y antiguos jefes del Mossad, pero también por el abogado Lewis Libby, notorio miembro del partido Republicano y secretario de Dick Cheney. Es elemental preguntarse sobre los intereses comunes importantes que unificaban a Rich tan estrechamente con la plana mayor del Estado israelita (más allá de las simples explicaciones basadas en la identidad étnica judía que comparten).
Rich es conocido en Latinoamérica como “Goldfinger” por las elites económicas y políticas, dadas las operaciones que también realizaba con empresarios mineros peruanos, estrechamente cercanos al gobierno de Fujimori, a través de representantes y testaferros. Barbara Olson insiste que para Rich el comercio con naciones bloqueadas y dictadores de todo tipo era una forma muy lucrativa de vida. Marc Rich había sido socio de Jacques Hachuel, señalado contrabandista y propietario de la empresa “H. Seguridad”, frecuentemente utilizada por el Mossad para diversas operaciones encubiertas en Europa. “El asunto es particularmente extraño y tóxico, porque entre los ‘amigos’ de Rich están destacados líderes laboristas del Gobierno de Israel y del Mossad” (www.libertaddigital.com). Existe una gran cantidad de información sobre las relaciones entre Rich y el Mossad, incluyendo aquellas que lo señalan como uno de sus agentes (y espía) encubierto.
Por si quedaban dudas que pudieran revertir su caso, de manera increíble Rich volvió a ser indultado por George W. Bush el 23 de diciembre de 2003, re-asegurándose así de manera bipartidista. Es el único caso de doble indulto que se registra, pero ambos están marcados por la corrupción política.
Desde hace décadas los negocios ilegales, tales como la venta de armas a naciones bloqueadas por grupos de países o por la ONU, el tráfico de órganos y seres humanos, el comercio de bienes (petróleo) con países embargados, el narcotráfico y toda la gama de actividades de este tipo, producen marcadamente las más altas tasas de rentabilidad. Se han constituido además en attractors de los sistemas políticos, logrando desordenarlos caóticamente y en gran parte ponerlos a su servicio, y son mecanismos claves para acumular grandes fortunas recicladas para reavivar sistemas económicos. Es un elemento decisivo para explicar muchas guerras locales, políticas comerciales, bloqueos y políticas frente a las drogas, etc. El sistema capitalista necesita por igual de la corrupción para sobrevivir, para atenuar crisis y para buscar una nueva fase de recuperación. El neoliberalismo, asumido como ausencia de regulaciones, ha facilitado y estimulado de manera superlativa las maniobras que se requerían en este campo de la acumulación perversa.
Estas operaciones han sido todavía más rentables y menos riesgosas cuando han podido disponer del respaldo de algunos servicios secretos estatales para poder competir con otras mafias por estos espacios y aprovechar, al mismo tiempo, las ventajas de controlarlos cercanamente, compartiendo utilidades con los estados nacionales involucrados. Es decir, un forma posmoderna de actividades corsarias mezcladas con (o basadas en) fidelidades étnicas y nacionales, con patentes de corso muy amplias (globalizadas), y muy acorde como mecanismo de amortiguamiento de las pulsiones críticas del capitalismo de nuestros días. En cuanto al uso de los aparatos de seguridad del Estado en estas actividades, el caso de Marc Rich es hermanable al de Fujimori‑Montesinos.
Vale preguntarse ¿qué harán con Madoff un siguiente gobierno [conservador] estadounidense y el gobierno israelita, dentro de unos 4 u 8 años?
8 comentarios:
Andrés, José Ingenieros en su obra “El hombre mediocre” alega que “la rutina es un esqueleto fósil cuyas piezas resisten a la carcoma de los siglos. En su orbita giran los espíritus mediocres: es el habito de renunciar a pensar; repiten que es preferible lo malo conocido a lo bueno por conocer”.
