sábado, 31 de agosto de 2013

OBSERVANDO CON SIMPATÍA, CHILE - HUASCO, TRES PROBLEMAS AMBIENTALES/ Alfredo Stecher

¿Qué tiene de especial el valle de Huasco en la región de Atacama, aparte de aceitunas, del desierto florido (como nuestras lomas) y de una pequeña ciudad llamada Freirina (porque la hija de un presidente de Chile de inicios del siglo XIX, Freire, iba allí a reponer su salud)? ¿Y aparte de tener una especial relación con nosotros, por ser su nombre probablemente un homenaje al inca Huáscar y tener Freirina un templo consagrado a Santa Rosa de Lima?
Pues tiene el triste privilegio de contar con tres problemas ambientales de grandes inversiones en Chile:
1. La mina de oro Pascua Lama, de la canadiense Barrick Gold, en las cumbres de la cordillera, la primera mina binacional del mundo, entre Argentina y Chile.
2. La planta de crianza y procesamiento de cerdos de Agrosuper, a 8 km de Freirina, ciudad de 6000 habitantes, a orillas del río Huasco, a poca distancia de Huasco. Agrosuper es la mayor empresa del ramo en Chile y la planta, según auditores externos, la más grande del mundo.
3. El proyecto de termoeléctrica a carbón de Punta Alcalde, de Endesa, para 740 MW, 25 km al sur de la ciudad-puerto de Huasco, de 6000 habitantes.
Huasco ya cuenta con dos plantas contaminantes, más cercanas, una de pellets de hierro, de Compañía de Aceros del Pacífico (que emite un polvillo negro) y la termoeléctrica a carbón de Guacolda, de AES Gener (la segunda más grande de Chile), a pocos kilómetros al sur.
1. Pascua Lama, el tercer proyecto minero mayor de Chile, fue iniciado en 1997 a pesar de fuertes movilizaciones de comunidades indígenas cercanas, de usuarios del río Huasco y de ambientalistas a escala mundial, por el riesgo de destrucción de glaciares y de contaminación del agua. En la parte en Chile desde abril de 2012 fue detenida la construcción del rajo por decisión de Sernageomin, debido a exceso de material fino en suspensión, que cubrió varias hectáreas de glaciares. En abril de este año una Corte de Apelaciones ordenó la paralización de todo movimiento de tierras, en respuesta a denuncias de comunidades. En mayo se ordenó la suspensión de toda labor al reconocer la empresa la veracidad de 22 de 23 acusaciones de daño ambiental, cuya reparación y mitigación obliga a una postergación adicional de más de un año.
La Superintendencia de Medio Ambiente había impuesto antes una multa por 16 millones de dólares – ya pagada - por causar un daño irreparable a media hectárea de vegas y bofedales con un alud de barro.
Siendo un proyecto clave para la inversión minera, se trata de una gestión privada particularmente negativa en lo ambiental, que obligó a la intervención del Estado, algo tardía, pero impresionantemente firme. Además ha sido enorme la elevación de costos de inversión desde iniciales 3500 hasta 8500 millones de dólares, con 80% ya desembolsado.
La empresa ha cambiado la plana mayor ejecutiva y ha anunciado una inversión de US$ 29 millones en un canal perimetral para mejorar integralmente el Sistema de aguas de no contacto (sin material minero), una unidad de oxidación, una planta de ósmosis inversa (para limpiar y reutilizar el agua y tener mayor disponibilidad en años secos) y un Sistema de evaporación forzada. Uno se pregunta porqué no hizo eso antes.
El presidente del Consejo Minero, líder de las grandes mineras, declaró que la actuación de la empresa no corresponde al estándar del sector en Chile y reconoció que la paralización por la autoridad ambiental es correcta. Señaló que la empresa está trabajando por solucionar los problemas y reconstruir las confianzas.
2. En Freirina se realizó una inversión de US$ 500 millones, tras un proceso para permisos ambientales considerado exigente, con compromisos relativos al uso del agua, al número máximo de animales así como al tratamiento de residuos biológicos y de olores, que permitieron su aprobación en 2005 y el inicio de su construcción en 2006, reanudada en 2010, con entrada en operaciones en 2011.
