sábado, 4 de febrero de 2012

HUEVOS DE ESTURIÓN / Morales Bermúdez / Fernando Rospigliosi


                 La orden de captura internacional dictada por un juez argentino contra el general (r) Francisco Morales Bermúdez no tiene sentido y debería ser rechazada, no solo por el gobierno sino por la sociedad.
                Es verdad que FMB presidió una dictadura militar y que deportó en 1978 a 13 ciudadanos peruanos a la Argentina, pero es falso que eso fuera parte del plan Cóndor, una operación de secuestro, tortura y asesinatos coordinada por las brutales dictaduras del Cono Sur del continente.
                La dictadura peruana izquierdista no se llevaba bien con sus colegas de Sudamérica y para 1978 el Plan Cóndor estaba casi extinguido sin su principal animador, el chileno Manuel Contreras, en el poder. Incluso durante la primera mitad de esa década y algo más, el Perú se convirtió en país de refugio para izquierdistas del continente que escapaban de la persecución de sus gobiernos, al tiempo que la dictadura peruana deportaba a opositores de derecha e izquierda.
                FMB fue ministro de Economía en el primer gobierno de Fernando Belaúnde -un caso insólito de un militar en actividad ocupando ese puesto en un gobierno civil- y después ocupó puestos importantes en el gobierno militar del general Juan Velasco. Como Comandante General del Ejército, ministro de Guerra y Primer Ministro, FMB encabezó un golpe en agosto de 1975 contra Velasco, que enfermo y asediado, se mostraba incapaz de controlar la situación en medio de una crisis económica.
                En 1977, después de fuertes movilizaciones sociales y un paro nacional, los militares decidieron abandonar el poder, con una "transición ordenada". Para eso convocaron elecciones para una Asamblea Constituyente en 1978.
                No obstante, la convulsión social no amainó, incentivada sobre todo por la crisis económica. En esas circunstancias, la dictadura de FMB deportó a loos 13 ciudadanos a la Argentina. Fue, por supuesto, un acto arbitrario y repudiable. Pero finalmente, todos regresaron rápidamente al Perú, sanos y salvos. Varios de ellos, además, electos como diputados a la Asamblea. Por primera vez en la historia del Perú, grupos de extrema izquierda pudieron participar en una elección democrática y ocupar curules.
                A diferencia de los que se capturaban en el plan Cóndor, que eran torturados, desaparecidos y asesinados, los peruanos deportados corrieron una suerte distinta.
                FMB cumplió con la transición a la democracia y en en julio de 1980 le entregó el poder a un candidato que los militares no querían, Fernando Belaúnde, precisamente el gobernante que habían derrocado en 1968. Ellos realizaron elecciones democráticas.
                Luego de un frustrado intento de participar en la política, el general Morales Bermúdez ha mantenido siempre una posición moderada y democrática. En julio de 2000 estuvo en el estrado de la Marcha de los 4 Suyos con Fernando Belaúnde y Alejandro Toledo.
                A los 90 años, Francisco Morales Bermúdez sigue siendo un referente de rectitud y honradez, cosa que pocos ex gobernantes pueden exhibir.
                Es una injusticia que se pretenda extraditar y juzgar a FMB. Hay que rechazar firmemente esa pretensión.

1 comentario:

Gaspar Alayza dijo...

Francisco Morales Bermúdez, también conocido como Gorilón, intentó en 1975 perennizar el gobierno de los militares hasta que la crisis económica causada por más de nueve años de malgobierno les obligó a entregar el poder.
Superó en brutalidad a su antecesor Velasco aumentando al máximo la tensión con Chile, lo que originó la carrera armamentista que si no justifica, explica la actual superioridad militar del vecino.
En el proceso electoral hacia la Asamblea Constituyente de 1978, fue vergonzosamente contrario a Belaunde al que tuvo que entregar el poder en 1980 doce años después que él y su amigo Velasco le derrocaran.
Instaurada la democracia, trató de volver a la vida política saliendo por las patas de los caballos en las elecciones de 1985. Desde entonces, ha resultado cómico verle declarar como experto en democracia.
Ahora vuelve al centro de la atención por haber entregado a trece opositores de su gobierno al de Rafael Videla, responsable de la desaparición de más de 30 mil personas en Argentina.
Es cierto que la justicia peruana no tiene porqué entregarlo a la de un país extranjero, porque como dijo su compañero de represión, Augusto Pinochet en 1999 cuando se quedara bloqueado en Gran Bretaña por un mandato de captura internacional del juez Garzón, no le debe explicaciones más que a su país.
La palabra la tienen pues en primer lugar los trece agraviados que debieran contar la suerte que corrieron y formalizar las acusaciones entre otras cosas para que se haga luz y no se olvide la historia. G.A.