De acuerdo a ello, como vemos y lo describes, la secuela de episodios de contubernio, corrupción y cobertura política deliberada, son acciones que se repiten y multiplican conforme los círculos del poder capitalista se mantengan en poder. Es una rutina al cual las sociedades ambivalentes y de poco debate educado han aceptan como un mal menor, caso de nuestro presidente actual. Los “beneficios” momentáneos que este sistema ofrece, llámese consumerismo desenfrenado expresado por el llamado “capital toxico” y acceso fácil a recursos que se usan y explotan sin concepto de sostenimiento, ofrecen un paliativo a estas practicas. Lamentablemente lo de Madoff paso ese nivel de “entendimiento” y la chispa que encendió esa pradera fue la caída de la llamada “estabilidad económica”. Con esta caída, el mismo concepto del sistema del libre mercado esta en juego y por ello alguien tuvo que pagar por las accione desleales de los inversionistas que crearon este debacle financiero. Madoff el desafortunado estuvo en el camino y “sin querer queriendo” fue juzgado con celeridad y empeño de moralidad ejemplar. Sin embargo, mientras este proceso de escarnio se aplica solo a personas con menor participación y poder político, los Cheney, los Bush y los otros representantes del capitalismo de rapiña aun seguirán en su salsa. Al igual conforme la rutina de Alan y su consorte de pirañitas –expresión de capitalistas- nos gobiernen, el Perú de hoy será el Perú de mañana.
En la Convención Minera de Arequipa en el 2006, se suelta el concepto de ¡Inclusión! Incluir en la actual etapa de bonanzas: a los pobres, a los estratos bajos de la sociedad, a las comunidades nativas, a los analfabetos. Pero se presentan las mentes lúcidas del Perú: Sizlo, Julio Cotler, Pepi Patron, Gustavo Gorriti, Cesar Hildebrandt, Mirko Lauer, Augusto Alvares, Víctor Delfín e inmediatamente critican: ¿Inclusión mientras todo siga igual?
Falta la segunda etapa de las Reformas.
Esta segunda etapa de las reformas tiene que hacerse en absoluta democracia. Utilizando las poderosas armas que la democracia ofrece. La Educación y la información son básicas. Hay que cuidarse de la Prensa y TV sumisas y sometidas.
La segunda etapa de las reformas es la RERN. La Reforma en la Explotación de los Recursos Naturales.
Podríamos abundar en diagnósticos. Pero basta mencionar que el 95% de los beneficios económicos, de las Explotación de los Recursos Naturales (ERN), queda en el 0.5% de la población. Sí. Accionistas se llaman ahora, generalmente con testaferros en países desarrollados, que son detentores de las acciones mayoritarias de las Empresas Explotadoras de Recursos Naturales (EERN).
Edgardo,
Aceptar la corrupción como mal menor por el temor a un gobierno diferente, que reforme de manera sustancial al país (o cuando menos inicie el proceso, sin hablar de procesos revolucionarios), y adoptar esta actitud como comportamiento rutinario, muestra la mediocridad con que algunos (muchos, un país) deciden no avanzar ni siquiera por el prurito de experimentar algo diferente y nuevo. Vivir tapándose el olfato político lleva a la pérdida de la ética política y hacer política sin ética equivale a despedazarla abriéndole las puertas a la corrupción, convertir a la barbarie en la forma principal de la política, justificarlo todo mediante fines supuestamente justos y democráticos. Los que así piensan le siguen diciendo al país “No importa que nos embarremos como país en la inmundicia si el objetivo es bueno”. Y no deben caber arrepentimientos porque fin resultó peor. El modo de producir poder condicionará la forma en que éste se ejerza, como lo ha mostrado la historia. Gobiernos erigidos a punta de vergonzosas pestilencias, seguramente invitarán repugnantes hedores y espantosos tufos. Aunque a algunos, a falta de buenos estímulos, ya se les atrofió el olfato y el gusto.
Seguro que si el caso Madoff hubiese ocurrido en bonanza económica, sin la amenaza de un gran descontento popular y con Bush en la presidencia, el trámite no hubiese sido tan expeditivo y se hubieran inventado mil y un subterfugios, ardides y simulaciones.
Andrés.
Santos,
Podría ser sincero (y angustioso) el llamado en favor de una política inclusiva, pero se desconoce qué es una política de este tipo y no se ha hecho nada significativo para impulsarlas. Una actitud coherente con la declaración del evento tendría que haber estado acompañada de propuestas específicas y prácticas de cómo viabilizar, desde la minería y sus importantes excedentes, una política inclusiva. De lo contrario, habrá sido una declaración absolutamente vacía, o una engañifa.
Obviamente, el primer paso es que el Estado peruano resuelva esta vergonzosa concentración de riquezas en vena de convertirse (sin recorrer un camino tan largo) en un país precisamente inclusivo. Y agregue políticas, programas y proyectos que están a la mano, que no será el Perú que las invente: políticas impositivas más fuertes, transitorias (si se quiere alguna flexibilidad) y más definitivas (si se quiere programar mejor, estimular y/o condicionar a resultados el desarrollo de otros sectores claves en base a estos ingresos), políticas de desarrollo local (que impliquen medidas integrales en varios campos, incluyendo el aseguramiento de la sustentabilidad, encadenamientos productivos, el desarrollo de capacidades tecnológicas y empresariales, etc.) construidas de mutuo acuerdo entre empresas y las localidades (comunidades, ciudades, poblaciones) donde operan a cambio de tasas impositivas menores (siempre que los resultados se apeguen a lo planeado y sean evaluados satisfactoriamente por todos los implicados)… la lista es más larga.
