lunes, 28 de marzo de 2016

NUESTRO DILEMA ELECTORAL/ Alfredo Stecher


La irresponsabilidad del Congreso y del JNE nos ha llevado a una situación deplorable para nosotros mismos y ante la vista del mundo interesado en nosotros y a favor de la democracia. Asumo, sin certeza, que la legislación que rige las elecciones había sido elaborada con buenas intenciones, pero, como en muchas otras ocasiones, nos ha acercado al infierno político. Eso había sido advertido con mucha antelación y precisión, y no corregido.

No puede ser que, avanzado el proceso, haya incertidumbre sobre quiénes seguirán siendo candidatos; tampoco, que sean eliminadas candidaturas por fallas formales, merecedoras de sanción, pero no de exclusión, en contra del derecho constitucional de los ciudadanos, propiciando un descrédito aún mayor de la política y afectando de manera peligrosa la legitimidad de los resultados electorales. Sería aún peor si termina de ser eliminada la llamada Fuerza Popular, una de las tantas denominaciones y caretas que ha usado el fujimorismo, porque tiene un respaldo firme de cerca de un tercio del electorado y terminaría de deslegitimar estas elecciones. Aunque terminaría de cuestionar la validez de las decisiones de las autoridades electorales, la exclusión de Fujimori sería terrible para la democracia, frente a las de Acuña y Guzmán, graves, pero toleradas por haber tenido un apoyo errático.

Estoy absolutamente en contra de la reinstalación del fujimorismo en el Poder, del que tanto abusó, pesando mucho más sus actos delictivos que algunos aciertos, y estoy en contra de un empresario plagiador en serie que se enriqueció vendiendo una educación de baja calidad a decenas de miles de estudiantes universitarios; estoy también en contra de un advenedizo de la política, de opiniones oscilantes, aupado a un partido intelectualmente serio pero extremadamente débil en lo organizativo. Aparte de sanciones por faltas efectivas, lo que correspondería es una pedagogía política para guiar al electorado hacia alternativas honestas y serias, en las formas y en los contenidos programáticos expresados en sus planes de gobierno, que al menos algunos tienen más o menos coherentes y la intención de cumplir.

A estas alturas no tiene sentido escribir sobre nuestros ex presidentes, felizmente relegados, ni sobre los candidatos del montón marginal, que los hay con algunos méritos y muchos deméritos, sí sobre las principales alternativas al fujimorismo: el otra vez puntero, PPK, de Peruanos para el Kambio, y los empatados en el tercer lugar, Verónika Mendoza, del Frente Amplio, y Alfredo Barnechea, de la Alianza Popular. Los tres comparten la característica de ser honestos (no digo que impolutos), según todo lo que comprobadamente sabemos de ellos (también sabemos que es fácil calumniar), de ser inteligentes y de tener una vocación de servicio público. Los tres tienen personas valiosas en su lista al Congreso. Y los tres no serían mi primera opción si pudiera imaginarme un candidato alternativo entre nuestros ciudadanos más meritorios. Pero el efecto de su elección sería muy diferente.

En el caso de PPK, hay la certeza de que hará una gestión que continuará con lo positivo que tuvo la suya como ministro de Economía y Finanzas y luego presidente del Consejo de Ministros, que junto con otros ministros capaces logró salvarnos de la deriva propia de las características del presidente Toledo. Esto se aúna a experiencia de gestión empresarial, que permite evitar normativas perjudiciales para avanzar hacia un desarrollo sostenible, desde el punto de vista económico, además de mantener la confianza del empresariado serio, así como de facilitarle los conocimientos útiles para controlar al menos serio, y para desenmascarar y castigar al deshonesto y al mafioso. Su programa es el más coherente y sus equipos son de primera categoría, particularmente en economía, pilar de un crecimiento continuo, sin sobresaltos, y en seguridad para ciudadanos y empresas, en especial las de menor tamaño, tema prioritario tanto objetiva como subjetivamente. Supongo que nadie medianamente objetivo creerá que lo positivo en la gestión de Toledo se debe más a nuestro inefable cholo de Harvard que a PPK y algunos otros ministros de calidad.

Mendoza genera simpatías, también mías, por su espíritu rebelde y juventud, pero lo poco que sabemos de sus puntos de vista así como su total falta de experiencia de gestión, no avalan su pretensión de llegar, al menos por ahora, al más alto cargo de la República, con el agravante de un entorno en parte irresponsable en su campaña antiminera y otras posiciones extremas. Y, aunque me identificara con su movimiento y su bastante reducido frente, le recordaría que entre las peores cosas que le pueden pasar a un liderazgo político, es llegar tarde a la historia o triunfar sin que las condiciones estén maduras, así como sin haber desarrollado la suficiente capacidad personal y de equipos humanos, y sin la fuerza social necesaria para respaldar su gestión.

Barnechea tiene el mérito de la seriedad y de la acumulación de experiencias varias, como militante aprista, candidato –y cara bonita- del APRA a la alcaldía de Lima (que estuvo cerca de ganar a Barrantes) y diputado aprista, pero la evidencia de su capacidad de gestión, si se puede considerar tal, se reduce a haber sido asesor principal y director en un organismo internacional, entidades con méritos pero no precisamente de gestión. Aunque no tengo nada contra los intelectuales con experiencia política, y me precio de ser uno entre muchos, creo que esa característica dominante en él no es suficiente para calificarlo como conductor de nuestro país en tiempos aún más difíciles que antes. El partido al que se afilió en los últimos años, Acción Popular, tiene el mérito, aunque modesto, de seguir existiendo, en general de manera decente, algo de por sí notable, pero con poca fuerza social (lo de sus cien mil militantes no lo creen ni ellos mismos), y con el negativo cartel de haber tenido dos gobiernos mediocres, cuya repetición penosa es lo que su triunfo nos auguraría.

Esto significa obviamente que apoyo a PPK, candidato y partido, que recomiendo como el mejor posible o como mal menor, según la perspectiva de cada quien. En un barco con serios defectos y ante tormentas que con seguridad nos esperan, confío más en el capitán con mayor experiencia. Con aún mayor razón tratándose del futuro de todo nuestro país.

Y, en definitiva, en la segunda vuelta frente al fujimorismo, apoyaría a cualquiera de los tres alternativos, perdonando, al menos por el período de su mandato, los errores y faltas cometidos previamente, sin dejar de ejercer la crítica necesaria respecto de su desempeño como presidente; eso sí, cruzando los dedos para que Mendoza no triunfe a destiempo y haciendo votos por que los congresistas de las tres listas generen una mejor legislación o una oposición de calidad, si sucediera lo peor.

Al margen de recomendar el voto a la presidencia por PPK, en cuanto a los candidatos al Congreso, considero preferible votar, entre los que tienen chances de ganar de las listas con mayor apoyo, por los más inteligentes, experimentados y de criterio amplio, aunque no se concuerde totalmente con sus opiniones, y seguir dando la batalla por posiciones y propuestas específicas no consideradas en los planes de gobierno o incluso contradichas. Si algunas bancadas incluyen personas de calidad y peso capaces de contrarrestar a las unilaterales, mediocres o corruptas, podrán, con argumentación y algo de fuerza social, convencer a la presidencia y ganar votaciones en el Congreso. En mi caso se trata de mejoras en varios aspectos de sus planes de gobierno y, en particular, de la agricultura ecológica, el no a los transgénicos y la realista y efectiva defensa de nuestro ambiente y biodiversidad, además de la equidad de género que no es solo un tema de feministas sino responsabilidad de todos, hombres y mujeres, en el marco siempre de la defensa de los intereses de la población y del país en su conjunto.

lunes, 21 de marzo de 2016

MANIFIESTO PERSONAL POR UNA POLÍTICA MEJOR / Alfredo Stecher


Analista político peruano, economista, con experiencia como dirigente estudiantil, de docencia universitaria, de gestión de ONGs y empresas, así como de consultoría empresarial y de proyectos de desarrollo.

