Todas las encuestas lo
indican, todas las evidencias lo confirman: la situación de inseguridad se
desborda y estamos ante un gobierno manifiestamente incompetente para hacerle
frente. Varios lo venimos diciendo desde hace ya bastante tiempo, la cosa no es
broma, hay que actuar ya e ir a la raíz de los problemas. Estamos ante un tema
en el que, dentro de no mucho tiempo, habrá que constatar que ya no hay vuelta
atrás y que sólo queda resignarse a lo peor.
Sea por corrupción, ineficiencia
o una combinación de las dos cosas, esa imagen resume lo que está pasando hoy
en la Policía Nacional y en el ministerio del Interior. No es
principalmente un problema de dinero: aun cuando se necesite mayor inversión,
hay hoy, más que nunca en la historia del Perú, recursos para que hagan su
labor. No es principalmente un problema de leyes, aun cuando algunas se van a
necesitar. Es un problema de gestión política y de coraje para enfrentar al
toro por las astas.
No sigamos perdiendo el tiempo
con retórica vacía, con promesas de paraíso a la vuelta de la esquina.
Reclamemos al gobierno que asuma la real dimensión y urgencia del problema.
Propongo 10 medidas concretas
y viables que no harán milagros, pero sí empezarán a enderezar las cosas.
1.- Depuración profunda del cuerpo policial: Hay que afrontar la realidad,
la Policía Nacional del Perú está profundamente penetrada por la corrupción. Es
imposible saber con exactitud a cuántos y con qué intensidad los involucra,
pero, gruesamente, se puede sostener que, si bien debe haber un 30% de
efectivos incorruptibles, hay por lo menos un 30% de efectivos irrecuperables.
El 40% restante está
desmoralizado y probablemente tienda a actuar con estos últimos, dado que
observan cómo desde lo más alto todo se tolera. Es absolutamente indispensable
cambiar la ecuación. Hay que hacer una depuración profunda de efectivos
irrecuperables.
Hay que empezar este mismo año
y avanzar progresivamente hasta tener en un máximo de dos años una policía
razonablemente limpia de delincuentes.
Debe, asimismo, llevarse al
Congreso un proyecto de ley que declare en emergencia la Policía Nacional y que
como primera medida incluya los mecanismos de depuración; que estos sean a la
vez radicales, rápidos y justos. Se debe empezar por todos aquellos miembros
cuyas carreras no tienen ya horizonte y por los que enfrentan procesos
administrativos y juicios penales graves. A todos ellos hay que jubilarlos de
manera anticipada, ya que es mejor tenerlos fuera que en la fuerza.
Y es que el problema no es solamente
del número de policías que se requieren. Si por hacer número se mantiene dentro
de la institución a aquellos que concilian con el crimen o son ya parte de
este, su presencia al interior de la institución termina siendo un caballo de
Troya que afecta la efectividad de toda la Policía.
2.- Más y mejores policías: Sobretodo si hemos planteado depurar el cuerpo de sus
malos elementos, lo que inevitablemente implicaría que varios miles deban salir
de inmediato y otros más a lo largo de los años siguientes. Necesitamos por
ello aumentar el número de policías, asegurando a la vez que los nuevos reúnan
los más altos estándares posibles. De nuevo, no basta con reclutar por reclutar
y dar la imagen de que los estamos formando, sino que hay que hacer un esfuerzo
significativo por tener policías de calidad.
Tanto a nivel de las escuelas
de oficiales como de suboficiales, hay que asegurar que los mecanismos y
pruebas de ingreso sean absolutamente objetivos y ajenos a cualquier atisbo de
favoritismo y menos todavía de corrupción. Quien entre a la institución con
esos criterios tiene ya de antemano una actitud diferente frente a la carrera y
las razones por las que comprometerse con la función policial.
Necesitamos más policías
rápidamente. Sobre todo más suboficiales de policía. Pero los necesitamos, como
digo, de un nivel profesional y ético que hoy, con 30 escuelas de policía
desperdigadas en el territorio nacional, es imposible obtener. Han sido creadas
por demagogia para hacer creer a las poblaciones en donde se establecen que se
está tomando en cuenta su seguridad ciudadana, y eliminarlas va a ser un
proceso sumamente complicado porque hay que hacerlo de manera paulatina. Si
bien, por razones de sensibilidades regionalistas, hay que mantenerlas en lo
inmediato e irlas centralizando macroregionalmente poco a poco hasta tener un
número razonable, hay que hacer convocatorias adicionales en Lima y aquellas
cuatro o cinco ciudades que tengan o puedan tener rápidamente condiciones
logísticas y profesorado adecuado para la formación de buenos policías.
