sábado, 6 de octubre de 2012

TOÑO/ Augusto Ortiz de Zevallos

Para quienes no lo veíamos mucho, aunque fuéramos sus amigos, y cada encuentro ocasional lo confirmara, este mutis de Toño, que como todo en él , ha sido breve y lacónico, podría parecer una de sus bromas, ambiguas, irónicas y filosóficas.
Irse sin avisar, inesperadamente, cuando era un joven perpetuo, alguien a quien sin duda volveríamos a ver, un espíritu que impregnaba cada reunión, alguien dotado de dotes y poderes un poco de Sky Walker, y una suerte de quinto Beatle, al mismo tiempo que era y siempre fue un poeta mayor. Exigente y auto exigente, fino, inteligente, crítico ácido de todos y de él mismo, culto en más plural y gozoso de los sentidos, y tan cariñoso como jodido. Además de premiado, traducido, reconocido.
Ha sido una sorpresa. Yo acababa de firmar el apoyo a su candidatura al premio nacional de cultura, que todavía debería recibir (y hace años me tocó ser jurado de un premio que daba COSAPI a trayectorias intelectuales, y conseguir que lo compartiera con un científico)
Hace semanas Balo Sánchez León le dedicó una linda columna, donde decía que iba a verlo, y yo no entendí que eso fuera un anticipo de esta noticia de hoy o ayer. Si oí que Toño, que tenía algo de torero bueno y a la antigua, de citar de frente y poner el pecho, como José Tomás, había dicho que con él no iban eso de las radiaciones, y que prefería vivir bien lo que le tocase en suerte, aunque el toro embistiese. Y aunque no terminase la poesía que estaba volviendo a escribir, después de tiempos de crónicas y prosas.
No sé si ofendo ni contrarío a nadie, espero que no, y menos que nadie a su mujer, La Negra y a sus hijos, pero este irse así casi sin despedidas le es muy propio. Elegante, orgulloso, íntegro, la conmiseración no era lo suyo. Y pedir permiso, menos. Opinó siempre como le parecía y sobre lo que le pareciera, ante quien fuera. En poesía, en caricaturas, en la radio, en relatos, en recuentos. Y en política, tanto como en ética. Era una especie de mezcla paradójica y muy limeña de republicano español con lord inglés, y de jacobino con dandy.

Felizmente para nosotros, su obra está bastante bien recogida y antologada. Felizmente se deja leer toda, placenteramente. Era capaz de combinar erudición con coloquios y calle, sueños con cotidianidad, testimonios con miradas agudas. No sé que digan otros, que saben más que yo, que improviso en este terreno, pero a mí me parece el suyo un espíritu algo como el de Valdelomar en lo fresco y ácrata, y sin duda su poesía puede haber bebido a la vez de poetas inteligentes como Martín Adán y de poetas lozanos como Eguren.
Poesía con blue jean, paseos de sensualidad, humor y sarcasmos, brevedades Borgianas, ironías que supongo tienen que ver con su relativa anglofilia (Londres, Beatles, Joyce, Eliot, Dylan Thomas…), que sin embargo se combinó también siempre con otras fuentes y tradiciones (Baudelaire, Paris, la modernidad…).
Toño era de todas partes. Pero, más exactamente, era un miraflorino de todas partes. Vivía a pocas cuadras del malecón y a algunas más del Haití. Y creo que mezclaba en desorden hacer caminatas y paseos a pie o en bicicleta, con conversar cervezas y aguas mayores, como seguramente vinos en sus años fértiles en Europa.
De todas partes y de varias ideas y verdades sucesivas.
Se formó como un Sesentaiochista, después de haber sido amigo, coetáneo y deudo del Javier Heraud de cuando Cuba era promesa y no engaño. Y fue sin duda un rebelde progresista, que apostó a eso dirigiendo revistas críticas, yendo a enseñar a provincias y liderando y convocando a muchos. Y fue también alguien que, siendo alguien siempre lúcido y jamás un ideologizado pasivo, se decepcionó antes de que se cayeran esos muros físicos, militares y mentales del socialismo burocrático y militarista. Jamás aceptó la censura ni la castración del socialismo realista y cultivó un individualismo liberal de ese que se ilustra cuando uno ve que en EEUU le dicen liberales a los demócratas progresistas como Obama. Que ojalá gane, como Toño habría preferido.
Amigo de sus amigos, futbolero, encariñado con su familia, camotudo, tener de amigo a Toño era un lujo. Leerlo será el consuelo a que no esté, porque sin que se lo propusiese, toda su obra está hablada desde él mismo.
Salud, Toño, y gracias por ser tú.

2 comentarios:

Amador Merino-Reyna M. dijo...

Se fué el Oso Hormiguero, una gran perdida para todos, una lastima no verlo mas caminando por ahi, una lastima no poder escucharlo mas. Mis sentidas condoloencias a su familia, a sus amigos, a sus lectores.

luzma dijo...

No sé, realmente, qué vacío será mayor, el que deja como ser humano, en quienes lo conocieron y amaron, o el que deja como poeta, para quienes lo leyeron o lo leerán.
En ambos, casos, es y será siempre único e irremplazable.