En 2005 Agrosuper señaló en una adenda que el proyecto no considera medidas para mitigar el impacto de olores, dado que esas fuentes serían manejadas conforme a estándares técnicos adecuados que los evitarían.
Algo salió mal:
Parece que la distancia de 5 km evita posibles fuentes de contagio para sus animales, ya que los vientos soplan en dirección contraria, pero no el llevar malos olores a la población. Tengo recuerdos vívidos de lo que significó para nosotros en Lima y para la población de Chimbote y otros puertos pesqueros el terrible olor a harina de pescado – lo tomábamos como una fatalidad. Han cambiado los tiempos, para mejor.
La fetidez llevó desde mayo de 2012 a protestas de la población, encabezadas por sus autoridades, inicialmente para que se eliminaran los olores, que obligaron a sucesivos cierres y reaperturas, evidencias de un manejo irresponsable, probablemente por ahorros en medidas de mitigación, además de falta total de empatía con la población. Esta, cansada del maltrato, exigió en diciembre el cierre definitivo, con protestas cada vez más radicales, incluida una semana de cierre de los accesos carreteros a Huasco y a Freirina, levantadas cuando el Gobierno desistió de entablar querellas judiciales.
La ministra del Medio Ambiente señaló que el gerente general sostuvo falsedades respecto de un supuesto cambio de reglas de parte de las autoridades, y que ella había dispuesto visitas de inspección con pernoctación y luego la presencia permanente de un funcionario en Freirina para constatar la presencia de olores ofensivos. Ella misma visitó la zona, encontrándose ya con una actitud cerrada. Dijo que ella tendría al gerente viviendo en Freirina y una oficina allí.
Basado en la asesoría de una empresa norteamericana el Ministerio exigió la corrección de los errores (planta de purines para 80 mil cerdos y no para 150 mil, como estaba programado, había 40 mil madres y 600 mil cerdos, no se construyó la planta faenadora y otra de desechos, previstas). La exigencia del Ministerio fue de aumento gradual de número de madres con informes sucesivos sobre estándares de olor.
En plenas negociaciones la empresa repentinamente decidió el cierre definitivo, quizá como medida de presión a la población o convencida de que su presencia se hacía insostenible – cuesta menos evitar un descarrilamiento que volver a encarrilar. El Servicio de evaluación ambiental solicitó un plan de cierre, cumplido en abril con el retiro de los últimos cerdos, quedando solo cincuenta personas para mantenimiento y vigilancia y diez en labores administrativas, de los 450 empleos directos, principalmente mujeres, y mil indirectos. Una pérdida muy grande para la zona y el país, y causa de pérdidas en el balance de la empresa, en general muy rentable.
El cierre ha golpeado y dividido a la población. Las ex operarias no encuentran empleo o solo a mucha distancia, porque la demanda principal es de minería, que emplea a hombres. Además la empresa pagaba 450 mil pesos al mes, mientras que en la cosecha de olivos, uvas papas y arvejas solo ganan entre 10000 y 15000 por día, temporalmente, y las pocas industrias locales solo ofrecen empleos en aseo y cocina, mal pagados. Muchas pequeñas inversiones en servicios como alojamiento y transporte están paralizadas y también han despedido a sus trabajadores. Pero no ha cambiado la decisión mayoritaria.
3. Punta Alcalde
Según Endesa, la Central termoeléctrica ofrece estándares de clase mundial, nuevos en Sudamérica, en materia de emisiones, y utilizar como combustible carbón bituminoso, que contiene un máximo de 1,8% de azufre (otros hasta 6%), para no exceder los límites de emisión exigidos para SO2.
El Consejo de Ministros por la Sustentabilidad aprobó el proyecto, aceptando una nueva propuesta de Endesa de instalar un precipitador electrostático en una chimenea de la planta de pellets de CAP ( 40 millones de dólares), que compensaría toda la contaminación adicional e incluso mejoraría el aire en Huasco. La Corte de Apelaciones, ante reclamos legales de organizaciones populares, anuló el acuerdo, solicitando que el Comité de Ministros se pronuncie sobre la resolución previa de la Comisión ambiental de Atacama, que lo había rechazado por el impacto negativo en la calidad del aire. El Gobierno apeló a la Corte Suprema, la que podría aceptar el acuerdo ministerial u obligar a un nuevo Estudio de impacto ambiental.
