lunes, 1 de febrero de 2010

LOS LABERINTOS DEL PLAN NACIONAL DE SEGURIDAD CIUDADANA /Enrique Yépez Dávalos

El Plan Operativo Nacional de Seguridad Ciudadana-2010, recientemente aprobado y difundido con bombos y platillos por la Secretaria Técnica y los integrantes del Consejo Nacional de Seguridad Ciudadana, tiene mas que aportes, muchos errores y omisiones, que pone en tela de juicio su utilidad, como el principal instrumento de gestión de la política de seguridad ciudadana del Estado para el presente año. Solo para iniciar debate al respecto menciono alguno de ellos:

De los seis problemas de inseguridad a nivel local que señala el Plan (III A.1), no están considerados los Delitos Contra el Patrimonio y sus diferentes modalidades, que son las infracciones delictivas de mayor incidencia y los que causan más sensación de inseguridad en Lima y a nivel nacional. No considerarla es un craso error de diagnóstico, lo que conllevaría a que los planes distritales, partan también de premisas falsas. Otra omisión se refiere a las infracciones al Reglamento de Tránsito, que si bien están considerados en el Plan dentro de los problemas de inseguridad de mayor relevancia, en el desarrollo de las estrategias, ninguna de ellas de refiere a este tema. Es decir, lo pusieron como aspecto principal y luego se olvidaron de diseñar acciones específicas en la etapa de ejecución.

De una rápida lectura al Plan Nacional, se evidencia una velada intencionalidad de restar importancia al accionar de los Gobiernos Locales. Por ejemplo, cuando se refiere a los “Servicios de Seguridad Ciudadana” (III b.1), en la parte relacionada a los servicios de serenazgo, condiciona la retención por la figura del "arresto ciudadano" a que esté presente personal policial. No es así. Los serenos cuando constaten un delito flagrante, como cualquier ciudadano, pueden arrestar y luego comunicar de inmediato a la policía para que se haga cargo del caso.

El Plan señala varios servicios para neutralizar la inseguridad, antes, durante y después de los hechos ocurridos. En los servicios de prevención del pandillaje y la drogadicción; de recuperación física y/o psicológica de las víctimas; de emprendimiento técnico productivo para víctimas, así como de atención en prevención de la réplica de la víctima “efecto espejo”, ignora el trabajo de los municipios y de las organizaciones no gubernamentales, muchos de los cuales vienen llevando a cabo una serie de actividades con buenos resultados. Cuando trata de los servicios de atención de emergencias, se refiere sólo al 105, y omite las centrales distritales de comunicación implementadas por los Gobiernos Locales.

El Plan considera cinco tipos de servicios de prevención que realiza el Estado en colaboración con la ciudadana. (III A.3). En los servicios de prevención no están consideradas instituciones fundamentales, como el Ministerio de Educación, que realiza cotidianamente programas preventivos y educativos con la Policía Nacional y con las Apafas. Se menciona igualmente como elemento importante para mejorar la seguridad a nivel local, los servicios de inteligencia de la Policía Nacional, como si todas las comisarías estarían debidamente implementadas con este tipo de servicio, cuando todos sabemos que no existen o son mínimos los agentes de inteligencia a nivel distrital. El Plan, en todo caso, debe propender a la implementación de “redes locales contra el delito”, en base a la información de la comunidad como el mejor insumo para conocer el comportamiento del delito.

El Plan Nacional exige la formulación de Planes Operativos Locales de Seguridad Ciudadana para el mes de marzo del presente año, pero no precisa cómo deben hacerse estos planes. El CONASEC ha formulado con anterioridad un modelo muy genérico de plan distrital, que no precisa, por ejemplo, la forma cómo se debe levantar información para conocer el comportamiento del delito, hecho que dará lugar a que cada distrito formule sus planes a su buen criterio y entender.

El número de pandillas y su accionar violento, ha decir de estadísticas y encuestas de los últimos años, se ha incrementado rápidamente en Lima, pero las cifras que exhibe el Plan parecen haberse congelado en el tiempo, pues se mantienen iguales o menores que hace 10 años. La Dirección de Participación Ciudadana de la Policía Nacional, el año 2,000, realizó un Estudio donde menciona la existencia de 390 agrupaciones con 13 mil integrantes. El Plan 2,010, dice que en Lima existen actualmente un total de 12,128 jóvenes y adultos (872 menos que hace 10 años) que integran 410 pandillas en Lima.

Los encargados de formular el Plan Nacional de Seguridad Ciudadana para el 2,010, en el afán de presentar un esquema diferente, han dejado de lado esquemas y modelos conocidos, como el de la “prevención epidemiológica del delito” que desarrolla su planteamiento mediante tres niveles: prevención primaria, segundaria y terciaria; o, el esquema que tiene mayor difusión internacional relacionado a la “prevención multisectorial”, que prescribe cuatro ámbitos: Prevención social, prevención situacional, prevención comunitaria y prevención policial del delito.

Si analizamos con detenimiento el contenido del Plan Nacional de Seguridad Ciudadana 2010, es un laberinto de ideas con muy poca coherencia y armonía. Es un conjunto de conceptos, que no señalan con claridad la política y las estrategias del Estado en esta materia. Por tanto, menos se puede exigir a los integrantes de los comités locales de seguridad ciudadana la elaboración de actividades y tareas bien estructuradas para sus respectivos planes.

Una solución a esta desordenada miscelánea de criterios, es dejar sin efecto su contenido y formular otro que responda con mayor acierto a nuestra realidad. El Ministro del Interior y Presidente del CONASEC tiene la palabra.