Imaginemos que somos médicos y nos llaman para atender una emergencia. Lo único que sabemos es que el paciente tiene fiebre alta y, por teléfono, le recetamos un antibiótico y esperamos que se cure. Sin entrevistarlo para conocer que siente, sin haberle realizado ninguna prueba complementaria o verificar como responde al tratamiento que le administramos suponemos que sanará.
Aunque parezca mentira, así se maneja la política de seguridad en el Perú. Si la inseguridad es de por sí un fenómeno complejo y difícil de entender, el tratar de enfrentarla sin conocer su real dimensión, causas y características distintivas es garantía de fracasar en el intento.
En la confección de sus políticas nacionales de seguridad, la herramienta que vienen utilizando países que han logrado avances en este campo son las “Encuestas de Victimización” que miden la percepción de inseguridad, la victimización real y la capacidad institucional para contener las amenazas.
Debo aclarar que no estoy refiriéndome a ella como “la solución mágica al problema de inseguridad”, sino simplemente como un instrumento importante para diseñar políticas públicas efectivas.
Las encuestas de victimización profundizan en cada uno de los temas para conocer sus causas, localización, temporalidad, características, similitudes y relación con otros hechos. Deben ser realizadas periódicamente y sirven de línea de base para evaluar las políticas de seguridad.
En el Perú sólo se ha realizado una Encuesta de Victimización con esas características. Fue a finales del 2004 en el marco del proceso de reforma policial y con apoyo del BID. Se tenía previsto que estos estudios se realizarán anualmente para ir mejorando continuamente las políticas y los resultados pero, como todo en materia de seguridad, los cambios de responsables en el ministerio del interior dejaron esta medida en el olvido.
En el ámbito operativo las herramientas que mejores resultados han dado son los análisis de la criminalidad basados en las estadísticas policiales y los mapas del delito que permiten planificar las intervenciones y emplear eficazmente recursos escasos.
Al igual que con las encuestas de victimización en esta materia tenemos serias dificultades.
El área de seguridad ciudadana del Instituto de Defensa Legal denunció un “manejo irresponsable de las estadísticas en la Policía, ¿acaso se puede esperar políticas de seguridad eficaces y adecuadas si están fundamentadas con datos falsos, ajenos a la realidad?”.
http://www.seguridadidl.org.pe/destacados/2009/21-08/cifras-bamba-de-la-policia.htm
Desde el año 2004, a nivel internacional, no se toman en cuenta los datos que proporciona nuestro país para confeccionar las tasas de homicidios por 100,000 habitantes puesto que hay diferencias significativas entre las cifras de la policía, el ministerio de salud y la fiscalía (instituto de medicina legal).
Esta tasa es un indicador que permite comparar los niveles de violencia e inseguridad en diferentes países o regiones. Si analizamos las estadísticas policiales sobre homicidios y calculamos la tasa por 100,000 habitantes constataremos que nuestro país ha pasado de 4,80 el 2003 a 12,16 el 2008 dato de por sí alarmante que deja mal parados a quienes sostienen que sólo estamos frente a un problema de percepción.
Otro de los instrumentos que optimizan la intervención operativa frente a la inseguridad es el “mapa del delito” que, basado en las denuncias de la ciudadanía y un programa informático, grafica la problemática delictiva de una localidad. Aún con la limitación de una baja tasa de denuncia puede servir como referencia para planificar la distribución de los recursos teniendo en cuenta los días, horas y zonas críticas.
Se ha anunciado que en este año se implementará un sistema de este tipo en todas las comisarías del país. Es una magnífica noticia que ojalá se haga realidad y que implica que desde ya se vaya capacitando al personal policial que va a utilizar el sistema y a los analistas para sacarle provecho.
A manera de sugerencia para mejorar la situación, planteo tres medidas sencillas, económicas y viables de ejecutar en el corto y mediano plazo:
1. Diseñar una encuesta de victimización que incluya: victimización real, percepción de inseguridad y valoración de instituciones. Que, por tratarse de un problema que ha sido declarado de interés y prioridad nacional, se encargue su aplicación anual al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
2. Que el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (CONASEC) implemente un Observatorio Nacional del Delito y de forma paralela y coordinada con los gobiernos regionales se implementen Observatorios Regionales.
3. Que la Policía Nacional del Perú (PNP) designe a los jefes de las áreas de planeamiento de todas las unidades operativas como responsables de las estadísticas y se les capacite y equipe con herramientas tecnológicas que garanticen la veracidad de la información.
Estoy convencido que estas sencillas acciones pueden contribuir a que las instituciones mejoren su actuación y puedan garantizar la seguridad de los ciudadanos.