 
Agradezco los atinados comentarios y sugerencias de mi hijo Antonio.

 
El masculino, salvo excepciones, se refiere siempre a hombres y mujeres.

 

1.       Las elecciones, otra oportunidad

 Estamos otra vez en un proceso de elecciones generales, acto cívico que puede influir mucho en el rumbo y ritmo que tenga nuestro país en el siguiente quinquenio presidencial y congresal, y más allá, así como en la calidad de nuestras vidas. Así como va la escena electoral, debemos lograr al menos que tengamos un gobierno que mantenga y avance algo en lo positivo, evitando profundizar lo negativo, y, a nivel de Congreso, obtener una mayor proporción de representantes de mayor calidad política y personal.

Como ciudadano de base con experiencia política quiero dejar constancia de los criterios con los que evalúo nuestra realidad sociopolítica y con los que estoy tomando una decisión de apoyo a una fórmula presidencial y una lista de candidatos al Congreso.

 En los años cincuenta y sesenta, en un clima internacional de protesta antiimperialista, de resistencia de Vietnam ante la invasión norteamericana, de guerras anticoloniales, de prestigio (aunque declinante) de la revolución cubana y de resurgimiento del marxismo como teoría explicativa, con el leninismo como orientador de la acción y con influencia creciente del maoísmo, así como de toma de conciencia de las enormes injusticias y frenos al desarrollo en nuestro país, con fracaso de los esfuerzos reformistas de Belaunde y del Gobierno militar, mi afán de cambio radical y de solidaridad social me llevó a estudiar a fondo estas teorías en sus fuentes y a enrolarme en 1965 en el recién formado partido Vanguardia Revolucionaria, que buscó una vía revolucionaria independiente de los centros de poder comunistas a la vez que contraria a la lucha armada guerrillera. Sentíamos tener en la lucha contra el imperialismo norteamericano un denominador común con muchos movimientos revolucionarios en el mundo.

Aunque consciente y temeroso de los torcidos caminos al socialismo, y a pesar de tratar de inspirarme en el legado creativo de nuestro gran amauta José Carlos Mariátegui, lamentablemente caí en el tan frecuente error de maniqueísmo, de considerar todo como una lucha entre el bien y el mal, negro o blanco, sin términos medios, de no valorar adecuadamente las limitaciones del socialismo y el rol histórico del liberalismo y de la democracia, de no entender que el capitalismo seguía –y sigue- produciendo enormes cambios progresivos, que la democracia es el sistema político conocido mejor o menos malo, y que el estatismo, el rol del Estado extremado, constituye una terrible traba, lo que evidenciaba el luego llamado social imperialismo soviético y su símil chino. También que el Estado de bienestar, a pesar de sus deficiencias, es una conquista histórica que combina lo mejor del liberalismo y del socialismo en democracia. Incluso los imperialismos resultaron ser una forma temporal de manifestación del capitalismo, así como lo fue el colonialismo antes, y la globalización, junto con defectos terribles, parte de un camino hacia un mundo mejor.

A pesar de profundos reparos a los denominados socialismos reales, que resultaron todos ser dictaduras, teníamos la vana ilusión de que bastaba derribar el Poder establecido para que surgiera uno nuevo que cambiara la realidad casi milagrosamente para bien. Y estábamos dispuestos a dedicar nuestras vidas a esto. Nuestra visión del progreso económico y social era simplista, voluntarista y economicista, lo que encauzaba nuestro idealismo en un sentido equivocado y contraproducente.

Frente a la dictadura militar, atípicamente autodefinida como revolucionaria socialista, con reales intenciones de cambio para el país, pero antidemocrática y estatista, felizmente relativamente blanda, y en el contexto de una resistencia notable de periodistas y algunas fuerzas políticas así como del desarrollo de luchas populares reivindicativas o políticas por una nueva Constitución y por democracia, con participación activa nuestra, más el surgimiento de Sendero Luminoso, su falsificación del pensamiento de Mariátegui y su insanía terrorista, además de nuestra relectura de la historia y de la filosofía política, fuimos comprendiendo lo erróneo de nuestras posiciones. Nuestro partido apostó por la creación y fortalecimiento de Izquierda Unida e incluso se disolvió de manera voluntaria formalmente en su seno para fortalecer esa alternativa política, como partido de masas, con la idea de que los otros partidos en su seno hicieran lo mismo, lo que no ocurrió. Entre tanto mi experiencia como directivo de una ONG de promoción de desarrollo y luego también de una empresa consultora de proyectos de fomento empresarial, con consultorías nacionales e internacionales, y mi permanente estudio, me permitieron entender mejor nuestros problemas y caminos de superación como sociedad y país y, manteniendo los mismos ideales, a seguir modulando mis concepciones políticas, con una visión más realista y de largo plazo.

Destaco la vocación de servicio público que movía nuestros afanes políticos, que se ha expresado posteriormente, de parte de muchos, en el ejercicio de cargos públicos, incluso como ministros destacados, en todos los gobiernos post Fujimori, la conducción de ONGs de promoción del desarrollo y de investigación serias, la dirección de organizaciones populares, la generación de empresas socialmente responsables y una participación destacada en organismos internacionales.

Las elecciones son un período breve pero intenso de movilización intelectual, emotiva y hasta física de millones de personas que normalmente no se interesan mucho por la política ni se informan sobre ella, y por lo tanto una ocasión para contribuir a su formación política y toma de conciencia sobre problemas y caminos de solución, además de poder influir en sus votaciones.

 
2.       Necesidad de cambios radicales

 En nuestro país hay mucho de positivo que preservar y potenciar, hemos avanzado en general demasiado poco, aunque también mucho en diversos aspectos, pero tenemos un Estado en gran medida disfuncional (sin embargo con partes eficientes) y gobiernos bastante mediocres. Corremos el riesgo de descomposición de nuestra sociedad y de falla creciente del Estado en todos los planos, incapaz de proveer reglas sensatas, seguridad y justicia a la población y a la economía, y de garantizar los derechos ciudadanos y sociales, especialmente sistemas educativos y de salud adecuados para las mayorías. Probablemente eso se da con la máxima gravedad inmediata en la Policía Nacional y el Sistema Judicial. ¡Es tan fácil pasar a ser un Estado fallido!

Nuestro país necesita cambios radicales, revolucionarios en perspectiva de décadas, reformistas en el camino, democráticos en su gestación, para ir encauzando al conjunto de la sociedad hacia una mayor prosperidad y calidad de vida, amabilidad y tolerancia, así como a evitar la polarización extrema y aglutinación de fuerzas adversas como reacción. Cada período de gobierno solo puede –y debe- fijar el rumbo que, con respaldo democrático, nos acerque a un futuro mejor, y dar pasos concretos, realistas, en esa dirección, con metas claras y correcciones sucesivas, a la vez que mantener y ojalá aumentar las fuerzas sociales necesarias para poder avanzar. Hay que recordar que con frecuencia la lucha por los más altos ideales ha venido acompañada de las mayores bajezas, terribles resultados inmediatos y regímenes dictatoriales, la tragedia de todas las revoluciones violentas y sangrientas.