Hay que volver a apostar por
atraer profesionales y técnicos ya formados a la Policía Nacional, haciéndole
al Estado un ahorro significativo y captando personas que por su formación y
experiencia previa puedan avocarse exclusivamente a la formación como policías,
haciendo su carrera en la mitad del tiempo previsto.
3.- Escalafones: Propongo
dividir a la policía en tres escalafones. Categorizar en un
plazo relativamente breve a todos los miembros de la institución para que
puedan pertenecer a cada uno de ellos y luego moverse entre uno y otro de
acuerdo a la evolución de su performance.
El escalafón 2 será
inicialmente en el que estén la mayoría de los miembros de la institución y se
podría definir gruesamente como la situación actual. La diferencia fundamental
es que existe la opción, por mérito, de pasar al escalón uno, pero también de
ser derivados al escalón tres.
El escalafón tres es el de los
miembros de la institución que estuvieron en la posibilidad de ser depurados,
pero que por distintas razones se concluyó que existía la posibilidad de una
nueva oportunidad. Son policías con derechos plenos y que pueden aspirar a
pertenecer a los escalones dos e incluso uno, pero que están sometidos a una
observación mayor y que, de no producirse los resultados esperados, serán los
candidatos a futuras, necesarias e inevitables depuraciones.
4.- Carrera profesional: Agrego a lo anterior algunos
criterios generales sobre la carrera profesional, mencionando temas que deben
teñir el espíritu de las políticas y los cambios en las normas legales que haya
que hacer en el marco de la transformación de la policía.
Se pueden resumir en una
frase: la primacía del mérito por sobre la antigüedad. El reconocimiento al
esfuerzo y la entrega de los que ocupan posiciones difíciles, definidas éstas
con diferentes criterios que incluyen, pero no se limitan, al riesgo físico
personal. La eliminación de toda discriminación, notoriamente las que se fundan
en criterios raciales o de género. La exigencia de asumir responsabilidades y
el cuestionamiento a los que buscan una carrera sin complicaciones, como
fórmula para ir ganando posiciones en la institución. La mejora de los
criterios de evaluación del desempeño, reduciendo al mínimo lo formal y lo
memorístico e introduciendo al máximo y de manera lo más objetiva y justa
posible la evaluación sustantiva de los méritos y capacidades para la
profesión.
Habría
que agregar que hacia el mediano plazo se debería aspirar a una policía no
segmentada en dos castas, oficiales y suboficiales, la de los que mandan y la
de los que implementan, situación muchas veces originada simplemente porque
unos tuvieron mayores recursos para postular a la escuela de oficiales y otros
menos, estableciendo por ello una clasificación que los marca por los 30 años
siguientes. Es evidente que esto no se puede cambiar de inmediato, pero se
deben introducir ahora mismo mecanismos que le den fluidez y realidad a la
posibilidad de que suboficiales destacados puedan ser parte del cuerpo de
oficiales (por supuesto, con las demandas de formación adicional que esto
requiera).
5.- Reconstruir la
institucionalidad de lucha anticorrupción
La policía no está
comprometida a fondo con la lucha contra la corrupción en sus filas. Hay,
por supuesto, iniciativas en ese sentido, gente valiosa que sí la valora, pero
como institución la racionalidad es otra. Y sin disminución radical de la
corrupción nada va a funcionar.
b.- Rescatar la
oficina de Asuntos Internos
Tiene que ser una oficina
pequeña con recursos adecuados, dirigida por un civil, dividida en pequeñas
unidades mixtas de investigación (civiles y policías) a cargo de casos
seleccionados por el ministro y el director general, trabajando en secreto y en
estrecha coordinación con el Ministerio Público.
c.- Institucionalización de los
pactos de integridad
Como he señalado antes, todos
los policías que pertenezcan al escalafón 1 tienen que estar dispuestos a pasar
sin previo aviso por pruebas de integridad, incluyendo el polígrafo,
investigaciones especiales sobre su conducta y aceptar por escrito que pueden
ser “tentados” a cometer actos de corrupción por parte de funcionarios
encubiertos. Nadie obliga a los policías a pasar por esas pruebas, pero
sería el requisito para ingresar y permanecer en el escalafón 1.
