Me ha impresionado muy positivamente la entrevista brindada en vísperas de la reunión anual en Davos por nuestro presidente, Ollanta Humala, a Juan Luis Cebrián, presidente del grupo PRISA, editor del principal y excelente diario español, El País. Parafrasearé ideas importantes, con algunos comentarios míos. Sé que una entrevista es un discurso, que puede estar muy alejado de la realidad. Pero debo decir que no esperaba un discurso tan bien hilvanado y que espero que siga tratando de ser coherente con él.
A Cebrián le llama la atención la timidez y sobriedad de su entrevistado, su disposición a escuchar - poco frecuente en mandatarios -, notarlo correoso y amable. Percibe una cierta inseguridad cuando pasa de las generalidades a los casos concretos, pero le parece que suena sincero y convencido, decidido a poner en práctica lo que dice, y que proyecta una imagen de decencia muy necesaria en los tiempos que corren (agrego que al parecer ha aprendido bien el cambio de su libreto después de la primera vuelta electoral, que creo debemos principalmente a que el Brasil de Lula y ahora de Roussef le ha abierto una nueva perspectiva, positiva y más atractiva que la chavista, seguramente facilitada por los estudios de ciencias políticas en la Universidad Católica de Lima y en París).
Destaco como positiva su aseveración de que es un hombre de palabra, y que al final de su período nos habrá conducido hacia donde ha prometido hacerlo, lo que se expresa en la valoración constatable de un manejo serio y estable de la política macroeconómica, perfectamente compatible con nuestra lucha por la inclusión social y en favor de la igualdad, que detalla con ejemplos, y en su afirmación de que en el Perú hay seguridad jurídica para las inversiones, que respetamos lo que firmamos. Valoro que manifieste tratar de ser objetivo y de ser justo. Hasta ahora parece que intenta ser coherente en lo que dice y con lo que dice.
Debo decir que no se me quita la aprehensión por el peso de la mentalidad militar y la poca experiencia cívica y de política de Humala y de su entorno más cercano, pero que aprecio que Humala subraye lo que efectivamente puede verse como positivo de nuestro Ejército, extrapolable al ámbito civil: recalca que le ayudó a conocer mejor el Perú, a valorar su diversidad, el tema del orden, a trabajar en el seno de una institución, interactuar con otros niveles socioeconómicos de la población – otra forma de escuchar al pueblo (obviamente hay muchísimo de objetable e incluso condenable en el orden que impone el Ejército y es imposible considerar ejemplar su institucionalidad; pero si Humala rescata los aspectos positivos, en buena hora).
Es una autodefinición aceptable la de nacionalista que ha recogido las banderas de la justicia social. Agrega que en los estados emergentes el nacionalismo trata de integrar la realidad del Estado y también las relaciones con los demás países de la zona, buscando fortalecer lo que nos une, algo que siento positivo y ojalá prevalezca. Destaca que en los Estados Unidos hay cincuenta millones de hispanohablantes, por lo que ese país también pertenece a Latinoamérica. Y que UNASUR ha sido más eficaz que la OEA al resolver los conflictos entre Colombia y Ecuador y crear un cuerpo de observadores electorales latinoamericanos para garantizar la limpieza de los comicios.
Es compartible, aunque discutible, el considerarse de abajo y no de izquierda porque esa división sería algo del pasado, después de la caída del muro de Berlín. Es también loable el considerarse presidente de todos los peruanos y hasta el momento actuar así y ser percibido así por una mayoría. En otro momento afirma que no se identifica con la derecha. Por cierto la calificación y con frecuencia autocalificación en el espectro de izquierda a derecha sigue teniendo utilidad práctica.
Respecto de su ideología recuerda que se ha comprometido a respetar el Estado de Derecho. Y señala que el levantamiento de Locumba, que encabezó, fue por lealtad a su Ejército, la Constitución y las Leyes, en rechazo a los vladigenerales. Plantea que su prioridad es pacificar el país antes de pedir cuentas a gobiernos anteriores, y que la derrota total de los movimientos como Sendero es solo cuestión de tiempo. A contracorriente de la reciente declaración de diversos mandatarios latinoamericanos, que creo debería ser respaldada, manifiesta simplemente su oposición a la legalización de la droga y – correctamente - que la represión del narcotráfico es una tarea de la Policía y no de las Fuerzas Armadas (que sin embargo siguen mezclándose en esa tarea, impidiendo el necesario fortalecimiento con renovación radical de la Policía, lo que solo había avanzado bajo los ministros Rospigliosi y Costa en el gobierno de Toledo, para luego retroceder lastimosamente).