En el mundo está en marcha una revolución bastante silenciosa, pero profunda, en la ciencia y en lo tecnológico, en nuestro modo de vida y de producción, en las creencias y aspiraciones de la gente, pero también fuerzas siniestras que hay que combatir y contrarrestar.

  

¡Hay que tener siempre en cuenta que toda acción suscita reacción,

calibrar sus posibilidades y límites,

y garantizar que la acción sea más fuerte que la reacción!

 
 

3.       Elevadas aspiraciones y decisiones con fundamento

 Necesitamos aspiraciones altas, positivas para el conjunto, y escoger caminos con mayor probabilidad de avanzar hacia su realización y con menores riesgos de fallos dolorosos y de desbarrancamiento como nación, bloqueando los senderos violentos. Y, para ello, cultivar los valores cívicos provenientes de la tradición democrática de Occidente, tanto de fuente liberal como socialista, y, en parte, expresados en consensos logrados en organizaciones mundiales, más algunas del cristianismo, de la cultura prehispánica, de otras fuentes religiosas y filosóficas de todo el mundo. A pesar de su burocratismo, los diversos organismos internacionales están contribuyendo a facilitar un mundo mejor. La codificación de los derechos humanos por las Naciones Unidas ha sido un gran paso adelante para la humanidad. Y, por ejemplo, el desarrollo y aplicación también en nuestro país de sellos y certificaciones múltiples de calidad y cumplimiento de normas sociales y ambientales contribuyen mucho a una mayor responsabilidad de nuestros productores.

Aunque amenazados, estos valores son en algún grado y ámbito apreciados por cada vez más personas: las libertades, la dignidad, la igualdad en lo fundamental -de derechos básicos-, la no discriminación (por diferencias raciales o étnicas, de origen geográfico, de sexo, de origen social, de orientación sexual, de convicciones políticas y religiosas, por discapacidad -incluida la de ser zurdos), la tolerancia, la honestidad e integridad, el respeto, la justicia, la laboriosidad, la prudencia, la responsabilidad, la solidaridad y el altruismo, la confianza, la transparencia de lo público y la salvaguarda de lo privado, el carácter laico del Estado, la protección del ambiente, importantes tanto para la vida social como política, condición para una dinámica de progreso sostenible, una convivencia en paz y un ejercicio provechoso de nuestros derechos y deberes ciudadanos. También es un derecho básico la propiedad privada con opción de su uso libre dentro de límites derivados del respeto a la de otros, del bien común y de la legalidad. Muchos son pisoteados y muchas veces son considerados válidos solo en lo que favorece o se cree que favorece a uno o a las personas cercanas, pero deberían orientar todas nuestras acciones y deben ser parte de las varas con las que podemos medir la política y los políticos, lo que consideramos positivo y justo, además de correcto y eficaz para la consecución de los objetivos proclamados y aceptados.

Esto exige entender, por un lado, que ni el desarrollo social, ni la calidad de vida deseable y posible, ni el poder alcanzar momentos de felicidad con frecuencia, dependen principalmente de la acumulación de bienes materiales, la que, en sus extremos, es más bien causa de infelicidad de todos y de sacrificio del bienestar de las mayorías así como de riesgo para la existencia como país, pero también, por otro lado, que sin un empleo o autoempleo digno y sin un mínimo de ingresos es imposible superar un nivel de pobreza incompatible con la dignidad humana, la riqueza de nuestra patria y nuestro potencial. Para todos los niveles de ingresos las posibilidades de tener felicidad, la buena salud y la longevidad dependen principalmente de tener relaciones sociales satisfactorias, espiritualmente enriquecedoras.

Debemos estar orgullosos de lo nuestro y cultivarlo, pero también de todos los avances de la humanidad, de la ciencia y tecnología mundiales, y favorecerlos, combinar valoración de lo antiguo y de lo moderno, de conservación de lo más significativo y positivo del pasado y de aplicación de lo más avanzado en tecnologías a nuestro alcance, proteger la naturaleza y a quienes viven más cerca de ella, sin impedir el crecimiento económico, pero evitando los excesos y abusos que se comete en su nombre; respetando lo más posible los intereses y opiniones de quienes se ven afectados, compensando equitativamente los daños a la población que no pueden ser evitados y reparando lo más posible el daño ambiental durante y al término de las operaciones, con preparación permanente para prevenir y para remediar inmediatamente efectos de accidentes y resarcir a los perjudicados.

Cada decisión y diseño de políticas, sus aplicaciones e inversiones, tanto estatales como privadas, deben partir de estudios serios, con buen conocimiento del pasado y de sus errores, de los intereses involucrados, de los sentimientos y emociones, así como prejuicios y creencias de las personas, además de las experiencias pertinentes más avanzadas de otros países y de nuestro propio país, de una discusión pública bien conducida y de los mecanismos institucionales correspondientes.

Y, junto con normas adecuadas, gobiernos eficientes y entidades estatales responsables, es indispensable contar con un Poder Judicial serio, autónomo, incorruptible.

 
4.       La necesidad de liderazgos apropiados y aportes de todos

 Para ello necesitamos que se vayan forjando más liderazgos orientados por el bien común, con ambición de poder, vinculada a vocación de servicio público, y no a ansias de poder y brillo personales. Debemos valorar las intenciones y la ética de quienes aspiran a representarnos, pero aún más importante es lo que están dispuestos y capaces de hacer, sus criterios, su capacidad de enmendar y reconocer errores; además, lo que se comprometen a no hacer, en particular los candidatos a la presidencia, dado el carácter presidencialista de nuestro Gobierno, todo analizado a partir de sus declaraciones y de su trayectoria, de lo que efectivamente resultó de sus anteriores acciones y omisiones. La ausencia de partidos sólidos y los antecedentes de nuestra política facilitan que las promesas se las pueda llevar el viento, lo que exige propiciar y apoyar mecanismos públicos sociales y estatales de rendición de cuentas y control de la seriedad de su conducta, estatales, como la Contraloría General de la Nación y las Superintendencias.

A veces ha sido incluso positivo que un candidato triunfante cambie de opinión, ante la aparición o toma de conciencia de evidencias de que era contraria a lo necesario y posible, pero una mejor orientación y la intensificación de la discusión política en el período electoral deberían posibilitar que las promesas sean más atinadas, realistas y cumplibles. En ese proceso debe apuntarse también a una pedagogía social que mejore tanto la capacidad de amplias capas sociales de escoger una opción positiva, como la organización y dinámica de los partidos y movimientos, y fomente la formación de partidos más modernos y responsables o la transformación de algunos existentes (lo que requiere modificaciones legales y personas serias y con mejor criterio como lo evidencian las fallas en este proceso).

Saber qué es positivo hacer y cómo hacerlo para tener éxito, requiere del aporte de todos, mujeres y hombres, jóvenes y gente madura, de todas las profesiones, ocupaciones, ubicaciones sociales y lugares, importando más lo objetivo que la motivación consciente. Claro que una motivación positiva facilita tener una acción positiva y corregir aspectos negativos. Tenemos que cultivar y desarrollar ciencia, filosofía, tecnologías, cultura, organización social y política, así como los valores cívicos y actitudes.

