El artículo de Alan García y el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya son signos inquietantes. Nos quieren retrotraer a un pasado que parecía superado y enterrado.
Lo que dice García podría ser entendido como una simple treta para disimular la incompetencia del gobierno aprista. Por ejemplo, sostiene que los 24 policías no fueron muertos por la ineptitud de Mercedes Cabanillas y los mandos que efectuaron una operación desastrosa, sino por una siniestra mano negra:
“Premeditar y ordenar la muerte de 24 policías puede atemorizar y desconcertar a toda la sociedad. Es la receta anarquista de la muerte como arma publicitaria.”
Aunque suene increíble, el jefe de estado dice que alguien premeditó y ordenó el asesinato de los policías para atemorizar a la sociedad. Esa es, por supuesto, una estupidez que sólo los muy necios pueden creer, y que no se sustenta en ninguna evidencia ni indicio.
Pero García va más allá. La huelga de los nativos o el bloqueo de La Oroya hay que entenderlos como “parte de un conflicto continental”. ¿Suena mentecato? Lo es.
Pero García avanza todavía más y advierte que:
“Ahora vivimos una guerra fría en la que participan gobernantes extranjeros.”
El asunto es que lo dice el presidente de la república, que ha concentrado un enorme poder, que está cada vez más desacreditado ante la opinión pública, que carece de estabilidad emocional y que en este contexto pretende justificar sus errores embarcando al país en una confrontación cada vez más peligrosa.
La amenaza extranjera tiene sus agentes en el Perú: son los que “representan la penetración externa”.
¿Quiénes son? Los identifica.
Ollanta Humala, que perdió la elección de 2006 y encarna “el estatismo económico y la demagogia”.
Pero hay muchos más.
El Sutep:
“Son viejos “dirigentes” que con sus huelgas y falta de estudios han contribuido a la baja calidad de la educación”
Mario Huamán y la CGTP:
“Son eternos burócratas en grupos de construcción que negocian muy bien sus pliegos con los patronos pero azuzan los conflictos de otros sectores.”
Un montón de antiguos izquierdistas:
“Aparecen con otras etiquetas junto a los sobrevivientes de la izquierda comunista de los 70, esa que predicaba la violencia y que llamaba “hermanos” a los senderistas.”
Los frentes de defensa:
“Multiplican las etiquetas, los “frentes de defensa”, etc. pero son pocos y siempre los mismos.”
Los opositores políticos:
“algunos políticos y candidatos”.
¿Dónde están todos estos infiltrados de Hugo Chávez y Evo Morales?
En los medios de comunicación, en internet:
“Usan la lucha de algunos medios de comunicación por el rating, retroalimentando el terrorismo del desorden como ocurrió en los años 80.”
“Aparecen con otras etiquetas junto a los sobrevivientes de la izquierda comunista de los 70, esa que predicaba la violencia y que llamaba “hermanos” a los senderistas.”
Los frentes de defensa:
“Multiplican las etiquetas, los “frentes de defensa”, etc. pero son pocos y siempre los mismos.”
Los opositores políticos:
“algunos políticos y candidatos”.
¿Dónde están todos estos infiltrados de Hugo Chávez y Evo Morales?
En los medios de comunicación, en internet:
“Usan la lucha de algunos medios de comunicación por el rating, retroalimentando el terrorismo del desorden como ocurrió en los años 80.”
“Se multiplican en los blogs, azuzan a los comunicadores, se adueñan con violencia de la noticia”.
Lo que podrían ser los desvaríos de un presidente inestable emocionalmente, cuyos errores lo han llevado a una situación crítica, se puede convertir en un problema muy serio para el Perú, en un contexto continental crispado por los despropósitos de Hugo Chávez y sus secuaces y ahora, por lo que podría ser una respuesta que abriría una caja de Pandora en América Latina sí, como puede especularse, el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya responde a una estrategia más amplia de contención de la expansión chavista.
Lo que podrían ser los desvaríos de un presidente inestable emocionalmente, cuyos errores lo han llevado a una situación crítica, se puede convertir en un problema muy serio para el Perú, en un contexto continental crispado por los despropósitos de Hugo Chávez y sus secuaces y ahora, por lo que podría ser una respuesta que abriría una caja de Pandora en América Latina sí, como puede especularse, el derrocamiento del presidente hondureño Manuel Zelaya responde a una estrategia más amplia de contención de la expansión chavista.