Aunque parezca mentira, así se maneja la política de seguridad en el Perú. Si la inseguridad es de por sí un fenómeno complejo y difícil de entender, el tratar de enfrentarla sin conocer su real dimensión, causas y características distintivas es garantía de fracasar en el intento.
En la confección de sus políticas nacionales de seguridad, la herramienta que vienen utilizando países que han logrado avances en este campo son las “Encuestas de Victimización” que miden la percepción de inseguridad, la victimización real y la capacidad institucional para contener las amenazas.
Debo aclarar que no estoy refiriéndome a ella como “la solución mágica al problema de inseguridad”, sino simplemente como un instrumento importante para diseñar políticas públicas efectivas.
Las encuestas de victimización profundizan en cada uno de los temas para conocer sus causas, localización, temporalidad, características, similitudes y relación con otros hechos. Deben ser realizadas periódicamente y sirven de línea de base para evaluar las políticas de seguridad.
En el Perú sólo se ha realizado una Encuesta de Victimización con esas características. Fue a finales del 2004 en el marco del proceso de reforma policial y con apoyo del BID. Se tenía previsto que estos estudios se realizarán anualmente para ir mejorando continuamente las políticas y los resultados pero, como todo en materia de seguridad, los cambios de responsables en el ministerio del interior dejaron esta medida en el olvido.
En el ámbito operativo las herramientas que mejores resultados han dado son los análisis de la criminalidad basados en las estadísticas policiales y los mapas del delito que permiten planificar las intervenciones y emplear eficazmente recursos escasos.
Al igual que con las encuestas de victimización en esta materia tenemos serias dificultades.
El área de seguridad ciudadana del Instituto de Defensa Legal denunció un “manejo irresponsable de las estadísticas en la Policía, ¿acaso se puede esperar políticas de seguridad eficaces y adecuadas si están fundamentadas con datos falsos, ajenos a la realidad?”.
http://www.seguridadidl.org.pe/destacados/2009/21-08/cifras-bamba-de-la-policia.htm
Desde el año 2004, a nivel internacional, no se toman en cuenta los datos que proporciona nuestro país para confeccionar las tasas de homicidios por 100,000 habitantes puesto que hay diferencias significativas entre las cifras de la policía, el ministerio de salud y la fiscalía (instituto de medicina legal).
Esta tasa es un indicador que permite comparar los niveles de violencia e inseguridad en diferentes países o regiones. Si analizamos las estadísticas policiales sobre homicidios y calculamos la tasa por 100,000 habitantes constataremos que nuestro país ha pasado de 4,80 el 2003 a 12,16 el 2008 dato de por sí alarmante que deja mal parados a quienes sostienen que sólo estamos frente a un problema de percepción.
Otro de los instrumentos que optimizan la intervención operativa frente a la inseguridad es el “mapa del delito” que, basado en las denuncias de la ciudadanía y un programa informático, grafica la problemática delictiva de una localidad. Aún con la limitación de una baja tasa de denuncia puede servir como referencia para planificar la distribución de los recursos teniendo en cuenta los días, horas y zonas críticas.
Se ha anunciado que en este año se implementará un sistema de este tipo en todas las comisarías del país. Es una magnífica noticia que ojalá se haga realidad y que implica que desde ya se vaya capacitando al personal policial que va a utilizar el sistema y a los analistas para sacarle provecho.
A manera de sugerencia para mejorar la situación, planteo tres medidas sencillas, económicas y viables de ejecutar en el corto y mediano plazo:
1. Diseñar una encuesta de victimización que incluya: victimización real, percepción de inseguridad y valoración de instituciones. Que, por tratarse de un problema que ha sido declarado de interés y prioridad nacional, se encargue su aplicación anual al Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI).
2. Que el Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana (CONASEC) implemente un Observatorio Nacional del Delito y de forma paralela y coordinada con los gobiernos regionales se implementen Observatorios Regionales.
3. Que la Policía Nacional del Perú (PNP) designe a los jefes de las áreas de planeamiento de todas las unidades operativas como responsables de las estadísticas y se les capacite y equipe con herramientas tecnológicas que garanticen la veracidad de la información.
Estoy convencido que estas sencillas acciones pueden contribuir a que las instituciones mejoren su actuación y puedan garantizar la seguridad de los ciudadanos.
2 comentarios:
Evidentemente la informacion fisica y estadisticas es impresindible para la toma de desiciones y el diseño de politicas, se necesita sincerar la cifras y compartir los datos para que de manera multidisiplinaria y multisectorial se encaren los problemas de seguridad ciudadna que afecta a la comunidad.
La inseguridad es cada día más latente, por eso pasó lo que pasó en el Hospital del Callao donde a un paciete le cortaron la pierna equivocada, es el colmo de los colmos, tener médicos con estas experiencias le deberían quitar el Título para que no vuelvan a ejercer la profesión en ninguna parte del mundo.
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