La bandera de la lucha contra la corrupción ha vuelto a aparecer en el escenario político, esta vez de la mano de Lourdes Flores, que está hablando de los antecedentes de Kouri, su principal adversario. ¿Cuál es tu lectura de esto?
Hay semejanzas y diferencias. A fines de los años 90 la corrupción fue apabullante, en especial la que apareció en los ‘vladivideos’. En la época de Fujimori hubo recesión económica, desempleo, violaciones de derechos humanos y otros problemas. Ahora el escenario es ciertamente diferente, pero también parecido en muchos aspectos, sobre todo en que la corrupción actúa con mayor descaro. Creo que las dos coyunturas se asemejan.
La liberación de Crousillat y todo lo relacionado con estos chuponeos de Business Track son dos hechos cuyas respuestas no han sido suficientemente calibradas por los propios gobernantes y responsables de estos actos.
Y es en este contexto en el que aparece el regreso no solo de Kouri sino de varios fujimoristas en diferentes partes del país. Si bien todavía tienen partidarios, hay también gente que recuerda, que está en contra, y que tiene la vocación para mezclar y articular la ética con la política. Entonces yo creo que, para bien, la corrupción se convierte en un tema importante.
Mientras todos los gobiernos han culminado con actos de corrupción, existen sectores absolutamente honestos que no tienen una expresión política. ¿Por qué está tan arraigada la corrupción en el país?
Comenzaría con una cuestión que puede sonar cínica: lo que sucede aquí es tal vez que son unos chapuceros y siempre son descubiertos. Hasta para eso somos bastante chapuceros, pese a que se trata de gente supuestamente experta en estos temas. Ver entrevista completa en ideele.
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