2 comentarios:
Alan, en su mensaje tiene razón cuando manifiesta que es confrontado por los “antisistema”. En política, el no cuestionar el sistema imperante que ha mostrado desconocimiento de los parámetros de funcionabilidad de la democracia y ha ignorado las necesidades social, cultural y económica de las mayorías seria un pecado. Problemas relacionados con últimos parámetros de vida funcional de nuestra sociedad tienen raíces históricas y con el pasar de los años y el comportar de los gobiernos, estos se tornan crónicos. Pero el problema de Alan es que, “inteligentemente” el no invita al debate racional acerca de los problemas de fondo. Por ejemplo, ni refiere ¿de qué tipo de sistema necesitamos parlar? o ¿que sistema necesitamos defender? Tampoco infiere o si defendemos un sistema en donde la democracia y el estado de derecho son eficaces o defendemos un sistema que enceguecido y embrutecido por algunos logros olvida la necesidad de las grandes mayorías.
Para iniciar, un sistema democrático moderno es participativo, inclusivo y no racial. Este sistema es totalmente discrepante al sistema que Alan defiende y en esencia contrasta con los logros que Alan altaneramente presenta a la población. El Perú de hoy no es verdaderamente democrático ni moderno pero es bestial con la necesidad de participación de la mayoría de sus habitantes. El cholo, el indio, el negro, el serrano, el limeño aun existen. Es por eso, y debido a la influencia de sociedades que aceleradamente se desarrollan (ej. Chile) el conflicto se hace sucesivamente más regional que local. Al igual, el conflicto ideológico por necesidad de modernización y equidad participativa se hace más relevante en contraste con aquel pacifismo que denota la permanencia de un sistema corrupto en donde las prebendas, la corrupción, y la burocracia embrutecida se imponen. Aquí la población y la conciencia social de todos los estamentos democráticos, si medianamente se autoestiman, tienen que anteponerse al modelo que Alan defiende a sangre y fuego.
En sociedades modernas y dinámicas los grupos humanos, por más minorías que sean, tienen participación calificada y su incorporación dentro de un proceso de desarrollo solo aumenta la competitividad y con ello genera crecimiento. Si estas minorías persisten, es de responsabilidad de los gobiernos de incrementar su participación y con ello sustraer potenciales problemas sociales. Lamentablemente en el Perú, una sociedad totalmente polarizada, las minorías son los trogloditas de “primera clase” que ni aun teniendo el poder económico han hecho inclusivo el desarrollo de nuestra sociedad. Por decir, nuestros “capitalistas” no han tenido las agallas de desarrollarse y competir mundialmente. En suma cuenta, nuestros “capitalistas” son pirañitas que solo viven del dolor y el trabajo de las mayorías. El Perú no tiene esos grandes monopolios que definen procesos económicos de las grandes urbes y sociedades en constante desarrollo. Es por eso que la población necesita definir posiciones y volverse “antisistema”. De otro modo, el sistema al que Alan defiende, perdurara por los siempre.
Al igual, la modernización de las sociedades no pasa por la simple firma de TLC‘s. La modernización implica todo un proceso estructurado en donde participación, educación, tecnología y ciencia concatenan. Estos parámetros, estamentos de competitividad e innovación, son los que definen el grado de modernización de las sociedades. El Perú, no tiene toda esta estructura y por mas TLC’s que firmemos no podrá competir en canales internacionales y seguirá siendo mimetizado a ser proveedor de recursos naturales y mano de obra barata para trabajo de poco calibre. Por ello, Alan en este punto se confunde totalmente e ignora una realidad que necesitamos explorar y con urgencia remontar.
En resumen, el documento de Alan solo muestra a un presidente de capa caída, con falta de capacidad de análisis y estabilidad emocional de preocupación. El total de las líneas y su concepto de “guerra fría” ya no aplican en estas épocas de comunicación y concatenación social global.
¡Alan Garcia tiene razon! lo respalda la historia con la Revolucion de Trujillo:
http://polidrez.blogspot.com/2009/01/la-revolucin-de-trujillo.html
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