Insiste repetidas veces en la institucionalización del país, en la necesidad de reforzar y respetar el Estado de Derecho, concretándolo en llevar el Estado al interior del país – un Estado que garantice la multiculturalidad, pero que funcione como una unidad, fortaleciendo también el mercado interno y diversificando la economía. Claro que hay mucho más que cambiar en el Estado que solo llevarlo a donde no llega, que no es su mayor problema, porque llega, pero mal, al menos a través del sacrificado magisterio rural.
Respecto del conflicto con la gran minería reconoce la pérdida de confianza de la población en las empresas mineras y en el Estado, y plantea la necesidad de restablecer la confianza por medio del diálogo, aunque aplicando la ley sin titubeos (lo que es adecuado, pero suena a priorizar la represión). Dice que las dudas que expresan las comunidades son legítimas, en particular por el problema del agua. Atribuye el problema del estrés hídrico que padecen los pueblos altoandinos a que no se ha construido la infraestructura que permita su represamiento (algo que claramente es solo una parte de la cuestión). Indica erróneamente que la minería comenzó con la llegada de los españoles, cuando nuestro país ha tenido una notable minería desde tiempos prehispánicos, tanto para la producción de herramientas – importantes para poder ampliar la frontera agrícola y hacer más productiva la agricultura - como de objetos ornamentales y de culto y algunas armas. Subraya que la minería y la agricultura pueden convivir (agrego, y deben, a partir del respeto recíproco).
En cuanto a la política, dice que el problema fundamental en el Perú y otros países de América Latina es la falta de institucionalidad que afecta principalmente a la existencia y funcionamiento de los partidos. A diferencia del presidente Correa, del Ecuador, considera que el político es un hombre público y que todos tienen el derecho de opinar sobre él y emitir un juicio particular (a pocos días del Día Mundial de la Mujer agrego – y sobre ella). Y aprecio que manifieste tratar de evitar el distanciamiento de la gente, la parafernalia de honores y seguridad, y la soledad del Poder, haciendo deporte, corriendo por las calles vecinas a Palacio y manejar su auto, con pleno acatamiento de las normas y señales de tránsito. Si esto es así, mis respetos. Incluso el solo señalarlo como deseable me parece bien.
Debo recordar que antes de las elecciones, y siendo absolutamente contrario al fujimorismo, planteé votar por Keiko Fujimori, por considerar que nuestra sociedad ha aprendido a combatir ese mal ya conocido, pero que el Humala original, con su programa previo a la primera vuelta, constituía una amenaza seria y nueva, por ello más peligrosa. Tenía también la leve esperanza de que la educación universitaria norteamericana, tan detestada por algunos candidatos republicanos, hubiese tenido en ella una influencia morigeradora del autoritarismo heredado de su padre.
Considero ahora, con satisfacción por el país, que obviamente me había equivocado, y agradezco a quienes, como nuestro gran intelectual, Mario Vargas Llosa, y el gran adalid de nuestra revolución gastronómica, Gastón Acurio, tuvieron la visión y la valentía de apoyar a un candidato Humala que expresaba un compromiso con ideas positivas radicalmente diferentes a las que había esgrimido anteriormente. Humala aún puede descarrilarse en su liderazgo, pero, sin desconocer enormes problemas y también algunos grandes desaciertos en su gestión, el proceso tenido hasta ahora ha producido dinámicas más bien positivas que ya no pueden borrarse. Mirando desde lejos, siento que con la entrevista nuestro presidente ha fijado un hito internacional que espero no desdiga en la práctica.
2 comentarios:
El autor hace un año llamaba a votar por Fujimori y ahora llena de alabanzas a Humala y aplaude su sensata transformación, interesante, no?
Efectivamente, Pablo, muy interesante. Miserias de nuestra política.
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