 
5.       Los mayores lastres de nuestra sociedad y Estado

 Solíamos achacar la responsabilidad de nuestro atraso y nuestros problemas a la Colonia y al Imperialismo, que indudablemente han contribuido mucho, directamente y a través de la generación o apoyo a clases dirigentes reaccionarias o débiles, pero la mayor responsabilidad es nuestra, lo que nosotros y las generaciones que nos precedieron no supimos y no pudimos hacer. Entusiasmo y voluntad de superación y de lucha ha habido, quizá no suficientes, pero la responsabilidad principal la tiene la élite intelectual, política y económica, que equivocamos caminos, por ideologías erróneas y, en gran parte, por ignorancia, insuficiente empeño, soberbia y codicia.

Todavía hay posiciones que se proclaman de izquierda que consideran los éxitos en la extracción de materias primas como una causa fundamental de nuestros declives como república –guano, salitre, caucho, azúcar, harina de pescado, minerales-, cuando estos eran y son en sí una fuente positiva de financiamiento estatal, acumulación de recursos materiales y de capacidades humanas e institucionales (haciendo abstracción de las condiciones de sobreexplotación laboral y de los terribles daños ambientales en el pasado y por accidentes en el presente), lamentablemente despilfarrados por políticas irresponsables favorecidas desde el extranjero, tanto gubernamentales como privadas.

Actualmente, los mayores lastres y obstáculos para avanzar, a nivel de actitudes, que compartimos con medio mundo, presentes en diferente modalidad, grado y distribución en todos los estratos sociales, son:

·       déficit en ética (deshonestidad, inclinación a la pendejada, indiferencia, desidia y falta de responsabilidad)

·       insuficiente capital cultural de las mayorías y de una parte de las élites, así como ideologías distorsionadoras

·       bajo nivel de educación y de formación cívica

·       cultura de subordinación y de conformismo

·       codicia material y afán de lucro desmedido, con el mercado y el dinero como medida de todo, que se expresa en sobreexplotación, engaño y usura

·       consumismo, la cultura de querer tener más, lo más grande, lo más nuevo, más de todo lo material, sumisión a la moda

·       cultura de despilfarro

·       cortoplacismo

·       oportunismo

·       machismo, menosprecio y discriminación del diferente

·       ideologismo, secular o religioso, con obstinación, que nubla el criterio de realidad

·       peso excesivo de las religiones y persistencia fuerte de supersticiones, combinadas con fatalismo

·       además, medrar del bien común, falta de escrúpulos, autocomplacencia y frecuente ignorancia de lo básico que uno está obligado a saber por su profesión, ocupación o cargo, por deficiente formación y/o falta de interés por superarse, falta de disciplina, no prolijidad, mezquindad, discrecionalidad excesiva, arrogancia, hipocresía, vileza, culpar a otros de nuestros propios errores y deficiencias, menosprecio de lenguas vernaculares, adicción a los juegos y programas de comunicación electrónicos, a casinos y a apuestas, sedentarismo, alimentación equivocada, agresividad anónima por internet, entre muchos otros.

Sigue predominando una visión segmentada de la realidad, dicotómica, la visión de todo dividido en blanco / negro, bueno / malo, liberalismo / socialismo, cuando la realidad siempre es compleja y matizada.

A nivel de dinámica social y funcionamiento institucional nos afectan (siempre con notables excepciones positivas, que son la regla en partes de nuestra sociedad y Estado):

·       clientelismo

·       populismo

·       nepotismo

·       patrioterismo (patriotismo irracional o usado como pretexto)

·       economicismo

·       debilidad de nuestra institucionalidad cívica

·       una descentralización y regionalización disfuncionales (aunque necesarias)

·       indiferencia y tolerancia frente a la corrupción, y complicidad activa o pasiva

·       proliferación de la cleptocracia (la asunción de cargos para robar)

·       delincuencia organizada y desarrollo de mafias fuera y dentro del Estado

·       descomposición de la Policía y del Poder Judicial

·       insuficiente profesionalismo y corrupción en las Fuerzas Armadas

·       violencia privada y estatal, social e intrafamiliar

·       drogadicción y tráfico de drogas

·       trata de personas, prostitución involuntaria y explotación sexual

·       sistema penitenciario disfuncional

·       serias deficiencias e insuficiente cobertura del sistema de salud pública

·       maternidad temprana sin los recursos necesarios

·       abortos en condiciones deplorables

·       adicción, por ignorancia e inducida, a comida de mala calidad y chatarra, altas tasas de gordura y obesidad, de enfermedades crónicas derivadas (también de anemia)

·       programas de apoyo alimentario asistencialistas y clientelistas, con concepciones erróneas respecto de la alimentación adecuada, además de una cobertura limitada

·       baja calidad de la educación en todos los niveles, estatal y privada, por metodologías y organización erradas, formación insuficiente o errónea del personal, déficit abismal de recursos educativos físicos y falta de mantenimiento de los que hay, en gran parte de la enseñanza estatal y privada

·       falta de cobertura de la crianza en nidos, para fomentar el desarrollo temprano y descargar a las madres, y de la educación preescolar, parvularia

·       enormes deficiencias en la enseñanza escolar de inglés y de otras lenguas extranjeras, desvalorización del quechua y de otras lenguas vernaculares (por desconocimiento o menosprecio del valor del bilingüismo, además de ser un derecho)

·       reducida inversión en bibliotecas, museos y espacios de cultura viva

·       recursos absolutamente insuficientes para la investigación de todo tipo y campos, tanto básica como aplicada, estatal y privada

·       muy limitada conexión con las fuentes y centros de investigación y docencia más avanzados del mundo

·       arbitrariedad, burocratismo e ineficiencia del aparato estatal

·       malversación o despilfarro de recursos públicos

·       debilidad de organismos de control y supervisión

·       insuficiencia de políticas y de entidades de Estado, no o menos dependientes de los cambios gubernamentales, con falta de continuidad de políticas, de medidas y de personas adecuadas y eficientes

·       orientación o gestión equivocadas y precariedad de muchas entidades del Estado

·       judicialización de problemas que podrían ser resueltos en trato directo o con arbitraje, con elevado costo en tiempo, dinero, dedicación, aumento de incertidumbre e injusticias

·       peso de criterios religiosos en decisiones políticas

·       el síndrome de Adán, de menosprecio de institucionalidades y esfuerzos previos, que impide la acumulación de experiencia

·       inadecuada previsión y negligencia del mantenimiento de las inversiones realizadas, principalmente del Estado, pero también en el sector privado

·       es fundamental tener reglas funcionales y relativamente estables, y respetarlas, pero muy dañina la sobrerregulación, es decir, reglas hasta lo innecesario o contraproducente, con muchas normas imposibles de cumplir y hasta absurdas (tramitología), falta de normas y de control de cumplimiento de lo realmente importante

·       legislación laboral defectuosa que ni protege bien a los trabajadores de abusos, tanto en el Estado como en el sector privado, ni a los empleadores frente a faltas e ineptitud clamorosas

·       no consideración apropiada de las externalidades positivas y negativas de cada acción e inversión

·       proliferación de abusos de empresas de todas las escalas, a su interior y hacia afuera, y falta o insuficiencia de sanción del incumplimiento de normas legítimas y de compromisos asumidos, lo que se da también en el Estado

·       no regulación adecuada ni transparencia de los en sí necesarios lobbies de todos los actores económicos y sociales, para conocer sus argumentos, en tanto una legislación inadecuada afecta no solo sus intereses legítimos de diversos segmentos de la población sino potencialmente también los de la economía y sociedad en su conjunto

·       corrupción en muchos colegios profesionales, asociaciones gremiales y sindicatos

·       limitada innovación con resultados efectivos en técnicas, insumos, maquinaria, organización del trabajo, dinámica laboral y servicio al cliente

