El mismo día de la noticia, alguien de la promoción anterior a la mía me dijo que el drama de la muerte de Jackson era para su generación el equivalente al dolor que vivimos cuando fue asesinado Lennon. Aluciné. Me pareció una exageración. Me quise burlar pero no lo hice.
Hoy me retracto. Acaso la analogía tenga sentido. Estas épocas, tan nuestras como las hace treinta años, son otras. Nosotros y los otros, todos, somos distintos también.
De pronto muere un personaje que ha estado tantas veces en las primeras planas y algo se mueve dentro nuestro. Así es. De hecho uno termina por encariñarse con esos personajes con los que crecimos y a los cuales seguimos, a veces a pesar nuestro, casi todos los días. Los medios han convertido a las estrellas pop en la nueva aristocracia, a la cual los plebeyos rendimos empatía. Seguimos sus vidas, sus felicidades y desdichas, con la misma atención con la que atendemos a nuestra familia. Por eso se nos hacen tan cercanos. Por eso ya no me extraña que al morir Jackson tantos amigos hayan manifestado esa sincera tristeza. No sé por qué a mí todo este rollo no me ha tocado. Otras muertes me sensibilizaron mucho más. Esta, no tanto.
Me importa volver a la comparación pues ya me resulta comprensible todo este alboroto. John Lennon representó parte de los ideales setenteros, esos que comenzaron en circuitos de vanguardia y politización y que llegaron pronto al escenario rock-star: la paz activa, la revolución del amor y la exploración espiritual. Por eso Lennon se hizo símbolo y por eso se le sigue rindiendo culto desde los puertos de Inglaterra hasta la frontera de San Miguel con La Perla, en Lima. Ay Lennon ningún flower power imaginaría que terminarías hecho un clichés para desfiles de modas, una justificación para marcas "rebeldes", una paquete de recursos gráficos para chicos de onda retro. Qué fuerte.
¿Y qué ideales representa Michael Jackson? ¿Representa alguno? (disculpen la ignorancia).
En los últimos años algunos lo tomamos por demente. Fue un tipo que buscó blanquearse y no hay cadena de correos en internet que no se haya burlado de semejante transición fenotípica. Para muchos Jackson significó el ejemplo del implacable racismo que todos llevamos dentro y que hace que nos aceptemos y nos neguemos al mismo tiempo, de forma a veces lapidaria, perversa, implacable... sincera.
Si lo miro desde otro lado, podría decir que Michael fue lo que quiso ser y que lo suyo fue una apuesta radical de agencia cultural, que hizo lo que muchos no se atreven, que representó a todas esas personas que han comprendido que la identidad está en el futuro, que una dimensión relevante de la libertad pasa por superar las herencias, inclusive las biológicas. En fin.
¿Qué más significó el chico que nos hizo dar veinte vueltas con Thriller? La explosión del pop ochentero. La grandilocuencia de la industria cultural que sube cada vez más el volumen buscando romper records de ventas. La megalomanía de un artista que fue más allá de algunas fronteras del espectáculo de masas. El personaje que fantasiaba con Peter Pan mientras era acusado de abusar de menores.
A nuestros familiares los queremos a pesar de todo, sino las cárceles no tendrían cola en los días de visita. Michael Jackson era un pata que hacía pasos de baile sorprendentes, que alegraba las fiestas con ocurrencias musicales que hemos buscado imitar durante más de dos décadas, que rondaba siempre el barrio.
Cuando uno es joven siente que todo pasa a veces muy lento y de pronto, dos décadas después, uno comprueba que la vida pasa demasiado rápido. Será por eso que celebramos las vidas exageradas de los personajes de la realeza mediática, porque a través de ellos podemos sublimar los límites de nuestra mortalidad.
Creo que a mí también me afectó la noticia. Debe ser. No sé. Acaso hay algo que no estoy entendiendo.
2 comentarios:
Señor Venturo:
1. Interesante su reflexión y creo que muy necesaria, porque tiene mucho que ver con la época que atraviesa el mundo.
2. La muerte de un ídolo de por sí siempre impacta. Basta recordar a la de Gardel, la de Pedro Infante y, más atrás, a la de Rodolfo Valentino. Pero lo interesante es que los ídolos reflejan siempre los sentimientos y pasiones que cada tiempo tiene.
3. Mientras que Lennon representaba un tiempo de reflexión y de conflicto, con el cual se identificó una generación, Jackson fue el ícono de la siguiente, donde ya los intereses sociales habían pasado de moda y solo se buscaba el éxito individualista y el aplauso de la fama.
4. Lo importante ya no era el fondo, como las canciones de protesta o los poemas sociales, sino la forma, el baile, el pasito bonito, el grito, el movimiento sensual, la ropa o la apariencia. Eso es en verdad lo que se ha muerto: la imagen de una sociedad que prioriza lo externo y el consumo per se.
5. Por eso hay que comprender la pena que su muerte causa, porque para muchos esta forma de pensar, el sistema en sí, se suponía que era inmortal y no debía morir. Cuando alguien que se cree que era su más importante representante fallece, toda una sociedad que había idealizado la fama y la fortuna se estremece porque recién se toma conciencia que tampoco el camino del dinero y de la gloria da la felicidad ni asegura la vida eterna.
6. Ese es el fondo del impacto: que detrás del oropel y las luces de colores aún la humanidad no ha resuelto sus principales intrigas sobre su existencia. Es decir, Michael Jackson nos ha devuelto a nuestra simple y triste realidad: somos mortales y vivimos infelices.
Muchas gracias.
Eso de intentar filosofar sobre alguien tan superficial como este señor, supongo que es signo de los tiempos, como dice Alvizuri.
Pero ¿no era lo mismo que se decía hace 200, 500 o mil años?
Esas afirmaciones nos acercan peligrosamente al "todo tiempo pasado fue mejor" que es como sabemos el disfraz del pensamiento conservador o digamos su expresión vulgar.
El análisis de Sandro es como dice Alvizuri "interesante", pero sólo eso. Perdóname amigo pero creo que pecas de intelectualismo.
No intento sólo lanzar epítetos, en realidad debemos ser más serios en nuestros comentarios.
El señor jackson no representa más que a una parte de la humanidad, permitanme decir que a una parte pequeñísima.
La gente de Ayacucho por ejemplo prefiere escuchar al osito pardo o a flor sinqueña.
Un poco más de apertura por favor y dejemos los snobismos, de acuerdo?
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