lunes, 26 de noviembre de 2012

Revocar futuro para re instaurar pasado: el guión de la nueva telenovela de Lima / Augusto Ortiz de Zevallos

El mandato democrático que ganó Susana Villaran, hoy Alcaldesa de Lima,  caminando todas las calles y barrios de la ciudad y debatiendo sus propuestas, hoy se quiere revocar a la carrera, a oscuras y a escondidas.  Frustrando procesos y debates ganados con claridad, y negando los tiempos elementales que una gestión seria necesita para afrontar los problemas urbanos, como el del transporte y los abastecimientos, en una ciudad enorme y conflictiva como Lima.
Casi sin apoyo del gobierno central, además,  celoso de esa vitrina.

Precipitándose así, con ayuda del JNE de cuando el apurado presidente anterior, calendarios , para que  no haya tiempo para que se vean las obras.
Mejor quememos etapas; corramos con  Lima primero, y ya vendrá todo lo demás del país, después.  Y qué importa si se saltan elementales procedimientos y coordinaciones, como correspondería  a un Poder del Estado.  Para eso, como decía el Doc en los vídeos, uno es autoridad. Así es la cojudez. 

Y hay que aprovechar este clima enredado,  y que hay un eco que se ha conseguido con abundantes cámaras televisivas y manipulando  titulares confusos, además de regalarle protagonismo a esos actores secundarios que revocan  (quienes  incluyen a un pintor de paredes que declara ganar mil soles mensuales y a quien, para las fotos,  le han prestado una corbata vieja).  Para que se presten a esto, con  apoyo del marco turbio de la prensa ésa que , cuando Fujimori,  canjeaba  titulares por favores , o de la que responde a malas leches y odios .
Coro al que se incorpora, un día sí, otro también , y un día no, la prensa que fue seria  y ahora es una parodia de sí misma.  Y que con este suicidio traiciona su identidad, su credibilidad  y su trayectoria.
Todo vale. Al fondo hay sitio. La telenovela comienza. 

Esta  telenovela le propone a  Lima regresar al siglo 19.  Parece una de esas venezolanas, donde terratenientes algo feudales tratan de hacer  llorar a damas y damiselas por atreverse a ser modernas. Esas donde todos  tienen tres o cuatro nombres y siempre hay atrás un fondo de caballos que corren o relinchan. Y en la mesa, adornándola, curas (o mejor, cardenales), bendiciendo lo que venga, como cuando Franco.

Seguramente porque " la Villarán " (qué se habrá creído) se coló,  sin vela,  en este entierro. Esa insolente que comenzó en dos por ciento, y que, maldita sea, terminó ganando una elección.
La que racionaliza el transporte y ordena La Parada, sin entender que la política consiste en disimular y no en hacer. Y malogra así  negocios y los  viejos y cómodos escenarios otoronguiles de hoy por tí, mañana por mí,  que les encantan a los partidos oficiales de toda la vida, ahora que ya no están liderados por  gente con convicciones y trayectoria.

Y, peor aún,  atreviéndose, además, a ser honesta. 
Y a cosas peores. A hablar claro. Y a afrontar problemas. 
 Con lo cual deja mal a nuestra clase política, experta en esconderlos. En hueveo, en floro.

A revocarla, se ha dicho. 
Pero ahora, va a haber que encontrar  explicaciones sobre por qué.

Pues La Revocatoria, la telenovela que ya empezó, no nos  presenta ni razones ni denuncias.  Como habría podido esperarse.  Si en vez de estas telenovelas tuviéramos escenarios de liderazgo razonable. Casi es más un concurso de baile.

Ya empezó y, gracias al JNE anterior, nos impedirá a los ciudadanos ir a la playa un domingo de Marzo y también dormir tranquilos,  (pues su cómputo de cuarenta casilleros a marcar por cédula, batirá records Guinness:  de tardanza, y de inutilidad).  
Ya ha habido algunas revocatorias antes, en pequeñas ciudades, revocando a tramposos. Donde las listas de regidores eran cortas y todo el mundo sabía quién era quién.
Pero esta vez en Lima habrá 40 preguntas, una por Regidor, es decir sobre quienes casi nadie conoce y entonces llenar la respuesta será una rifa. En que se juega la ciudad.
Y los resultados serán un enredo de pelea de pulpos, que habrá que pedirle a Fernando Tuesta que explique, porque ni siquiera estará doña Magdalena Chú.