Esto agrava la incertidumbre sobre el futuro energético de Chile. Queda claro, y lo reconocen los principales dirigentes gremiales del empresariado, que las empresas tienen que ser más cuidadosas respecto de lo ambiental y, desde un comienzo, más proactivas en su relación con el entorno social, y el Estado tiene que mejorar la institucionalidad ambiental para evitar un exceso de discrecionalidad y riesgos de arbitrariedad que solo alimentan la radicalización de las protestas, en gran parte justificadas, pero en cauces negativos tanto para la población como para el país. Esto exige también posiciones más responsables de algunas fuerzas políticas locales.
Siendo difícil, es evidentemente más fácil construir confianzas que reconstruir las que se han quebrado.


martes, 27 de agosto de 2013

¿POR QUÉ NO ES VIABLE EL PLAN NACIONAL DE SEGURIDAD CIUDADANA AL 2018?/ Ricardo Valdés Cavassa

El 28 de julio, el mismo día del discurso presidencial, salió publicado en El Peruano el Decreto Supremo N° 012-2013- IN que aprobaba como política nacional del Estado Peruano , el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana 2013 - 2018, dando de esa manera respuesta al clamor popular por una mayor y mejor  seguridad que venía pasándole factura a la popularidad y aceptación presidencial.
En el contexto de la muerte de  importantes mandos senderistas y de la promulgación de dos importantes leyes  destinadas a enfrentar el delito y el crimen organizado, el gobierno a  convocado al diálogo a las principales fuerzas políticas del país. El tema que emerge como prioritario en la agenda es la inseguridad ciudadana y, por supuesto, el Plan que está destinado a disminuir la victimización y la percepción de inseguridad.
¿Este Plan Nacional al 2018 es viable?, creo que no. Por lo menos no de la forma en cómo está planteado. Aquí  cinco breves  razones que dificultan la viabilidad del Plan Nacional.
1) El Plan carece de presupuesto.
El Plan Nacional de Seguridad Ciudadana presenta una matriz de actividades para arribar a los seis objetivos estratégicos. Son 238 actividades a lo largo de 45 páginas  y todas carecen de presupuesto. Así por ejemplo, en una actividad se plantea "recuperar la exclusividad del servicio policial" al 100%, acción imprescindible, pero no se establece  cómo se va a implementar , ni cuánto va a costar. Ello supone duplicar el salario de quienes se encuentran en el servicio 2 x 1. Sin  compromiso presupuestal muchas de las actividades pasarán a ser letra muerta.
2) El Plan no soluciona algunos serios problemas presentados en su diagnóstico.
A confesión de parte, relevo de pruebas. La primera parte del Plan presenta un diagnóstico interesante y sumamente preocupante, pero que no tiene un correlato  en el plan de actividades. Un ejemplo, las 1,397 comisarías que deben ofrecer la seguridad a la ciudadanía en las calles de todo el país, solo cuentan con  5,800 policías para el patrullaje considerando el sistema 2 por 1. Eso en promedio supone que hay 4 policías en la calle por comisaría o, dicho de otro modo, un policía en la calle por 5,258 peruanos. El plan no proyecta   el número de policías necesarios en las comisarías para solucionar esta situación (objetivo 5.7). Por otra parte, la solución a las serias deficiencias de infraestructura y de saneamiento legal de las comisarias  no se encuentra ni planteada , ni presupuestada en el Plan, afectando la calidad y la cobertura del servicio.
3) Solo paliativos para los altos niveles de corrupción en los operadores de Justicia.
La corrupción se reconoce como un problema, pero el Plan plantea básicamente acciones  contra la corrupción   vía procedimientos disciplinarios  (objetivo 5.3) que deben culminar este año en la policía. Aún así, los procedimientos disciplinarios policiales tampoco serán suficientes pues, grande o pequeña, la corrupción se encuentra institucionalizada a través de "sistemas" que van de los más altos niveles policiales hasta al policía de la calle. Hay planteamientos similares para el Ministerio Público o para el Poder Judicial (objetivo 6.2). Sin embargo, la pérdida de credibilidad  y la percepción de corrupción en la policía (53% - IPSOS) y en el poder judicial (49% - IPSOS) es tan grande, que el Plan debiera contemplar y presupuestar un cambio radical de estas instituciones.