·       una baja productividad en los sectores que no son de punta, que depende tanto de los trabajadores como, aún más, de la gestión, inversión física y del desempeño de los mandos medios en cada empresa y otras entidades, y, mucho, del clima laboral

·       insuficiencia o total ausencia de responsabilidad social efectiva en muchas empresas de todo tamaño, con relación a sus clientes, sus trabajadores, su entorno social y el ambiente

·       frecuente omisión de brindar información oportuna, correcta, legible y entendible al cliente

·       casos de colusión empresarial que distorsionan el mercado en perjuicio de los consumidores o defraudan al Estado

·       evasión y elusión tributaria a todo nivel, con informalidad, frecuentemente parcial, de parte de quienes tienen la capacidad de ser enteramente formales, agravada por trámites innecesarios y engorrosos que dificultan la imposición y el cumplimiento de los necesarios, para una economía sana

·       mal trato de empresas mayores y del Estado a los proveedores de menor escala, con incumplimiento de contratos y retraso o negación de pagos

·       además de luchas sociales legítimas, conflictividad extremada por intereses políticos subalternos con complicidad del Estado por inacción e intervenciones represivas en vez de preventivas

·       el drama de los ninís, los jóvenes que ni logran trabajar ni continuar estudiando, así como de las personas de mayor edad sin chances de inserción laboral y de las jubiladas con montos miserables

·       las enormes dificultades que afrontan los discapacitados por indiferencia y desidia privada y estatal

·       trampa consciente o negligencia punibles en el uso de sustancias tóxicas en agricultura e industria, o en importación de productos peligrosos (en particular también para niños)

·       de especial gravedad, la irresponsabilidad, liviandad y venialidad de muchos medios de comunicación masiva y de muchos periodistas, con proliferación de amarillismo, en parte contrarrestadas, en parte amplificadas por los medios electrónicos

·       caos en desarrollo urbano y en su transporte, con enorme contaminación

·       depredación ecológica

·       injusta distribución del agua y su despilfarro generalizado, por mala gestión y administración, infraestructura deficiente y precios irrisorios en el caso de gran parte de la agricultura

·       erosión y salinización de suelos

·       reducidos esfuerzos de reforestación (que debería ser principalmente con especies nativas con formación de sotobosque protector)

·       desastre sanitario, con sistema de recolección y tratamiento de desechos absolutamente insuficiente y conversión de entornos urbanos, carreteras, ríos, lagunas y playas en basurales plásticos y electrónicos

·       el descuido de nuestro patrimonio y la insuficiencia de recursos para la arqueología

·       la debilidad de nuestro fútbol y deportes en general, y un largo etcétera.

Es importante saber que, junto con la agravación de algunos males, el aumento de denuncias y de su divulgación implica también una mayor conciencia de lo que es inaceptable y delictivo así como mejores mecanismos para expresarlo, en particular los medios electrónicos, pero también algunas instancias del Estado. Y la relativa calma política debe mucho a la mejora objetiva de las condiciones materiales de vida de la gente.

 
6.       Medidas para evitar o superar los lastres

 

·       integrar las aspiraciones del liberalismo y del socialismo así como cultivar nuestra democracia pluralista

·       entender que siempre habrá conflictos entre principios y entre intereses legítimos, lo que exige encontrar compromisos de suma positiva

·       valorar y asumir la defensa de todas las libertades, reconociendo que su ejercicio necesita un mínimo de bienes materiales garantizados por los derechos sociales si la dinámica económica no permite lograrlos

·       afirmar los mecanismos democráticos de elección y de rendición de cuentas, así como de representación de la sociedad por partidos y otros tipos de organizaciones sociales, reformando la legislación electoral y de partidos políticos

·       estimular que los partidos serios no solo representen demandas y sentimientos de segmentos de la población, sino principalmente sus intereses reales en el marco del interés nacional, procurando que las demandas coincidan lo más posible con estos

·       mantener la separación e independencia de los Poderes del Estado, velar por un adecuado tamaño, calidad y buen funcionamiento de sus entidades, por una planificación visionaria con consulta de todos los involucrados y potencialmente afectados por nuevas y perturbadoras iniciativas, por una descentralización efectiva y responsable, con el grado de autonomía y nivel de recursos necesarios para cada función

·       profundizar el carácter laico de nuestro Estado, con respeto por todas las religiones, pero aceptar y encauzar aportes positivos de cada persona y entidad con motivaciones religiosas´

·       tratar de ir mejorando las políticas y el funcionamiento de todos los organismos estatales, a la vez que ir logrando paulatinamente una alta calidad de los más relevantes para la economía, la seguridad, el servicio social y el bienestar ciudadano, desvinculándolos progresivamente de la política contingente de los gobiernos de turno, como es el status del Banco Central de Reserva

·       en cada nivel del Estado, priorizar objetivos, fijar metas realistas y concentrar nuestros esfuerzos en cumplirlas bien, siempre evitando lo más posible que promover y alcanzar unas metas obstaculice o imposibilite el cumplimiento de otras

·       aumentar la calidad y reducir la cantidad de leyes, cumplir los plazos para su reglamentación no distorsionadora, evitar la sobrerregulación y la arbitrariedad consiguiente así como hacer efectivos los controles necesarios y sanciones realmente disuasivas por incumplimientos dolosos o irresponsables

·       propiciar y facilitar actividades de todo tipo de organizaciones sociales, de ayuda mutua, culturales, deportivas y de promoción del desarrollo, entre ellas las comunidades, clubes populares, cooperativas, ONGs, etc. y sus asociaciones

·       garantizar un marco adecuado para la actividad empresarial y valorar a las empresas y organizaciones empresariales de todo tipo y tamaño que actúen respetuosamente con el bien público, sus trabajadores y sus clientes, así como el emprendimiento, tanto formal como informal, buscando favorecer la formalización con estímulos más que sanciones

·       considerar en la relación con el Estado las certificaciones de buenas prácticas y de responsabilidad social empresariales

·       organizar o favorecer concursos para premiar las actividades y resultados más positivos en todas las áreas y en todas las regiones

·       apreciar y encauzar bien la voluntad de servicio público que tiene una parte de nuestra clase política y de funcionarios y trabajadores del Estado, y muchos empresarios, de toda escala, ejecutivos, trabajadores y emprendedores

·       estimar el rol de una prensa escrita y audiovisual independiente del Poder político y lo más posible comprometida con la verdad y el bien común más allá de intereses personales y de grupo

·       expresar nuestros puntos de vista a la vez que respetar los ajenos, ojalá basados en observación e información objetivas, apoyadas en las que realizan las diferentes entidades de estudio de la realidad, a nivel regional nacional e internacional y en la prensa más seria

·       fomentar el desarrollo de posiciones, expresiones y conductas políticamente correctas, es decir, respetuosas de la verdad objetiva y de las personas

·       valorar y tratar de entender los argumentos serios que van contra la corriente, para eventualmente tratar de cambiar el curso de esta

·       en el país en su conjunto, en cada región, en cada ciudad y pueblo, debemos poner por delante lo que nos une y permite avanzar en conjunto, tener conciencia de que en cada persona, en cada organización, en cada lugar hay aspectos positivos y negativos, y apreciar y reforzar los positivos, a la vez que criticar los negativos relevantes y buscar evitarlos, ayudar a superarlos o impedir que causen mucho daño

·       contrarrestar activamente, tanto desde el Estado como desde el sector privado, y como personas, todos los lastres anotados, para lo que necesitamos una actitud de permanente aprendizaje que nos ayude a superar nuestros sesgos y nuestras múltiples ignorancias frente a una realidad y conocimientos siempre en evolución.