Sin explicaciones sobre por qué habrá todo este enredo, en Lima  el discurso de los revocadores visibles es más bien "Queremos revocarla porque nos da la gana, porque nos sale de los forros. "
Sin dar la cara, y negando esos obvios nexos, recursos, encargos, camionetas, y disimulando esos fideos y  galletas canjeados  por firmas.  Y disimulando esas gorritas y camisas amarillas, del color estridente del resaltador luminoso que usan los asesores para subrayar en los escritos con que justifican sus ingresos cuando los contratan mensualmente y hay que llenar el informe.  El mismo color del que se pintó toda Lima,  Plaza de Armas incluida, escaleras, barandas, hospitales y todo lo que se pudiese ver. Hace poco.

El principal actor telenovelesco de toda esta mediocre farándula , es, como se sabe, un ambicioso extra o actor secundario , con tantos enormes afanes de protagonismo, como metidas de pata y de audio y que, en esos roles variopintos de nuestra farándula,  ha ido desde el izquierdismo cuando Barrantes, en que fue Regidor, hasta el otro  lado del espectro político peruano, a servir ahora a esa derecha de tres letras que está nostálgica de cuando no había que ganar elecciones como ahora  y los alcaldes eran amigotes del presidente.

Y este actor secundario está amparado por actores que se esconden, esperando actuar, cuando todo esto sea un enredo, en la próxima telenovela.  Aunque esconderse cada vez se les hace más difícil. Entre otras razones porque ya se le acabó el discurso al extra protagónico quien no expone otro programa que querer que todo regrese a un supuesto escenario ideal anterior.
Según dice,  o le encargan decir, cuando Luis Castañeda era alcalde (y él cobraba agradables consultorías mensuales) todo en Lima estaba bien. Y ahora todo está mal.

Esta telenovela con baile continuará. De aquí a marzo. 
Almodóvar se preguntaba bien qué hemos hecho para merecer esto.