4) Las actividades planteadas en el Plan carecen de una visión integral operativa.
 A la base de este problema se encuentra la renuencia de la policía  en aceptar  el liderazgo del  Ministerio Público en la investigación del delito.  Este aspecto se mira de costado en el Plan, pese al impacto  negativo en la persecución del delito y en el cuidado de la prueba para la posterior judicialización favoreciendo finalmente a  la impunidad.
5) Indicadores flojos, responsables difusos y ausencia de prioridades.
El Plan contempla indicadores de cumplimiento y responsables de la acción, pero estos son, a nivel de indicadores, tan solo nominales pues no hay una descripción operativa del indicador que permita su seguimiento en el tiempo y la posibilidad de realizar ajustes. Son por  lo tanto indicadores  que no permiten el monitoreo de la actividad. Así mismo, los responsables  solamente se expresan a nivel de sector, ni siquiera se llega a nivel de Dirección General, lo cual no permite individualizar la responsabilidad funcional de quien debe hacerse cargo de la  actividad. Por último, son tantas las actividades que se hace necesaria una priorización de las mismas, pues no todas tienen el mismo peso ni el mismo impacto en la seguridad ciudadana.  Sin prioridades será complicado gestionar el Plan.  Si a ello le sumamos la falta de presupuesto, el riesgo de la ineficacia e inviabilidad  es sumamente alto.
Finalmente, hay que decir que no todo es malo, por lo menos hay un Plan Nacional, un diagnóstico sincero, esfuerzo comprometido y una larga lista de actividades, lo cual es positivo. Pero es imprescindible establecer prioridades, criterios de cumplimiento, responsables identificables y garantizar el financiamiento. En ese sentido el Ministerio de Economía y Finanzas debe incorporarse a la discusión, pues su presencia es necesaria para proyectar, garantizar y provisionar los recursos económicos necesarios para la ejecución del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana. De lo contrario seguiremos empedrando de planes el camino al infierno.


jueves, 8 de agosto de 2013

TRANSGÉNICOS Y PRECAUCIÓN / Alfredo Stecher

Los transgénicos, organismos modificados por medio de ingeniería genética, son un tema candente: en los extremos, unos creen – o fingen creer, según el caso - que con ellos están salvando a la humanidad de las hambrunas, otros consideran que afectan la salud de las personas y la biodiversidad; algunos solo defienden sus extraordinarias ganancias como productores o comercializadores de semillas transgénicas; y muchos se han acostumbrado a producir con ellas, y han obtenido temporalmente buenos resultados económicos –no todos-, o han perdido la capacidad de producir sin ellas, un efecto indeseable. Otros las respaldan o cuestionan desde la política, por convicción o por responder a presiones económicas o sociales. En todo caso el mundo agrícola y alimentario ha cambiado mucho con ellas y es imperioso tomar posición fundamentada.
No hay cambio, ni iniciativa, ni creación, que no tengan su reverso. Como en muchos otros campos, no es que los “buenos” estén a un lado y los “malos” al otro. Pero sí hay argumentos científicos más fuertes en uno que en otro sentido y es necesario entender los efectos reales, favorecer el predominio de lo positivo y protegernos de lo malo, al margen de cuán buenas o no puedan ser las intenciones detrás. Es importante analizar los problemas desapasionadamente, sin demonizar aquello con lo que discrepamos, algo que solo contribuye a crear y fomentar fundamentalismos.