6.- Nudo gordiano a desatar en
relación a la corrupción policial
En primer lugar, en las
grandes licitaciones. Es ampliamente conocido lo ocurrido en los últimos
tiempos con la adquisición de pertrechos, remodelación de comisarías, compra de
patrulleros, etc. Creo que la solución definitiva a este problema pasa por
sacar del ministerio del Interior y de otros ministerios las grandes compras
estatales, creando una oficina central que tome esta misión y que cuente con
personal altamente calificado y con mejores posibilidades de control. Es una
decisión que viene dando vueltas en el Estado desde hace tiempo, pero nadie se
atreve a ponerle el cascabel al gato.
El segundo gran rubro de
corrupción es el uso de los recursos otorgados para el funcionamiento de la
institución con objetivos impropios. Esto ocasiona, adicionalmente, un
perjuicio enorme para la calidad de vida del personal policial y para el
funcionamiento operativo de la institución al servicio de los ciudadanos.
Para luchar contra ello se
requiere, por un lado, cambiar las reglas de juego para la asignación de los
recursos, las más de las veces visiblemente hechas para darle facilidad a los
transgresores. Por otro lado, ya que como sabemos la impunidad alienta el
delito, se requieren sanciones eficaces y ejemplares en casos concretos, los
que irán teniendo un efecto disuasivo de mediano plazo.
En tercer lugar está la corrupción que se da en la relación entre policías y sospechosos de haber incurrido en delito, lo que ocurre sobre todo en unidades de investigación criminal en las que los delincuentes logran fugar con ayuda de malos policías , logran calificar su delito de la mejor manera para ellos o, incluso, logran no ser investigados a cambio de coimas, etc.
Este es uno de los ámbitos más
difíciles de controlar en la lucha contra la corrupción y donde unidades de
élite como la Oficina de Asuntos Internos, haciendo contra inteligencia, puede
ser de gran utilidad.
Por último, está la corrupción
que se produce en la relación del ciudadano con el policía, que es la que más
afecta la imagen institucional por ser la más cotidiana y masiva. Esta ocurre,
sobre todo, en el tránsito.
7.- Dignificar la función
policial
Sin negar todos los problemas que existen en la Policía hay un elemento adicional que es que la sociedad y el Estado no valoran lo suficiente la labor de la institución y de sus miembros, la que es importantísima y sacrificada.
Se necesita para tener una Policía adecuada a las demandas tan grandes que se
le hacen tener policías bien tratados.
Aún en un país pobre como el nuestro hay maneras de que los policías, sobre
todo los suboficiales que son la inmensa mayoría y los que sufren con más fuerza
los maltratos fuera y dentro de la institución, puedan tener una vida más
digna.
Mencionó rápidamente cosas que se pueden hacer si se tiene la voluntad política.
Mejorar la salud policial: siempre se necesitarán más recursos pero el problema fundamental es que hay una pésima gestión y una gran corrupción, que lleva a que los efectivos y sus familiares que se atienden en los hospitales de la Policía reciban una pésima atención y tengan que llevar hasta sus propios medicamentos; o que el grado defina la prioridad en la atención y no las urgencias o el simple orden de llegada, creando inmenso malestar. No entró en detalles por espacio, pero hay formas de cambiar completamente esa situación, si es que se le pone el cascabel al gato.
Mencionó rápidamente cosas que se pueden hacer si se tiene la voluntad política.
Mejorar la salud policial: siempre se necesitarán más recursos pero el problema fundamental es que hay una pésima gestión y una gran corrupción, que lleva a que los efectivos y sus familiares que se atienden en los hospitales de la Policía reciban una pésima atención y tengan que llevar hasta sus propios medicamentos; o que el grado defina la prioridad en la atención y no las urgencias o el simple orden de llegada, creando inmenso malestar. No entró en detalles por espacio, pero hay formas de cambiar completamente esa situación, si es que se le pone el cascabel al gato.