Hoy día todo esto pasa (ninguna duda queda) por un cambio de gobierno y de mentalidad económica, política, social y ética, pero eso sí, sin concesiones olfativas de ningún tipo (…que hace unos años llegaron incluso a poner en riesgo de atrofia a los paladares peruanos). Sin este tipo de cambio, y no sólo de gobierno, pocas cosas nuevas podrán impulsarse. El cajón cambiará de manos pero de no de sonidos.
Andrés.
Una sistematisacion de las ideas de desarrollo lo encontramosen el discurso:
Que implica asumir el paradigma del desarrollo humano? Por Miguel Ceara- Hatton, Coordinador de INDH de Republica Dominicana.
http://www.santosjaimes.org/Paradigma%20del%20desarrollo%20humano.pdf
Santos,
Cierto, gracias por el link que retrasmitiré.
El texto y al autor son familiares. Estudiamos con Miguel en el CIDE, México (la Maestría en Economía), a fines de los '70s. Fue siempre un amigo cercano, estudiábamos juntos, aunque hace muchos años que no nos vemos. (Valga para brincar la aridez del tema).
Abrazo.
Andrés.
Andrés,
En principio comparto con el criterio de permebealizar nuestra sociedad ante la corrupción y el desprecio por la vida. La corrupción institucionalizada es un elemento cancerigeno que históricamente mella nuestras sociedad y como tal necesita ser extirpada en beneficio de nuestro desarrollo inmediato. También comparto con el precepto que este gobierno no tiene el mínimo interés ni la voluntad política para sanear este problema critico. Después de todo, Alan y los principales dirigentes del APRA están inmersos en denuncias que implican corrupción sistematizada. Ante ello, pienso que nosotros como parte de esa conciencia civil que esta madurando necesitamos remontar y elevar nuestro dialogo y de esa manera encaminar un concepto nuevo hacia la sociedad en conjunto. Este ejemplo y el interés por un cambio radical en el manejo de nuestros destinos cimentaran mayor entender sobre lo que significa democracia participativa y desarrollo integral de la complejidad geográfica, cultural y social, llamado Perú.
Edgardo,
Te comento sobre la corrupción que mella nuestro desarrollo. No sólo la corrupción institucionalizada, es decir, la convertida en costumbre y pauta, sino también incluso la que está en proceso de serlo, la que se va madurando de mil formas y a todos los niveles a manera de ensayo-error, tanto como todas aquellas costumbres que contribuyen (patrocinan) directa o indirectamente a la corrupción y le crean un suculento caldo de cultivo para desplegarse y luego institucionalizarse. Por ejemplo, la llamada “viveza criolla” entendida, no como la habilidad y creatividad para hacer las cosas, sino, como engaño sistemático para sacar ventajas del otro, disimulado con burla y realizada con gala de cinismo.
La corrupción no sólo mella, habría que decir “destruye” el desarrollo. No sólo del desarrollo inmediato, sino todo desarrollo y a mayores plazos. La corrupción hace que proliferen las incertidumbres (empezando por la jurídica) y las desconfianzas. Éstas obstruyen los tratos y acuerdos para producir y comerciar (o los encarecen por los blindajes que implican altos costos de transacción) o exigen tan altas garantías (incluyendo no sólo ganancias extraordinarias sino también cupos –o cuotas– de corrupción para asegurar mercados y operaciones locales) que finalmente terminan retroalimentando en circuito de la misma corrupción y generando adicionales des-acumulaciones hacia el interior de la economía (el ahorro generado fluye hacia el exterior como mecanismos de salvaguarda y las ganancias de las empresas extranjeras encuentran razones (y pretextos) adicionales para operar a-corto-plazo-con-ganancias-máximas y no reinvertir localmente.
Este esquema puede producir altas tasas de crecimiento a cortos y quizás medianos plazos, pero no dejará bases institucionales ni infraestructurales ni, obviamente, en capital humano para levantar un desarrollo articulado de largo plazo, porque a todo nivel la economía quedará minada.
Andrés.
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