Debe quedar claro: no es que lo natural sea siempre bueno y lo modificado por el ser humano sea malo. Muchísimas cosas naturales solo son buenas o son mucho mejores gracias a modificaciones por los humanos. Hay frutos y tubérculos que solo son comestibles tras su cocción u otro procesamiento, hay plantas que son un prodigio una vez que se ha eliminado un componente dañino; la mayor parte del agua en estado natural tiene patógenos orgánicos y, en algunos casos, contaminantes minerales. El mundo sería irreconocible e invivible para la humanidad actual sin los avances tecnológicos crecientemente favorecidos y acelerados por el desarrollo de la ciencia. Pero antes de su reciente florecimiento la humanidad ha ido formando, a través de diez mil o más años, por selección o cruces, las decenas de miles de especies y variedades de plantas y de razas de animales que hoy conocemos, además de muchas que han dejado de existir o hemos perdido de vista. Sin estos productos del ingenio, junto con otros avances tecnológicos, sí que no podríamos alimentar hoy día a toda la población mundial.
El tema de los transgénicos ha sido motivo de discusión con mi amigo Julio Favre, honestamente convencido de que son indispensables en la lucha contra el hambre en el mundo. Su argumentación se basaba en gran parte en la de Alexander Grobman, destacado científico peruano, también empresario. Le debía a Julio este artículo y otros que seguirán, que le había anunciado e incluso comenzado, los que lamentablemente llegan tarde para él. También lo hago pensando en los lectores de Compartiendo, órgano virtual del Centro Ideas, dos veces por semana, de notable duración y regularidad, a cargo del economista Fernando Alvarado. Compartiendo publica artículos tanto en contra como a favor de los transgénicos, entre ellos míos y de Grobman. Fernando y yo somos integrantes de Ideas.
Debo aclarar que en tanto presidente del directorio de una certificadora ecológica, BIO LATINA, velo porque nuestra empresa – latinoamericana, con sede en Lima – cumpla estrictamente con las normativas internacionales y nacionales, que obligan a excluir los transgénicos y la contaminación con estos, como efectivamente lo hace y lo acreditan los organismos competentes en la Unión Europea, los Estados Unidos y nuestros países. Escribo a título personal, lo que me permite un enfoque matizado al respecto.
Desde la adolescencia y juventud he tenido mucho respeto por la ciencia y la tecnología y en muchos casos admiración por su interacción con la naturaleza, y la mantengo. Esto me distancia de los ambientalistas y naturalistas a ultranza. La casi totalidad de la naturaleza sería inaccesible e incluso en su mayor parte irreconocible si abstraemos los cambios introducidos por el ser humano –hasta gran parte de la Selva aparentemente virgen tiene marcas de nuestra acción-. En los años 50 y 60, la bomba atómica hizo temer a muchos científicos y filósofos, así como a políticos y legos, que el avance de la ciencia, a la vez que seguir abriendo opciones de mejora, podía poner en peligro la misma supervivencia de la civilización y de la humanidad. La práctica ha mostrado que, aunque el peligro era y es real, tenemos mecanismos para contrarrestarlo. Es casi increíble cuánto se ha reducido el peligro atómico y se ha pacificado el mundo – aunque por ratos no parezca – y lo que han avanzado la ciencia y las tecnologías desde ese entonces y cuánto han cambiado nuestras vidas.
También la biotecnología transgénica en salud y en agricultura (diferente de la biotecnología natural que combina características de seres genéticamente cercanos por medios de reproducción natural), son un gran avance técnico a partir de la profundización del conocimiento científico de los genes, que a la vez genera posibilidades positivas y nuevos riesgos para la humanidad. Merecen nuestro reconocimiento tanto quienes hacen avanzar las ciencias como quienes advierten de sus limitaciones y riesgos y se preocupan por eliminarlos o al menos disminuirlos o compensar sus efectos.
En el caso de la manipulación transgénica se abren nuevas posibilidades de curación de enfermedades y también de mejoras en la producción agrícola, pero las unas y las otras exigen la más rigurosa aplicación de pruebas científicas sobre su inocuidad y del principio de precaución en todo lo que afecta o puede afectar la salud humana o de nuestro entorno.