OBSERVANDO CON SIMPATÍA: RESPUESTAS A LA ABSTENCIÓN/

Los resultados de las elecciones municipales del mes pasado, incluyendo el inesperado nivel altísimo de abstención, han removido la escena política chilena.
Aparte de propuestas de reimplantar la obligatoriedad del voto (manteniendo la inscripción automática), cuyo tratamiento, de resultado incierto, quedará para después de las elecciones presidencial y parlamentarias del próximo año, hay consenso de que hay un descrédito generalizado de la política y que será necesario reconquistar o conquistar electorado, y de que por ello será imposible, por impresentable, no hacer primarias para la elección de candidatos a la presidencia (como ya lo ha hecho tres veces la Concertación) y para al menos una parte de las candidaturas a la Cámara de Diputados y al Senado. La mayor resistencia a esto último proviene de la UDI y, en cada partido, de actuales congresistas que temen perder su cupo.
Además muchos analistas y políticos plantean otros cambios legislativos. Hasta han aumentado las voces que piden una asamblea constituyente, mientras otras consideran que bastarían reformas a la Constitución de parte del Congreso.
Entre las propuestas están la reforma a los partidos, un sistema electoral más representativo, el financiamiento público de los partidos y más mecanismos de participación ciudadana directa, como primarias obligatorias o un plebiscito, hacer más fácil ejercer el derecho a voto, por ejemplo con voto por internet, voto desde el extranjero, voto por correo y adelantado.
Varios de estos puntos están en la agenda legislativa hace mucho tiempo. Está ya vigente la ley de primarias, que sin embargo deja mucha discrecionalidad a los partidos, y Piñera se ha abierto al voto desde el extranjero. Las primarias tienen una normatividad obligatoria para su realización, organizadas y financiadas por el Servicio Electoral, con participación de quienes determinen los partidos, con los padrones oficiales si son abiertas a todo ciudadano, en una misma fecha, pero no es obligatorio convocarlas. Están entrampadas la reforma del sistema electoral binominal, que favorece el bipartidismo vigente y dificulta la representación parlamentaria de otros partidos, y la reforma a la ley de partidos.
Un planteamiento que encontramos en todo el abanico de posiciones políticas podría resumirse como que el electorado pide ser encantado y no aburrido con el discurso político, con discusiones de fondo y no solo eslóganes y caras sonrientes, que las propuestas son más importantes que las personas que candidatean.
Pero la realidad actual (en realidad en todo el mundo) hace que las personas sigan teniendo un peso gravitante, particularmente Michelle Bachelet, especie de madre de la patria sin presencia discursiva (por su cargo internacional - secretaria general de ONU Mujeres - y por táctica), y, en la derecha, Laurence Golborne (independiente más cercano a la UDI) y Andrés Allamand (RN), bastante parecidos entre sí en cuanto a su tendencia pragmática y posiciones, – y algo alejados de las dominantes en cada partido. Ambos tienen un muy bajo nivel de intención de voto en las encuestas actuales (mucho más alto el de Golborne) frente a una posible – y muy probable – candidatura de Bachelet. Otros líderes de la Concertación que han expresado su decisión de ser precandidatos en las primarias obtienen un 1 o 2% o no aparecen.
La escena política, de dos bloques principales que no quieren dejar de ser bloques, para facilitar su triunfo, y que están conformados por partidos con enormes contradicciones internas y afinidades transversales, así como el tipo de relación establecida con el electorado, hacen muy difícil la preeminencia de un discurso programático, más aún cuando la nueva coyuntura hace que ambos bloques estén interesados en logros legislativos, la Alianza para poder mostrar más resultados, la Concertación para – como esperan - heredar un gobierno con más problemas resueltos.
Otro factor en contra de un mayor peso de lo programático, como sostienen diversos analistas es que, como en Estados Unidos, el voto voluntario probablemente llevará a que primen las campañas negativas, de descalificación del adversario, y a que se priorice temas de alto contenido emocional, lo que propiciará polarizaciones, de modo que además puede desestimularse la participación de quienes no se hallen a gusto con ello y desprestigiar aún más a la política.
Finalmente, si bien a raíz del carácter de las elecciones municipales ha aparecido con mayor fuerza la idea de escuchar a los votantes, esto es más difícil de aplicar en elecciones parlamentarias de circunscripciones más amplias y aún más en el nivel presidencial.
Pero la idea de escuchar, en principio correcta, se asemeja en parte a la de orientarse por las encuestas, lo que, aparte del descrédito reciente de éstas, ha llevado a uno de los problemas y a la vez fortalezas del sistema actual: que, por un lado, las posiciones se van asemejando y que el conjunto del espectro político tiende a encontrarse más en el centro, por otro lado, a que en muchos problemas que exigen una solución urgente y factible, pero sin o sin una clara preferencia pública, se posterga decisiones indefinidamente, de lo que son expresión los muchos proyectos de ley entrampados hace años o lustros en el Congreso.
El escuchar tiene que partir de lo programático y de propuestas fundamentadas que den marco y viabilidad a la expresión de exigencias y aspiraciones realistas, e ir acompañado de una explicación de los criterios con los que se escucha, con los que se va a decidir qué de lo que se escucha va a ser asumido o con los que eventualmente se reformulará las propuestas. De lo contrario alimenta un populismo que puede ser nefasto por ineptitud o por reducir todo a la conquista y mantención del poder.