Mejorar la atención al personal interno en sus trámites. Todos los policías saben que es una pesadilla tener que ir a hacer un trámite de cualquier tipo a recursos humanos. También hay corrupción y favoritismo, pero sobre todo hay niveles de ineficacia que rayan en lo increíble y que aluden a un profundo desinterés por los seres humanos policías que hacen esos trámites; una situación que se hace más incomprensible todavía, porque quienes los perjudican son sus propios compañeros de institución.
Mejorar la calidad de vida en el trabajo: es totalmente posible evitar que el rancho sea pésimo, que policías en misión fuera de su lugar duerman en el suelo y no se le den los viáticos; que las comisarías sean de cemento y no de cartón, que tengan protección judicial cuando son procesados etc. Hay que decirlo con claridad para eso ahora si hay recursos, lo que falta es voluntad y gestión.
Podría seguir con otros ámbitos, pero creo que el mensaje está trasmitido y
sólo cabe decir que para proteger los derechos de los policías se creó una institución
como la Defensoría del Policía que debía proteger a los más débiles dentro de
la institución de los abusos, muy frecuentes, lamentablemente, de los jefes
sobre ellos. La institución fue muy eficaz en su momento pero ahora ha
desaparecido para todo fin práctico. Sigue en el organigrama y podría
relanzarse con fuerza. De nuevo: voluntad política y mucho coraje.
8.-
Desmilitarizar y profesionalizar la lógica de mando y asignación de funciones en
la Policía:
La Policía Nacional copia a las Fuerzas
Armadas un su esquema de mando. Tiene un director general que en la práctica se
percibe asimismo y es tratado como un comandante general. Incluso durante la
gestión del tan cuestionado director Salazar esto se profundizó simbólicamente
y copiaron a los militares dándole a los generales PNP un bastón de mando como
los que tienen los generales del Ejército.
Asimismo se mantiene una estructura de
Estado Mayor que corresponde una lógica estrictamente militar y la antigüedad
es el criterio para la asignación de cargos y la permanencia en la institución.
Hay que cambiar todo eso radicalmente.
No tiene ningún sentido, por ejemplo, que oficiales muy aptos para una función
tengan que dejarla porque ascienden para ocupar otra en la cual no van a
servir. El cargo no debe estar ligado directamente al grado o la antigüedad. No
se debe perder tampoco oficiales porque son más antiguos que otros que ejercen
una función “superior”·. El criterio fundamental de asignación de
responsabilidades debe ser la idoneidad. Lo mismo para permanencia en la
institución.
Ahora bien, el cambio más importante y que
requiere una nueva ley orgánica de policía es la de contar con un director general
de la Policía que sea civil (o ex policía). Debe ser una persona que esté por
fuera del escalafón policial, como ocurre en muchas policías del mundo con
bastante éxito. Se le debe nombrar por un periodo de tres años renovables una
vez y solamente ser removido por causas previamente tipificadas y graves.
La carrera policial acabaría así con el
grado de teniente general (mientras no adecuemos los nombres y uniformes a
funciones policiales y no militares) y estos deben ocupar puestos no en una
lógica piramidal de cargos jerarquizados sino, insisto, en función de la
capacidad para el encargo específico.
9.-
Gestión profesional de los recursos institucionales: hoy en día un
buen policía que está siendo un magnífico trabajo -digamos en narcotráfico- es trasladado el año siguiente a ejercer
funciones gerenciales en, digamos, la dirección de logística. Doble perjuicio
para la institución y para el país: un oficial que servía para una cosa es
sacado de su función y puesto ejercer otra que no conoce por un tiempo breve,
por lo que lo poco que aprenda se pierde.
Propongo que todas las funciones
gerenciales en relación a los recursos humanos y materiales, cadena
abastecimientos, salud y otros
servicios, adquisiciones, etc. Queden a cargo de gerentes civiles
previamente seleccionados en concurso por su capacidad y experiencia para el
tipo de función que se le requiere. Servir podría ser a la vez una cantera y un
lugar de entrenamiento de profesionales para esta función específica.
La razón de ser
de los nueve puntos anteriores es crear condiciones para mejorar y cambiar la
aproximación de la policía a los temas centrales de preocupación de los
ciudadanos en relación al crimen común y al crimen organizado. Nada de lo
anterior tendría sentido si no se trabaja sobre esto y para trabajar sobre esto
se necesita todo lo anterior.