Hay incluso experimentación transgénica en varios países del Tercer Mundo para la creación de plantas con resistencias mayores a enfermedades, plagas, sequías u otras adversidades, o potenciadoras de sus cualidades nutricionales, y es posible que efectivamente algún día ayuden a mejorar la producción de alimentos en algunos lugares y que sean aceptadas incluso por escépticos o críticos, una vez que se constate, si resulta ser así, su inocuidad para personas y ambiente natural. Pero eso es un proceso largo. Exige una experimentación científica con primacía del bien social sobre el afán de lucro empresarial, así como la aplicación sistemática del principio de precaución. No porque el afán de lucro sea malo en sí –la búsqueda de ganancias es uno de los motores más potentes del desarrollo-, sino porque, sin control social y en el caso de empresarios poco escrupulosos, es capaz de causar enormes daños sin responsabilizarse por ellos, al menos motu proprio, como lo ha demostrado la experiencia. Recordemos solo los emblemáticos casos de la talidomida (malformaciones congénitas), del asbesto en viviendas, del tabaco, de las grasas trans, y de tantos medicamentos que cada cierto tiempo son retirados o tienen que llevar una severa advertencia de riesgo por los efectos a veces mortales (aunque pueden ser positivos e indispensables en ciertas circunstancias y aplicaciones, hasta la talidomida).
En Europa -salvo España, que autoriza la producción a gran escala, y algunos otros países, con limitaciones- se permite solo la experimentación de producción con semillas transgénicas a pequeña escala y con especiales cuidados de aislamiento, para que no contaminen la producción comercial y la naturaleza. Y se realiza pruebas de inocuidad de sus productos, por ahora en animales. Los resultados más difundidos de estas pruebas arrojan indicios de peligro, pero ni son definitivos, ni demuestran inocuidad. A partir de 2004, todos los productos modificados genéticamente o elaborados a partir de un transgénico (incluso cuando se trate de un mínimo ingrediente) deben indicarlo en el envase. No se trata de una advertencia, ya que la UE considera que los productos aceptados son seguros, sino de información para que el usuario pueda decidir mejor qué está comiendo, ejerciendo el derecho a elegir – positivo, y tan caro a las posiciones pro transgénicas en otros aspectos.
La resistencia a los transgénicos en Europa efectivamente proviene en parte de la opinión contraria de las posiciones ecologistas, de amplio respaldo, meritorias, aunque no siempre en lo cierto, pero también de opiniones críticas desde la comunidad científica. Y es tan fuerte que el gigante Monsanto ha tirado allá la toalla.
Es curioso el contraste en el resto del mundo: Por un lado, lo exigente –aunque con frecuencia no suficientemente exigente- que es la legislación y la comunidad científica con nuevos medicamentos, que tienen que probar tanto su inocuidad como los casos y la frecuencia con que tienen efectos adversos (se supone que, una vez aprobados, son aplicados con cautela y sopesando beneficios y riesgos). Por otro lado, lo laxa que es respecto de semillas que son aplicadas en millones de hectáreas en todo el mundo, con riesgos para los seres humanos y el ambiente en la producción y sin certeza de inocuidad en el consumo.


jueves, 1 de agosto de 2013

Alfredo Stecher/ HOMENAJE A JULIO FAVRE

Coincido con un amigo común, el economista Ramón Ponce, que me escribe que la nación pierde a un combatiente de primera línea y nosotros a un querido amigo. Ni él mismo ni nosotros, hace no mucho, presentíamos su muerte.
Recibí consternado la noticia a través de una llamada del doctor Antonio Bacigalupo, muy destacado científico en nutrición animal y humana, ex decano de Zootecnia, ex profesor y amigo de Julio Favre. Horas antes habíamos brindado en su casa un simbólico pisquito por la salud de Julio, en ocasión de presentarme él partes de la notable y muy variada música para su ingeniosa y entretenida comedia “El robo del manto de la virgen”, centrada en Chincha, su comunidad negra y un teatro de varietés francés, años antes de la Guerra del Pacífico. Hace pocos meses nos reunimos con Antonio y Julio en mi departamento, a raíz de una breve estadía de éste en Santiago.
Sigo conmovido.
Nos conocimos con Julio en la Universidad Agraria La Molina, creo que en 1965, en el curso de redacción técnica del gran poeta y destacado profesor Javier Sologuren. Nuestra relación fue de adversarios en elecciones y luchas estudiantiles, pero de mutuo respeto. Coincidíamos en el interés por contribuir a la mejora de nuestra Universidad, en ese tiempo una de las más destacadas de ciencias y tecnologías agrarias en Latinoamérica.