viernes, 16 de noviembre de 2012

OBSERVANDO CON SIMPATÍA: LA ABSTENCIÓN ELECTORAL/ Alfredo Stecher


En el Perú tenemos la inscripción electoral automática, por tener DNI y la edad mínima, 18 años – y voto obligatorio, con multa (no siempre aplicada) e imposibilidad de hacer trámites bancarios, hasta para cobro de un cheque, de aplicación rígida. Me pregunto cuán acertado es esto.
Chile ha cambiado su sistema electoral de inscripción voluntaria y voto obligatorio a inscripción automática y voto voluntario, aplicado por primera vez en estas elecciones municipales del 18 de octubre. El efecto ha sido una muy elevada abstención electoral, casi del 60%, muchísimo mayor que los pronósticos más pesimistas, y lo contrario de lo que la clase política esperaba obtener, una participación más amplia que en elecciones municipales anteriores (siempre con menor porcentaje de votantes que las generales).
Varios sondeos previos habían pronosticado una participación electoral del 60%, lo que ha dejado en mal pie a las entidades encuestadoras y cuestiona sus metodologías – que lógicamente se han puesto a revisar.
Pero el mayor contraste es con las expectativas del Gobierno, que el diario El Mercurio (EM) reseña así: Presidente Piñera (con el optimismo que lo caracteriza) “Será la elección con mayor número de votos en la historia del país”; el Ministro del Interior y como tal, vicepresidente, Hinzpeter anunció un “aumento de hasta un millón”. La realidad les dio una impresionante cachetada.
Tanto la Coalición de Gobierno como parte de la oposición y muchos expertos preveían además un sesgo de clase favorable a las personas de mayores ingresos, con estudios que pronosticaban una abstención 20% más alta en los sectores de menores ingresos, pero que, según EM, resultó a la inversa, 20% más elevada en los de ingresos más altos.
Algo similar constata el economista Eduardo Engel, profesor de economía de U de Chile y Yale, en un artículo titulado Entendiendo y revirtiendo la abstención (en La Tercera - LT). Revisa por separado tres factores que inciden en la abstención: ingreso, competencia y población, y agrupa a los municipios en cinco quintiles según su peso en cada caso.
La abstención fue 13% más alta en comunas de altos ingresos, por PIB per cápita, y de casi 20% si se agrupan según el Índice de Desarrollo Humano: quizá porque las cosas funcionan bien, algo análogo a países desarrollados.
La abstención fue menor donde las elecciones fueron más reñidas, en sus resultados, pero solo un 4% menos. Debería tomarse según cuán competitiva creían los electores sería la elección, dato que no existe.
La abstención fue menor en comunas de menos habitantes, que puede ser por un mayor interés o por mayor interacción con autoridades, o por menor costo de participación en precio y tiempo de traslado (según otra fuente, 30% de ausentismo en comunas pequeñas y 66% en grandes).
 Paso revista a las explicaciones de algunos analistas destacados (con ligera edición):
Eduardo Engel, economista (LT), considera que la no participación podría deberse tanto a que los electores aceptan o están resignados al status quo, como a que no lo aceptan (lo que abre un gran campo de investigación).
Jorge Navarrete, abogado (LT), la considera un síntoma más de cuán extensa es la brecha entre las estructuras de representación formal y la dinámica social a la que se supone representa. La inscripción automática fue un acierto (propugnada por Lagos, Bachelet, Piñera y Enríquez-Ominami (de éste como exigencia para apoyo a Frei en segunda vuelta), el voto voluntario una torpeza (de gran parte de la representación política), ya que la vida en comunidad no solo da derechos sino también importa obligaciones.
Axel Buchheister, abogado (LT), en ¿Tiene oportunidad la centroderecha?, dice que quizás el voto voluntario salvó a la Alianza de un desastre peor, ya que en la abstención puede haber predominado un rechazo a un gobierno que no siente o ya no sienten suyo. No se entiende la razón para votar por la centroderecha, que no se diferencia en sus propuestas de la Concertación y cuando la tesis de que basta una buena gestión ha quedado desmentida.
Veo que la abstención electoral es considerada por todos como una expresión de desafección de un alto porcentaje del electorado con el sistema electoral, con los partidos y con el sistema democrático, en un grado que depende del diferente peso de las motivaciones de la abstención. Si se excluye al seguramente elevado porcentaje de personas que no han acudido a votar por comodidad, pensando que de todos modos ganaría la opción de su preferencia, tenemos personas para quienes el resultado era indiferente, debido a no sentirse representados por ninguna lista, y otras que sienten disgusto con lo que consideran el sistema y el modelo predominante, que probablemente incluye a muchos de los participantes en protestas estudiantiles y medioambientales, que habían llegado a ser muy masivas. 
Este segmento obviamente no se abstiene de votar por comodidad.
Casi no se toca un problema obvio y probablemente significativo: que muchas personas figuran en el padrón electoral, transmitido del Servicio de Registro Civil e Identificación, con una dirección desactualizada, que figura en su carné de identidad (aparte de muchos, incluido Salvador Allende, ya fallecidos). En el Perú la obligatoriedad del voto lleva a muchísima gente a viajar a sus lugares de votación, lo que, como subproducto positivo, lleva a fortalecer o retomar vínculos con sus pueblos o ciudades de origen.
Axel Buchheister, abogado (LT) agrega al tema de la dirección no actualizada dos problemas adicionales: dispendio de recursos para armar mucho más mesas de sufragio que las necesarias y mayor posibilidad de fraudes por inasistencia de personas seleccionadas para dirigirlas (y acceso a la mesa de personas que podrían tener la intención de manipular los resultados).
Personalmente me inclino más por un voto obligatorio (definitivamente sí en nuestro país, donde son grandes las posibilidades de maniobras de facilitación o de impedimento a ejercerlo), considerándolo como un derecho que implica un deber, pero tengo dudas en el caso de Chile, porque hay argumentos fuertes en el sentido de que la voluntariedad obligaría a mayores esfuerzos de las fuerzas políticas frente a los electores. En la OCDE, el marco de referencia obligado para Chile, que ya es miembro, 26 de 33 países tienen voto voluntario. En todo caso, incluso quienes se autocritican de haber contribuido a instalarlo, esperarán la evaluación del proceso electoral general del próximo año antes de un posible cambio. El Gobierno ha anunciado un proyecto de ley para corregir los errores más gruesos en el sentido de depurar el padrón electoral y de mejorar la capacitación de los vocales de mesa.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