 
7.       Crecimiento económico y política social

 
Felizmente hemos tenido en los últimos lustros crecimiento económico notable y un cierto nivel de toma de conciencia colectiva de las experiencias pasadas, junto con los aspectos positivos de la globalización económica, política y cultural, incluyendo el creciente peso y las orientaciones mejoradas de los organismos internacionales, que nos han ayudado a superar diversos problemas y a evitar flagelos como la inflación elevada y el estatismo (la intervención excesiva del Estado). Para los más jóvenes, y para refrescar nuestra propia memoria, es bueno recordar nuestra experiencia estatizadora y súper controlista con hiperinflación récord, desabastecimiento agudo y colas interminables, y el consiguiente acaparamiento y quiebra de muchas empresas, así como el flagelo del terrorismo y de la respuesta represiva que lo retroalimentaba por brutal e indiscriminada. El arte, la historia seria, una parte de la prensa y el Museo de la Memoria nos ayudan a no olvidar.

La mejora general de la situación económica tiene su palanca más poderosa en el crecimiento económico, que tiene que ser complementada con una adecuada redistribución de parte del Estado a través de la garantía de servicios básicos y de atención a los más desfavorecidos y excluidos, para una sobrevivencia digna. Ambas deben llevar a un aumento sostenido de oportunidades para todos para avanzar, con posibilidades reales de mejoras en la esfera laboral y en la calidad de vida, y de movilidad física y social.

El principal motor del desarrollo económico en nuestro sistema actual es el afán de lucro, en principio legítimo (en el sentido de lograr una ganancia razonable por cada inversión económica), reconocido por la mayoría de religiones y sistemas filosóficos, pero llevado muchas veces a extremos ilegítimos e incluso ilegales. Pero hay otros motores del desarrollo, que lo deben relativizar y ser cada vez más potenciados, como la expansión del bien común, el buscar mejorar la calidad de vida de todos en todas sus esferas, el tratar de lograr una vida más armónica de los actores, la búsqueda de la verdad, la ampliación del conocimiento científico y tecnológico, y el arte. Y una condición del desarrollo y de que este sea sostenible es la paz, interna y externa.

El crecimiento económico es una condición necesaria, aunque no suficiente, para superar la pobreza, pero se requiere también amortiguar activamente sus efectos negativos y los de la irritante disparidad excesiva de ingresos, que frena y distorsiona el desarrollo del conjunto.

Hay que tomar conciencia de que, al igual que en muchos otros países y en muchos organismos internacionales, priman una visión economicista de la realidad y de las medidas que se debe adoptar, y actitudes y políticas asistencialistas, además de clientelistas. Una expresión grave del economicismo es el consumismo, acicateado por la propaganda y los medios.

Las políticas públicas –estatales pero también privadas- necesariamente entrelazan lo técnico, lo social y lo político, lo que exige que personas y equipos a cargo de su concepción, diseño, ejecución y evaluación sean capaces de integrarlos, con una visión holística, y de servirse del apoyo de todo tipo de profesiones necesarias, con multidisciplinariedad y capacidades de análisis y acción interdisciplinarias, trabajando en equipo, no en paralelo.

En materia de política social es bueno asistir a personas que no tienen ingresos o los suficientes para cubrir sus necesidades elementales, pero, al hacerlo, podemos (al margen de lo declarativo), sea ayudarles a superarlo, que es lo correcto, sea propiciar que se mantengan en esa situación, que es negativo para ellas mismas y el país. Lo importante es que, en el contexto de crecimiento de nuestra economía nacional y de cada región, cada persona, y, en especial, las nuevas generaciones, encuentren cada vez más oportunidades para trabajar remuneradamente o para mejorar sus ingresos a partir de actividades productivas –materiales o de servicios- previas o de nuevos emprendimientos, a la vez que fortalezcan sus organizaciones y el funcionamiento democrático de estas, con el Estado garantizando derechos básicos para una sobrevivencia digna. Es fundamental que se vincule el derecho a recibir apoyo con el deber de esforzarse.

Son encomiables toda actitud y esfuerzo de orientar su propia acción en todo a respetar, a no dañar y a favorecer a otras personas, el amor al prójimo predicado por Jesús, altruismo, también para los menos prójimos, además de filantropía, en el sentido amplio de la palabra, desde cualquier posición económica, política y social, en el plano económico, social o ambiental, sea como organización no gubernamental de desarrollo, como responsabilidad empresarial social, como organización de intereses sociales, como individuos civiles, militares, policiales, políticos o religiosos.

 8.       Lo prioritario

 Buena parte de nuestro engranaje estatal corre en neutro, es decir, paralizado o a la deriva, sin llevar a ninguna parte, o recibe combustible con agua, y aceite con arena, con lo cual traba también las actividades privadas. Y, en muchos casos, es más el daño que el bien lo que resulta de sus acciones.

Sufrimos una creciente disfuncionalidad del Estado que incumple tareas básicas, a la vez que asume otras innecesarias y que no está en condiciones de cumplir bien, por normativas equivocadas o falta de capacidad, combinando además, por un lado, sobrerregulación, en gran parte errónea, de lo secundario, lo que frena y distorsiona las decisiones privadas, además de promover la corrupción, y, por otro lado, regulación laxa de lo principal, que favorece conductas irresponsables.

Todo esto es corregible con el tiempo, si asumimos la tarea de corregirlo, paso a paso, pero de manera sistemática, comenzando por lo más factible de lo urgente. Y tomando como ejemplo las ya varias dependencias estatales con tareas adecuadas y un servicio eficiente, hasta en comisarías. Y es sensata e importante la propuesta de una entidad encargada del análisis costo-beneficio de las propuestas normativas y del impacto de su aplicación.

Primera prioridad para una intervención urgente, inteligente y sostenida, con posibilidades de generar consensos amplios, son los temas:

Ø  seguridad ciudadana y la reforma de la Policía

Ø  reforma del sistema judicial

Ø  mejora del sistema de salud y de la nutrición

Ø  y, lo más importante y trascendental, una reforma profunda y continua de la educación con énfasis en la calidad.

Nuestro modelo, no sus facetas neoliberales, sino el efectivo, tal como funciona en la práctica, tanto en lo político –democracia representativa- como en lo económico – capitalismo con mercado (más o menos) libre y Estado regulador de marcos de comportamiento, controlador y sancionador, y proveedor de servicios básicos -, tiene defectos terribles, pero no conocemos uno mejor, sí maneras mucho mejores de organizarlo y conducirlo (y modelos mucho peores). El neoliberalismo, con el afán de lucro extremo, sin escrúpulos, la supremacía del mercado y el dominio del capital financiero sobre el productivo, ha llevado al capitalismo a extremos que amenazan su capacidad de seguir impulsando el desarrollo económico y, al sistema político, a crisis peligrosas. Pero se han ido gestando fuerzas intelectuales, sociales y políticas para combatirlo y derrotarlo, apoyadas también en nuevas tecnologías.

Debemos revolucionar nuestro modelo o sistema dentro del sistema, a través de un proceso paulatino de reformas profundas y sistemáticas, con cambios de rumbo y de tendencias, con mejoras continuas en diseños, mecanismos y desempeños, con ayuda de palancas o inductores así como con desincentivadores y sancionadores, tanto sociales como estatales, que eviten empeoramiento, polarizaciones y fraccionamientos fratricidas.