Posteriormente nuestros caminos divergieron más, y probablemente mis posiciones eran más equivocadas que las suyas. Pero ante la insania criminal de Sendero Luminoso, coincidimos en la decisión de resistir y no salir del país. El terror, de cualquier signo, es el peor enemigo de una sociedad. Por iniciativa de otro amigo común, el arquitecto Eduardo Figari, formamos, en los aciagos años finales de la década del 80, junto con Julio y otras personas, un grupo de tertulia política, el Grupo Puente. Se trataba de facilitar un mayor conocimiento mutuo y la discusión entre posiciones provenientes de o pertenecientes a diferentes canteras políticas, principalmente socialistas y liberales. Nos unía un afán común de contribuir mejor a la pacificación y desarrollo de nuestro querido país. Después de períodos, durante varios lustros, de reuniones frecuentes, algunos integrantes, entre ellos Julio, nos hemos seguido reuniendo intermitentemente.
Julio Favre es considerado un hombre valiente, franco, emprendedor, visionario, apasionado por sus empresas y por el Perú, preocupado por buenas condiciones de trabajo y laborales así como de cooperación con sus proveedores, y siempre dispuesto a financiar obras sociales en su entorno. Esto le ha valido el reconocimiento de su personal y de gran parte de la sociedad de la provincia de Huaura, lugar de origen de su actividad empresarial, y en otros lugares. Para ello ha constituido también una Asociación de Apoyo Social.
Favre ha sido un pionero en mejorar los estándares de producción avícola, en especial con su pollo denominado natural, sin hormonas ni antibióticos en su crianza, alimentado solo con productos vegetales, en espacios más amplios que los habituales, como expresión de una preocupación ecológica y por una alimentación más sana y más sabrosa, en respuesta también – y favoreciéndola - a la evolución de las demandas de los consumidores. Este noviembre con su empresa en Huacho, originalmente llamada Atahuampa, una de las que luego conformaron Redondos (nombre derivado del innovador diseño de sus galpones), pensaba festejar en grande los 40 años de la empresa.
Redondos es la segunda o tercera empresa avícola y de otros alimentos en el Perú, diversificada (en pavos, porcinos, acuicultura, procesados y pollos bebé, también de exportación) y siempre innovadora, y Favre fue presidente de la Asociación Peruana de Avicultura y de la Confiep. Gracias a él y a empresarios como los hermanos Ikeda, de San Fernando, también surgidos desde abajo, el Perú tiene una de las carnes de pollo más baratas, sabrosas y saludables – claro que no tanto como el pollo orgánico. Sus acciones y posiciones han sido siempre, y muchas veces con razón, controvertidas, pero respetadas por su intención positiva y valentía.
Julio encabezó la resistencia de empresarios de Huacho frente a Sendero y el MRTA, con la negativa a entregar cupos y el reclutamiento de personal militar en retiro para su defensa. Salvó la vida de un ataque senderista a su casa debido a que no se encontraba presente. En 1990 su fábrica de envasado de espárragos en Huacho, en que trabajaban 800 obreras, fue destruida por Sendero. Su respuesta fue reconstruirla en tiempo récord gracias a un generoso préstamo bancario, en reconocimiento de la confianza que inspiraba su intachable conducta empresarial, e instalar una pequeña base del Ejército.
He visto con pena en Internet ataques indignantes contra Julio, que me motivan a escribir estas líneas para evitar que hagan mella entre las personas sensatas como las que siguen este blog. Lamentablemente hay algo de cierto en el dicho “miente, miente, que algo queda”, y hay que limpiar de lodo a quienes no se lo merecen en absoluto. Y es cierto que hay aspectos que criticar, pero con respeto y no inquina, tratando de entender y de convencer.