LA PRENSA Y LA CORRUPCION/Francisco Belaunde Matossian




Los medios de comunicación son actores claves en la lucha contra la corrupción, pues ponen en conocimiento del público muchos casos de malas acciones de funcionarios públicos que, de otro modo, pasarían desapercibidos.
Sin embargo, los destapes no bastan. Luego de unos días de escándalo, las denuncias suelen caer en el olvido y no tenemos idea de lo que pasa posteriormente a nivel policial, fiscal y judicial. Lamentablemente, como sabemos, en esas instancias, la corrupción es frecuente, por lo que es indispensable una actitud vigilante por parte de la ciudadanía. Ello sólo puede ser alcanzado mediante la instauración de una cultura de seguimiento.
En ese cometido, a los medios les corresponde también un papel clave e ineludible, en alianza, eventualmente, con instituciones especializadas en la lucha contra la corrupción. 
Se podría así elaborar un software que comprenda una plantilla estandarizada de seguimiento de los procesos, lo más simple posible y, por lo tanto, accesible al mayor número, y,  en base a ello, un sistema de alertas, ante la actuación de determinado juez o fiscal.
Mientras se produce ese instrumento, los medios escritos pueden, desde ya, ayudar a generar la cultura de seguimiento, estableciendo en sus páginas, secciones suficientemente individualizadas y llamativas en las que enmarquen las noticias que, en ocasiones, sí proporcionan, sobre la marcha de los procesos.   Por supuesto, ello tendría que hacerse de manera regular, de manera tal que se convierta en una costumbre. Esas secciones requerirían por cierto, de títulos que llamen la atención como, por ejemplo, “Marcación Estricta”, entre muchos otros. En otras palabras, para luchar contra la corrupción se requiere también de marketing. 
Ojalá los medios, de manera individual y/o colectiva, a través de organismos como el Consejo de la Prensa peruana, asuman ese reto. La salud de nuestra sociedad y de la democracia, lo exige.