Insisto, nada de
lo que propongo es imposible de implementar. Es difícil, sí, pero podría
hacerse si hay mucha voluntad política, mucho compromiso a los más altos
niveles del Estado y mucho coraje para realmente ponerlos en práctica.
10.- Cambiar la lógica de aproximación de la policía el
crimen.
Se han creado
múltiples y diferentes híbridos, pero se puede decir, en síntesis, que en
muchos distritos y provincias del país existen policías locales sin
atribuciones reales, como las de detener o portar armas y, en el resto del
país, sólo existe la Policía. O sea, en la práctica, lo que existe es un gran
abandono de la ciudadanía.
Ese es el
esquema que funciona en muchos países del mundo y cuya aplicación en el Perú
tendría que ser muy paulatina y muy cautelosa, ya que podría traer también
algunas complicaciones importantes. Sin embargo para ser coherente con mi
afirmación de que es posible refundar la policía para que luche adecuadamente
contra la inseguridad ciudadana, hay que darle una última oportunidad de
reencontrarse con el ciudadano en los escenarios locales.
Para ello es
indispensable que los alcaldes tengan un mando funcional sobre las comisarías
de su jurisdicción, algo así como lo que ocurre en ciudades colombianas y que
ha funcionado razonablemente bien. Allí los jefes de Policía responden en lo
funcional al alcalde y administrativamente a su institución. Es decir, la
autoridad define el marco de la institucionalidad local, estrategias y medidas
concretas a ser implementadas por la Policía.
Ello responde al
hecho de que el pequeño delito tiene su racionalidad explicativa en los
escenarios locales y es a ese nivel en el que puede actuar más eficientemente
para prevenirlo y reprimirlo. Al ser el alcalde una autoridad que va a tener
que rendir cuentas ante el ciudadano que vota, va a tener que esforzarse por
obtener resultados.
Si las cosas
marchan bien, se podría avanzar a disolver los serenazgos en el interior de la
Policía Nacional.
3 comentarios:
Es indudable que el tema de este artículo es un primer paso dentro de una nueva propuesta de Política Policial, muy diferente y solo parte de una Política Criminal del Estado. Y que al insertarla en el marco correspondiente frente al diagnostico de nuestra realidad, nos daremos cuenta que aparecerán otras necesidades. Atte
Hola, soy Sandra Mari Soy la persona más feliz sobre la faz de la tierra, después de 6 meses de tristeza y dolor sin estar con la persona que amo, he intentado todo mi mejor posible para asegurarse de que haga feliz a mi amante, pero nunca parece funcionar bien era como estoy haciendo todo en vano, sino todo gracias al Dr. Ogundu va a venir a cambiar todas mis preocupaciones y la tristeza a la alegría. Yo sabía que el gran hombre cuando leí algunos maravillosos testimonios sobre el Dr. Ogundu forma en que ha ayudado a mucha gente en sus problemas de relación que estaba leyendo una revista cuando vi grandes testimonios, así mi situación entonces decidí no perder el tiempo, porque tengo perdido mi amante tanto que decidí contactar con él y compartir toda mi problema con él, que me dijo que no se preocupara que él me está asegurando de que el plazo de 48 horas todo se solucionó yo creía Dr. Ogundu tanto debido a la forma en que ha sido ayudando a muchas personas, mi novio, que me dejó por buena repente respondió mi texto y devuelve mis llamadas y me pidió que por favor le perdona yo estaba tan feliz estoy muy agradecido con el Dr. Ogundu por lo que ha hecho por mí y prometo a declarar su bondad a lo largo de mi vida. Si está allí pasando el mismo problema o cualquier tipo de problema de contactos de este gran hombre en su dirección de correo electrónico: drogunduspellcaster@gmail.com
1. Para que tu amante o marido de vuelta
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5. Obtener un hechizo de empleo
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7. Obtener su dinero de vuelta
8. hechizos Libertad
9. El amor hechizo
10. hechizo Avenging
Ahora tiene la oportunidad de aplicar sus propuestas desde el Ministerio del Interior conformante del primer gabinete de PPK. Desde la oposición y desde el oficialismo la óptica de los políticos varia casi siempre, esperemos que este no sea el caso.
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