A raíz del devastador terremoto del 15 de agosto de 2007 en Pisco y provincias aledañas, con alrededor de medio millón de damnificados, Julio Favre, acompañado de Eduardo Figari, recibió del presidente Alan García la tarea de hacerse cargo de la reconstrucción de las zonas destruidas. Consternados por la magnitud de los daños y del sufrimiento, aceptaron la tarea bajo el compromiso de que recibirían facultades y recursos similares a los que permitieron en Colombia la reconstrucción de la ciudad de Armenia y otras menores, en el eje cafetero, después de los terremotos de 1997. El Gobierno colombiano había decidido entregar la tarea a la sociedad civil, la que cumplió con éxito, superando las expectativas. García decidió, adecuadamente, tomarlo como ejemplo, y el Gobierno conformó el Fondo de Reconstrucción del Sur, Forsur.
Entonces aún sin el vistoso rótulo RSE – que felizmente va ganando adherentes poco a poco -, Favre y Figari, con la cooperación de algunos otros empresarios, de similar motivación, entre ellos Fernando Cillóniz (muchos propuestos no aceptaron el encargo), asumieron con toda seriedad, enorme dedicación y creatividad ese difícil compromiso de responsabilidad social empresarial - y cívica, con el ofrecimiento de García de dotar al Forsur de la autoridad, autonomía y recursos necesarios para poder ser eficaz. Me consta que durante meses sus frecuentes traslados y estadías en la zona de desastre fueron cubiertos íntegramente por su peculio.
Forsur logró elaborar lineamientos y normas básicas para una reconstrucción con criterios urbanísticos y de vivienda adecuados e intentó establecer mecanismos de consulta y una fructífera coordinación entre todos los actores, públicos y privados. Pero frente a la terrible ineficacia, corrupción, incompetencia y lentitud de la mayoría de actores estatales e institucionales involucrados, al no contar con las condiciones necesarias para realizar la tarea encomendada, lo que García no pudo cumplir, Favre y Figari se vieron obligados a renunciar al encargo recibido. El resultado penoso ha sido un proceso de reconstrucción lentísimo, tortuoso y con resultados que nadie pondría como un ejemplo para otro país o región.
Ahora reaparecen desaforadas y en muchos casos malintencionadas críticas a Favre, y, de paso, a Figari, con el sambenito de que ellos solo buscaban lucrar. La lógica es la habitual: como hay empresarios corruptos, también lo serían quienes, al contrario, destacan por su honestidad y compromiso social. Así solo contribuiremos a fracturar más a nuestra sociedad, cuando lo que se requiere es unirnos por encima de diferencias, contradicciones y ópticas diferentes. Pongo mi mano al fuego por la probidad de ambos, incapaces de enriquecerse o favorecer a sus allegados a costa del erario público o de fondos para víctimas de emergencias.
Mi aprecio por Julio no significa que hayamos coincidido en todo. Al contrario, discrepamos con frecuencia, especialmente sobre la forma de enfrentarse al terrorismo, así como luego sobre el modo de procesar como sociedad esas terribles experiencias, a partir de la Comisión de la Verdad y Reconciliación, que yo valoro y que él rechazaba. Y también respecto de la coyuntura política o temas como los transgénicos. Además le he criticado frecuentemente lo que he considerado ataques suyos, a través de su columna periodística, gratuitos y excesivos, y le he hecho notar que por ellos a veces también yo me siento ofendido. Su respuesta ha sido siempre disculparse y atribuirlo a su vehemencia. Sabía escuchar y trataba de entender otras opiniones. Y, en efecto, ninguna diferencia ha significado desconocer su profundo compromiso por un Perú mejor.
Necesitamos como país, sin esconder lo que nos separa, la cooperación o al menos el respeto mutuo y la tolerancia entre todas las personas de buena voluntad, en quienes predomina lo positivo sobre lo negativo, en la sociedad civil y, a partir de ella, en la institucionalidad política. Necesitamos que predomine este enfoque sobre la inquina y la agudización de las discrepancias, y sobre la absolutización de los intereses personales y de grupo. No hay varitas mágicas para avanzar y evitar tragedias, tanto más probables cuanto más nos polarizamos.

Se me dirá que un homenaje no es el momento de expresar críticas. Eso es cierto en el cementerio, donde mi lejanía física no me ha permitido estar, pero en la prensa política es indispensable, para dar más fuerza a lo positivo, que evidencia así no provenir del desconocimiento de las discrepancias sino de su justa calibración. Creo que él lo hubiera apreciado. Una lástima que dejemos tantos homenajes importantes para el después.