martes, 2 de septiembre de 2014

OTRA VEZ LA CULPABLE ES LA POLICÍA / Gustavo Carrión Zavala

En la últimas horas, asistimos a la constatación de, por decir lo menos, la exageración publicitaria del ministro del Interior, respecto de un promocionado decomiso de droga en un furgón pertenenciente a un candidato a la alcaldía provincial de Barranca. Sin escatimar esfuerzos, ni convocatorias a la prensa, en esa ocasión el ministro del Interior se trasladó a Barranca y ante la prensa, enlodó  al citado candidato, atribuyendo la incautación de más de 400 kilos de cocaína en el vehículo intervenido. Obviamente, que ante la presencia del ministro y la prensa, el jefe policial encargado se vio obligado a presentar la exponencialmente aumentada cantidad de droga, que se había incautado no precisamente en el vehículo perteneciente al candidato. De los detalles, Fernando Rospsigliosi, ha dado cuenta a la opinión pública de la magnitud de la exageración. En un inicio, el ministro del Interior, no tuvo mejor expediente que aparecer en medios, y haciendo uso del estilo de lenguaje cuasi coprolálico e ironía bufonesca que lo viene identificando, arremetió contra el mensajero pretendiendo descalificarlo.
Ante las evidencias de las actas fiscales y de la investigación policial, mostradas por Rospigliosi, ha recurrido a lo más simple y que le permita aparentemente lavarse el rostro: echarle la culpa a la policía. En una patética aparición  en un medio televisivo local, el general jefe de la Dirandro ha sido obligado a altoinculparse, y a culpar a los policías intervinientes por haber proporcionado información inexacta, y el asunto terminará con la sanción a los miembros de la institución que resulten responsables. El procedimiento de pretender salvarles la piel a los políticos, responsabilizando de sus fallas a la policía, parece ser en la actual administración una tendencia, no nos olvidemos que el caso López Meneses, pretendió explicarse como un caso de corrupción policial. Nos queda preguntarnos si en el caso de Barranca, la autoridad del sector Interior, debió antes de aparecer en medios como el propiciador de un gran decomiso de droga, asegurarse de las cantidades intervenidas y responsables del delito o se trató de  haber obligado a los policías a declarar lo que políticamente le convenía y que una vez descubierta la mentira, obviamente  tenía a quién responsabilizar.
Hemos sido siempre sumamente críticos al puntualizar que el grave problema de los operadores de seguridad y justicia y en este caso específico la Policía, es el proceso de descomposición reflejado por la corrupción, pero de este convencimiento a aceptar que la Policía siempre resultará responsable de los errores del sistema, y de sus representantes políticos,  existe verdaderamente una inmensa distancia.
Cuando se reclama a las autoridades subnacionales y locales, su inoperancia en temas de seguridad ciudadana, invariablemente recurrirán al argumento que son temas de la policía o que la policía no colabora debidamente
Bajo la lógica de atribuirle siempre la culpa a la policía, nos hace presumir que si no existiese policía, tendrían que crear una rápidamente para poder echarle la culpa de todo cuanto suceda

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