jueves, 8 de noviembre de 2012

OBSERVANDO CON SIMPATÍA: ELECCIONES MUNICIPALES 2/

Las elecciones municipales en Chile y sus resultados inesperados, como antesala a las elecciones presidenciales y parlamentarias de 2013, están dando lugar a interesantes aportes y debates que auguran tanto fuertes tensiones como, a mi juicio, una renovación y un fortalecimiento del sistema democrático.
Si bien la alianza gobiernista ha sufrido una sorpresiva derrota, que, menos que un desastre, es un fuerte revés, la modesta victoria de la oposición le da esperanzas, pero no es ninguna garantía de éxito, tampoco para quienes apuestan desde fuera de los dos polos, en particular Marco Enríquez-Ominami, el outsider estrella que había obtenido un fuerte tercer lugar en las elecciones presidenciales pasadas.
Repasemos primero algunos resultados – aproximados y todavía provisionales por retrasos en el cómputo, que ya están motivando airados reclamos, con acusaciones principalmente de ineficiencia - para entender mejor lo sucedido y refrescar el escenario político chileno.
Gracias a la peculiaridad de que, por voto preferencial, en cada candidatura municipal las listas de concejales se subdividen en sub listas por partidos, subpactos o independientes vinculados a éstos, se tiene una contabilidad y sumatoria de los votos obtenidos globalmente por cada uno de esos partidos. De paso tenemos gran parte del escenario político partidario de Chile.
En relación con las elecciones municipales anteriores, en 2008, la votación, a nivel de alcaldes, por la Alianza gobiernista se redujo en cerca de 24%, mientras que la de la Concertación en solo 10%. La del PC en cerca de 54%. En promedio la caída fue del 21%.
Aún así, cada partido ha ganado alguito en porcentaje respecto del total de votos emitidos (entre paréntesis la caída porcentual en número de votos obtenidos para concejales respecto de 2008):
En la Alianza de Gobierno la Unión Demócrata Independiente – UDI – ha aumentado su participación porcentual en la votación nacional de 15 a 17% (menos 26%), convirtiéndose en el partido más votado, en general, y Renovación Nacional ha bajado de poco más a poco menos de 16% (menos cerca de 26%), pasando al segundo lugar. Incluso, la Coalición gobiernista triunfó otra vez en siete de las diez comunas más grandes del país, en número de habitantes – entre un cuarto y medio millón de habitantes (intercambiando Santiago, que perdió, por La Florida, que ganó).
En la Concertación la DC ha aumentado de 14 a 15% de la votación nacional (menos 26%), manteniendo el tercer lugar entre los partidos individuales, el PS ha aumentado de 11 a 12% (menos 13%), conservando el quinto lugar, lo que convierte a la alianza electoral entre ambos en el principal eje de la Concertación (tildada por otros como conservador); el PPD de 8.5 a 10% (menos 22%), manteniendo el sexto lugar, el Partido Radical Socialdemócrata – PRSD, ha aumentado medio por ciento, en el rango de 5 a 6% (menos 15%), bajando al octavo lugar.
En estas elecciones la Concertación nuevamente había llegado a un acuerdo de alianza por omisión con el PC (es decir, no presentando candidatos en algunas comunas frente a un candidato de éste), quien aumentó de 5 a 6.5% (menos 54%), superando a los radicales, logró 6 alcaldías (cuatro en Santiago) y perdió por un margen sorpresivo de solo 1% la de Estación Central, con su candidato Camilo Ballesteros, connotado exdirigente estudiantil de las movilizaciones del año pasado.
El PPD, el PRDS y el PC participaron como un subpacto con la pretensión de servir de eje a un gran conglomerado de izquierda, diluyendo en él y eventualmente disolviendo a la Concertación. En esta confrontación interna ganó claramente el eje DC – PS, a mi juicio más propicio a la gobernabilidad del país. En ese sentido hay que precisar que Tohá, la nueva alcaldesa de Santiago, aunque del PPD, está más cerca de las posiciones más favorables a mantener el sello de centroizquierda.
El Partido Regionalista Independiente - PRI, del disidente DC, Adolfo Zaldívar, aumentó de menos de 4 a 8%, en pacto con otros independientes.
El Partido Progresista – PRO – de Marco Enríquez Ominami, participó por primera vez como partido, alcanzando solo 4.5% de los votos, pero siete alcaldías, principalmente en el Norte, incluida Arica, la capital de la nueva región XIV, Arica y Parinacota, lo que le permite ufanarse de haber sido “el tsunami del Norte”.

Un analista, Patricio Zapata, abogado (en La Tercera, LT), da a lo sucedido una Perspectiva histórica (con ese título).
En los últimos 70 años el de Piñera es el primero de signo nuevo (es decir, con cambio del colectivo gobernante) que baja su apoyo en la primera elección siguiente (a diferencia de lo sucedido con los presidentes Pedro Aguirre Cerda, Carlos Ibáñez, Jorge Alessandri, Eduardo Frei Montalvo, Salvador Allende, Patricio Aylwin). Solo dos coaliciones lograron varios gobiernos consecutivos, el Frente Popular – entre 1938 y 1952 – y la Concertación – 1990 – 2010.
La Tercera (LT) analiza el contraste entre sus encuestas y los resultados, en parte por su realización mucho tiempo antes, por no sinceridad o cambio de opinión de la persona encuestada - el 80% respondió que iría a votar, lo que se redujo al 40% - y por el alto porcentaje de indecisos, que resultaron no serlo. Todas las encuestadoras y muchos analistas políticos y think tanks están abocados a ese análisis
Las diferencias más grandes las hubo, con cambio de ganador pronosticado, en Providencia, Santiago, Ñuñoa, Recoleta, La Reina, y sin cambio de ganador, más veces a favor de la Concertación, en Concepción, Valparaíso, Valdivia, y, en la Región Metropolitana, en Peñalolén, Las Condes, San Joaquín, Maipú y Estación Central.
Ante críticas sobre lentitud en entrega de resultados el subsecretario del Interior, vocero de los resultados iniciales (hasta el 95% de los votos escrutados) ha señalado que después del martes depende del Servicio Electoral, con sus colegios escrutadores, tribunales electorales y el Tribunal Calificador de Elecciones, que legalmente tiene seis días adicionales disponibles después del viernes que vencía el plazo para pedidos de recuento e impugnaciones.
A diferencia del alcalde Sabat, su partido, RN, ha pedido recuento de la votación en Ñuñoa, cuyo resultado final bajó a solo 18 votos a favor de Maya Fernández Allende, PS, argumentando la supuesta no inclusión en el cómputo de las actas de dos mesas. Pero, gane o pierda finalmente, Maya se ha convertido de una desconocida en una figura política de primer plano, con amplia cobertura en los periódicos que antes la ignoraban.