Necesitamos cambios para avanzar, que sean lo contrario de cambiar para que nada cambie (como en el Gatopardo, de Lampedusa), pero valorar también los cambios menores en el sentido correcto, sin importar de parte de quién (aunque denunciando oscuros designios que pueden ocultar o disfrazar). Y tenemos que comenzar (o continuar, o retomar) con aquellos que suscitan mayor aceptación y menores resistencias, evitando seudo soluciones simplistas. Hay muchas cosas malas, terribles, detestables, que conviene ir eliminando o mejorando, pero hay que concentrarse en las que son a la vez más importantes y más fáciles de combatir, acumulando fuerzas para vencerlas, con mayores chances de éxito y de contribución al fortalecimiento y aglutinación de las fuerzas de cambio.

La democracia representativa tiene que ser mejorada con mecanismos adecuados, elevación del nivel político de la población y de sus liderazgos, con más, mejor y más oportuna información, más participación desde las bases y con efectiva y periódica rendición de cuentas de los representantes y gobernantes.

La política estatal es una carrera de postas con obstáculos, que debemos superar lo mejor posible, preocupados con pasar el testigo al siguiente equipo de la manera más constructiva posible. La prioridad es la mejora del Estado, no el aumento de su tamaño, que deberá darse al compás de la mejora de su desempeño y en consonancia con la capacidad de la economía y de la voluntad de la sociedad para sostenerlo.

Siempre habrá errores, y debemos tratar de prevenirlos, disminuir su número y la gravedad de lo que ocasionan. Será necesario distinguir causas, intenciones, efectos reales, incluidas consecuencias no deseadas, imprevistas, para ir corrigiendo diseños y prácticas, y procurar que cada persona cuente con la capacidad y dedicación necesarias para evitarlos. Para ello es fundamental que cada persona, independientemente de su filiación política, esté en un puesto en que puede rendir más y, en lo posible, sobresalir, y evitar que llegue al nivel de su incompetencia, un defecto grave y frecuente.

A nivel mundial compartimos un grado cuantitativamente pequeño de corresponsabilidad en la preservación de la paz, el desarrollo de la ciencia, de tecnologías y de la cultura, una globalización constructiva y respetuosa, con creciente y bien regulada libertad de comercio y de circulación de personas y de capitales, el freno al cambio climático, la preservación de los ecosistemas y la lucha contra fuentes de deterioro ambiental, de contaminación y de intoxicación –responsabilidad que es mayor respecto de la calidad de nuestro océano y del gran pulmón que es la Amazonía, y su aprovechamiento cauto, no depredador-, el combate –de modo razonable y no contraproducente- a la drogadicción y el narcotráfico, el freno a sobrepeso y obesidad, la prevención y combate a epidemias, la aprobación de normas científicamente fundadas y razonables en todos los campos de la interrelación internacional, el control del sistema financiero mundial y de los gigantes industriales y de servicios.

Todos los peruanos y otros habitantes de nuestro país tenemos derechos y obligaciones, aspiraciones legítimas y responsabilidades, debemos reconocer entre nosotros a adversarios con quienes debatir y a quienes derrotar en la práctica cotidiana y electoralmente, o ayudar a cambiar, pero no enemigos a los que hay que subyugar o destruir (sí encarcelar en caso de crímenes y otros delitos graves).

Seamos constructivos, démosle continuidad a lo positivo, favorezcamos la corrección de lo deficiente y la superación de lo negativo.

 

 9.       Lo más positivo

 En un entorno mundial y latinoamericano complicado, pero con fenómenos esperanzadores, a pesar de la intensificación del terrorismo internacional, de la xenofobia y de los autoritarismos, tenemos entre nosotros procesos y fuerzas positivos y en camino a fortalecerse. Destaco, con riesgo de ser parcial e injusto por conocimientos insuficientes, lo positivo que valoro y que debemos seguir cultivando desde la primera infancia, en las familias, en el sistema educativo y en todo tipo de entidades, a la vez que evitando que iniciativas, mejoras económicas mal encauzadas y políticas inadecuadas las afecten negativamente:

A nivel de actitudes de amplias capas sociales, en promedio presentes en mayor proporción que en muchos países, en parte comunes a las esferas económica y de relaciones interpersonales, tenemos en muchísimas personas, desigualmente repartidas:

v  voluntad para trabajar

v  ansias de superación con afán de innovación y renovación

v  empuje y espíritu emprendedor, con disposición a asumir riesgos

v  creatividad, también en lo artesanal

v  valoración del estudio

v  sensatez y sentido común

v  ingenio, apertura ante lo nuevo, capacidad de adaptación, resiliencia ante adversidad y fracasos, capacidad de aguante, mantención de la esperanza

v  amabilidad y cordialidad, empatía

v  capacidad de ternura y de expresar cariño, en especial a los niños

v  solidaridad

v  hospitalidad

v  tolerancia de las diferencias

v  sentido de justicia, instinto moral

v  facilidad para brindar confianza

v  respeto a la tercera edad

v  el gusto por viajar, al terruño y a conocer el país y el mundo

v  valoración creciente de la ecología y del ambiente

v  empatía con los animales.

Hay mucho de positivo fuera de la esfera política, que progresivamente la va permeando. Y debemos agregar que hay crecientemente una mayor voluntad de lucha intelectual y organizada, con pasión, garra y perseverancia, alzando la voz contra injusticias y abusos (felizmente solo marginalmente muy violenta).

Gran parte de nuestra población de menores ingresos (aunque no tanto la de extrema pobreza), en particular la de la Sierra, en provincias o en la periferia de Lima y de otras ciudades costeras, es muy trabajadora, tiene empuje y alegría de vivir, con más confianza en sus propios esfuerzos que en el apoyo del Estado, aunque buscando aportes de este.

Va en aumento el número de personas con voluntad de servicio público desde su vida diaria, negocio o profesión, desde una organización social u ONG y desde entidades del Estado a todo nivel.

Algunas personas no saben dónde comenzar:

Muy simple: actuar responsablemente en el hogar, en el trabajo, en todo lugar, tratar bien a los cercanos, respetar y sonreír a otros en la calle y en establecimientos comerciales, decir gracias o disculparse, y así contribuir a reacciones en cadena constructivas; es decir, ser más humanos, pensar como ciudadanos, tomando conciencia de que el aleteo de una mariposa es una figura que vale tanto para el mundo material como social.

 Lo más positivo a nivel de políticas estatales e institucionales:

·       la mantención de una política fiscal cauta

·       una mayor inversión en infraestructura educativa, de salud, sanitaria y de conectividad física y virtual, aunque con serias deficiencias de diseño y mantenimiento, y con ello mayor acceso, mejora y ampliación de cobertura de los medios de comunicación física y virtual a escala nacional (aunque muy deficientes en muchas regiones y lugares), así como mayor integración entre campo y ciudad, población rural y urbana, y menor desnivel entre condiciones de vida de estratos equivalentes

·       el desarrollo de los medios de transporte

·       aumento de fuentes de información y de la capacidad de amplias capas sociales de interconectarse y expresarse

·       nuestra inserción constructiva en mecanismos y organismos internacionales

·       la negociación, aprovechamiento responsable y extensión de nuestros tratados comerciales, con protección legítima de nuestros intereses nacionales

·       libertad de expresión garantizada, sin censuras (lamentablemente con mucho amarillaje y libertinaje)

·       una creciente toma de conciencia de que es posible y deseable la cooperación entre lo público y privado a todo nivel

·       algunos ministros y ministerios, y algunos otros organismos del Estado, con un desempeño más bien positivo

·       valoración de la descentralización a pesar de sus graves defectos

·       algunas alcaldías y gobiernos regionales responsables y con iniciativas positivas

·       información y estadísticas relativamente confiables de parte del Estado (aunque absolutamente insuficientes)

·       cálculo del Producto Interno Bruto –PIB- sin consideración de costos ambientales

·       un aumento de los compromisos de responsabilidad social empresarial, también desde una parte de la minería (con lentos avances en su aplicación)

·       esfuerzos meritorios de una gran parte del personal de educación y salud, en condiciones adversas

·       diversas iniciativas sociales y algunas legales contra las discriminaciones, y el desarrollo de movimientos sociales positivos, con especiales avances del feminismo y del ecologismo

·       proliferación de grupos y mecanismos de expresión de visiones críticas de la sociedad y del Estado (más bien positivos, a pesar de su carácter frecuentemente ultra) y voces críticas en diferentes medios masivos

·       interés de crecientes segmentos de la juventud en lo político y social, favorecido por las plataformas electrónicas

·       preocupación por una alimentación más sana y superación del sedentarismo

·       mayor conciencia ecológica, con consideración de lo ambiental

·       aumento de la diversidad y peso de la producción industrial, agrícola y agroindustrial, también de la pequeña de nichos, con notable incremento de sus exportaciones

·       crecimiento de la agricultura orgánica así como de una agricultura convencional más responsable, objeto de certificaciones

·       minería de avanzada, con tecnología moderna y capacidad y compromiso de responsabilidad social y ambiental, cuya efectivización hay que vigilar desde dentro y desde fuera

·       formación de un clústers de empresas proveedoras de productos y servicios, además de estímulos a la economía circundante

·       florecimiento de la gastronomía de todo nivel con revaloración de lo propio e incorporación de lo foráneo positivo, y estímulo a la agricultura de menor escala

·       amplio desarrollo de la industria turística

·       gran calidad de la publicidad

·       avances en la arquitectura y urbanismo

·       resiliencia de las ONGs de investigación y promoción del desarrollo, a pesar de la cada vez menor ayuda externa, que debería ser suplida por empresas en el país y personas de mayores recursos, así como a través de una cooperación respetuosa de parte del Estado

·       floreciente escena cultural metropolitana y nacional, a pesar de la escasez de recursos

·       tanto la cooperación como la competencia económica y política internacional nos son favorables

·       mayor reconocimiento del país en la escena mundial y como sede de eventos internacionales

·       vigencia del Acuerdo Nacional como referente.

 
Mucho nos favorecen nuestra enorme diversidad ecológica, la riqueza de nuestro mar y minera, el aumento del peso relativo de las provincias respecto de la capital, con flujos migratorios de retorno, que contrarrestan al menos algo la macrocefalia de nuestro país, así como el regreso de profesionales y trabajadores desde el extranjero, con recursos materiales, capacidades, culturales y nuevas perspectivas, y todo lo ya avanzado en aumentar nuestro atractivo como destino turístico internacional y de turismo interno.

Debemos partir de lo positivo que tenemos e ir disminuyendo lo negativo, denunciándolo, para reducirlo, pero sin violencia, con buen criterio y altas dosis de mesura y de paciencia, priorizando la formulación de alternativas, para acumular los conocimientos y las fuerzas necesarias y actuar en el momento oportuno respecto de cada problema. La impaciencia por alcanzar metas más elevadas con frecuencia impide lograr avances posibles en esa dirección y es con frecuencia contraproducente.

Nos movemos parcialmente a tientas y deberíamos tener la misma prudencia que la que aplicamos cuando caminamos o trabajamos en la noche sin suficiente iluminación. Uno de los grandes peligros es el de los iluminados que so pretexto de alumbrar y mostrar el camino único en realidad nos ciegan y nos llevan a tropezar con terribles consecuencias.

Gran parte de lo positivo es parte o depende demasiado de un andamiaje estatal inestable, que una gestión estatal marcadamente mala e ineficiente perjudica y puede traer abajo, lo que abona a favor de la teoría del mal menor como solución coyuntural, sin dejar de apostar al bien mayor en el mediano y largo plazo.

Conviene recordar que muchos éxitos, especialmente en el plano económico, sin las debidas consideraciones y precauciones, encierran peligros que pueden desvirtuar su carácter y resultar a la larga perjudiciales, lo que exige cautela. Y que también la democracia, mal llevada, ha conducido a dictaduras espantosas.

 Toda posición respetuosa merece respeto. Son útiles las críticas, denuncias y propuestas, serias, desde cualquier ubicación ideológica, para cambiar cosas o para conservar lo que se considera digno de ser conservado. Un país en democracia necesita liderazgos capaces de orientar y dirigir al conjunto social hacia posiciones que realmente favorecen el progreso económico y político, lo que exige ganar el centro del espectro político.

 

¡Hay que hacer bien,

lo que se quiere y debe hacer lícitamente!

 


10.   Mi apoyo

Considero que en esta coyuntura Pedro Pablo KuczynskiPPK- sería el presidente más positivo o menos malo -según se mire-, que mejor garantizaría esto (a pesar de ser malo en hacer campaña electoral), siendo por lo tanto la mejor opción, con una lista congresal homónima –Peruanos por el Kambio- que incluye cuadros valiosos, entre los que destaco a Fernando Rospigliosi y Gino Costa (por su desempeño como ministros del Interior, quizá el ministerio más difícil, y por conocer bien su capacidad e integridad).

 

 

¡Valoremos la paz interna y la buena vecindad externa!

 
   ¡Seamos patriotas e internacionalistas!

 

¡Defendamos las libertades y los derechos humanos de todos!

 

¡Cambiemos el mundo sin destruirlo!

 

¡Unámonos más a favor de objetivos compartibles!

 

¡Fomentemos la responsabilidad y la moderación!

 

¡Contribuyamos todos a una participación y movilización ciudadana constructiva!

 

¡Fortalezcamos nuestra institucionalidad!

 

¡Seamos todos parte activa de un desarrollo sustentable!

 

 

¡Hay, hermanos, muchísimo que hacer!

¡Todos, hombres y mujeres, de buena voluntad, de todas las edades!

 

 

¡Tomemos a nuestro héroe nacional, militar y político,

 

Miguel Grau,

 

como símbolo unificador y de honestidad, caballerosidad, civismo, responsabilidad, patriotismo y compromiso con la democracia!

 

 

¡Inspirémonos, con visión de futuro, en lo positivo

de grandes personajes del mundo

y de algunas de las destacadas figuras de nuestra historia,

por sus ideas - fuerza, sus acciones más notables

y su presencia actual o deseable en el imaginario popular!

 

Pachacútec

Garcilaso de la Vega

Felipe Guamán Poma de Ayala

Túpac Amaru II y Micaela Bastidas

San Martín de Porres y Santa Rosa de Lima

Flora Tristán

Hipólito Unanue

María Parado de Bellido

José Olaya

Hipólito Unanue

Ramón Castilla

Manuel Pardo

Andrés Avelino Cáceres

Ricardo Palma

José Carlos Mariátegui

Jorge Basadre

Víctor Raúl Haya de la Torre

Fernando Belaunde Terry

Felipe Pinglo

Chabuca Granda

José María Arguedas

Alfredo Torero

Alberto Flores Galindo

María Elena Moyano

María Rostworowski

 

Esta lista de personas notables de diferentes campos, hombres y mujeres,

invita a revisar en libros y en internet sus vidas y aportes,

para complementar o corregir nuestros libros de historia oficiales.